San Severino de Burdeos | |
San Severino de Burdeos, obispo
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, el cual, originario de las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, quien le quiso como su sucesor.
Según Venancio Fortunato, que escribió su vida en el siglo VI, se trataba de un obispo de Tréveris -que era en ese momento capital del Imperio- invitado por un ángel a trasladarse a Burdeos. Se trata seguramente de una alusión a la invasión de Tréveris en el 407, que castiga severamente a la ciudad, y que motivó que la administración imperial la abaandonara por varias décadas.
El obispo de Burdeos, san Amando, recibe al de Burdeos y se retira de su cargo, posiblemente ante el prestigio de aquel que era obispo de la capital. Sin embargo el retiro fue temporal, ya que san Severino muere un 21 de octubre, posiblemente hacia el 420. La vida escrita por Venancio Fortunato estuvo perdida durante siglos, y recién fue descubierta de nuevo en 1902; mientras tanto se contaba con la noticia transmitida por san Gregorio de Tours, quien había confundido la historia de san Severino de Tréveris-Burdeos con la de san Severino de Colonia, de apenas unos años antes. Por ese motivo, en el Martirologio Romano anterior aparecían mezclados en uno solo los dos personajes, y celebrados el 23 de octubre. En el martirologio actual se han separado las dos historias, y se celebra el de Burdeos el 21 de octubre y el de Colonia el 23.
La Vida de san Severino escrita por Venancio Fortunato fue descubierta y publicada por Dom Quentin en 1902 («La plus ancienne Vie de S. Seurin»), y es considerada fidedigna. No he tenido acceso a este texto sino al escueto resumen que realiza Jacques Baudoin en Grand livre des saints: culte et iconographie en Occident, pág 437. Allí mismo se reproduce el alabastro de 1444 que ilustra esta noticia, y que representa la llegada desan Severino a Burdeos y su encuentro con san Amando, obra que se encuentra en la iglesia de San Severino, en Burdeos. Ver también la noticia de Butler-Guinea sobre san Severino de Burdeos, el 23 de octubre, donde explica la confusión y amplía la bibliografía.
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Santa Cilina de Laon | |
Santa Cilina, madre de familia
En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina, madre de los santos obispos Principio de Soissons y Remigio de Reims.
Lo mismo que santa Silvia, madre del papa Gregorio el Grande, y muchas otras madres de santos que también alcanzaron la santidad, Cilina fue famosa a causa de su hijo, puesto que dio al mundo ese gran santo, Remigio o Remi, obispo de Reims, y también fue madre del menos notable pero también santo obispo Principio de Soissons.
De acuerdo con el pseudo Venancio Fortunato, Cilina y su esposo pertenecían a la nobleza. En cierta ocasión, un monje llamado Montano, que tres veces consecutivas había recibido un aviso celestial en sueños, vaticinó a Cilina que daría a luz un hijo que llegaría a ser un hombre de grandísimos méritos. A su debido tiempo, Remigio vino al mundo.
Hinemar de Reims «complementó» estos datos tan escasos en el siglo nueve: Cilina y Emilio, su marido, habían tenido dos hijos: Principio, quien llegó a ser obispo de Soissons, y su hermano Emilio, quien a su vez tuvo un hijo, Lupo, sucesor de su tío Principio en la sede de Soissons, a la que gobernó hasta la muerte de Remigio. Cuando el monje Montano anunció el nacimiento del niño, Cilina quedó desconcertada, puesto que tanto ella como su marido ya eran entrados en años. Pero Montano, que era ciego, reiteró su profecía y aun agregó estas palabras: «Cuando hayas parido al niño cuyo nacimiento te anuncio, me frotarás los ojos con unas gotas de la leche de tus pechos y así recuperaré la vista». Fue el propio Remigio, a los pocos días de nacido, quien puso su manecita mojada con la leche del pecho de su madre, en los ojos de Montano, y éste obtuvo la gracia de volver a ver. Hinemar hace la advertencia de que, al nacer, Remigio quedó limpio de toda culpa por obra del Espíritu Santo. Había sido concebido «en la iniquidad, como todo hombre», pero contrariamente a lo que sucede en la condición humana, «su madre no lo parió en los delitos de la prevaricación, sino en la gracia de la remisión». Por esa razón, Remigio se asemejaba a san Juan Bautista (Lc 1) y a Isaac (Gn 17). Nació en el país de Laon y se le impuso el nombre de Remigio porque estaba destinado a regir, a dirigir la nave de su Iglesia a merced de las olas tempestuosas y también sería el «Remedio» (otro significado de su nombre) contra la justa cólera de Dios o bien contra la ferocidad de los paganos.
Luego de cursar breves estudios en los que destacó sobremanera, Remigio tuvo deseos de imitar el ejemplo del monje Montano, se retiró al convento y se separó para siempre de Cilina. De acuerdo con uno de los párrafos del testamento de san Remigio, su madre había sido sepultada en Labrinacum (Lavergny), cerca de Laon, en el Aisne. La traslación de sus restos a Laon, según Molanus y Vermeulen, los editores del Martirologio de Usuardo, tuvo lugar un 5 de abril. Actualmente, en la diócesis de Reims se conmemora a santa Cilina el 21 de octubre.
Véase el Mont. Germ. hist. Auct. antiq. (el pseudo Fortunato), vol. IV-2, p. 64: el Script. merov., vol. III, pp. 259-263 y 344, donde se encuentran los escritos de Hinemar y el testamento de San Remigio. En cuanto al nombre de la santa, las notas del pseudo Fortunato dan el de Chilinia, Cilina y Cylinia, pero se ha adoptado el de Cilina, que es el que le da el Thesaurus linguae latinae Onomasticon, vol. II y el Acta Sanctorum. Véase a Ch. d'Héricault en Les M eres des Saints, 1895; a H. Bels en Figures des peres et meres chrétiens (1908). El Acta Sanctorum, vol. IX, pp. 318-322; el Repertorium hymnologicum de U. Chevalier, vol. VI, 1920, p. 19, que contiene himnos en honor de la santa, compuestos en Laon hacia 1495. Ver Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. III, 1915, pp. 89-90, y Usuardo, ed. Du Sollier, Anvers, 1714, p. 194
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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San Vendelino de Tréveris | |
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita.
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San Mauronto de Marsella | |
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Mauronto, obispo, que fue también abad del monasterio de San Víctor.
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Beato Pedro Capucci

Beato Pedro Capucci, religioso presbíter
En Cortona, en la Toscana, beato Pedro Capucci, presbítero de la Orden de Predicadores, el cual, meditando sobre la muerte, se ejercitó en la vida espiritual y con su predicación exhortó a los fieles a evitar la muerte eterna.
Poseemos muy pocos datos acerca de la vida del beato Pedro, debido a que los archivos del convento de Cortona, donde vivió la mayor parte de su vida, quedaron destruidos durante un incendio. Nació en Tiferno (Cita di Castello), en 1390, en el seno de la familia Capucci. A los quince años tomó el hábito de Santo Domingo. En el convento de Cortona, donde hizo el noviciado bajo la dirección del beato Lorenzo de Ripafratta, conoció a san Antonino y a Fra Angélico. El beato Lorenzo le recomendó que se dedicase más bien a la contemplación que a la acción, pero las lecciones del Breviario hacen notar que Pedro estaba siempre pronto a ejercitar los ministerios sacerdotales con cuantos se lo pidiesen, tanto dentro como fuera del monasterio.
Se refieren varios milagros obrados por este beato. Una vez, encontró en la calle a un hombre de mala vida y le detuvo para decirle: «¿Qué maldad estás tramando? ¿Cuánto tiempo vas a seguir añadiendo pecado sobre pecado? No te quedan más que veinticuatro horas de vida, al fin de las cuales, tendrás que dar cuenta a Dios de tus actos». El hombre se intranquilizó, pero no hizo caso. Aquella misma noche sufrió un grave accidente y, en seguida mandó llamar al beato Pedro, con quien se confesó humildemente antes de morir. El beato solía predicar con una calavera en la mano. Su culto fue confirmado por Pío VII.
Ciertamente el Beato Pedro nunca fue muy famoso. No se le menciona en la larga lista de nombres que figuran en la obra de G. Michele Pio, Delle vite degli huomini illustri di S. Domenico (Bolonia, 1607). Tenemos, pues, como referencia simplemente las lecciones del breviario dominicano, el Année Dominicaine, y resúmenes como el de Procter, Lives of the Dominican Saints, pp. 294-297. Véase también Taurisano, Catalogus Hagiographicus O.P.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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