jueves, 24 de diciembre de 2015

Maestro Eckhart (místico medieval) Sermón XLIII

SERMÓN XLIII(360)
Adolescens, tibi dico: surge.

Se lee en el Evangelio «sobre una viuda que tenía un único hijo que estaba muerto.
Entonces se le acercó Nuestro Señor y dijo: “¡Joven, te digo: levántate!” y el joven se
incorporó» (Cfr. Lucas 7, 12 ss.).
Por esta «viuda» entendemos el alma. Como estaba muerto el «marido», también estaba
muerto el «hijo». Por el «hijo» concebimos [indirectamente] [el] entendimiento que
en el alma es el «marido». Como ella [= la viuda] no vivía con el entendimiento, el «marido
» estaba muerto y por eso era «viuda»(361). «Junto a la fuente Nuestro Señor le dijo a
la mujer: “¡Vete a casa, tráeme a tu marido!”» (Cfr. Juan 4, 16). Él pensaba: como ella
no vivía con el entendimiento, que es el «marido», por eso no le caía en suerte «el agua
viva» (Cfr. Juan 4, 10) que es el Espíritu Santo; Este se brinda sólo allí donde se vive
con el entendimiento. [El] entendimiento es la parte suprema del alma donde, junto con
los ángeles, tiene una co-existencia y un estar-comprendido en la naturaleza angelical. A
la naturaleza angelical no la toca tiempo alguno; lo mismo sucede con [el] entendimiento
que es el «marido» dentro del alma; no lo toca tiempo alguno. Si no se vive con el
[entendimiento], muere el «hijo». Por eso, era «viuda». ¿Por qué «viuda»?… No existe
ninguna criatura que no tenga algo bueno y al mismo tiempo algo defectuoso por lo cual
se renuncia a Dios. El defecto de la «viuda» residía en que tenía muerta la facultad de
dar a luz; por eso pereció también el fruto.
En otro aspecto «viuda» dice lo mismo que una persona que «está abandonada» (Cfr.
1 Tim. 5, 5), y ha abandonado(362). Por lo tanto debemos dejar y apartar a todas las criatu-
360 Una atribución dice: «El Maestro eckard alude aquí con la mujer que era viuda, el alma y por el
hijo se refiere al entendimiento y muestra cómo muere el joven y cómo Dios aporta todo su poder para que el joven vuelva a la vida». Un encabezamiento dice: «el segundo sermón sobre el hijo», y otro atribuye el sermón al domingo XVI después de la Trinidad. En el mismo texto bíblico se basan los Sermones XVIII y XLII de esta edición.
361 Quint explica (t. II p. 317 n. 1): «La frase significa que nosotros implicite junto con el hijo, que
como tal necesariamente debe tener un padre, concebimos a este padre como el “marido” del alma. Al hijo lo constituyen […] la voluntad y todas las potencias del alma; son todas una sola cosa dentro de lo más íntimo del entendimiento y como pues, el marido está muerto, también el hijo está muerto y el alma es viuda».
362 Para la etimología véase Isidorus Hispalensis, Etymologiae IX c. 7 n. 16, donde se dice solamente:
«Viuda dicta, quod sola sit», expresión esta que, según Quint (t. II p. 319 n. 1), habría servido de base
para la afirmación eckhartiana.

ras. Dice el profeta: «La mujer estéril tiene más hijos que la parturienta» (Cfr. Isaías 54,
1). Lo mismo sucede con el alma que da a luz espiritualmente: sus alumbramientos son
mucho más numerosos; da a luz en cualquier momento. El alma que posee a Dios, es
parturienta en todo instante. Dios tiene que hacer necesariamente todas sus obras. Dios
está obrando siempre en un «ahora» en la eternidad, y su obrar consiste en engendrar a
su Hijo; lo engendra en todo momento. De este nacimiento provinieron todas las cosas y
Él se complace tanto con este nacimiento que consume en él todo su poder. Cuanto más
se conozca todo, tanto más perfecto será el conocimiento; [mas, entonces] parece como
si no fuera nada [lo que se sabe]. Porque Dios engendra a sí mismo de sí mismo en Él
mismo y vuelve a engendrar a sí mismo en sí mismo. Cuanto mas perfecto es el nacimiento,
tanto mayor es la procreación. Digo yo: Dios es completamente Uno; se conoce
sólo a sí mismo. Dios procrea [su ser] por completo en su Hijo; Dios enuncia todas las
cosas en su Hijo. Por ello dice: «¡Joven, te digo: levántate!»
Dios aplica todo su poder en su nacimiento, y esto es necesario para que el alma
vuelva a Dios. Y de una manera es alarmante [ver] que el alma tan a menudo deserte de
aquello en donde Dios aplica todo su poder; pero esto último es necesario para que el
alma recupere su vida. Dios hace todas las criaturas con un solo pronunciamiento; pero,
para que el alma cobre vida, Dios expresa todo su poder en su nacimiento. Por otra parte,
es consolador que el alma de esta manera sea traída de vuelta. En el nacimiento cobra
vida y Dios hace nacer a su Hijo en el alma para que ella cobre vida. Dios se pronuncia
a sí mismo en su Hijo. Por el pronunciamiento con el cual se expresa en su Hijo, por
este [mismo] pronunciamiento le habla al interior del alma. Es característico de todas las
criaturas engendrar. Una criatura sin nacimiento, tampoco existiría. Por eso dice un maestro:
Esta es una señal de que todas las criaturas son expelidas por el nacimiento divino.
¿Por qué dijo «joven»? El alma no tiene nada en donde Dios pueda hablar fuera del
entendimiento. Algunas potencias son tan bajas que Él no puede hablar en ellas. Es cierto
que habla, mas ellas no lo oyen. [La] voluntad, en cuanto voluntad, no recoge nada en
modo alguno. «Marido» no significa ninguna potencia fuera del entendimiento. [La] voluntad,
[en cambio], sólo se dirige hacia fuera(363).
«Joven». Todas las potencias pertenecientes al alma, no envejecen. Las potencias
pertenecientes al cuerpo, se gastan y disminuyen. Cuanto más conozca el hombre, tanto
más conocerá. Por eso [se dice] «joven». Afirman los maestros(364): Joven es aquello que
se halla cerca de su comienzo. En [el] entendimiento uno es joven por completo: cuanto
363 Quint explica (t. II p. 323 n. 3) que «la voluntad no puede aceptar nada desde fuera, sino que única
y exclusivamente trae hacia fuera, es decir, que dirige hacia fuera sus impulsos volitivos».
364 Cfr. Albertus M., In Matth. c. 6, 9.
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más uno opere en esta potencia, tanto más cerca está de su nacimiento. El primer efluvio
violento del alma es [el] entendimiento, luego [sigue la] voluntad, y después todas las
demás potencias.
Él dice, pues: «¡Joven, levántate!» ¿Qué significa: ¡levántate!?… «¡Levántate» de la
obra y «levántate» [colocándote] sobre el alma en sí misma! Una sola obra que opera
Dios a la luz simple del alma(365), es más hermosa que todo el mundo, y le es más placentera
a Dios que todo cuanto haya obrado jamás en todas las criaturas. Los tontos toman
por bueno lo malo, y por malo lo bueno. Pero, cuando se lo comprende bien, una sola
obra operada por Dios en el alma, es mejor y más noble y más elevada que todo el mundo.
Por encima de la luz se halla [la] gracia; ésta no entra nunca en [el] entendimiento ni
en [la] voluntad. Si [la] gracia hubiera de entrar en [el] entendimiento, entonces [el] entendimiento
y [la] voluntad tendrían que llegar más allá de sí mismos. Tal cosa no puede
ser, porque la voluntad es tan noble en sí misma que no se la puede llenar sino con el
amor divino. El amor divino opera obras muy grandes. Mas, por encima hay todavía una
parte que es [el] entendimiento: éste es tan noble en sí mismo que no puede ser perfeccionado
sino por la verdad divina. Por eso dice un maestro(366): Hay algo muy secreto que
se halla por encima, esto es la cabeza del alma. Ahí se realiza la verdadera unión entre
Dios y el alma. [La] gracia no ha operado jamás obra alguna, pero sí emana en el ejercicio
de una virtud. [La] gracia no conduce jamas a la unión en una obra. [La] gracia es un
in-habitar y un co-habitar del alma con Dios. Para ello es demasiado bajo todo cuanto
alguna vez se haya llamado obra, ya sea exterior, ya sea interior. Todas las criaturas buscan
algo semejante a Dios; cuanto más bajas son, tanto más externa es su búsqueda
como, por ejemplo, el aire y el agua: éstos se dispersan. Pero el cielo que es más noble,
busca [una semejanza] más cercana a Dios. El cielo gira continuamente y en su trayectoria
trae afuera a todas las criaturas; en esto se asemeja a Dios, pero no es su intención
[hacerlo] sino [que busca] algo más elevado. Por otra parte: en su trayectoria busca la
quietud. Al cielo nunca se le ocurre obra alguna para servir a una criatura que se halla
por debajo de él. Por este hecho se asemeja más a Dios. Para el que Dios nazca en su
Hijo unigénito, todas las criaturas son insensibles. Sin embargo, el cielo tiende hacia
aquella obra que Dios opera en sí mismo(367). Si el cielo y otras criaturas más bajas [que el
cielo] [ya] proceden así, [cuánto] más noble es el alma que el cielo.
365 La «luz simple» significa lo mismo que la «chispa» o el «fondo del alma».
366 Cfr. Augustinus, De trin, XIV c. 8 n. 11.
367 Quint (t. II p. 328 n. 3) ofrece una traducción explicatoria del pasaje que reza así: «Cuando Dios nace en su Hijo unigénito, todas las criaturas son insensibles para ello (es decir: esto no puede caer en suerte a ninguna criatura). Sin embargo, el cielo (en su anhelo de igualarse a Dios) tiende hacia la obra que opera Dios en sí mismo (es decir, el Nacimiento del Hijo)».
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Dice un maestro: El alma nace en sí misma y nace fuera de sí misma y vuelve a nacer
en sí misma. Es capaz de [hacer] milagros a su luz natural; es tan vigorosa que puede
separar lo que es uno. [El] fuego y [el] calor son uno. Si este [hecho] es concebido
por [el] entendimiento, él debe separarlo. En Dios [la] sabiduría y [la] bondad son uno;
si [la] sabiduría entra en [el] entendimiento, ella ya no piensa en la otra [= la bondad]. El
alma, de sí misma, da a luz a Dios de Dios en Dios; lo da a luz bien de sí misma; lo hace
porque da a luz a Dios en aquella parte donde es deiforme: ahí es una imagen de Dios.
He dicho también en otras ocasiones: Una imagen, en cuanto imagen, [y] aquello cuya
imagen es, nadie los puede separar [a uno de otro]. Cuando el alma vive en aquello en
que es imagen de Dios, entonces da a luz; en esto reside la verdadera unión, y todas las
criaturas no la pueden separar. ¡A despecho de Dios mismo, a despecho de los ángeles y
a despecho de las almas y de todas las criaturas, [digo yo] que allí donde el alma es imagen
de Dios, no la podrían separar [de Dios]! Esta es [la] unión genuina, en ella reside la
verdadera bienaventuranza. Algunos maestros buscan [la] bienaventuranza en [el] entendimiento(368).
Yo digo: [La] bienaventuranza no reside ni en [el] entendimiento ni en [la]
voluntad sino por encima [de ellos]: [la] bienaventuranza reside allí donde se halla [la]
bienaventuranza en cuanto bienaventuranza, [y] no como entendimiento, y donde Dios
se encuentra como Dios y el alma como imagen de Dios. Hay bienaventuranza allí donde
el alma toma a Dios como es Dios. Allí [el] alma es alma y [la] gracia, gracia y [la]
bienaventuranza, bienaventuranza y Dios, Dios.
Rogamos a Nuestro Señor nos conceda que nos unamos con Él de esta manera. ¡Que
Dios nos asista! Amén.
368 Véase especialmente Thomas, S. theol I II q. 3 a. 4.
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