miércoles, 8 de abril de 2015

Siervo de Dios Romero - San Jorge de Mitilene - San Hermanno José - Beatos Eduardo Oldcorne y Rodolfo Ashley - San Pedro Nguyen Van Luu - Beata María Asunta Pallotta 07042015

Siervo de Dios  Romero

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Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (* Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral.
Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación." (11 de noviembre de 1977)
En 1994, una causa para su canonización fue abierta por su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de este proceso, Monseñor Romero ha recibido el título de Siervo de Dios. En Latinoamérica muchos se refieren a él como San Romero de América. Fuera de la Iglesia Católica, Romero es honrado por otras denominaciones religiosas de la cristiandad, incluyendo a la Comunión Anglicana. Él es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres,y fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979.
Óscar A. Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, en el departamento de San Miguel (El Salvador). Era el segundo de 8 hermanos, hijos del matrimonio formado por el telegrafista y empleado de correos, Santos Romero y Guadalupe Galdámez. Fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, en la iglesia parroquial de su ciudad natal. Desde niño tuvo una salud muy frágil, fue retraído y callado. En la escuela pública donde estudió, destacó en materias humanísticas más que en matemáticas.
Practicó desde su infancia, la oración nocturna y la veneración al Inmaculado Corazón de María.
En 1930, a la edad de 13 años, ingresó al seminario menor de la ciudad de San Miguel, que era dirigido por sacerdotes claretianos. Posteriormente, en 1937 ingresó en el Seminario de San José de la Montaña de San Salvador. Ese mismo año, viajó a Roma donde continuó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Vivió en el colegio Pío Latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de latinoamérica), hasta que llegó a ser ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942 a la edad de 24 años. En Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, (futuro papa Pablo VI).
Regresó a El Salvador en 1943 siendo nombrado párroco de la ciudad de Anamorós en La Unión; después fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano monseñor Miguel Ángel Machado.
Posteriormente fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador en 1968. El 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970, de manos del nuncio apostólico Girolamo Prigrione. El 15 de octubre de 1974, fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago de María en el departamento de Usulután. Ocupó esa sede durante dos años. El 3 de febrero de 1977, fue nombrado por el Papa Pablo VI como Arzobispo de San Salvador, para suceder a Monseñor Luis Chávez y González.
Muchos sacerdotes y laicos de la archidiócesis sintieron extrañeza ante su nombramiento, pues preferían para el cargo a Mons. Arturo Rivera y Damas, obispo auxiliar de Mons. Chávez. Algunos consideraron a Romero como el candidato de los sectores conservadores que deseaban contener a los sectores de la Iglesia archidiocesana que defendían la “opción preferencial por los pobres” (conocidos como clero medellinista).

De la galería de Mártires del siglo XX en la Abadía de Westminster- la Madre Isabel de Rusia, Martin Luther King Jr., el arzobispo Óscar Romero, el pastor Dietrich Bonhoeffer
El 10 de febrero de 1977, en una entrevista que le realizó el periódico La Prensa Gráfica, el arzobispo designado afirmó que:
El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común.
El 20 de febrero, mientras la archidiócesis se preparaba para la toma de posesión del nuevo arzobispo, el país celebraba elecciones presidenciales. Luego de los comicios, el 26 de febrero, el Consejo Central de Elecciones declaró vencedor al general Carlos Humberto Romero, candidato del Partido de Conciliación Nacional, (en el poder desde 1962). Las fuerzas opositoras denunciaron un fraude electoral de grandes proporciones y convocaron a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador. El 28 de febrero, las fuerzas de seguridad gubernamentales disolvieron violentamente esta concentración popular, con un saldo de decenas de muertos y desaparecidos.
Durante la semana anterior a la toma de posesión de Mons. Romero como arzobispo, el gobierno del presidente Arturo Armando Molina arrestó y expulsó del territorio salvadoreño a los sacerdotes Bernard Survill (norteamericano) y Willibrord Denaux (belga), miembros del clero archidiocesano. Tres semanas antes, a finales de enero, había sido arrestado y expulsado del país el sacerdote colombiano Mario Bernal.
El 22 de febrero, Mons. Romero tomó posesión del cargo de Arzobispo de San Salvador en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla del Seminario Mayor de San José de la Montaña, a la que asistieron el nuncio apostólico Mons. Emmanuelle Gerada y los demás obispos de El Salvador. Ese mismo día, el gobierno anunció que varios religiosos que se hallaban fuera del país, entre ellos el español Benigno Fernández S. J. y el nicaragüense Juan Ramón Vega Mantilla, no debían regresar.
El 5 de marzo, durante una asamblea especial de los obispos, se eligió a Mons. Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país.
El 12 de marzo de 1977, el P. Rutilio Grande, S. J., amigo íntimo de Mons. Romero, fue asesinado en la ciudad de Aguilares junto a dos campesinos. Grande llevaba cuatro años al frente de la parroquia de Aguilares, donde había promovido la creación de comunidades cristianas de base y la organización de los campesinos de la zona. El propio presidente de la República informó a Mons. Romero sobre la muerte de Grande, prometiendo una investigación sobre los hechos. El arzobispo reaccionó a este asesinato convocando a una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa se celebró el 20 de marzo en la plaza Barrios de San Salvador, a pesar de la oposición del nuncio apostólico y de otros obispos.
1978-1979
En estas fechas, comenzó a cambiar su predicación y pasó a defender los derechos de los desprotegidos. Monseñor Romero denunció en sus homilías los atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. En sus homilías posteriores a la muerte de Rutilio Grande, recurrió sin temor a los textos de la Conferencia de Medellín, y pidió una mayor justicia en la sociedad. Durante los tres años siguientes, sus homilías, transmitidas por la Radio diocesana YSAX, denunciaban la violencia tanto del gobierno militar como de los grupos armados de izquierda. Señaló especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publicó una carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.
Asesinato
En octubre de 1979, recibió con cierta esperanza las promesas de la nueva administración de la Junta Revolucionaria de Gobierno, pero con el transcurso de las semanas, volvió a denunciar nuevos hechos de represión realizados por los cuerpos de seguridad.
Un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:
Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión.
-Oscar Romero
El día lunes 24 de marzo de 1980 fue asesinado cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. Un disparo hecho por un francotirador impactó en su corazón, momentos antes de la Sagrada Consagración. Al ser asesinado, tenía 62 años de edad. Sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador. En 1993 la Comisión de la Verdad, organismo creado por los Acuerdos de Paz de Chapultepec para investigar los crímenes más graves cometidos en la guerra civil salvadoreña, concluyó que el asesinato de Monseñor Oscar Romero había sido ejecutado por un escuadrón de la muerte formado por civiles y militares de ultraderecha y dirigidos por el mayor Roberto d'Aubuisson, (fundador del Partido ARENA) y el capitán Álvaro Saravia, el cual, años más tarde confesó en una entrevista periodística su participación junto con importantes miembros empresariales del país, señalando a Mario Ernesto Molina Contreras, hijo del ex-presidente Arturo Armando Molina y a Roberto d'Aubuisson entre otros. D'Aubuisson, que murió en 1992 producto de un cáncer, siempre rechazó su vinculación al hecho.
En 2004, una corte de los Estados Unidos declaró civilmente responsable del crimen al capitán Saravia, único de los involucrados aún con vida. El 6 de noviembre de 2009, el Gobierno salvadoreño presidido por Carlos Mauricio Funes Cartagena decidió investigar el asesinato de Romero para acatar un mandato de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del año 2000.
El 12 de mayo de 1994 la Archidiócesis de San Salvador pidió permiso a la Santa Sede para iniciar el proceso de canonización. El proceso diocesano concluyó en 1995 y el expediente fue enviado a la Congregación para la Causa de los Santos, en la Ciudad del Vaticano, quien en 2000 se lo trasfierió a la Congregación para la Doctrina de la Fe (en ese entonces dirigida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI) para que analice concienzudamente los escritos y homilías de monseñor Romero. Una vez terminado dicho análisis, en 2005 el postulador de la causa de canonización, monseñor Vicenzo Paglia, informó a los medios de comunicación de las conclusiones del estudio: “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”. El proceso seguirá nuevos trámites, que si son superados, podrían acercar la fecha en que Óscar Arnulfo Romero sea elevado a los altares como el primer santo y mártir de El Salvador.

  • Doctor Honoris Causa de la      Universidad de Lovaina de Bélgica (1980).
  • Doctor Honoris Causa de la      Universidad de Georgetown, Estados Unidos (1978).
  • Doctor Honoris Causa de la Universidad de      El Salvador (1980).
  • Doctor Honoris Causa de la      Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador.
  • Premio Paz de la Acción      Ecuménica Sueca (1980).
  • Hijo meritísimo Post Mortém      de la Asamblea Legislativa de la República de El Salvador      (2000).
  • Ciudadano Ilustre de la      municipalidad de Ciudad Barrios (1970).
  • Día Nacional de Monseñor      Oscar Arnulfo Romero cada 24 de marzo, declarado por la Asamblea      Legislativa de la República de El Salvador (2010).
Romero fue símbolo de unión con los pobres durante la guerra en El Salvador (1980-1992). Actualmente es considerado como un símbolo por distintas comunidades hispanas, y de otras partes del mundo. Algunos sectores le nombran "San Romero de América",apelativo concebido por el religioso Pedro Casaldàliga.
La película Romero, realizada en 1989, está basada en su biografía. Con guión escrito por John Sacret Young y siendo Raúl Julia la estrella principal, representando a Monseñor Oscar Romero.
La canción "El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés", de Rubén Blades, narra la historia de un sacerdote centroamericano asesinado durante la misa, como un homenaje a "un cura bueno: Arnulfo Romero".
Muchos músicos populares también dedican sus arreglos musicales en memoria de la labor que el condujo a través de los años en su labor pastoral, dentro de esos cantos están: Monseñor Romero, Profeta, Mártir y pastor, entre otros Interpretados y creados por muchos grupos populares dentro de ellos están, grupo Yolocamba I Ta, Luis Enrique Mejía Godoy con "Farabundo y Romero", Nancy White con "Hymn to Oscar Romero", el grupo chileno Sol y Lluvia con: "gorrion de amor" y Super Pakito Chac con "SLM80"
En ocasión del XXV Aniversario, dos nuevos discos salen a la luz: una nueva versión de la “Misa Popular Salvadoreña” con la participación los integrantes de “Exceso de Equipaje”: Guillermo Cuéllar, Alberto Masferrer y Paulino Espinoza, las voces del coro de la Universidad Tecnológica y otros músicos invitados y el álbum “ Profeta, 25 años después”, grabado por jóvenes de la Red de Músicos Católicos Caritas Christi de El Salvador que vienen haciendo un esfuerzo por acompañar a sus comunidades con entusiasmo y esperanza, promoviendo la paz y la justicia social. Canciones como "Corazón de Maíz" (Preludio) y "Nacistes al morir" (Ricardo Amaya) son parte de este homenaje al Santo de América.
También existe una fundación que contribuye a rescatar los valores del evangelio a los más necesitados sino también a desarrollar actividades socioculturales de formación y acompañamiento a otras organizaciones populares cuyo nombre es "Fundación Monseñor Romero".






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Oremos

Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste la gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: poque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. 1 Pe 4, 13-14



San Jorge de Mitilene

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San Jorge de Mitilene, obispo
En Mitilene, en la isla de Lesbos, san Jorge, obispo, que en tiempo del emperador León el Armenio tuvo que padecer mucho por la defensa del culto de las sagradas imágenes.
Contando también los tiempos paganos, la isla griega de Lesbos fue la cuna de varios hombres y una mujer célebres: Pítaco, uno de los siete sabios de Grecia, nació en Mitilene, la capital; el poeta Alceo, la poetisa Safo y el historiador Teófanes nacieron también en ella. Además, tres santos llamados Jorge gobernaron la sede episcopal en el siglo VIII de nuestra era.

Jorge el Joven era un hombre rico que había repartido sus posesiones entre los enfermos y los pobres para entrar al convento. De ahí, fue llamado a dirigir la Iglesia de Lesbos como obispo de Mitilene. Se distinguió por la generosidad de sus limosnas, por su singular humildad y por sus rigurosos y prolongados ayunos. Las gentes le consideraban como un ángel, pues vivía sin comer ni beber. Desde el principio de la persecución iconoclasta de León el Armenio, defendió valientemente la tradición católica, animando a sus fieles a venerar las sagradas imágenes. Ello le valió ser desterrado al Quersoneso, donde murió hacia el año 816. Su cuerpo fue más tarde transladado a Mitilene, donde, según una narración griega, obró tantos milagros, que las gentes empezaron a llamarle «el doctor de las enfermedades incurables y el gran exorcista de los espíritus inmundos».

La información que poseemos sobre san Jorge, basada principalmente en el Menaion griego, no es muy satisfactoria. Ver Acta Sanctorum, abril, vol. I, pág. 668-9, y Nilles, Kalendarium Manuale, vol. I, p. 134.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Hermanno José

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San Hermanno José, monje y presbítero
En el monasterio Premonstratense de Steinfeld, en Alemania, san Hermanno José, presbítero, que brilló por su delicado amor para con la Virgen María, y celebró con himnos y cánticos su devoción hacia el divino Corazón de Jesús.
Uno de los místicos alemanes más interesantes de los siglos XII y XIII es el beato Germán José, no tanto por sus escritos como por sus visiones, que inspiraron más tarde a muchos poetas y pintores. Germán, para llamarle con su nombre de bautismo, nació en la ciudad de Colonia. Desde los siete años hasta su muerte, que ocurrió a muy avanzada edad, el beato estuvo en trato continuo con los espíritus celestiales. Ya desde muy niño, iba a arrodillarse en una iglesia ante la imagen de Nuestra Señora y conversaba familiarmente con la Virgen y el Niño. En una ocasión les ofreció una manzana y tuvo el gozo de ver que la Madre de Dios extendía la mano para tomarla. Se dice que varias veces fue trasladado al paraíso y jugó con el Niño Jesús y con los ángeles. Un día helado de invierno acudió a la iglesia sin zapatos, porque sus padres eran muy pobres; una voz, a lo que parece la de la Madre de Dios, le ordenó que levantase una piedra, y el niño encontró allí dinero para comprarse zapatos.

A los doce años de edad, Germán pidió ser admitido en el convento premonstratense de Steinfeld. Como era todavía muy joven para tomar el hábito, los superiores le enviaron a Frieslandia a estudiar en una de las casas de la orden. Allí estudió con gran ahínco, aunque deploraba el tiempo que debía consagrar a las letras profanas. El estudio le parecía inútil cuando no le llevaba directamente al conocimiento de Dios. Una vez terminados sus estudios, volvió a Steinfeld, donde hizo la profesión religiosa y fue destinado a servir a sus hermanos en el refectorio. Cumplía escrupulosamente con su oficio, pero sufría de tener tan poco tiempo para orar. La Madre de Dios se le apareció y le dijo que nada podía hacer más agradable a Dios que servir caritativamente a los otros. Más tarde fue nombrado sacristán, oficio que le gustaba mucho, ya que le permitía pasar gran parte del día en la iglesia. Era tan bueno e inocente, que sus hermanos empezaron a llamarle por broma «José». El beato declinaba modestamente ese sobrenombre, hasta que en una visión la Santísima Virgen le puso en el dedo un anillo de esponsales. Tal es la escena que representó Van Dyck en su célebre cuadro (que reproducimos).

No sabemos cuándo recibió Germán la ordenación sacerdotal; en todo caso, cada celebración del santo sacrificio constituía para él una explosión de misticismo. Con frecuencia era arrebatado en éxtasis. Como los arrobamientos se prolongaban cada vez más, era difícil encontrar quien quisiese ayudarle la misa. El beato se ganó el amor de sus hermanos por su solicitud. A pesar de sus visiones, tenía mucho sentido práctico y era un excelente mecánico; así pues, iba de convento en convento reparando los relojes. Se cuenta que compuso también cierto número de oraciones e himnos y uno o dos tratados místicos. Su tratado sobre el Cantar de los Cantares, que no ha llegado hasta nosotros, fue muy admirado. También compuso un himno en honor de santa Úrsula y sus compañeras, cuyas supuestas reliquias se conservaban en Colonia. El beato Germán trabajó mucho por propagar el culto de la santa. Pero probablemente los dos libros de revelaciones sobre la vida y la muerte de santa Ursula y sus compañeras, que se han atribuido al beato, se deben a la pluma de otro autor. Algunos historiadores sostienen que esos dos libros no son más que una parodia jocosa de mal gusto.

El beato Germán José no había sido nunca robusto, y sus ayunos y austeridades debilitaron todavía más su salud. Tenía frecuentes jaquecas y tan mala digestión, que apenas podía comer; era verdaderamente un esqueleto viviente. Sin embargo, al fin de su vida, Dios le concedió nueve años de mejoría, que el beato aprovechó para escribir. En 1241, sus superiores le enviaron a celebrar los oficios de Semana Santa y Pascua en el convento de religiosas cistercienses de Hoven; allí le sorprendió su última enfermedad. El proceso de canonización de Germán José no se llevó nunca al cabo, pero la Iglesia aprobó oficialmente su culto en 1958.

Acta Sanctorum, abril, vol. I. En épocas posteriores se hicieron varios resúmenes y adaptaciones de la biografía primitiva; el más notable es el de Raso Bonus Vicinus (Goetgebuer). La leyenda, tal como la presenta en alemán F. Kaulen, tiene un encanto sencillo que recuerda las Florecillas de San Francisco de Asís. Existen varias biografías modernas de tipo popular; en alemán la de Pösl; en francés las de Timmermans (1900) y la de Petit (1929). Se lo puede llamar santo o beato, teniendo sin embargo presente que no ha habido canonización formal.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



Beato Eduardo Oldcorne

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Beatos Eduardo Oldcorne y Rodolfo Ashley, religiosos mártires
En Worcester, también en Inglaterra, beatos mártires Eduardo Oldcorne, presbítero, y Rodolfo Ashley, ambos religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús, que ejercieron clandestinamente el ministerio durante muchos años, pero finalmente, acusados de tomar parte en un complot contra el rey Jacobo I, fueron encarcelados, torturados y después descuartizados vivos.
Eduardo Oldcorne (imagen) había nacido en York. Hizo sus estudios eclesiásticos primero en Reims y después en Roma. Seis años después de su llegada a la Ciudad Eterna, fue ordenado sacerdote para ir a la misión de Inglaterra. Como tenía gran deseo de entrar en la Compañía de Jesús, el P. Aquaviva, teniendo en cuenta lo peligroso de su misión, le admitió sin los dos años de noviciado. El P. Oldcorne desembarcó en Inglaterra con el P. Gerard. Inmediatamente después se separaron, y el P. Oldcorne se dirigió a Worcester. Allí trabajó diecisiete años con el nombre de Hall; escapó varias veces, casi milagrosamente, de los perseguidores, reconcilió con la Iglesia a muchos católicos y convirtió a numerosos protestantes. Entre éstos se contaba a Dorotea Abington, dama de honor de la reina Isabel y hermana de un caballero católico, en cuya casa vivió el P. Oldcorne durante su estancia en Worcestershire.

La «conspiración de la pólvora» (un complot para matar al rey en la que participaron católicos, especialmente jesuitas) levantó una ola de hostilidad contra todos los católicos; las autoridades publicaron un decreto contra el P. Garnet, superior de los jesuitas ingleses, a quien consideraban envuelto en la conspiración. El P. Garnet se refugió en Henlip, junto ron el P. Oldcorne. Con la esperanza de salvar la vida, un prisionero católico denunció el escondite de los dos sacerdotes. El P. Oldcorne fue conducido a Worcester y después a la Torre de Londres. Aunque le torturaron cinco veces en el potro, el mártir declaró firmemente que no había participado en la «conspiración de la pólvora» ni había estado al tanto de ella. A pesar de eso, los jueces le condenaron a ser colgado, arrastrado y descuartizado. Junto con el, fue martirizado su criado, Ródolfo Ashley, hermano lego de la Compañía de Jesús, cuya única acusación era haber estado al servicio del P. Oldcorne.

Littleton, el hombre que había denunciado al P. Oldcorne y por cuyo testimonio se condenó al mártir, pidió públicamente perdón de su traición y murió con los dos jesuitas. El beato Eduardo fue descuartizado vivo; sus miembros fueron expuestos al público en las puertas de la ciudad.

Ver Challoner, Memoires of Missionary Priests, pp. 289-291; John Morris, Life of Father John Gerard; Foley, Records of the English Province of the Society of Jesus, vol. IV; y la autobiografía del P. Gerard (1951).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




San Pedro Nguyen Van Luu

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San Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir
En Cochinchina, san Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir, que en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado a muerte y subió alegre al patíbulo.
Nació en Go-vap (Tonkín) en 1812, de joven asplró al sacerdocio e hizo los estudios en el seminario de Penang. Hizo primero de catequista en la frontera de Camboya y se acreditó por su celo. Una vez ordenado fue al distrito de Mac Bac y, más tarde, fue nombrado párroco de Sa-Dec, pasando después a My-Tho.

Animador ejemplar de las comunidades cristianas, compraba a los guardianes de las cárceles para poder entrar a dar los sacramentos a los cristianos detenidos. Esto le valió al fin su arresto y detención. Se negó a apostatar pese a las amenazas y tormentos, slendo decapitado el 7 de abril de 1861 en My-Tho. Fue canonizado el 19 de junio de 1988.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




Beata María Asunta Pallotta

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Beata María Asunta Pallotta, virgen
En el lugar de Dongerkou, en China, beata María Asunta Pallotta, virgen del Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que, dedicada a cargos humildes, trabajó por el reino de Cristo de forma sencilla e ignorada.
María Asunción Pallotta nació el 20 de agosto de 1878, en Force (Ascoli Piceno), en la Marca de Ancona. Fue la mayor de cinco hermanos. Durante su juventud, dócil y piadosa, aprendió a leer y a escribir. Muy pronto debió trabajar para ayudar a sus padres, obligados a mudarse para cultivar un pequeño terreno en Castel di Croce. Al principió trabajaba al igual que un hombre, durante toda la jornada, en obras de albañilería, en el acarreo de ladrillos, piedras y cemento. Afortunadamente, un buen hombre que era el sastre del pueblo, le propuso emplearla, y sus padres estuvieron contentos al verla ejercer un oficio menos penoso. Madurada rápidamente por una vida tan austera, María Asunción mostró una piedad poco común. Sus actitud en el pueblo causaba la admiración de todos. Ayunaba tres veces por semana, llevaba un cilicio y metía piedras en su cama. Ninguno se asombró de su deseo de ingresar a la vida religiosa; pero, tan pobre y abandonada como estaba, no sabía a dónde ir. Un prelado romano, Monseñor Canestrari, vino a Force durante el verano de 1897, la encontró y, después de asegurarse de la firmeza de su vocación, obtuvo su admisión en la casa de las Misioneras Franciscanas de María, «a título de caridad», ya que María Asunción no estaba en condiciones de conseguir una dote, ni siquiera el ajuar necesario.

Entró al convento el 5 de mayo de 1898 y, después del postulantado, durante el cual conquistó a todo mundo por su sencillez encantadora, recibió el hábito religioso, sin renunciar a su bonito nombre de María Asunción. Hizo el noviciado en Grottaferrata. Poco instruida, fue sobre todo empleada en trabajos manuales, como el de lavar y planchar, o cuidar de los animales; pero ya desde entonces, su exactitud y su amor por la regla eran legendarios. Pronunció sus primeros votos en Roma, el 8 de diciembre de 1900. A los dos años fue enviada a Florencia, donde estuvo empleada en los trabajos humildes de la casa: lavado, planchado, jardinería, aseo y el cargo de cuidar a los enfermos y conducir a los niños al catecismo. Era admirable su actividad entusiasta y su actitud siempre sonriente.

El l de enero de 1904, escribió a la madre general: «... Quiero pedirle que se acuerde de mí, cuando haya una tarea, particularmente si es para el cuidado de los leprosos ...» Pronunció sus votos perpetuos, en Florencia, el 13 de febrero de 1904 y recibió su destino para China. Después de una corta estancia en Roma, partió el 9 de marzo, en una travesía de cerca de tres meses, que debía conducirla a la misión de Chang-Si, donde, cuatro años antes, siete religiosas de la congregación habían sufrido el martirio. Designada para la casa de Tong-Eul-Keou, fue encargada de la cocina, con la ayuda de una nativa, de quien debía, al mismo tiempo, aprender el idioma. Su gran sufrimiento fue, precisamente, no poder darse a entender. Decía que, en estas condiciones, jamás le sería posible ejercer la menor acción sobre las almas. Esta inquietud no fue, sin duda, extraña a la crisis de decaimiento y de escrúpulos que, durante un tiempo, le hicieron perder su habitual sonrisa. Pensando que era infiel a su vocación, había pedido aumentar sus mortificaciones corporales y ayunar a pan y agua; pero sus superioras rehusaron, temerosas por su salud. La crisis no fue de larga duración. Volvió a encontrar su natural alegría y continuó con la vida eficaz y activa que buscaba siempre.

Después de un crudo invierno, el tifus apareció a mediados de febrero de 1905. El mal, relativamente poco peligroso para los chinos, más o menos inmunizados por su naturaleza, era muy grave para los europeos, sobre todo para aquellos que, recientemente llegados, no estaban habituados todavía al clima. Fueron atacadas las hermanas más jóvenes, y una de ellas murió el 10 de marzo. La hermana María Asunción parecía mejorar y se pensaba que sanaría pronto. Cuando pidió la extremaunción, el confesor y el médico, sin ver la urgencia, consintieron en satisfacerla para darle tranquilidad. Su estado parecía mejorar todavía y las hermanas le hacían bromas diciéndole que el buen Dios no la quería consigo; pero pronto fue presa de una fuerte fiebre, acompañada de un violento delirio y de crueles sufrimientos. Esta terrible crisis duró una semana larga. Cuando la enferma volvió en sí, pidió la confesión y la comunión. Recibió la absolución, pero como no podía tragar, fue imposible darle la comunión. Esto la apenó sobremanera y no pareció consolarse. Repetía, en chino: «Eucaristía ... , Eucaristía ...» Estas fueron sus últimas palabras. La dolorosa y larga agonía comenzó: no pudo hablar más; sonreía únicamente a las hermanas.

En la tarde del 7 de abril de 1905, los presentes percibieron un misterioso perfume, «olor delicioso, como aroma de incienso, de rosas y violetas», escribió la superiora. Todos se miraban conmovidos. La hermana María Asunción expiró dulcemente. El misterioso perfume desapareció al punto; pero no tardó en surgir de nuevo. Los chinos se apresuraron a acudir para aspirarlo. Su entierro fue una marcha triunfal. La pequeña hermana ignorada aparecía como una santa. En 1913, su tumba fue abierta y el cuerpo apareció intacto, a pesar de la humedad de la fosa y de los efectos acostumbrados del tifus. Pío X ordenó abrir el proceso de beatificación y la hermana María Asunción fue proclamada beata por Pío XII, el 7 de noviembre de 1954.

Ver Acta Apostolicae Sedis vol. XLVII, 1955, pp. 28-33. De Loppinot, La Hermana María Asunción, misionera franciscana de María, 1924. C. Salotti, La Hermana María Asunción Pallotta, Roma, 1925. B. Bazzochini, La Hermana María Asunción, Quebec, 1923. La Hermana María Asunción, misionera franciscana de María, obra publicada por el Instituto de Franciscanos Misioneros de María, según Monseñor Salotti, Woluwe Bruselas, 1930. La Beata María Asunción, Vanves, 1954.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI






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