martes, 5 de agosto de 2014

Un niño generoso dio a Jesús todo lo que tenía para que hiciera el milagro 05082014

Un niño generoso dio a Jesús todo lo que tenía para que hiciera el milagro




REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

(RV).- (con audio) RealAudioMP3 Era un niño el que tenía los cinco panes y los dos pescados que llegaron a las manos de Jesús cuando dio de comer a unos cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños. Lo habían descubierto los apóstoles cuando indagaron entre la multitud en aquel lugar desierto donde estaban, antes de sugerirle a Jesús que despidiera a la gente para que fueran a comprarse comida. La respuesta de Jesús fue tajante: “No hace falta que se vayan. Denles ustedes mismos de comer”. Pero al milagro de la multiplicación de los panes no lo hicieron los discípulos. Lo único que hicieron los discípulos fue poner en manos de Jesús la comida que compartió el niño, y después ayudar a Jesús a compartirla con la multitud. ¿Alguno de ellos se habrá guardado un pan en el bolsillo por las dudas no alcanzara realmente para todos?

¿Qué es para vos “compartir”? ¿es solamente un clic posible en Facebook?

Papa Francisco el domingo 3 de agosto afirmó que: “Es útil comparar la reacción de los discípulos frente a la gente cansada y hambrienta, con la de Jesús. Son diferentes. Los discípulos piensan que es mejor despedirlos, para que puedan ir a buscarse la comida. En cambio, Jesús dice: “denles de comer ustedes mismos”. Dos reacciones diferentes, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos razonan de acuerdo con el mundo, por lo que cada uno debe pensar en sí mismo; reaccionan como si dijeran: “arréglenselas solos”. Jesús razona en cambio de acuerdo a la lógica de Dios, que es aquella del compartir. ¡Cuántas veces nosotros nos damos vuelta hacia otro lado con tal de no ver a los hermanos necesitados! Y esto, mirar hacia otro lado, es un modo educado de decir con guantes blancos: “arréglenselas solos”. Y esto no es de Jesús: esto es egoísmo. Si Él hubiera despedido a la gente, muchas personas se habrían quedado sin comer. En cambio, aquellos pocos panes y pescados, compartidos y bendecidos por Dios, fueron suficientes para todos. Pero ¡atención! –expreso el Obispo de Roma-, no es una magia, ¡es un “signo”! Un signo que invita a tener fe en Dios, el Padre providente, que no nos hace faltar “el pan nuestro de cada día”, si nosotros sabemos compartirlo como hermanos” (extracto reflexión Ángelus 030814).

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