can.: pre-congregación
país: África Septentrional - †: c. 361
país: África Septentrional - †: c. 361
En Lemelléfa, en África, conmemoración de los santos
Primo y Donato, diáconos y mártires, que por defender el altar de la iglesia
murieron a manos de los herejes.
San Marón, eremita
fecha: 9 de febrero
fecha en el calendario anterior: 14 de febrero
†: c. 423 - país: Siria
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 14 de febrero
†: c. 423 - país: Siria
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
un monte cercano a Apamea, en Siria, san Marón, eremita, muerto tras una vida
de áspera penitencia e intensa piedad. Se fundó después, sobre su sepulcro, un
célebre monasterio, en torno al cual fue configurándose la comunidad cristiana
a la que dio nombre.

San
Marón eligió una morada solitaria no lejos de la ciudad de Cirrus en Siria, y
allí, por espíritu de mortificación, vivía casi siempre a la intemperie. Cierto
es que tenía una pequeña cabaña cubierta con pieles de cabra para guarecerse en
caso de necesidad, pero rara vez la utilizaba. Encontró las ruinas de un templo
pagano, lo dedicó al verdadero Dios, y lo convirtió en casa de oración. San
Juan Crisóstomo, que lo estimaba mucho, le escribía desde Cucusus, donde estaba
desterrado, y se encomendaba a sus oraciones, rogándole le diera noticias suyas
con la mayor frecuencia posible. San Marón había tenido por maestro a san
Zebino, cuya asiduidad en la oración era tal, que se dice que pasaba días y
noches enteras orando, sin experimentar cansancio. Generalmente rezaba de pie,
aunque cuando ya era muy anciano, tenía que sostenerse con un báculo. A los que
iban a consultarle, respondía con la mayor brevedad posible; tan deseoso estaba
de pasar todo su tiempo en conversación con Dios.
San
Marón imitó a su maestro en la constancia en la oración, pero trataba a sus
visitantes de modo diferente. No sólo los recibía con suma bondad, sino que los
invitaba a que se quedaran con él, aunque muy pocos estaban dispuestos a pasar
toda la noche en pie, rezando. Dios recompensó sus trabajos con gracias
abundantísimas y con el don de curar enfermedades tanto corporales como
espirituales. No es sorprendente por tanto, que su fama como consejero
espiritual se extendiera por todas partes. Esto le atrajo grandes multitudes,
Formó a muchos santos ermitaños y fundó monasterios; sabemos que, cuando menos,
tres grandes conventos llevaron su nombre. Teodoreto, obispo de Cirrus, dice
que los numerosos monjes que poblaron su diócesis fueron formados por las
instrucciones del santo. San Marón fue llamado al premio después de una corta
enfermedad, la cual dice Teodoreto, reveló a todos la gran debilidad a que
estaba reducido su cuerpo. Los pueblos vecinos se disputaron sus restos.
Finalmente obtuvieron el cuerpo los habitantes de un centro relativamente
populoso y construyeron sobre su tumba una espaciosa iglesia con un monasterio
anexo, cerca de la fuente de Orontes, no lejos de Apamea.
Es
opinión común que los maronitas, cuya mayoría vive ahora en el Líbano y tienen
una larga y honrosa historia entre los católicos de rito oriental, tomaron su
nombre de este monasterio, Bait-Marun. Veneran a San Marón como a su patriarca,
y lo nombran en el canon de la misa, de acuerdo con su rito. También veneran a
San Juan Maro, de quien se dice que fue su obispo en las postrimerías del siglo
siete, pero aun su misma existencia es dudosa.
Casi
todo lo que se sabe acerca de San Marón se deriva del Philoteus de Teodoreto y
de San Juan Crisóstomo. Sobre los orígenes de los maronitas, véase S. Vailhé en
Echos d´Orient para 1901, 1902 y 1906; y P. Dib en DTC., vol. X, cc. l ss.
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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o última modificación relevante: ant 2012
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