lunes, 6 de abril de 2015

EL VUELO DEL QUETZAL 19 - 21 (Pedro Casaldáliga)

LA FE


La fe que vive nuestro pueblo y que nosotros hemos heredado es en gran parte una fe desubicada, fuera de nuestra cultura, fuera de nuestros desafíos históricos. De hecho, lo que está pretendiendo la teología de la liberación, la espiritualidad de la liberación y todo este proceso de liberación que estamos viviendo en América Latina es también reubicar la fe en su lugar, lugar que para nosotros es, aquí, indudablemente, Centroamérica. Recordemos: el kairós, el topos, el lugar, la hora de Dios...
Nosotros, los cristianos no creemos que la utopía es lo irrealizable. Nosotros creemos que la utopía es lo ya realizado en Jesús y que nosotros en cierta medida podemos y debemos ir realizando. (Y acogiendo como don). El Reino de Dios es la utopía.
Nosotros queremos vivir una fe realmente utópica aquí en Centroamérica, una fe que es también fe en ese otro lugar que Centroamérica sueña, esa tierra centroamericana nueva que buscamos... Nosotros vamos detrás de esa Centroamérica que nos prohibieron, que negaron a nuestros indígenas, a los negros aquí esclavizados, incluso a esta iglesia cristiana que está ahí. Nosotros queremos esa Centroamérica prohibida, secularmente negada, utópicamente posible...
Por ser proceso, toda fe es crisis, en el buen sentido de la palabra. Crisis de crecimiento, normalmente. Puede y debe serlo. Es normal tener dudas de fe, en una etapa de la vida sobre todo. Es muy normal también tener conflictos de fe, y conflictos a causa de la fe.
No debe preocuparnos sólo la fe (tener o no tener fe) sino el contenido de la fe; es decir, fe en Dios, pero ¿en qué Dios? Respondo: en el Dios de Jesús. Nos debemos preocupar siempre por los contenidos: saber qué historia, qué hombre, qué mundo, qué mujer, qué humanidad... Para nosotros la respuesta debe ser: la historia, el hombre, la mujer, el mundo, la humanidad que Dios quiere, es decir, el Reino.
Si nos preguntaran: ¿qué Iglesia? Responderíamos, a bocajarro: la Iglesia de los pobres. Y si nos dijeran: ¿y por qué no la Iglesia de la clase media, o de la burguesía, o de los ricos? Responderíamos: porque sólo podemos creer en la Iglesia de ese Jesús y de ese Dios en el que creemos, el Jesús de los evangelios y el Dios de ese Jesús. Y de ese Jesús ya sabemos cómo fue: un hombre del pueblo, de la base, de la Iglesia popular, que creaba problemas a la jerarquía y a la seguridad nacional... y que acabó siendo asesinado, pero resucitado por el Padre.
Así pues, lo que nos preocupa a nosotros es ¿qué Dios? ¿En qué Dios creemos? ¿Qué Cristo Jesús aceptamos? ¿Qué Jesús pretendemos seguir? ¿Qué Iglesia, qué comunidad de Jesús queremos ser?
Es decir, no basta con preocuparse de la fe, sino del "contenido" de la fe.
Los dos mayores escándalos contra la fe que cometemos los cristianos son: el primero, el hecho de que no somos justos y no luchamos por la justicia como es debido, y el segundo, que los cristianos estamos divididos a causa de nuestra fe cristiana.
Yo creo que se salva "casi" todo el mundo. Y el "casi" habría que ponerlo y pensarlo con muchas comillas... Porque Dios es Padre. Porque Jesús es nuestro hermano, y el Salvador y el Liberador. Y porque Dios no nos hizo para la muerte. Si no nos hizo para la muerte temporal, mucho menos nos hizo para la muerte eterna.
Yo creo en el infierno. Es de fe que el infierno existe. Pero no es de fe que haya gente en el infierno.
La fe es "una alegría secreta en el fondo del corazón, una esperanza loca en lo más intimo" (Róger Schutz). Aun en medio de las mayores tensiones uno llega por la fe a encontrar allí, en el fondo del pozo, una seguridad última. Lo de la canción del pirata de aquel poeta romántico español: "Y si muero, ¿qué es la vida?". Como nosotros sabemos lo que es la vida aquí y allá, como sabemos que la vida continúa, los cristianos podemos decir: ¿Y si muero, qué es la muerte? Nuestros mártires (los mártires con fe y los mártires sin fe) esto es lo que nos están diciendo en última instancia: ¿Y si muero, qué es la muerte? Respondemos: es vida, vida para los hermanos, vida para nuestro pueblo. Si tratamos de vivir sinceramente la fe, siempre nos acompaña esa alegría y esa serenidad de fondo, aun en el conflicto, aun en la tensión...


LA FE

La Fe: UNA VIDA
Una confianza compartida y proclamada.
La certeza de ser amado,
      y de poder por fin amar.
    
     Y, mientras tanto, en ciertas horas,
     en ciertos días,
     la duda.

Una especie de noche en la que se busca
        una promesa, una herencia,
        una elección, una adhesión
        una búsqueda, en comunión,
        un testimonio día tras día,
        después de tantos otros
        y antes de muchos otros.

Un Padre que da a su hijo por amor.
        Un Hijo que da su vida por amor
Una simiente pequeñita que se hace árbol.
Una lucha, un combate por la paz,
       por la justicia.

Una liberación.
       Una iluminación.
Una contemplación serena de un rostro amado.
       Una conversación familiar con un amigo.
En el fondo del corazón, una alegría secreta.
       En lo más íntimo, una esperanza loca.

La Fe:  UNA VIDA,
       un amor,
       una fuente que mana sin cesar,
       por toda la eternidad.

                                                          Roger Schutz



 
CARTA A LOS VERDADEROS CONTEMPLATIVOS
Carta dirigida a un herrnano de Taizé por una universitaria colombiana vinculada a las guerrillas (I.C.I. 15.09.1970)
Me dirijo a todos aquellos que se inquietan. No escribo para los que están "tranquilos", convencidos de su propia forma de vida, satisfechos con su situación, "muy seguros" de su vocación, es decir, aquellos que se instalaron en la opción que hicieron un día y ya nunca consintieron sentirse cuestionados.
Escribo, por el contrario, a todos los inquietos, a aquellos que dudan de su propia forma de vida o están insatisfechos con su situación porque se sienten interpelados por la miseria y por la lucha "del hombre de hoy"; a aquellos que "no están seguros" de su vocación porque se sienten impelidos por la convocación, por el llamado a la transformación de la historia; a todos aquellos, en fin, a quienes el Amor no les permite instalarse en una opción definitiva, sino que les exige renovadas búsquedas, Me dirijo a todos vosotros, sea cual fuere la congregación o la comunidad a la que pertenezcáis.
¡Contemplativos!. En nombre de toda la humanidad, en nombre de los continentes que luchan por su auténtica liberación; en nombre de los políticos revolucionarios, de las masas rurales y de los estudiantes, en nombre de los científicos, de los intelectuales, de los artistas... yo les suplico: ¡no tengáis miedo de vivir vuestra vocación, no tengáis miedo de vivirla intensamente, no apaguéis esa luz que habéis descubierto y de la cual el mundo tiene tanta necesidad...!
Si no os empeñáis por vivir a fondo vuestra aventura, ¿no estaréis dejando de dar precisamente aquello que debéis dar a los hombres? Si os acobardáis y no os entregáis enteramente a vuestra vocación, permitiéndoos dudar sobre el sentido de la misma, ¿no estaréis matando algo que no os pertenece, sino que os fue dado para que lo hicierais fructificar?
¿El pretexto de servir al hombre, no esconderá quizá la justificación de una falta de fe en Dios, que merece siempre -en la actual época histórica como en todas las épocas- un Amor gratuito?
Contemplativos: en nombre de todos los combatientes conocidos y anónimos, de todos los que se sienten comprometidos en la edificación de una nueva sociedad, yo os suplico, aún más, os exijo: no renunciéis a vuestra vocación; sabed esperar atentos a los hombres, compartiendo en profundidad sus búsquedas, sus éxitos y sus fracasos, sus exigencias y sus luchas; vivid los sufrimientos y las alegrías de los hombres, pero no tengáis miedo de hacerlo a partir de vuestra propia vocación. Buscad nuevas formas, desde luego, pero no rechacéis el don fundamental que habéis recibido del Señor. Esto es lo que el mundo os está exigiendo, quizá sin manifestarlo claramente, o incluso sin saberlo. De ello está necesitado nuestro mundo, aunque no lo consiga ver con claridad.
Contemplativos: no os dejéis guiar por luces falsas. Sed fieles a Dios, y a los hombres de hoy permaneciendo fieles a vuestra propia vocación.

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