miércoles, 11 de marzo de 2015

EL VUELO DEL QUETZAL 9-10 (Pedro Casaldáliga)

cometer heroísmos
Cuando yo era seminarista recuerdo que en una ocasión me vino esta idea: si uno no se pone en una circunstancia más o menos heroica, difícilmente "cometerá heroísmos". Quiero decir que si uno no busca también su circunstancia más o menos "heroica" -dicho así, entre comillas, y dejando que cada uno discierna cuál es esa circunstancia para él-, si uno acepta sentarse en el sillón cómodo y mullido, si uno se deja cercar de tanta normalidad y de tanta seguridad... pues es difícil que cometa heroísmos...

conquistar espacios de pluralismo
Aquellos veintiún obispos brasileños que el Vaticano había llamado estuvieron durante tres días hablando con el Papa, que guardó silencio hasta el final. Había dicho el Papa al comenzar: estaré "en obsequioso silencio", aludiendo al "obsequioso silencio" que Ratzinger había impuesto a Leonardo Boff... Y allí hubo sonrisas.
Los dicasterios romanos planteaban al grupo de obispos brasileños lo que ellos saben, piensan, intuyen o critican de nuestra iglesia brasileña, ya sea en la vida religiosa, la catequesis, la liturgia, la comisión pastoral de la tierra, la pastoral indigenista, etc. Y los obispos brasileños respondían. Gracias a Dios se aclararon muchas cosas.
Y es que, en primer lugar, allí reciben informes sólo de un lado, con mucha frecuencia. Eso fue constatado, ciertamente. Y, en segundo lugar, hay un hermano nuestro, obispo, cardenal, que tiene doce cargos en la curia romana. Y entonces, sólo a través de su presencia, de su palabra y de su juicio, de Roma viene lo que a Roma va... (Y, a todo esto, el Papa escuchando, "en obsequioso silencio", y tomando nota).
Se insistió mucho en que realmente Roma vive distante con frecuencia de nuestros problemas. Y hubo, ciertamente, algunas actitudes muy bellas. Por ejemplo, en uno de los dicasterios, el segundo o tercer secretario dijo en un momento dado a un grupo de nuestros obispos: "miren, lo que es excepción para otras latitudes, tómenlo ustedes como norma...". Estaba hablando concretamente de la confesión comunitaria.
Por cierto, una anécdota que ocurrió en esa reunión. Allí estaba monseñor Moacyr Grechi. Y cuando se discutía de la teología de la liberación contó lo siguiente: «Cuando yo llegué a Roma para estudiar teología, el rector de nuestro seminario -el Marianum, de los Servitas- nos llamó a los tres o cuatro que acabábamos de llegar, nuevecitos, de América Latina y nos dijo: "vean, cuídense, que aquí en Europa hay teólogos muy conocidos, muy cacareados, que podrían hacerles perder la fe". Y uno de los teólogos sobre los cuales nos previno el rector era Joseph Ratzinger». El Papa soltó una carcajada. Y estaba allí presente Ratzinger, claro.
Yo creo que en aquella visita se dieron pasos importantes. Al final del encuentro el Papa tuvo unas palabras muy emocionadas. Y en la carta que nos escribió después decía que la visita "ad limina", de común acuerdo, como ya se hizo ahora, es un servicio pastoral y apostólico importante para la Iglesia. Y nosotros no sé si con mucho optimismo, teníamos la impresión de que eso pasaba a ser ya un espacio conquistado.
Vamos a ver si otros episcopados hacen lo mismo. Este año hace la visita "ad límina" el episcopado norteamericano, que, según decía un alto miembro de nuestra conferencia episcopal brasileña, aún tiene más problemas con el Vaticano que nosotros. Yo pienso que el diálogo también se conquista. No hay que esperar a que vengan solos esos espacios de pluralismo. Debemos caminar siendo Iglesia, haciendo Iglesia, abriendo espacio en la Iglesia... Se lo digo a ustedes los centroamericanos, para que mantengan firme su esperanza eclesial, activa y luchadora.

Panamá centroamericano
Para hacer realidad la centroamericanidad creo que en primer lugar, sería necesario algo así como que cada uno de ustedes los panameños hiciera una especie de acto de fe: " ¡yo soy Centroamérica, y juro defender esta conciencia de centroamericanidad delante del Dios vivo y delante de la historia!".
Quiero decir: lo primero que hace falta es que ustedes tomen conciencia de que son Centroamérica. También los panameños, aunque tengan el canal y una riquísima zona "libre" y escriban en inglés si es para caballeros o para damas... también los panameños son centroamericanos. En primer lugar, pues, y sobre todo, tomar conciencia centroamericana.
En segundo lugar creo que también sería muy importante mirar hacía atrás: estudiar y publicar la historia de Centroamérica a varios niveles. ¿Por qué los países centroamericanos han llegado a la realidad en que se encuentran hoy? ¿Por qué nos han dividido siempre? ¿Por qué siguen dividiéndonos? Me decía un hondureño: "en mi tierra hasta los niñitos son agresivos contra los nicaragüenses". Evidentemente al imperio le interesa la contrainformación. "Divide y vencerás".
Unámonos nosotros para vencer. Así pues, en segundo lugar, desarrollar esta conciencia, que es historia asumida, información veraz...
Y pienso, en tercer lugar, que ustedes, aquí en Panamá, tienen una especial posibilidad para potenciar la centroamericanidad. (Esto, idealmente, debería estar asumido y animado a nivel episcopal; pero ustedes ya saben que, con frecuencia, los obispos, como usamos capisayos, que pesan, llegamos un poco más tarde que el mismo pueblo...). Ustedes tendrían la ocasión, la oportunidad, de potenciar unos ejercicios de centroamericanidad, organizando -a través también de las órdenes y congregaciones religiosas- encuentros, talleres, organismos, comités de solidaridad, etc. ¿Por qué no organizar aquí un retiro para los centroamericanos dispersos que hay en este Panamá, quizá refugiados, exiliados... para ayudarles a vivir también su fe cristiana de un modo centroamericano? Es posible. Por ejemplo: ¿ustedes saben cuántos hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, nicaragüenses, hay en Panamá? Pues sépanlo. Infórmense. Busquen el modo y la manera. Piénsenlo. Y tengan esa preocupación.

unidad, "intersolidaridad "
A veces hay un comité de derechos humanos, hay un comité de Justicia y Paz... Y entre ellos no se entienden. Todos deberíamos recordar que el ejercicio de la solidaridad debe empezar por una especie de "intersolidaridad". A veces se dan conflictos tristes, ridículos, por recaudar fondos de los organismos de apoyo, por tener el prestigio del propio nombre... y dejamos los derechos humanos o la solidaridad un poco de lado. Me parece que todo esto debiera ser bastante revisado. Aquí en Centroamérica mismo se dan también problemas sobre este particular. ¿Por qué organismos de pastoral, organismo de derechos humanos, centros de publicaciones y reflexión a veces no tienen la unidad, la fraternidad, la conjunción de esfuerzos que deberían tener?

sacudir a la Iglesia desde el pueblo
Cuanto más comprometidos estemos con el pueblo, más deberíamos comprometernos en la Iglesia. Para provocar a la propia Iglesia, a la propia jerarquía, para sacudirla, para darle a la jerarquía y a toda la Iglesia sabor, olor -y hedor incluso- de pueblo, de sus dramas, de su sangre, de sus aspiraciones...

el hambre... de los otros
De San Pedro Sula a La Ceiba, en Honduras, se sentó a mi lado un muchacho. Yo le pregunté cómo estaban las cosas en Honduras. Y me dijo: "pues muy bien; aquí hay paz, tranquilidad...". Me atreví a hacerle una segunda pregunta: "pues mire, nosotros hemos leído que hay problemas sociales en Honduras..." Y me dice: "bueno, hay hambre, desernpleo, sí, mucho...".
No sé si el muchacho me habría dado aquella primera respuesta por recelo, por desconfianza, por la situación que Honduras vive. Pero vean: paz y tranquilidad... con mucha hambre y mucho desempleo. El terminaba la carrera, con un cargo ya más o menos bueno en una empresa, con "paz y tranquilidad". El hambre y el desempleo... eran de los otros.

sean comunitarios
¿Recuerdan ustedes la más triste, la más cruel, la más expresiva palabra del egoísta que se haya dicho en el mundo entero a lo largo de toda la historia humana? Está en la Biblia, ya en una de sus primeras páginas: "¿que tengo que ver yo con mi hermano?". Y lo dijo Caín después de matar a su hermano.
Ustedes no sean caínes más o menos camuflados. Porque lo somos cada vez que decimos o pensamos: "a mí lo que me importa es marcharme, irme con mi familia, resolver mis problemas, asegurar mi futuro... y de los demás yo no voy a resolver los problemas... cada uno habrá de espabilarse... para eso tienen la cabeza, que bastante me costó a mí...".

El hombre nuevo ha de tener una actitud "mayoritaria", comunitaria, colectivista, abierta siempre hacia los demás, hacia los otros, hacia las mayorías. Deberíamos grabarnos a fuego esa actitud en el corazón. No piensen en sí mismos, sino en los demás. No se interesen por "su" futuro, el de cada uno; interésense por el futuro de nuestros pueblos, de las mayorías oprimidas, de América Latina, del mundo. Sean comunitarios, colectivos.

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