domingo, 25 de octubre de 2015

Santos Crispin y Crispiniano - San Mauro de Pécs - San Rubén de Jesús López Aguilar 25102015

Santos Crispin y Crispiniano

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Santos Crispín y Crispiniano, mártires
Estos dos mártires fueron muy famosos en el norte de Europa durante la Edad Media. Shakespeare exalta el día de estos santos en el famoso monólogo en el que Enrique V llama al combate la víspera de la batalla de Agincourt. Desgraciadamente el relato del martirio, que es muy posterior a los hechos, no merece crédito alguno. Según dicho relato, Crispín y Crispiniano fueron de Roma a la Galia a predicar el Evangelio a mediados del siglo III, junto consan Quintín y otros misioneros. Se establecieron en Soissons, donde instruyeron a muchos en la fe de Cristo. Predicaban durante el día, pero en la noche, de acuerdo con el ejemplo de san Pablo, se ganaban la vida remendando zapatos, a pesar de que eran de noble cuna. Los dos hermanos vivieron así varios años y más tarde, cuando cl emperador Maximiano fue a la Galia, fueron acusados ante él. Maximiano, probablemente más por complacer a los acusadores que por satisfacer su propia crueldad y susperstición, mandó que Crispín y Crispiniano compareciesen ante Ricciovaro, que era un enemigo irreconciliable del cristianismo (si es que existió en realidad). Ricciovaro los sometió a diversas torturas y trató en vano de ahogarlos y cocerlos vivos. Ese fracaso le encolerizó tanto, que se arrojó en la hoguera preparada para los mártires, a fin de quitarse la vida. Entonces, Maximiano mandó decapitar a los dos hermanos. Se cuenta que Crispín y Crispiniano sólo aceptaban por su trabajo lo que sus clientes les ofrecían buenamente, cosa que predispuso a los paganos en favor del cristianismo. Más tarde se construyó una iglesia sobre el sepulcro de los mártires, y san Eligio el Orfebre se encargó de embellecerla.

En realidad, no sabemos nada acerca de estos mártires y es muy posible que hayan muerto en Roma y que sus reliquias hayan sido posteriormente transladadas a Soissons, donde empezó a tributárseles culto. Hay una tradición local, de Kent, en Inglaterra, que relaciona a estos mártires con el pequeño puerto de Faversham. Debía ser muy conocida en su tiempo, puesto que todavía existe: cuenta que los dos hermanos se refugiaron en dicho puerto para huir de la persecución y que abrieron una zapatería en el extremo de la calle Preston, «cerca del Pozo de la Cruz». Un tal Mr. Southouse, que escribió alrededor del año 1670, dice que, en su época, «muchas personas extranjeras que practicaban el noble oficio de zapateros solían visitar el lugar», de suerte que la tradición debía ser conocida fuera de Inglaterra. En la parroquia de Santa María de la Caridad había un altar dedicado a san Crispín y san Crispiniano.

El ejemplo de estos santos muestra que se equivocan por completo los cristianos que se consideran dispensados de aspirar a la perfección a causa de la atención que exige el cuidado de la familia y del oficio. Si tales cristianos no alcanzan la perfección, se debe a su negligencia y debilidad. Muchas personas se han santificado trabajando en una finca o regenteando un comercio. San Pablo fabricaba tiendas, Crispín y Crispiniano eran zapateros, la Santísima Virgen se ocupaba del cuidado de su casa, el propio Jesús trabajaba con su padre adoptivo, y aun los monjes que se apartaban totalmente del mundo para dedicarse a la contemplación de las cosas divinas, tejían esteras y cestos, labraban la tierra o copiaban y empastaban libros. Todos los estados de vida ofrecen numerosas ocasiones de ejercitar las buenas obras y de santificarse.

Este día es el de la fiesta de San Crispin;
el que sobreviva a este día volverá sano y salvo a sus lares,
se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha,
y se crecerá por encima de sí mismo ante el nombre de San Crispin.
El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta,
invitará a sus amigos y les dirá: «Mañana es San Crispin».
Entonces se subirá las mangas, y al mostrar sus cicatrices, dirá:
«He recibido estas heridas el día de San Crispin.»
Los ancianos olvidan; empero el que lo haya olvidado todo,
se acordará todavía con satisfacción de las proezas que llevó a cabo en aquel día.
Y entonces nuestros nombres serán tan familiares en sus bocas como los nombres de sus parientes:
el rey Henry, Bedford, Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Glóucester
serán resucitados con copas rebosantes por su saludable y viviente recuerdo.
Esta historia la enseñará el buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo
la fiesta de San Crispín y Crispiniano nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo,
el recuerdo de nuestro pequeño ejército, de nuestro feliz pequeño ejército,
de nuestro bando de hermanos; porque el que vierte hoy su sangre conmigo
será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición,
y los caballeros que permanecen ahora en el lecho en Inglaterra
se considerarán como malditos por no haberse hallado aquí,
y tendrán su nobleza en bajo precio cuando escuchen hablar a uno
de los que han combatido con nosotros el día de San Crispín.
(Shakespeare, «Enrique V», acto IV, esc. 3)

En Acta Sanctorum, oct., vol. XI, puede verse el relato del martirio de estos santos, con un comentario muy completo. La historicidad del martirio está garantizada por la mención del Hieronymianum en este día: «In Galiis civitate Sessionis Crispini et Crispiniani». Cf. Delehaye, Etude sur le légendier romain, pp. 126-129, 132-135; y CMH., pp. 337-338, 570-571; Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. ut, pp. 141-152.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
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El alma que quiere darse por  entero a  Dios, no ha de buscar nada para  sí mismo sino que  pensar, hablar y actuar tienen  como meta Dios. Y esto no es ninguna beatería, sino  un impulso fuerte e intenso a desvivirse por los demás.

Los  jóvenes de hoy, que murieron en el año 285, quedan  lejos de nuestra historia del tercer milenio.
Sin embargo, sus obras  y sus nombres han quedado grabados en las páginas de  la historia de la Iglesia para siempre.

Se  establecieron en Roma y aprendieron el oficio de zapateros. Y  desde cualquier trabajo se puede hacer un anuncio u proclamación  del Evangelio y de las riquezas que aporta al alma  humana.
Este servicio lo concretó en hacer zapatos para los pobres.  A estos, por supuesto, no les cobraban absolutamente nada.

A los  ricos, que conocían el buen trabajo que hacían y la  calidad del calzado, sí que les cobraban.
Lo bonito de estos  dos creyentes es que aprovechaban los momentos de venta o  de dar gratis para hablar con entusiasmo de Jesucristo.

Y  con la mayor naturalidad del mundo.
Debían vivir lo que decían  porque la gente los escuchaba con agrado.
Los franceses dicen que  vivieron en la región de Soissons. Los ingleses, a su  vez, afirman que vivieron en el condado de Kent, al  sur de Inglaterra.

Shakespeare los elogia en su obra “Enrique V”  y en “Julio César”.
En lo que todos están de acuerdo  es en que murieron mártires.






Oremos



Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires Crispin y Crispiniano, la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



San Mauro de Pécs

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En la ciudad de Pécs, en Hungría, san Mauro, obispo, que, hombre de sólida formación eclesiástica, fue monje y abad del monasterio de San Martín de Pannonhalma.



San Rubén

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Rubén de Jesús López Aguilar
Nació en el año 1908 en Concepción, Colombia. En 1930, ingresó a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y se distinguió por su espíritu de oración, obediencia y amor por los enfermos, a quienes servía con generosidad. En 1933, durante el conflicto armado entre Colombia y Perú, trabajó como voluntario, en el Hospital de su Orden en Pasto que fue convertido en zona militar para asistir a los soldados heridos.  
Luego viajó a España y en 1936 formó parte de la Comunidad de Ciempozuelos junto a otros seis hermanos colombianos. La inseguridad reinante en el país llevó a sus superiores a decidir el retorno del grupo a Colombia. Desde España envió una carta a sus hermanos de la Comunidad de Pasto en la que les comentaba la preocupante situación en ese país, les pedía oraciones "para que el Señor le concediera la gracia de morir mártir". Murió en Barcelona el 9 de agosto de 1936, tenía 28 años de edad.   La Iglesia reconoce su muerte y lo venera como mártir. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991.    
Beato Arturo Ayala Niño  Nació en Paipa, Colombia, en el año 1909. Desde pequeño recibió una educación cristiana. Ingresa a la Orden Hospitalaria en 1928.   En 1930 viajó a España por encargo de la Orden y formó parte de las Comunidades de Ciempozuelos y Málaga, donde se distinguió por su dedicación y responsabilidad en la enfermería, por su caridad con los enfermos y su piedad. 
En 1934 inició sus estudios para ser sacerdote, que se interrumpieron por la crítica situación que atravesaba España. Las circunstancias político-militares, obligaron a sus superiores a decidir su regreso a Colombia. Arturo, junto a seis hermanos hospitalarios colombianos partieron rumbo a Barcelona el 7 de agosto de 1936. Dos días después, fue asesinado. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991.  
Beato Juan Bautista Velasquez Peláez   Nació en Antioquía, Colombia, el 9 de julio de 1909. Fue bautizado con el nombre de Juan José y desde pequeño recibió una esmerada educación cristiana. Estudió educación y ejerció su profesión hasta que descubrió su vocación a la vida religiosa e ingresó a la Orden Hospitalaria el 29 de febrero de 1932, en ese momento cambió su nombre por Fray Juan Bautista. Juan se caracterizó por su carácter alegre y jovial, piadoso y por su especial vocación al servicio de los enfermos.  
En abril de 1934 fue destinado a España y formó parte de las Comunidades de Córdoba, Granada y Ciempozuelos donde se encontraba en 1936 al iniciarse la revuelta político militar de España.   Al viajar de Madrid a Barcelona, con la intención de retornar a su país, fue asesinado el 9 de agosto de 1936 de madrugada, por el solo hecho de ser religioso. Tenía veintisiete años. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991.    
Beato Eugenio Ramírez Salazar   Nació en La Ceja, Colombia, el 2 de septiembre de 1913. Fue bautizado con el nombre de Alfonso Antonio. Al ingresar a la Orden Hospitalaria el 6 de junio de 1932 cambió su nombre por el de Fray Eugenio.   En abril de 1935, después de emitir sus votos, fue trasladado a España, "porque en España debe ser fácil santificarse, cuando hay tantos y tan grandes santos", según afirmó. 
De carácter sencillo y dócil, se entregó a la oración y a la penitencia y siguió generosamente la vida religiosa de la hospitalidad al servicio de los enfermos. Como sus compañeros, murió mártir por su fe y vocación el 9 de agosto de 1936, en Barcelona, cuando intentaba retornar a su país, Colombia. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991.    
Beato Esteban Maya Gutiérrez   Nació el 19 de marzo de 1907, en el seno de una familia muy cristiana. Fue bautizado con el nombre de Gabriel, que cambió al ingresar a la Orden Hospitalaria. A los veinticinco años descubrió su vocación a la vida sacerdotal e ingresó a la Orden de San Juan de Dios el 15 de junio de 1932, y cambió su nombre de pila por el de Fray Esteban. Esteban era un hombre piadoso, humilde, responsable y caritativo con los enfermos. Según sus hermanos poseía una buena preparación científica, que se unía a un gran espíritu de obediencia.    
Un tiempo después fue enviado a España, donde continuó su labor misionera. Ante la situación político-militar española, sus superiores lo envían de regreso a Colombia. Cuando se dirigía a Barcelona fue interceptado y encarcelado. El 9 de agosto de 1936 fue asesinado. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991. Beato Melquiades Ramírez Zuloaga  Nació en Sonsón, Colombia, el 13 de febrero de 1909 y fue bautizado con el nombre de Ramón.    
A los veinticuatro años ingresó en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y cuando tomó el hábito religioso se le cambio el nombre por el de Fray Melquiades. En abril de 1935 viajó a España para terminar su formación técnica hospitalaria y religiosa, residió en la Comunidad de Ciempozuelos donde se distinguió por su sencillez de espíritu, paciencia y entrega generosa a los enfermos.    
En unión con los otros seis hermanos mientras viajaban a Barcelona para embarcarse rumbo a Colombia fue asesinado el 9 de agosto de 1936. Fue beatificado el 14 de mayo de 1991. Beato Gaspar Paez Perdomo  Nació en Huila, Colombia, el 15 de junio de 1913. Fue bautizado de urgencia ante el peligro de morir y recibió el nombre de Luis Modesto.    
Muy joven aún, a los veinte años, descubrió su vocación a la vida religiosa e ingresó a la Orden Hospitalaria. Ahí recibió el nombre de Fray Gaspar.   Luego de emitir sus votos solemnes se trasladó a España para completar su formación religiosa y hospitalaria. Entre sus hermanos se distinguió por su candor, sencillez y caridad fraterna, mantuvo una gran devoción a la Santísima Virgen María y se entregó por completo a los enfermos. 
Cuando llevaba un año en España y ante la persecución religiosa, por orden de sus superiores inició el viaje de regreso a su país. En el trayecto a Barcelona fue apresado y el 9 de agosto de 1936 murió asesinado.





Oremos

Dios Todopoderoso y eterno, que diste a Rubén, Arturo, Juan, Eugenio, Esteban, Melquíades, Gaspar, mártires Colombianos la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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