Andrés Avelino Gutiérrez Moral, Beato
Sacerdote y Mártir, 3 de agosto
Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org
Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Salazar de Amaya es una aldea burgalesa asentada a la sombra de la Peña Amaya, testigo del nacimiento de Castilla, era 894.
En ella nació el P. Gutiérrez el 11 de noviembre de 1886. Sus padres se llamaron Juan y Vicenta.
De temperamento muy en, consonancia con el paisaje bravío que le vio nacer, desde chico fue de famosos hechos y no santos.
Para muestra, todo un señor botón.
Cuando él tenía diez años, cierta mujer del pueblo sor, prendió a Andrés Avelino y a otro guaja haciendo una travesura gorda y los reprendió severamente y aun diz que les insultó más de la cuenta. Con buena gentecilla se metió la pobre. La molieron a golpes; tanto, que, creyéndola muerta, la tiraron a un arroyo, y gracias a que en el hilillo de agua que por él corría halló la infeliz su resurrección.
Pero el cachorrillo se dejaba domar y aun gobernar por la mansedumbre de una corderilla, su hermana, algo mayor de edad. A ella debió es confesión propia que su Primera Comunión fuera ejemplarísima; a ella, el haberse aprendido, como nadie, el Catecismo; a ella, la vocación religiosa.
Porque, sí, señor; con asombro inaudito de todos los vecinos de Salazar, un día corrió por el pueblo este clamor: ¡Andrés se ha ido fraile!
Y para fraile se metió a estudiar en la Escuela Apostólica de Tardajos.
A punto estuvo de darles la razón a sus paisanos, que decían: ¡Ese, fraile! No tardará en volver ¡Es imposible que persevere tan buena pieza! Y el caso fue que le picó la mosca, sin que le aprovecharan, ni poco ni mucho, los consejos sabios de los respetables y reverendos Padres, sus profesores; mas Dios, que cuando quiere aprovecha incluso con el veneno, se sirvió de un apostoliquillo para reducir al rebelde, cuando mismo, maleta en mano, se disponía a abandonar el Colegio.
Terminados felizmente sus estudios de humanidades, ingresó en, el noviciado de la Congregación de la Misión, el año 1903. Pronunciados a su debido tiempo los santos votos, estudiada la Filosofía en Hortaleza y la Teología en Madrid, aun sin recibir las sagradas Órdenes, fue destinado como profesor al Colegio de Limpias. Sobre su conducta durante el estudiantado nada de especial es de advertir, si no son algunos borbotones de su carácter violento, sobre los que hay que echar mi velo de indulgencia. Nada tiene de extraño, que la fierecilla se revolviera y mordiera las cadenas con que su fuerza de voluntad la aprisionaba. Y no disimulamos nótese bienen nuestros biografiados sus defectos, precisamente para destacar más el efecto de la gracia divina, que sale boyante entre el mar furioso de pasiones que en el hombre o la mujer nacen como las espinas en la tierra.
Al año de su estancia en Limpias se ordenó. Su actuación como profesor fue brillantísima y eficacísima. Su sola mirada llamaba al orden a los colegiales. Alguien dijo entonces que tres como el P. Gutiérrez bastaban para regir mi ejército de colegiales.
Desde 1917 a 1930 estuvo de residencia en Tardajos, con destino a las Misiones en la provincia de Burgos, en, los últimos años como Director. Para la predicación misionera se disponía concienzudamente: nunca se repetía, afirma un -testigo. Su talento, extraordinario, y su erudición, abundante, exquisita, no le dispensaba, en su recto juicio, del estudio constante. No manojo, sino maraña de nervios, era exageradísimo en los gestos, aunque con los años se fue moderando. Sudaba entre témpanos de nieve y gritaba con desafuero: en una Novena-Misión que predicó en, el Santuario de los Milagros, decía la gente: Pensa, pensa, que con berrar está todo feito. Decía mal su bravura con fa melosidad gallega. Él era trompeta y aun trombón que sonaba demasiado fuerte en la terriña de las gaitas. En Burgos se le llamaba El Padre Tareas.
Desde 1930 a 1933 estuvo destinado en la ciudad de Orense, dedicado al servicio de la iglesia encargada a la Comunidad; pero más a la predicación de los Preceptos y otros sermones sueltos en los pueblos de la provincia.
Mediando el año 1933 fue trasladado a Gijón. Aquí le esperaba la Providencia divina serutans corda et renes Deus para otorgarle el singular privilegio del martirio.
¿Cómo fue?
Terrible.
Apuntemos los datos conocidos. Uno de sus asesinos fue detenido en Valencia, a poco de terminada la guerra, y se le obligó a recomponer la escena.
El motivo ocasional de su detención lo refiere así el Padre Lozano:
El P. Gutiérrez fue un día llamado por teléfono. ¿Fue una penitenta? Así le dijeron, y él se lo creyó cumplidamente. Quienquiera que fuese, comenzó por preguntarle si estaba en el puerto el crucero Cervera. El barco en cuestión era entonces el terror de Gijón. Sin darse cuenta de ello y de que los teléfonos todos estaban intervenidos, el Sr. Gutiérrez contestó al interlocutor dando toda suerte de detalles sobre la presencia del barco y algunas de sus características técnicas. Media hora después, los ridículos milicianos, que tantos días les habían visitado, se presentaban en casa preguntando por él y se lo llevaban para no volver. Por la noche, ya se comentaba que había estado en complicidad con el Cervera.
3 de agosto. Invención del cuerpo del Protomártir San Esteban. Esta es la fecha.
Y el monte de San Justo, a poca distancia relativamente de Villaviciosa, trasunto del Calvario. A su falda se paró el coche fatal. Largo había sido el paseo.
Las fieras, al ver en su cubil a la víctima, ¡cómo gozan! ¡Y se regodean! Despiértanse instintos de trogloditas. Hay detalles canibalescos.
Con gran rapidez se apearon los milicianos, la gavilla de esbirros, y a empujones le hicieron bajar al P. Gutiérrez.
La subida al monte, penosa y triste, pero piadosa. Iba hablando solo, decía el asesino Fraisón. Por lo visto, rezaba. Llegaron más arriba de La Venta de la Rana. Y el león hecho cordero, camino de su inmolación, tenía presente la imagen del Inmaculado. ¡Tantos años aprendiendo la lección de mansedumbre que El tanto ponderó poniéndose como Maestro de teoría y práctica! Su geniazo, reprimido muchas veces, mas nunca debilitado, que con tanta frecuencia había servido de ejercicio de paciencia a los hermanos, se había embotado al fin. Genio y figura, dicen, hasta la sepultura. Se equivocó el refrán por esta vez. En aquellos meses en que se veía a las bestias revolucionarias tejer con febril empeño los últimos plintos de la urdimbre maldita, el P. Gutiérrez dio un cambiazo. Su pasión dominante cayó hecha una piltrafa. Había logrado, en fiera lid, total victoria.
Por eso, ante el Comité de El Llano guardó silencio y no desmenuzó entre sus uñas al desgraciado presidente, Campanal, que Dios haya perdonado.
Por eso, no rechinaron ya sus dientes cuando le insultaban, o le cacheaban desvergonzados, o le maltrataban.
Por eso, cuando ellos blasfemaban, él rezaba. Y por lo bajo, sin afán de reto, sin alarde corajudo.
Por eso, tranquilamente, santamente, cristianamente, subía y subía por la senda que él trabajosamente abría entre la maleza del monte de San Justo.
Antes que él se cansó el tropel de bárbaros.
Y sonó la descarga cerrada. Era la rabia del infierno convertida en pólvora.
Resonaron los tiros en los cercanos casines.
¡Ay! De ninguno de ellos surgió una Verónica.
Pero han guardado una frase de incalificable fiereza: No hay tiro de gracia; que sufra y se
Era un lunes, por la mañana.
El sadismo de aquellos tigres se satisfizo largo rato, viéndole padecer, entre cuchufletas, sarcasmos y burlas.
Al fin, se fueron los criminales.
Y las horas de espantosa agonía continuaron. A voces pedía auxilio. Sus alaridos repercutían a lo lejos; mas sólo las montañas los recibían compasivas. Los humanos de los contornos, que los oían,-eran menos impresionables que las piedras. Diz que temían a los rojos emboscados.
Pero, no; que para robarle el reloj ya tuvieron ánimo. ¿No sería consigna infernal no rematarle para que se desesperase?
Mas el Ángel Consolador estaría a su lado, como hizo en el Huerto de Getsemaní, cuando el Divino Agonizante quiso con el sudor de su sangre regar la tierra. De las ramas de los arbustos entre los cuales cayó el P. Gutiérrez cuelgan rubíes, que son las gotas de su sangre, y con ellas empurpura también el suelo.
¡Trágica estampa la que ofrecía el pobre malherido: incorporándose y volviendo a caer, siendo inútiles todos sus esfuerzos por levantarse y echar a andar!
Todavía, al cabo de tres años, se notaba el hoyo que su pie hiciera, al servir en vano de palanca para la erección. Expiró.
De Villaviciosa vino el carro de recoger las basuras de la calle, para transportar el cadáver.
Abochorna el decirlo, pero es menester; que se entienda de qué indignidades somos capaces los civilizados, si Dios nos deja de su mano.
Y es que el carretero, al conducirlo, pegaba palos al cadáver, diciendo ¡Me c en tu alma!
El lugar del espantoso crimen y del triunfo admirable está hoy acotado: una reja lo circunda y en su centro se levanta airosa la Cruz redentora.
En el Cementerio Ceares, de Gijón, descansan los restos gloriosos del invicto Mártir. Fueron a él trasladados al terminar la guerra en Asturias.
En el Cielo está su alma. Porque sufrió la prueba, ha recibido la corona de la vida, prometida por Dios a los que le aman.
Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)
5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
6. ANTONI CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)
7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)
11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Sacerdote y Mártir
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

En ella nació el P. Gutiérrez el 11 de noviembre de 1886. Sus padres se llamaron Juan y Vicenta.
De temperamento muy en, consonancia con el paisaje bravío que le vio nacer, desde chico fue de famosos hechos y no santos.
Para muestra, todo un señor botón.
Cuando él tenía diez años, cierta mujer del pueblo sor, prendió a Andrés Avelino y a otro guaja haciendo una travesura gorda y los reprendió severamente y aun diz que les insultó más de la cuenta. Con buena gentecilla se metió la pobre. La molieron a golpes; tanto, que, creyéndola muerta, la tiraron a un arroyo, y gracias a que en el hilillo de agua que por él corría halló la infeliz su resurrección.
Pero el cachorrillo se dejaba domar y aun gobernar por la mansedumbre de una corderilla, su hermana, algo mayor de edad. A ella debió es confesión propia que su Primera Comunión fuera ejemplarísima; a ella, el haberse aprendido, como nadie, el Catecismo; a ella, la vocación religiosa.
Porque, sí, señor; con asombro inaudito de todos los vecinos de Salazar, un día corrió por el pueblo este clamor: ¡Andrés se ha ido fraile!
Y para fraile se metió a estudiar en la Escuela Apostólica de Tardajos.
A punto estuvo de darles la razón a sus paisanos, que decían: ¡Ese, fraile! No tardará en volver ¡Es imposible que persevere tan buena pieza! Y el caso fue que le picó la mosca, sin que le aprovecharan, ni poco ni mucho, los consejos sabios de los respetables y reverendos Padres, sus profesores; mas Dios, que cuando quiere aprovecha incluso con el veneno, se sirvió de un apostoliquillo para reducir al rebelde, cuando mismo, maleta en mano, se disponía a abandonar el Colegio.
Terminados felizmente sus estudios de humanidades, ingresó en, el noviciado de la Congregación de la Misión, el año 1903. Pronunciados a su debido tiempo los santos votos, estudiada la Filosofía en Hortaleza y la Teología en Madrid, aun sin recibir las sagradas Órdenes, fue destinado como profesor al Colegio de Limpias. Sobre su conducta durante el estudiantado nada de especial es de advertir, si no son algunos borbotones de su carácter violento, sobre los que hay que echar mi velo de indulgencia. Nada tiene de extraño, que la fierecilla se revolviera y mordiera las cadenas con que su fuerza de voluntad la aprisionaba. Y no disimulamos nótese bienen nuestros biografiados sus defectos, precisamente para destacar más el efecto de la gracia divina, que sale boyante entre el mar furioso de pasiones que en el hombre o la mujer nacen como las espinas en la tierra.
Al año de su estancia en Limpias se ordenó. Su actuación como profesor fue brillantísima y eficacísima. Su sola mirada llamaba al orden a los colegiales. Alguien dijo entonces que tres como el P. Gutiérrez bastaban para regir mi ejército de colegiales.
Desde 1917 a 1930 estuvo de residencia en Tardajos, con destino a las Misiones en la provincia de Burgos, en, los últimos años como Director. Para la predicación misionera se disponía concienzudamente: nunca se repetía, afirma un -testigo. Su talento, extraordinario, y su erudición, abundante, exquisita, no le dispensaba, en su recto juicio, del estudio constante. No manojo, sino maraña de nervios, era exageradísimo en los gestos, aunque con los años se fue moderando. Sudaba entre témpanos de nieve y gritaba con desafuero: en una Novena-Misión que predicó en, el Santuario de los Milagros, decía la gente: Pensa, pensa, que con berrar está todo feito. Decía mal su bravura con fa melosidad gallega. Él era trompeta y aun trombón que sonaba demasiado fuerte en la terriña de las gaitas. En Burgos se le llamaba El Padre Tareas.
Desde 1930 a 1933 estuvo destinado en la ciudad de Orense, dedicado al servicio de la iglesia encargada a la Comunidad; pero más a la predicación de los Preceptos y otros sermones sueltos en los pueblos de la provincia.
Mediando el año 1933 fue trasladado a Gijón. Aquí le esperaba la Providencia divina serutans corda et renes Deus para otorgarle el singular privilegio del martirio.
¿Cómo fue?
Terrible.
Apuntemos los datos conocidos. Uno de sus asesinos fue detenido en Valencia, a poco de terminada la guerra, y se le obligó a recomponer la escena.
El motivo ocasional de su detención lo refiere así el Padre Lozano:
El P. Gutiérrez fue un día llamado por teléfono. ¿Fue una penitenta? Así le dijeron, y él se lo creyó cumplidamente. Quienquiera que fuese, comenzó por preguntarle si estaba en el puerto el crucero Cervera. El barco en cuestión era entonces el terror de Gijón. Sin darse cuenta de ello y de que los teléfonos todos estaban intervenidos, el Sr. Gutiérrez contestó al interlocutor dando toda suerte de detalles sobre la presencia del barco y algunas de sus características técnicas. Media hora después, los ridículos milicianos, que tantos días les habían visitado, se presentaban en casa preguntando por él y se lo llevaban para no volver. Por la noche, ya se comentaba que había estado en complicidad con el Cervera.
3 de agosto. Invención del cuerpo del Protomártir San Esteban. Esta es la fecha.
Y el monte de San Justo, a poca distancia relativamente de Villaviciosa, trasunto del Calvario. A su falda se paró el coche fatal. Largo había sido el paseo.
Las fieras, al ver en su cubil a la víctima, ¡cómo gozan! ¡Y se regodean! Despiértanse instintos de trogloditas. Hay detalles canibalescos.
Con gran rapidez se apearon los milicianos, la gavilla de esbirros, y a empujones le hicieron bajar al P. Gutiérrez.
La subida al monte, penosa y triste, pero piadosa. Iba hablando solo, decía el asesino Fraisón. Por lo visto, rezaba. Llegaron más arriba de La Venta de la Rana. Y el león hecho cordero, camino de su inmolación, tenía presente la imagen del Inmaculado. ¡Tantos años aprendiendo la lección de mansedumbre que El tanto ponderó poniéndose como Maestro de teoría y práctica! Su geniazo, reprimido muchas veces, mas nunca debilitado, que con tanta frecuencia había servido de ejercicio de paciencia a los hermanos, se había embotado al fin. Genio y figura, dicen, hasta la sepultura. Se equivocó el refrán por esta vez. En aquellos meses en que se veía a las bestias revolucionarias tejer con febril empeño los últimos plintos de la urdimbre maldita, el P. Gutiérrez dio un cambiazo. Su pasión dominante cayó hecha una piltrafa. Había logrado, en fiera lid, total victoria.
Por eso, ante el Comité de El Llano guardó silencio y no desmenuzó entre sus uñas al desgraciado presidente, Campanal, que Dios haya perdonado.
Por eso, no rechinaron ya sus dientes cuando le insultaban, o le cacheaban desvergonzados, o le maltrataban.
Por eso, cuando ellos blasfemaban, él rezaba. Y por lo bajo, sin afán de reto, sin alarde corajudo.
Por eso, tranquilamente, santamente, cristianamente, subía y subía por la senda que él trabajosamente abría entre la maleza del monte de San Justo.
Antes que él se cansó el tropel de bárbaros.
Y sonó la descarga cerrada. Era la rabia del infierno convertida en pólvora.
Resonaron los tiros en los cercanos casines.
¡Ay! De ninguno de ellos surgió una Verónica.
Pero han guardado una frase de incalificable fiereza: No hay tiro de gracia; que sufra y se
Era un lunes, por la mañana.
El sadismo de aquellos tigres se satisfizo largo rato, viéndole padecer, entre cuchufletas, sarcasmos y burlas.
Al fin, se fueron los criminales.
Y las horas de espantosa agonía continuaron. A voces pedía auxilio. Sus alaridos repercutían a lo lejos; mas sólo las montañas los recibían compasivas. Los humanos de los contornos, que los oían,-eran menos impresionables que las piedras. Diz que temían a los rojos emboscados.
Pero, no; que para robarle el reloj ya tuvieron ánimo. ¿No sería consigna infernal no rematarle para que se desesperase?
Mas el Ángel Consolador estaría a su lado, como hizo en el Huerto de Getsemaní, cuando el Divino Agonizante quiso con el sudor de su sangre regar la tierra. De las ramas de los arbustos entre los cuales cayó el P. Gutiérrez cuelgan rubíes, que son las gotas de su sangre, y con ellas empurpura también el suelo.
¡Trágica estampa la que ofrecía el pobre malherido: incorporándose y volviendo a caer, siendo inútiles todos sus esfuerzos por levantarse y echar a andar!
Todavía, al cabo de tres años, se notaba el hoyo que su pie hiciera, al servir en vano de palanca para la erección. Expiró.
De Villaviciosa vino el carro de recoger las basuras de la calle, para transportar el cadáver.
Abochorna el decirlo, pero es menester; que se entienda de qué indignidades somos capaces los civilizados, si Dios nos deja de su mano.
Y es que el carretero, al conducirlo, pegaba palos al cadáver, diciendo ¡Me c en tu alma!
El lugar del espantoso crimen y del triunfo admirable está hoy acotado: una reja lo circunda y en su centro se levanta airosa la Cruz redentora.
En el Cementerio Ceares, de Gijón, descansan los restos gloriosos del invicto Mártir. Fueron a él trasladados al terminar la guerra en Asturias.
En el Cielo está su alma. Porque sufrió la prueba, ha recibido la corona de la vida, prometida por Dios a los que le aman.
BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente
Autor: Elías Fuente

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)
5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
6. ANTONI CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)
7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)
11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
Ricardo Gil Barcelón. Beato
Ricardo Gil Barcelón. Beato
Ricardo Gil Barcelón. Beato
Sacerdote y Mártir, 4 de agosto
Por: P. Flavio Peloso | Fuente: www.santo.donorione.org
Martirologio Romano: En Valencia, España, Beatos Ricardo Gil Barcelón (sacerdote) y Antonio Arrué Peiró (postulante), miembros de la Congregación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, asesinados por odio a la fe ( 1936)
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Madrugada del 4 de febrero de 1910. Un humilde sacerdote sale de la iglesia de "Sant´Anna dei Palafrenieri" en el Vaticano para iniciar una de sus jornadas, llena de fatigas entrelazadas con incesante oración.
Las iglesias están todavía cerradas; las calles desiertas; el viento mordaz sacude los residuos perezosos de la noche. A buen paso se encamina hacia la estación y llega, mientras la claridad del día va extendiéndose, a la avenida Vittorio Emanuele, cerca de la fuente de la "navicella", al lado de la calle. Este cura del norte mira alrededor, nunca saciado, fascinado por la grandeza cristiana de Roma, motivo de sentimientos y sincera oración. Delante de la nueva iglesia inclina la cabeza vertiendo una invocación a su querido San Felipe Neri, "Pippo bono", como también suele llamarle.
La vista se alza para contemplar fugazmente la magnífica fachada diseñada por Rughesi. De rodillas y casi encorvado sobre el peldaño delante del postigo aún cerrado, hay una masa negra, inmóvil. Una figura en actitud absorta y casi arrebatada. Don Orione - era Él este cura del norte - se siente empujado a acercarse; tiene la impresión de que sea un sacerdote: sus manos juntas y una profunda piedad se lo hacen creer... Es de estatura superior a la media; el hábito y el sombrero están limpios pero muy pobres y desteñidos. Sin embargo hay en Él algo que habla de candor y firmeza en la voluntad de bien.
"¿Quién eres?", pregunta Don Orione.
"¡Soy un hijo de la Divina Providencia!", responde el sacerdote.
"¡También yo soy hijo de la Divina Providencia! Pues entonces me perteneces un poco, sonríe Don Orione. Tengo una congregación cuyos miembros se llaman Hijos de la Divina Providencia".
El desconocido se levanta. Los dos sacerdotes se miran a los ojos: la sonrisa de Don Orione atrae, como un imán, la sonrisa del otro. Se ha entablado una amistad.
Se acompañan tranquilamente en la calle todavía silenciosa, atraídos por una inmediata y recíproca simpatía. Aceleran el paso porque es tarde para Don Orione que no puede permitirse el lujo de perder el tren: muchas cosas le esperan. Mientras hablan una atracción mayor vierte al corazón del desconocido seguridad y confianza que se resuelve en confidencia.
Es español, sacerdote. Ha venido a pie desde Valencia, en peregrinación de penitencia, para implorar a Dios que le enseñe el camino que debe seguir: necesita mucha luz interior. Hasta hoy no ha hecho otra cosa que vagar siguiendo un gran sueño de amor, de evangelización, de santidad.
"Vete a la Iglesia de Santa Ana, preséntate en nombre mío y espérame", concluye Don Orione. "¡Dios nos inspirará y la Santa Virgen nos llevará de la mano!".
De este modo el Padre Ricardo Gil entró en la Órbita de Don Orione; y, ocurriendo todo aquello que había afirmado graciosa y proféticamente en aquella fría mañana de febrero, terminó como un Hijo de la Divina Providencia.
La historia de uno de tantos sacerdotes, heroicos testigos de la fe y mártires durante la persecución religiosa en España en 1936, se inicia así, en las puertas del Vaticano.
El P. Ricardo Gil Barcelón había nacido en Manzanera, en España, el 27 de octubre de 1873, en una familia noble y desahogada. Tan brillante en los estudios como en la música, gozaba de la vida cómodamente: caballos, entretenimientos, alegres compañías, mitos juveniles. Volvió a la casa paterna descontento de sí mismo, cansado de un mundo del que apenas había visto su superficialidad y probado su vanidad.
Tomó casi como un acto liberador la posibilidad de enrolarse en la artillería del ejército español empeñado entonces en las Filipinas en la lucha tanto contra los rebeldes de Mindanao como contra el incipiente imperio estadounidense. En un momento de gran peligro, rezó a la Virgen. La inexplicable liberación del peligro le hizo pensar en el Cielo. En la compañía de los militares para divertir, se puso a tocar la guitarra y a cantar. No quisieron que sus manos manejasen ya armas, sólo instrumentos musicales. El, inquieto, empezó a juntarlas para orar.
Entró con los dominicos, frecuentó la Pontificia Universidad de Manila suscitando admiración. Se ordenó sacerdote en 1904 con el porvenir asegurado: vice-bibliotecario de la universidad y capellán de la catedral. Sin embargo parecía faltarle algo para estar en paz. Volvió a España, desde allí salió hacia Italia, a pie, mendigando, ayudando a los pobres y visitando santuarios lugares de santos.
La Divina Providencia le había dado cita, aquella mañana del 4 de febrero de 1910 con Don Orione. Estuvo por algún tiempo en la comunidad de los Ironistas que oficiaban en "Sant´Anna dei Palafrenieri" en el Vaticano; se encontró con Pío X. Había entendido por fin la fuente de su inquietud: la santidad y la caridad.
Viajó con Don Orione a Mesina al tiempo de la reconstrucción de la ciudad después del terrible terremoto, y después durante 10 años en Cassano Ionio, en Calabria, custodio del santuario de la Virgen de la Cadena y de un grupito de huérfanos allí acogidos. Desde 1923 a 1927 en Roma, dividiendo su tiempo entre la colonia agrícola de Santa María, en Monte Mario, y la populosa Parroquia de "Ognisanti", fuera de la puerta de San Juan. Vuelto a Cassano Ionio por un breve periodo, tuvo que probar el cáliz amargo de una calumnia terrible que fue seguida de un mes de cárcel.
Viendo en Él temple de pionero, en 1930, Don Orione envió al Padre Gil a España con la orden de abrir una avanzadilla de su joven Congregación. Empezó en extrema pobreza, a la orionista: evangelio, obras de caridad y mucha confianza en la Divina Providencia.
Para España eran años llenos de desórdenes sociales terribles y de persecución religiosa. Cuando en julio de 1936 el huracán anarquista y comunista sacudió aquella región llenándola de desolación y muerte, el Padre Gil fue respetado hasta el final porque se ocupaba de los más pobres. Dos veces fueron a su casa los milicianos para eliminarle como a tantos otros. Dos veces se interpuso la gente del vecindario diciendo: "¡Es bueno, ayuda a los pobres, nuestros hijos comen porque está Él!". La tercera vez, el 3 de agosto, cerraron la discusión: "¡Es precisamente a los buenos a los que buscamos nosotros!".
Un joven aspirante, Antonio Arrué Pairó, que no estaba en casa, vio el camión en el que habían hecho subir al Padre. No lo dudó un momento, corrió a su encuentro y quiso a toda costa permanecer con Él. Al día siguiente fueron llevados juntos al Saler de Valencia. Fusilaron al Padre Gil que a la propuesta blasfema de gritar "¡viva la anarquía!" prefirió gritar "¡Viva Cristo Rey!". Antonio - según el relato de un guardia - al ver caer al Padre se arrojó a su lado para sostenerlo. Los guardias comunistas le fracturaron el cráneo con la culata del fusil.
Por: P. Flavio Peloso | Fuente: www.santo.donorione.org

Sacerdote y Mártir
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Las iglesias están todavía cerradas; las calles desiertas; el viento mordaz sacude los residuos perezosos de la noche. A buen paso se encamina hacia la estación y llega, mientras la claridad del día va extendiéndose, a la avenida Vittorio Emanuele, cerca de la fuente de la "navicella", al lado de la calle. Este cura del norte mira alrededor, nunca saciado, fascinado por la grandeza cristiana de Roma, motivo de sentimientos y sincera oración. Delante de la nueva iglesia inclina la cabeza vertiendo una invocación a su querido San Felipe Neri, "Pippo bono", como también suele llamarle.
La vista se alza para contemplar fugazmente la magnífica fachada diseñada por Rughesi. De rodillas y casi encorvado sobre el peldaño delante del postigo aún cerrado, hay una masa negra, inmóvil. Una figura en actitud absorta y casi arrebatada. Don Orione - era Él este cura del norte - se siente empujado a acercarse; tiene la impresión de que sea un sacerdote: sus manos juntas y una profunda piedad se lo hacen creer... Es de estatura superior a la media; el hábito y el sombrero están limpios pero muy pobres y desteñidos. Sin embargo hay en Él algo que habla de candor y firmeza en la voluntad de bien.
"¿Quién eres?", pregunta Don Orione.
"¡Soy un hijo de la Divina Providencia!", responde el sacerdote.
"¡También yo soy hijo de la Divina Providencia! Pues entonces me perteneces un poco, sonríe Don Orione. Tengo una congregación cuyos miembros se llaman Hijos de la Divina Providencia".
El desconocido se levanta. Los dos sacerdotes se miran a los ojos: la sonrisa de Don Orione atrae, como un imán, la sonrisa del otro. Se ha entablado una amistad.
Se acompañan tranquilamente en la calle todavía silenciosa, atraídos por una inmediata y recíproca simpatía. Aceleran el paso porque es tarde para Don Orione que no puede permitirse el lujo de perder el tren: muchas cosas le esperan. Mientras hablan una atracción mayor vierte al corazón del desconocido seguridad y confianza que se resuelve en confidencia.
Es español, sacerdote. Ha venido a pie desde Valencia, en peregrinación de penitencia, para implorar a Dios que le enseñe el camino que debe seguir: necesita mucha luz interior. Hasta hoy no ha hecho otra cosa que vagar siguiendo un gran sueño de amor, de evangelización, de santidad.
"Vete a la Iglesia de Santa Ana, preséntate en nombre mío y espérame", concluye Don Orione. "¡Dios nos inspirará y la Santa Virgen nos llevará de la mano!".
De este modo el Padre Ricardo Gil entró en la Órbita de Don Orione; y, ocurriendo todo aquello que había afirmado graciosa y proféticamente en aquella fría mañana de febrero, terminó como un Hijo de la Divina Providencia.
La historia de uno de tantos sacerdotes, heroicos testigos de la fe y mártires durante la persecución religiosa en España en 1936, se inicia así, en las puertas del Vaticano.
El P. Ricardo Gil Barcelón había nacido en Manzanera, en España, el 27 de octubre de 1873, en una familia noble y desahogada. Tan brillante en los estudios como en la música, gozaba de la vida cómodamente: caballos, entretenimientos, alegres compañías, mitos juveniles. Volvió a la casa paterna descontento de sí mismo, cansado de un mundo del que apenas había visto su superficialidad y probado su vanidad.
Tomó casi como un acto liberador la posibilidad de enrolarse en la artillería del ejército español empeñado entonces en las Filipinas en la lucha tanto contra los rebeldes de Mindanao como contra el incipiente imperio estadounidense. En un momento de gran peligro, rezó a la Virgen. La inexplicable liberación del peligro le hizo pensar en el Cielo. En la compañía de los militares para divertir, se puso a tocar la guitarra y a cantar. No quisieron que sus manos manejasen ya armas, sólo instrumentos musicales. El, inquieto, empezó a juntarlas para orar.
Entró con los dominicos, frecuentó la Pontificia Universidad de Manila suscitando admiración. Se ordenó sacerdote en 1904 con el porvenir asegurado: vice-bibliotecario de la universidad y capellán de la catedral. Sin embargo parecía faltarle algo para estar en paz. Volvió a España, desde allí salió hacia Italia, a pie, mendigando, ayudando a los pobres y visitando santuarios lugares de santos.
La Divina Providencia le había dado cita, aquella mañana del 4 de febrero de 1910 con Don Orione. Estuvo por algún tiempo en la comunidad de los Ironistas que oficiaban en "Sant´Anna dei Palafrenieri" en el Vaticano; se encontró con Pío X. Había entendido por fin la fuente de su inquietud: la santidad y la caridad.
Viajó con Don Orione a Mesina al tiempo de la reconstrucción de la ciudad después del terrible terremoto, y después durante 10 años en Cassano Ionio, en Calabria, custodio del santuario de la Virgen de la Cadena y de un grupito de huérfanos allí acogidos. Desde 1923 a 1927 en Roma, dividiendo su tiempo entre la colonia agrícola de Santa María, en Monte Mario, y la populosa Parroquia de "Ognisanti", fuera de la puerta de San Juan. Vuelto a Cassano Ionio por un breve periodo, tuvo que probar el cáliz amargo de una calumnia terrible que fue seguida de un mes de cárcel.
Viendo en Él temple de pionero, en 1930, Don Orione envió al Padre Gil a España con la orden de abrir una avanzadilla de su joven Congregación. Empezó en extrema pobreza, a la orionista: evangelio, obras de caridad y mucha confianza en la Divina Providencia.
Para España eran años llenos de desórdenes sociales terribles y de persecución religiosa. Cuando en julio de 1936 el huracán anarquista y comunista sacudió aquella región llenándola de desolación y muerte, el Padre Gil fue respetado hasta el final porque se ocupaba de los más pobres. Dos veces fueron a su casa los milicianos para eliminarle como a tantos otros. Dos veces se interpuso la gente del vecindario diciendo: "¡Es bueno, ayuda a los pobres, nuestros hijos comen porque está Él!". La tercera vez, el 3 de agosto, cerraron la discusión: "¡Es precisamente a los buenos a los que buscamos nosotros!".
Un joven aspirante, Antonio Arrué Pairó, que no estaba en casa, vio el camión en el que habían hecho subir al Padre. No lo dudó un momento, corrió a su encuentro y quiso a toda costa permanecer con Él. Al día siguiente fueron llevados juntos al Saler de Valencia. Fusilaron al Padre Gil que a la propuesta blasfema de gritar "¡viva la anarquía!" prefirió gritar "¡Viva Cristo Rey!". Antonio - según el relato de un guardia - al ver caer al Padre se arrojó a su lado para sostenerlo. Los guardias comunistas le fracturaron el cráneo con la culata del fusil.
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