domingo, 8 de febrero de 2015

EL TIEMPO Y LA ESPERA XI (II. SALMOS DE VIGILIA) Pedro CASALDÁLIGA

POR ESE MERO HECHO
DE SER TAMBIÉN OBISPO

Por ese mero hecho
de ser también obispo,
nadie me va a pedir
—así lo espero, hermanos—
que deje yo de ser
un hombre humano.
(Humanamente frágil, como todos.
Humanamente libre, como algunos.
Humanamente vuestro). 
Nadie me va a pedir
que deje de tener yo mis amores:
los niños, por ejemplo,
las garzas,
Nicaragua,
«Geró», la vieja gata de verdes ojos sabios,
los libros, un poema,
las cartas, un abrazo,
una canción reciente,
una canción antigua
la tarde recogida bajo la luz domada,
los indios de estos pueblos que fueron tan desnudos,
aquellas viñas viejas de mi lejano pueblo,
América Latina como una esposa última,
los Pobres de la Tierra,
¡Jesús de Nazaret!
Por ese mero hecho....
nadie me va a pedir que ponga piedras
en esta honda cavidad del pecho.

DE HIPONA HASTA SÃO FELIX
La vida de Agustín
me acoge como un poyo
al borde del camino contestado.
Hay huellas por la arena solitaria,
de Hipona hasta São Félix.
La Iglesia viene antigua
diversa,
caminante.
¡No faltarán los elegidos bárbaros
que doblen el Imperio, hermanos de provincias!
Con rostro palestino y al viento de la Historia,
Dios marcha en caravana con nosotros.
¡Las dos Ciudades irán siendo una!

AMÉRICA LATINA
Sobre su larga muerte y esperanza
desnudo el cuerpo entero
—la palabra, la sangre, la memoria—,
definitivamente
será mi cruz
América Latina.
Dios, pobre y masacrado,
grita al Dios de la Vida
desde esta colectiva cruz
alzada
contra el sol del Imperio y sus tinieblas,
ante el velo del Templo estremecido.
Mañana será Pascua
—porque El ya es mañana para siempre—.
(Revestida de llagas y sorpresas,
vendrá por el jardín
la Libertad,
hermanos.
Y hay que poner ternura en las quenas despiertas
y quebrar los aromas solidarios
y conminar el miedo del sepulcro
desarmando a los guardas).
Pero hoy todavía es Viernes Santo.
Todos somos testigos,
entre dados y lanzas,
mientras la madre llora sobre el hijo ciado.
Yo no quiero negarme a ese misterio.
¡Yo no quiero negarTe!
América Latina
será mi cruz
definitivamente.

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