San Hilario de Arlés, eremita y obispo
fecha: 5 de mayo
n.: c. 400 - †: 449 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 400 - †: 449 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Arlés, en la región de Provenza, san
Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue
promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando con sus propias
manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno y viajando a
pie, manifestó a todos su amor por la pobreza. Entregado a la oración, los
ayunos y las vigilias, y perseverando en una predicación continua, mostró la
misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en
destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata que se
conservaban en la basílica de la ciudad.
refieren a este santo: San Caprasio, San Euquerio de
Lyon, San Honorato de
Arlés, San León I Magno, San Lupo de
Troyes

Ignoramos dónde nació san Hilario, pero
sabemos que descendía de una noble familia y que era pariente cercano de san Honorato,
fundador y primer abad del monasterio de Lérins. Hilario, que había recibido
una excelente educación y poseía dotes excepcionales, tenía un brillante
porvenir en el mundo. Pero san Honorato, que le quería mucho, estaba convencido
de que Dios le tenía destinado a mayores cosas. Así pues, el santo abad
abandonó algún tiempo su retiro para ir a persuadir a Hilario de que entrase en
la vida religiosa. Como el joven permaneciese inconmovible, san Honorato le
dijo al despedirse: «Voy a obtener de Dios lo que no he podido obtener de ti».
El cielo respondió pronto a sus oraciones. Dos o tres días después, Hilario
sufrió un violento combate interior: «Por una parte sentía yo que el Señor me
llamaba, pero por otra parte, me atraía el mundo. Mi voluntad oscilaba de un
extremo al otro: unas veces consentía y otras veces se negaba. Pero al fin,
Cristo triunfó en mí». Hilario jamás se arrepintió de su decisión.
Inmediatamente distribuyó su herencia entre los pobres y fue a reunirse con san
Honorato en Lérins. De la vida santa y feliz que llevó entre los monjes nos
dejó una hermosa descripción; pero Dios no le tenía destinado a permanecer ahí
mucho tiempo. El año 426, san Honorato fue elegido obispo de Arles. Como era ya
anciano, necesitaba de la ayuda y de la compañía de su mejor amigo. Hilario
hubiese querido permanecer en Lérins; pero san Honorato fue personalmente a
buscarle y los dos santos vivieron juntos hasta la muerte del obispo. Aunque
muy afligido de haber perdido a su padre en Cristo, Hilario no pudo menos de regocijarse
ante la perspectiva de volver a Lérins. Había ya emprendido el viaje, en
efecto, cuando unos mensajeros de Arles le comunicaron que la ciudad deseaba
elegirle arzobispo. Hilario no tuvo más remedio que aceptar y fue consagrado a
los veintinueve años de edad.
El santo siguió practicando, en su alta
dignidad, las austeridades del claustro, al mismo tiempo que desempeñaba con
enorme energía sus deberes pastorales. Apenas se permitía lo indispensable para
la vida, empleaba la misma capa en verano e invierno y viajaba siempre a pie.
Además de consagrar a la oración las horas prescritas, practicaba también el
trabajo manual y daba el producto a los pobres. Su celo por el rescate de los
cautivos era tan grande, que vendió los objetos preciosos de las iglesias y se
contentó con un cáliz y una patena de vidrio. Era un gran orador y sabía
adaptar su lenguaje a las diversas circunstancias, de suerte que hasta los más
ignorantes podían entenderle. El santo obispo construyó varios monasterios y
visitó infatigablemente todos los de su diócesis, resuelto a conservar un alto
nivel de disciplina y buenas costumbres entre sus sufragáneos y su clero. San
Hilario presidió varios sínodos; pero su celo y tal vez su temperamento, un
tanto autoritario, le pusieron más de una vez en graves dificultades. Los
límites de la Provincia del metropolitano de la Galia del sur no habían sido
nunca fijados exactamente. En una ocasión en que san Hilario se hallaba en el
territorio en disputa, depuso a un obispo llamado Celedonio, acusado de haberse
casado con una viuda antes de recibir las órdenes sagradas y de haber dictado
una sentencia de muerte cuando era magistrado. Ambos cargos constituían
impedimentos dirimentes para el episcopado. Celedonio fue a Roma y probó su
inocencia ante el Papa san León Magno. En cuanto Hilario supo que Celedonio
había ido a Roma, se dirigió allá también él. El santo asistió ahí a un
Concilio, no para defender su causa, sino para probar que se trataba de un caso
que caía bajo la jurisdicción de los representantes del Papa en la Galia y, ni
siquiera se quedó a esperar la sentencia del Concilio. Sabía que le vigilaban y
temía que le obligasen a comulgar con Celedonio, por lo que abandonó
secretamente la ciudad y retornó a Arles. El Concilio dictó sentencia contra
él. Poco después, fue acusado nuevamente ante la Santa Sede. San Hilario había
nombrado a un obispo cuando su antecesor se hallaba agonizante, pero no había
muerto aún. El antecesor recobró la salud, de suerte que los dos obispos
empezaron a disputarse el gobierno de la diócesis. San Hilario apoyó al que él
había nombrado, tal vez porque el otro obispo estaba demasiado débil para
desempeñar sus funciones; pero san León, a cuya decisión se remitieron los
contendientes, determinó con razón que el proceder de san Hilario había sido
ilegal y podía conducir al cisma, le reprendió severamente, le prohibió nombrar
obispos y transfirió la dignidad de metropolitano al obispo de Fréjus.
Sabemos muy poco sobre los últimos años de
san Hilario, fuera de que siguió gobernando su diócesis con el mismo celo y que
murió a los cuarenta y nueve años. Seguramente que se reconcilió con el Papa,
ya que san León, en una carta que escribió a su sucesor en la sede de Arles,
habla de «Hilario, de santa memoria». En base a pruebas muy insuficientes,
algunos autores han acusado a san Hilario de semipelagianismo; pero, si bien el
santo no estaba de acuerdo con los términos en que san Agustín había formulado
la doctrina de la predestinación, sus opiniones personales eran perfectamente ortodoxas.
La biografía que se atribuye en Acta
Sanctorum a un tal Honorato, supuesto obispo de Marsella (mayo, vol. II) , fue
probablemente escrita por Reverencio, a principios del siglo VI. Se trata de
una obra de edificación, que pretende reproducir las memorias de un
contemporáneo de san Hilario y carece en realidad de valor histórico. Ver sobre
este punto B. Kolon, Vita S. Hilarii Arelatensis (1925), y cf. Hefele-Leclerq,
Histoire des Conciles, vol. II, pp. 477-478; Bardenhewer, Altkirchlichen Literatur,
vol. IV, p. 571.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1498
San Mauronto, abad
fecha: 5 de mayo
n.: 634 - †: 702 - país: Francia
otras formas del nombre: Mauruncio, Maurand
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 634 - †: 702 - país: Francia
otras formas del nombre: Mauruncio, Maurand
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Marchiennes, en la Galia Bélgica, san
Mauronto, abad y diácono, que fue discípulo de san Amando.

San Mauronto nació en Flandes el año 634.
Era el hijo primogénito de Adalbaldo y Gertrudis. Pasó su juventud en la corte
del rey Clodoveo II y de la reina Batilde, donde ocupó varios cargos de
importancia. A la muerte de su padre, volvió a Flandes a poner en orden los
asuntos de su casa y a hacer arreglos para su propio matrimonio. Pero Dios le
tenía escogido para la vida religiosa. El instrumento del que se valió para
guiar al joven hacia su verdadero camino fue san Amando,
obispo de Maestricht, que vivía entonces retirado en el monasterio de Elnone.
El santo prelado predicó un sermón que impresionó tan profundamente a Mauronto,
que decidió retirarse al punto al monasterio de Marchiennes. En dicho
monasterio se le confirió el diaconado.
El santo construyó en sus tierras de
Merville de la diócesis de Thérouanne la abadía de Breuil, de la que fue primer
abad. Cuando el rey Teodorico III desterró de Sens a san Amado y
le mandó retirarse a Breuil, san Mauronto, que tenía en alta estima a san
Amado, le cedió el puesto de superior y le prestó obediencia hasta su muerte,
ocurrida el año 690. Entonces san Mauronto reasumió las funciones abaciales. Santa Rictrudis,
en su lecho de muerte, confió al santo la supervisión del doble monasterio de
Marchiennes, del que era abad santa Clotsinda, hermana de san Mauronto. El
santo se hallaba en Marchiennes, cuando le sobrecogió una enfermedad que le
llevó al sepulcro.
El artículo sobre san Mauronto (Acta
Sanctorum, mayo, vol. II) se basa casi exclusivamente en la biografía de santa
Rictrudis.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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