viernes, 11 de diciembre de 2015

Santa Juana Francisca - Santos Epimaquio, Alejandro, Amonarión, Mercuria, Dionisia y otra compañera 12122015

Santa Juana Francisca

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día


Santa Juana Francisca de Chantal
 religiosa (1572-1641)
Ella misma nos da sus datos primeros: "Me llamo Juana Francisca Fremyot, natural de Dijón, capital del ducado de Borgoña. Soy hija del señor Fremyot, presidente del Parlamento de Dijón y de la señora Margarita de Barbysey".

Llevó una niñez y juventud propia de la nobleza a la que pertenecía. Era muy elegante, porte digno de cautivar a cualquiera: bondadosa, guapa, modesta, buena conversadora, rica en conocimientos y en piedad. Era una joven de su tiempo. Se enamoró locamente del barón Rabutín Chantal con el que se unió en matrimonio y al que amó con toda su alma. El barón supo corresponder a este amor. Cuando el barón estaba fuera de casa, parecía como si Francisca estuviera de luto. Cuando el baron llegaba, se arreglaba con las mejores galas, salía a recibirle y la alegría volvía a su rostro. Por ello cuando el Señor le pida el sacrificio de la vida de su esposo, ella le rogará con fuerzas: "Señor, pídemelo que quieras, estoy dispuesta a los mayores sacrificios con tal de que no te lo lleves". Y cuando murió lo lloró desconsoladamente durante mucho tiempo. Sus familiares y amigos creían que también ella iba a morir. Tanto fue lo que se desmejoró y enflaqueció que quedó reducida a los huesos.

Francisca es una maravillosa ama de casa. Todos la quieren y la admiran. Educa cristianamente a sus hijos a los que ama más que a sí misma. Los criados depondrán en el proceso de su Beatificación: "La Señora sirvió a Dios a quien mucho amaba y practicaba la virtud continuamente, pero sin llamar la atención. A nadie molestaba con sus rezos. Era muy atenta y buena con todos".

Las cruces no le faltarán nunca. Así no se apegará su corazón a las cosas de este mundo. En vez de refugiarse con su padre que la idolatraba o de quedarse en su palacio, decide marcharse al lado de su suegro que tiene un carácter déspota y agrio, como si fuera hecho de vinagre y hiel. Siete años a su lado, fueron cruces sin cuento las que hubo de sufrir la sensibilísima Francisca.

No todo había de ser desconsuelo y mano dura de parte del Señor. El santo Obispo de Ginebra -S. Francisco de Sales- pudo decir de ella: "Hallé en Dijón -donde vivía Francisca- lo que Salomón no pudo encontrar en Jerusalén: hallé a la mujer fuerte en la persona de la señora de Chantal".

El encuentro con San Francisco fue providencial. Iba un día montada a caballo y cerca de un bosque vio a un sacerdote venerable que rezaba fervorosamente su breviario. Poco después este mismo sacerdote vio en una especie de visión a una mujer joven, viuda, modesta. Un impulso interior le dijo que ésta sería el instrumento que el Señor le destinaba para la obra que pensaba llevar a cabo.

Vino a predicar aquel sacerdote a Dijón. Éste era el obispo de Ginebra San Francisco de Sales, empieza a extenderse y a echar sus cimientos esta cieron. La santa empezó a dirigirse con él y él vio que la obra de Dios iba por buen camino. De modo prodigioso y como si fueran Florecillas de San Francisco de Sales empieza a extenderse y a echar sus cimientos esta obra de las Religiosas de la Visitación. A las afueras de Annecy, en una modesta casita, se reúne un grupo de mujeres que quieren seguir del todo a Jesucristo.
Mucho hubieron de sufrir los dos santos. No faltaron habladurías y burlas, pero como era obra de Dios, la cosa siguió adelante. Un día la varonil Francisca se verá obligada a pasar por encima del cuerpo de su hijo que le impide siga la llamada de Dios. Mucho le amaba, pero era mayor el amor que sentía a su Dios. Por fin, el 13 de diciembre de 1641, cargada de buenas obras, la joven, la esposa, la viuda, la religiosa y la fundadora, partía a la eternidad. Sus hijas siguen su ejemplo.




Santos Epimaquio de Alejandría

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día


Santos Epimaquio, Alejandro, Amonarión, Mercuria, Dionisia y otra compañera, mártires
Conmemoración de los santos mártires de Alejandría de Egipto, Epimáquio y Alejandro, que en tiempo del emperador Decio, después de larga prisión y tormentos varios, fueron quemados por su fe en Cristo. Con ellos sufrieron el martirio las santas Amonarión, virgen, Mercuria, Dionisia y otra compañera, a las que, avergonzado el juez al verse vencido por las mujeres, y temiendo ser vencido también por la constancia que mostraban resistiendo los inauditos tormentos que les infligía, finalmente hizo decapitar.
En el año 250 la persecución de Decio hacía estragos en Alejandría y los magistrados buscaban activamente a los cristianos. Alejandro y Epímaco cayeron en sus manos. Como no titubearon en confesar el nombre de Cristo, se los cargó de cadenas y se los tuvo largo tiempo en confinamiento absoluto. Los mártires salieron victoriosos de aquélla prueba de su fe y de su paciencia. Entonces, los jueces los mandaron azotar, dieron orden de que les desgarrasen los costados con garfios y, finalmente los condenaron a perecer en la hoguera.

San Dionisio, Obispo de Alejandría, que presenció una parte del martirio de los dos santos, nos dejó los datos de su muerte; también menciona a otras cuatro cristianas que conquistaron la palma del martirio el mismo día y en el mismo sitio: la primera de ellas, Amonaria (o Amonarión), fue cruelmente torturada para obligarla a repetir las blasfemias que el juez le indicaba, pero ella se negó y fue condenada a morir, probablemente decapitada. La segunda, Mercuria, era ya anciana. La tercera, Dionisia, que tenía varios hijos, los encomendó a Dios y sufrió el martirio por su amor. No sabemos cómo se llamaba la cuarta. El juez, que estaba furioso por no haber logrado vencer a Amonaria, no quiso exponerse a otro fracaso, de suerte que condenó inmediatamente a muerte a las otras tres, sin someterlas a torturas previas.

A san Epímaco se lo identifica habitualmente con el santo mencionado en el elogio de san Goridiano, del Martirologio del 10 de mayo; las reliquias de Epímaco fueron trasladadas de Alejandría a Roma, y quedaron asociadas a las de Gordiano -con quien carecían de relación- por una posterior traslación en época de Carlomagno.

Todo lo que sabemos sobre san Epímaco, san Alejandro y sus compañeras de martirio, procede de un resumen de una carta de san Dionisio de Alejandría, que se halla en Eusebio, Hist. Eccl., lib. VI,41,17-18.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

No hay comentarios:

Publicar un comentario