Beata Paula Gambara Costa, viuda
fecha: 24 de enero
fecha en el calendario anterior: 31 de enero
n.: 1463 - †: 1515 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Gregorio XVI 14 ago 1845
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
fecha en el calendario anterior: 31 de enero
n.: 1463 - †: 1515 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Gregorio XVI 14 ago 1845
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
En
Binaco, cerca de Milán, en la Lombardía, beata Paula Gambara Costa, viuda, que
perteneció a la Tercera Orden Regular de San Francisco y se distinguió por la
paciencia con que soportó a su violento esposo hasta lograr su conversión, así
como por la caridad exquisita que demostró hacia los pobres.

Paula nació el 3 de marzo de 1463 en Brescia, al norte
de Italia, de padres nobles y piadosos, Giampaolo Gambara y Catalina
Bevilacqua. Con ocasión de su nacimiento, la familia repartió ayudas a
instituciones benéficas y a familias pobres. La joven recibió una buena
educación y fue orientada espiritualmente por el franciscano Andrés de
Quinzano. Desde la adolescencia fue muy admirada por su belleza y sobre todo
por el equilibrio y profundidad de sus virtudes cristianas. A pesar de su
tendencia a la vida de oración y de recogimiento, sus padres la dieron en
matrimonio, siendo muy joven, al conde Ludovico Antonio Costa, señor de Bene
Vagienna (Cúneo). Después de unas nupcias principescas y de una entrada
fastuosa en Piamonte, pues en Turín fueron acogidos por el mismo jefe del
estado, el duque Carlos I de Saboya, establecieron su domicilio conyugal en el
señorío del esposo. Pronto tuvieron un hijo a quien llamaron Juan Francisco.
Al principio, Paula siguió llevando el estilo de vida
espiritual y piadosa del ambiente de su casa, aunque en un nuevo contexto de
lujo y disipación. Pero, poco a poco, teniendo que participar en la vida de
sociedad, se fue dejando conquistar por el fausto y la ostentación de los usos
y costumbres del mundo que la envolvía. La Providencia, sin embargo, velaba por
ella y no tardó en reconducirla al buen camino. En efecto, para su futuro
espiritual fue decisivo el encuentro con el beato Ángel
Carletti de Chivasso, sacerdote franciscano piamontés, figura
eminente en su Orden y predicador afamado, a quien escuchó predicar y a quien
confió la guía de su alma. Bajo su dirección, Paula, abandonando los usos y
costumbres mundanos que había ido adoptando después de su matrimonio, volvió a
la vida interior y devota de su adolescencia; pero, lejos de refugiarse en la
huida o desprecio del mundo para hacer penitencia, se comprometió a vivir su
conversión permaneciendo en el mundo, en el lugar a que la había llevado la
Providencia y en medio de la gente de su clase y condición. Allí, según su
director espiritual, tenía que demostrar que es posible vivir de manera
coherente con la fe y el Evangelio en cualquier ambiente y circunstancias.
Entró a formar parte de la Tercera Orden de San Francisco y desde entonces se
consagró a cuidar más de los pobres y necesitados. Entre los años 1493-1503
hubo una hambruna que dio ocasión a Paula para ejercitar la generosidad con los
muchos indigentes que acudían a sus puertas.
El esposo, que no comprendía ni aprobaba el cambio
operado en su mujer, se volvió más soberbio, avaro, duro, disoluto; Paula
estuvo como prisionera, y no pocas veces el conde la maltrataba a golpes,
bofetadas e inclusive patadas; se volvió cruel hacia ella y la humilló hasta el
extremo, dando pie a que la misma servidumbre no tuviera respeto alguno a su
señora. Ludovico, que tenía una amante, acabó acogiéndola en su propia casa por
más de diez años, a la vista de su mujer, de los domésticos y de la gente del
entorno. Paula, aconsejada por el beato Ángel, no explotó ni simplemente se
resignó; reaccionó, sí, pero no como enemiga o víctima, sino como esposa
enamorada y preocupada por salvar a su marido de las redes pasionales que lo
aprisionaban y lo llevaban a la perdición. En 1504 la amante del conde enfermó
gravemente y todos la abandonaron. Solamente Paula se dedicó a cuidarla y la
preparó para morir reconciliada con Dios.
Finalmente, el sacrificio y comportamiento de Paula
dieron su fruto: el conde comprendió la calidad humana y espiritual tan elevada
de su esposa, se convirtió de su vida disipada y le permitió a Paula llevar
externamente el hábito franciscano y practicar libremente sus obras de piedad y
de caridad. Sucedió que el conde cayó gravemente enfermo, y ella lo cuidó como
esposa amante y enfermera suya; además, en sus oraciones lo encomendó al beato
Ángel, que había fallecido en Cúneo. Ludovico se curó y fue en peregrinación a
visitar la tumba del Beato; el relato de esta curación se incluyó en las actas
para la beatificación del P. Ángel. Cuando más tarde Paula quedó viuda, se
dedicó con total entrega a educar al hijo y a asistir a los pobres y enfermos.
Muchas veces el Señor premió su caridad con prodigios. Murió en Bene Vagienna (Cúneo),
donde había vivido de casada, el 24 de enero de 1515. El pueblo la veneró de
inmediato, apreciando en ella sobre todo su modo de vivir el matrimonio con
aquel marido; en su tierra natal subsiste el dicho: «Ha sido probada como la
beata Paula». Su culto inmemorial fue confirmado por el papa Gregorio XVI el 14
de agosto de 1845.
Nota de ETF: Por muy admirable que pueda ser la virtud
heroica de la beata Paula soportando la crueldad de su marido, debe tenerse
especial cuidado en no creer que eso constituye un ejemplo a seguir por
cualquier mujer, por cristiana que sea, que sufre maltrato. Esa virtud que la
beata desplegó fue un especial don de Dios, y no es ni debe considerarse la
situación normal de una mujer que sufre malos tratos. Proteger la propia integridad,
psíquica y psicológica, así como la de los hijos, es lo que normalmente debe
hacer una persona, salvo que luego de una difícil y riesgosa penetración a
través de la oración y la charla espiritual, se descubra que ese camino de
humillación es un especial llamado de Dios a participar de su pasión, como en
el caso de ésta y otras santas mujeres cristianas a lo largo de la historia.
Tomado de Ferrini-Ramírez, Santos franciscanos para
cada día. Asís, Ed. Porziuncola, 2000, pp. 30-31, que a nuestra vez copiamos
del Directorio Franciscano.
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o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=303
Beatos Guillermo Ireland y Juan Grove, mártires
fecha: 24 de enero
†: 1679 - país: Reino Unido (UK)
canonización: B: Pío XI 15 dic 1929
hagiografía: Abel Della Costa
†: 1679 - país: Reino Unido (UK)
canonización: B: Pío XI 15 dic 1929
hagiografía: Abel Della Costa
En
Londres, en Inglaterra, beatos mártires Guillermo Ireland, presbítero de la
Orden de la Compañía de Jesús, y Juan Grove, su ayudante, quienes, durante el
reinado de Carlos II, acusados falsamente de sedición, sufrieron en Tyburn el
martirio por su fe en Cristo.
refieren a este santo: Beato Tomás
Pickering
Ver más información en:
Mártires de la persecución en Inglaterra (1535 - 1681)
Mártires de la persecución en Inglaterra (1535 - 1681)

Como lo hemos mencionado en otros artículos, el «Titus
Oates plot» fue un complot ficticio supuestamente descubierto (pero en realidad
creado por él) por el sacerdote protestante Titus Oates, que venía a denunciar
en 1678 un plan de los católicos -especialmente de los jesuitas- de acabar con
el rey Carlos II; la supuesta conspiración sirvió como excusa para acabar con
algunos católicos sospechosos, aunque fue a su vez descubierta la falsedad de
la trama unos años más tarde, y Titus Oates condenado a muerte por perjurio.
William Ireland y John Grove fueron denunciados por el propio Oats.
William Ireland (1636-1679, imagen) trabajó durante 10
años en Flandes, en espera de regresar a su Inglaterra natal. Cuando finalmente
pudo hacerlo, se desempeñó como procurador (responsable de las finanzas) de la
Compañía de Jesús por sólo un año, antes de convertirse en la primera víctima
de la conspiración de Titus Oates. Ireland había estudiado en el Colegio Inglés
de Saint-Omer, Holanda, y entró en el noviciado jesuita con 19 años de edad.
Después de estudiar teología en Lieja, fue ordenado en 1667. Finalmente, pudo
regresar a Inglaterra en junio de 1677 y se estableció en Londres, donde
utilizaba el alias de "Ferretero", mientras se ocupaba de los asuntos
financieros de la misión jesuita.
John Grove era laico, y asistente legal del P.
Ireland. Las últimas palabras de Grove en la horca fueron: «Somos inocentes,
perdemos la vida injustamente. Rogamos a Dios que perdone a los causantes de
esto.»
El P. Ireland y Grove fueron llevados a Tyburn el 24
de enero de 1679. El pueblo de Londres descargó sobre ellos piedras e insultos,
y fueron arrastrados al patíbulo, donde fueron ahorcados, y luego sus cuerpos
fueron descuartizados. Fueron beatificados en 1929 por SS Pío XI.
Hemos utilizado datos del web jesuita y
de la Catholic
Encyclopedia.
Abel Della Costa
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
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