martes, 4 de agosto de 2015

Beato Guillermo Horne - Beato Federico Janssoone - Beato Gonzalo Gonzalo - Beatos José Batalla Parramón, José Rabasa Bentanachs y Gil Rodicio Rodicio 04082015


Beato Guillermo Horne

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Beato Guillermo Horne, monje mártir
En Londres, en Inglaterra, beato Guillermo Horne, mártir, monje en la Cartuja de esta ciudad, en la que nunca se apartó del cumplimiento de la Regla. Debilitado por una larga permanencia en la cárcel durante el reinado de Enrique VIII, y sometido finalmente al suplicio en el patíbulo de Tyburn, emigró a la diestra de Cristo.
La Cartuja de Londres fue un auténtico semillero de mártires en los primeros momentos de la persecución en Inglaterra. En 1535 fue ejecutado san Juan Houghton, el prior de la comunidad, y otros miembros que también se negaron a aceptar la supremacía de Enrique VIII en la Iglesia de Inglaterra. Fue nombrado otro prior que sí firmó la supremacía, pero diez miembros de la comunidad se negaron y fueron apresados en mayo de 1537, encarcelados en Newgate, y sometidos a condiciones infrahumanas, de tal modo que la mayoría de ellos murió ese mismo año. Sin embargo Guillermo Horne sobrevivió, y aun soportó tres años más de cárcel, hasta que finalmente fue ejecutado en Tyburn en 1540. Fue beatificado con los demás mártires de su grupos, el 9 de diciembre de 1886, por SS León XIII.
fuente: Santi e Beati



Beato Federico Janssoone

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Beato Federico Janssoone, religioso presbítero
En Montreal, en la región de Quebec, en Canadá, beato Federico Janssoone, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, el cual, para el progreso de la fe, difundió notablemente las peregrinaciones a Tierra Santa.
Federico nació en Ghyvelde, diócesis de Lille, Francia, el 19 de noviembre de 1838, hijo de Pedro Janssoone y de María Isabel Bollengier, campesinos de buena posición económica, cristianos de profundas convicciones y padres de familia numerosa. En el bautismo recibió el nombre de Federico Cornelio. A la edad de 10 años quedó huérfano de padre, y cuatro años más tarde, en 1852, recibió la primera comunión, después de una larga preparación. Realizó brillantemente los estudios elementales en el Colegio de Hazebrouck y en el Instituto de Ntra. Sra. de las Dunas de Dunquerque. Sintiéndose llamado al sacerdocio, ingresó en el seminario, pero pronto tuvo que dejarlo: su familia tenía que afrontar graves dificultades económicas y Federico comprendió que su obligación era ayudar a los suyos en tales circunstancias.

La madre de Federico falleció en 1861, cuando él tenía 23 años. La llamada a la vida religiosa franciscana se va haciendo cada más clara y apremiante en su espíritu, y en 1864, a la edad de 26 años, Federico entra en el noviciado de los franciscanos, en el convento de Amiens. Toda su vida recordará con entusiasmo el fervor de esta primera etapa de su formación franciscana. El 16 de julio de 1865, terminado el noviciado, hace la profesión simple o temporal; en 1868 hace la profesión solemne, y en 1870 recibe la ordenación sacerdotal. El P. Federico es llamado pronto a prestar su servicio como capellán militar durante la guerra franco-prusiana. Terminada la guerra es enviado a Branday, y después a Burdeos a fundar un nuevo convento; aquí ejerce un intenso y fecundo apostolado sacerdotal y religioso. Después fue trasladado a París, como bibliotecario del convento. Y allí termina la etapa francesa de su vida.

Porque en 1876 le cambia el rumbo: en efecto, ese año marcha a Tierra Santa, la patria de Jesús, y allí permanecerá, en una primera etapa, hasta 1881, desempeñando el oficio de Vicario Custodial. En ese año de 1881, es enviado por la Custodia de Tierra Santa a Canadá para interesar a los fieles en el apostolado y demás obras que desarrollan los franciscanos, y recoger limosnas en favor de los Santos Lugares. Pero al año siguiente, 1882, termina su primera estancia en Canadá y regresa a Tierra Santa, donde permanecerá hasta 1888.

Durante esta segunda estancia suya en Palestina, aparte del servicio prestado en diversos santuarios, se reveló, en la gestión de asuntos complejos, como un diplomático hábil y digno, lleno de tacto y rectitud. Y así, a él se deben los Reglamentos del Santo Sepulcro y de Belén. Junto a este Santuario construyó la iglesia de Santa Catalina, parroquia de los católicos de Belén, aprovechando estructuras de una iglesia anterior, más pequeña.

En junio de 1888 vuelve a Canadá, lleno de entusiasmo y de proyectos, confiando en la divina providencia, y allí permaneció hasta su muerte, sin volver ya más al País de Jesús, aunque no cesará de trabajar para él en su calidad de Comisario de Tierra Santa. Al principio se estableció en Montreal, pero poco después se trasladó a Trois-Rivières, donde emprendió la tarea de restaurar la vida y las actividades apostólicas que los franciscanos comenzaron en Canadá el año 1615.

Fueron 29 de intensa actividad, en los que se entregó a la promoción del culto, piedad y peregrinaciones al Santuario de la Virgen Du-Cap, cercano a Trois-Rivières. Como verdadero hijo de san Francisco, se empeñó en dar a conocer a la Madre de Cristo, fomentar una tierna y profunda devoción hacia ella, organizar liturgias y diversos cultos en el santuario, promover, organizar y acompañar peregrinaciones, exhortando siempre a los fieles a ir a Jesús por medio de María. El Señor se dignó, por intercesión de su Madre santísima, otorgar gracias abundantes y extraordinarias, y aun obrar curaciones que tuvieron gran resonancia. Y así sucedió que el Santuario pasó de ser parroquial a ser diocesano y después nacional.

A patir de 1902 amplía su tarea a recaudar fondos para grandes obras, como el Santuario de la Adoración Perpetua en Québec o el monasterio de las Clarisas de Valleyfield. Al propio tiempo el P. Federico seguía siendo un apóstol en plena actividad apostólica: muchas misiones, predicación y catequesis, organización y dirección de peregrinaciones, fundación y asistencia de fraternidades de la Orden Franciscana Seglar, publicación de diversos escritos, etc.

Toda esta actividad tan intensa no le impidió al P. Federico mantener su entrega a la oración y a la penitencia, acompañadas de una gran austeridad de vida, de una pobreza personal extrema, de una marcada predilección por los pobres, de una sencillez, paciencia y serenidad inalterables en las pruebas y dificultades, de una plena y permanente conformidad con la voluntad del Padre. Murió en Montreal el 4 de agosto de 1916 a la edad de 77 años; su cuerpo fue trasladado a Trois-Rivières. De inmediato el pueblo sencillo, que tiene sentido de lo religioso, empezó a venerar al «buen P. Federico» como verdadero Siervo de Dios. Y el papa Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988.
fuente: Directorio Franciscano




Beato Gonzalo Gonzalo

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Beato Gonzalo Gonzalo, religioso y mártir
En Madrid, capital de España, beato Gonzalo Gonzalo, religioso de la Orden de San Juan de Dios y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, confirmó con su sangre su testimonio de Cristo.
Se llamaba Gonzalo Gonzalo Gonzalo, ya que sus padres eran primos hermanos del mismo apellido -Gonzalo-, y le pusieron además Gonzalo de nombre de pila. Había nacido en Conquezuela, provincia de Soria, el 24 de febrero de 1909. A los 21 años ingresó en la Orden Hospitalaria, y en 1933 fue destinado a la comunidad del asilo-hospital de San Rafael de Madrid, de la que era limosnero a comienzos de 1936. Llegado el 18 de julio, la comunidad, compuesta por 35 hermanos, suspendió por un tiempo la petición de limosnas, pero tuvo que reanudarla porque era su único medio de vida. El día 4 de agosto fray Gonzalo salió a pedir y fue apedreado en una casa. En una casa de la calle María de Molina fue denunciado a los milicianos que le arrestaron y procedieron a asesinarlo junto a la checa, en la confluencia de la calle Velázquez con María de Molina. Su cadáver estuvo un tiempo abandonado en el suelo. Fue beatificado el 25 de octubre de 1992, con los 71 mártires Hospitalarios.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003



Beatos José Batalla Parramón

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Beatos José Batalla Parramón, José Rabasa Bentanachs y Gil Rodicio Rodicio,religiosos mártires
En Barcelona, también de España, beatos mártires José Batalla Parramón, presbítero, José Rabasa Bentanachs y Egidio Gil Rodicio, religiosos de la Sociedad de San Francisco de Sales, que durante la misma persecución alcanzaron la vida eterna con la defensa de la fe.
En lugares distintos de Barcelona fueron martirizados el día 4 de agosto de 1936 tres religiosos salesianos, uno de ellos sacerdote y dos coadjutores laicos, los tres formaban parte de la comunidad salesiana de Sarria. Fueron beatificados el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.

José Batalla Parramón, el sacerdote, había nacido en Abella de la Conca, provincia de Lleida, el 15 de enero de 1873 en el seno de una familia modesta. Ingresó en la congregación salesiana y a los veinte años profesó en Sarria. Hizo los estudios pertinentes y se ordenó sacerdote en 1900. Estuvo en varios destinos hasta que en 1909 es enviado a la casa de Barcelona-Sarria como confesor y enfermero. Allí estaría 27 años, haciendo una labor magnífica en la enfermería, por lo que se lo llamaba «san Juan de Dios».
José Rabasa Bentanachs, había nacido en Noves de Segres, provincia de Lleida, el 26 de junio de 1862 en el seno de una familia pobre. Al quedar huérfano siendo niño, una señora se hizo cargo de él y en 1890 lo colocó como ayudante de cocina en el colegio salesiano de Barcelona-Sarria. Decidido por la vocación religiosa, fue aceptado en el noviciado y profesó en 1892. Destinado a diversas casas como cocinero, volvió a Sarria en 1923, siendo muy piadoso y ejemplar. Al cumplir los 70 años ya no tuvo fuerzas para llevar la cocina y fue exonerado del cargo, dedicando mucho tiempo a la oración. Cuando el día 21 de julio de 1936 la comunidad de religiosos fue expulsada de la casa, ambos religiosos consiguieron que Esquerra Republicana de Cataluña les concediera seguir en ella atendiendo a los heridos de guerra, ya que la casa se había habilitado como hospital de sangre. Pero el día 31 ambos fueron expulsados a la calle. Se refugiaron en casa de doña Emilia Munill, donde llevaron vida de mucha piedad y recogimiento. Tenían ya preparados los pasaportes para marchar a Italia pero en lugar de ir a recogerlos directamente se acercaron a la casa de Sarria a recoger alguna ropa, en el tranvía fueron reconocidos y entonces los arrestaron y asesinaron.
El otro religioso salesiano muerto ese mismo día fue don Gil Rodicio Rodicio, coadjutor laico. Había nacido en Requejo, Orense, el 23 de marzo de 1888. Había sido alumno de la casa de Barcelona-Sarria, y profesó en la congregación en 1908. Desde 1921 estaba destinado en la casa de Sarria como panadero. Hacía su trabajo con gran espíritu religioso. Cuando fue echado de la casa el 21 de julio de 1936, lo hospedó don Alberto Llor, en cuya casa se dedicó a la oración y a sobrellevar su situación con paciencia. Denunciado, fue arrestado y llevado al comité que funcionaba en el Museo Naval. Pidió que a la familia que lo albergaba no la hicieran daño, y seguidamente fue asesinado.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




 
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