sábado, 11 de abril de 2015

Mártires Colombianos Comunidad San Juan de Dios - San Miguel de los Santos - Beato Neyrot - Beato Bonifacio Zukowski 10042015

Mártires Colombianos

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Los Mártires Colombianos Comunidad San Juan de Dios  
(año 1936).  Desde 1934 estalló en España una horrorosa persecución contra los católicos, por parte de los comunistas y masones y de la extrema izquierda. Por medio del fraude y de toda clase de trampas fueron quitándoles a los católicos todos los puestos públicos.    En las elecciones, tuvo el partido católico medio millón de votos más que los de la extrema izquierda, pero al contabilizar tramposamente los votos, se les concedieron 152 curules menos a los católicos que a los izquierdistas.  
La persecución anticatólica se fue volviendo cada vez más feroz y terrorífica. En pocos meses de 1936 fueron destruidos en España más de mil templos católicos y gravemente averiados más de dos mil.    Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes seculares; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles y miles de laicos.
Todos por la sola razón de pertenecer a la Iglesia Católica.   Las comunidades que más mártires tuvieron fueron: Padres Claretianos: 270. Padres Franciscanos 226. Hermanos Maristas 176. Hermanos Cristianos 165. Padres Salesianos 100. Hermanos de San Juan de Dios 98.  En 1936 los católicos se levantaron en revolución al mando del General Francisco Franco y después de tres años de terribilísima guerra lograron echar del gobierno a los comunistas y anarquistas anticatólicos, pero estos antes de abandonar las armas y dejar el poder cometieron la más espantosa serie de asesinatos y crueldades que registra la historia. Y unas de sus víctimas fueron los siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, que estaban estudiando y trabajando en España.   Eran de origen campesino o de pueblos religiosos y piadosos.
Muchachos que se habían propuesto desgastar su vida en favor de los que padecían enfermedades mentales, en la comunidad que San Juan de Dios fundó para atender a los enfermos más abandonados. La Comunidad los había enviado a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería y ellos deseaban emplear el resto de su vida en ayudar de la mejor manera posible a que los enfermos recobraran su salud mental y física y sobre todo su salud espiritual por medio de la conversión y del progreso en virtud y santidad.  
Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, de Jardín (Antioquía) 27 años. Esteban Maya, de Pácora Caldas, 29 años. Melquiades Ramírez de Sonsón (Antioquía) 27 años. Eugenio Ramírez, de La Ceja (Antioquía) 23 años. Rubén de Jesús López, de Concepción (Antioquía) 28 años. Arturo Ayala, de Paipa (Boyacá) 27 años y Gaspar Páez Perdomo de Tello (Huila) 23 años. 
  Hacía pocos años que habían entrado en la Congregación y en España sólo llevaban dos años de permanencia. Hombre totalmente pacíficos que no buscaban sino hacer el bien a los más necesitados. No había ninguna causa para poderlos perseguir y matar, excepto el que eran seguidores de Cristo y de su Santa Religión. Y por esta causa los mataron.  Estos religiosos atenían una casa para enfermos mentales en Ciempozuelos cerca de Madrid, y de pronto llegaron unos enviados del gobierno comunista español (dirigido por los bolcheviques desde Moscú) y les ordenaron abandonar aquel plantel y dejarlo en manos de unos empleados marxistas que no sabían nada de medicina ni de dirección de hospitales pero que eran unas fieras en anticleralismo.   
 A los siete religiosos se los llevaron prisioneros a Madrid.   Cuando al embajador colombiano le contaron la noticia, pidió al gobierno que a estos compatriotas suyos por ser extranjeros los dejaran salir en paz del país, y les envió unos pasaportes y unos brazaletes tricolores para que los dejaran salir libremente. Y el Padre Capellán de las Hermanas Clarisas de Madrid les consiguió el dinero para que pagaran el transporte hacia Colombia, y así los envió en un tren a Barcelona avisándole al cónsul colombiano de esa ciudad que saliera a recibirlos. Pero en el tiquete de cada uno los guardas les pusieron una señal especial para que los apresaran.  
El Dr. Ignacio Ortiz Lozano, Cónsul colombiano en Barcelona describió así en 1937 al periódico El Pueblo de San Sebastián cómo fueron aquellas jornadas trágicas: "Este horrible suceso es el recuerdo más doloroso de mi vida. Aquellos siete religiosos no se dedicaba sino al servicio de caridad con los más necesitados. Estaban a 30 kilómetros de Madrid, en Ciempozuelos, cuidando locos. El día 7 de agosto de 1936 me llamó el embajador en Madrid (Dr. Uribe Echeverry) para contarme que viajaban con un pasaporte suyo en un tren y para rogarme que fuera a la estación a recibirlos y que los tratara de la mejor manera posible. Yo tenía ya hasta 60 refugiados católicos en mi consulado, pero estaba resuelto a ayudarles todo lo mejor que fuera posible.   Fui varias veces a la estación del tren pero nadie me daba razón de su llegada. Al fin un hombre me dijo: "¿Usted es el cónsul de Colombia? Pues en la cárcel hay siete paisanos suyos".   Me dirigí a la cárcel pero me dijeron que no podía verlos si no llevaba una recomendación de la FAI (Federación Anarquista Española).
Me fui a conseguirla, pero luego me dijeron que no los podían soltar porque llevaban pasaportes falsos. Les dije que el embajador colombiano en persona les había dado los pasaportes. Luego añadieron que no podían ponerlos en libertad porque la cédula de alguno de ellos estaba muy borrosa (Excusas todas  injustas y mentirosas, para poder ejecutar su crimen. La única causa para matarlos era que pertenecían a la religión católica. Cada vez me decían "venga mañana".    Al fin una mañana me dijeron: "Fueron llevados al Hospital Clínico". Comprendí entonces que los habían asesinado. Fue el 9 de agosto de 1936.   Aterrado, lleno de cólera y de dolor exigí entonces que me llevaran a la morgue o depósito de cadáveres, para identificar a mis compatriotas sacrificados.  
En el sótano encontré más de 120 cadáveres, amontonados uno sobre otro en el estado más impresionante que se puede imaginar. Rostros trágicos. Manos crispadas. Vestidos deshechos. Era la macabra cosecha que los comunistas habían recogido ese día.   Me acerqué y con la ayuda de un empleado fui buscando a mis siete paisanos entre aquel montón de cadáveres. Es inimaginable lo horrible que es un oficio así.    
Pero con paciencia fui buscando papeles y documentos hasta que logré identificar cada uno de los siete muertos. No puedo decir la impresión de pavor e indignación que experimenté en presencia de este espectáculo. Los ojos estaban desorbitados. Los rostros sangrantes. Los cuerpos mutilados, desfigurados, impresionantes. Por un rato los contemplé en silencio y me puso a pensar hasta qué horrores de crueldad llega la fiera humana cuando pierde la fe y ataca a sus hermanos por el sólo hecho de que ellos pertenecen a la santa religión.  
Redacté una carta de protesta y la envié a las autoridades civiles. Después el gobierno colombiano protestó también, pero tímidamente, por temor a disgustar aquel gobierno de extrema izquierda.   En aquellos primero días de agosto de 1936, Colombia y la Comunidad de San Juan de Dios perdieron para esta tierra a siete hermanos, pero todos los ganamos como intercesores en el cielo.
En cada uno de ellos cumplió Jesús y seguirá cumpliendo, aquella promesa tan famosa: "Si alguno se declara a mi favor ante la gente de esta tierra, yo me declararé a su favor ante los ángeles del cielo".   Estos son los primeros siete beatos colombianos. Los beatificó el Papa Juan Pablo II en 1992. Y ojalá sean ellos los primeros de una larguísima e interminable serie de amigos de Cristo que lo aclamen con su vida, sus palabras y sus buenas obras en este mundo y vayan a hacerle compañía para siempre en el cielo.





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Oremos

Señor y Dios nuestro, que nos das constancia en la fe y la fortaleza en la debilidad, concédenos, por el ejemplo y los méritos de los Santos Mártires Colombianos, participar en la muerte y resurrección de tu Hijo para que también gocemos contigo, en compañía de tus mártires, de la plena alegría de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.



Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Laval (1646).





San Miguel de los Santos

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Sacerdote "Orden de la Santísima Trinidad".  Michele, el siglo de Miguel de los Santos, nació en Vich (Cataluña), no lejos de Barcelona, 29 de septiembre 1591, por el Sr. Enrico Argemir y Margaret Monserrada.

Padre no dejó a la edad de once años, él se sintió llamado a la vida religiosa, tuvo que superar muchas objeciones de la familia antes de que puedan realizar sus aspiraciones, hasta agosto de 1603, fue aceptada en el convento de los Trinitarios en Barcelona. Aquí fue la forma en que el venerable maestro Pablo Aznar y 30 de septiembre de 1607 hizo la profesión de la religión.

Poco después, se reunió con la reforma hecha la Orden de la Santísima Trinidad por Giovanni Battista della Concezione (Pp. proclamada bienaventurada por Pope Pius VII el 21 de septiembre de 1819 y santo por el Siervo de Dios Pablo VI el 25 de mayo de 1975) y aprobado por Pope Clement VIII en 1599 y obtuvo el permiso para la transferencia potervisi; repetido un año de noviciado, hizo la profesión entre Trinitarios Scalzi.

Inmediatamente apareció en la mística religiosa jóvenes fenómenos. En la Iglesia, el coro e incluso en el refectorio, Michele fue repentinamente tomado por el Espíritu del Señor y secuestrado en éxtasis. Una sola palabra, una simple mirada a la cruz lo suficiente para dejarle entrar en el secuestro. Superiores le envió a Sevilla para hacer esta revisión por los sacerdotes, los expertos familiarizados con el anime y su opinión era más favorable.

La mayor razón, considera que una religión tan llena de amor de Dios podría haber hecho un gran apostolado, tanto dentro como fuera del convento. Él fue elegido por primera vez vicario del convento de Baeza y luego arriba de Valladolid, donde fue el tribunal del rey de España.

Un Baeza Michele trabajado muchas conversiones. Su vida santa y el éxtasis, que fueron las palabras que ha dirigido a los estudiantes de la universidad, los caballeros y de los pecadores en el confesionario y el púlpito, el mensaje de Dios

En la corte de Valladolid fue muy estimado y favorecido por el rey Philip III, quien, con toda su familia, es consultado sobre temas espirituales.

Murió 10 de abril 1625, a la edad de treinta años. El 8 de junio de 1862, la fiesta de Pentecostés, fue canonizado por Pío IX con el japonés mártires.

Michele, que había completado sus estudios en prestigiosas universidades de Salamanca y Baeza, bajo la dirección de los más grandes teólogos, escribió un tratado titulado "La paz del alma", y una canción espiritual juzga de manera muy positiva por los maestros de la espiritualidad y por los escritores, y su partido estaba programado para el mes de julio 5.

En ed. martirologio del Imperio Romano, sin embargo, está escrito en su "dies natalis", que es el 10 de abril. 







Oremos

Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Miguel de los Santos venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Beato Neyrot

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En Túnez, en el norte de África, beato Antonio Neyrot, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, capturado por los piratas y conducido a África, apostató de la fe, pero, con la ayuda de la gracia divina, el día de Jueves Santo en la Cena del Señor retomó públicamente el hábito religioso, delito que expió muriendo apedreado.
(1420-1460) Nació en Rívoli, Italia, alrededor del año 1423. 
Ingresó en los dominicos de Florencia y en esa época de su vida no destacó precisamente por su fervor. 
En un viaje de Sicilia a Nápoles fue apresado por unos corsarios y llevado a Túnez. 
Abrazó el Islam y contrajo matrimonio, pero ni su nueva religión ni su nuevo estado civil le hicieron feliz. 
Sabedor por mercaderes genoveses que su maestro san Antonino había muerto y hacía milagros, empezó a encomendarse a su intercesión y obtuvo la gracia de convertirse. 
Retomó su hábito de dominico, y se dispuso a recorrer la ciudad de Túnez, proclamando su fe cristiana. 
Mientras lloraba sus pecados de rodillas ante al verdugo, la multitud impaciente se abalanzó sobre él y lo mató. Después pasearon su cadáver por las calles. 
Antonio no tardó en ser venerado como mártir en Italia y Clemente XIII confirmó su culto en 1767.








Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que concediste al Beato Antonio Neyrot de Rivoli luchar hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Beato Bonifacio Zukowski

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En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, de Baviera, en  Alemania, beato Bonifacio Zukowski, presbítero de la Orden de los  Hermanos Menores Conventuales y mártir, que durante la guerra,  quebrantado por las torturas, por razón de la fe acabó su martirio en la  cárcel.

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