El indígena, aquel que debe morir
2016-07-06
La
cuestión indígena es un problema nunca resuelto en las políticas públicas
brasileras. Una gran parte fue exterminada desde el tiempo de la colonización y
hoy componen solamente el 0,4% de la población, lo que equivale a 817 mil
personas que conforman 300 pueblos. Viven muy concentrados en solo 200
municipios de los más de cinco mil que existen en Brasil.
Prácticamente
ellos no cuentan. Sólo a partir de 1991 comenzaron a entrar en el censo
poblacional efectuado por el IBGE.
La
cuestión se ha agudizado este año, como lo ha estado siempre, con el asesinato
de Clodiode Aquileu Rodrigues de Souza, un guarani-kaiowá, de 26 años, agente
de salud, muerto a tiros en la hacienda Yvu, en Caarapó, a 273 km de Campo
Grande en Mato Grosso del Sur. Otros cinco miembros de la comunidad fueron
heridos, entre ellos un niño de 12 años. Cerca de 200 camionetas y automóviles
rodearon las tiendas de los indígenas que habían hecho una “retomada”, como
ellos dicen, de tierras que les pertenecían desde siempre. Llegaron y fueron
disparando balas de goma y balas letales.
Los
guarani-kaiowá vivían en esa región desde tiempos inmemoriales, pero a partir
de 1882 empezaron a ser expulsados para dar lugar a la plantación de
yerba-mate.
Posteriormente,
el gobierno comenzó a vender las tierras con la intención de crear haciendas
para plantaciones de soja y cría de ganado. Los indígenas quedaron recluidos en
8 pequeñas áreas, pero a medida que la población crecía se sentían forzados a
salir. Entonces comenzó a ganar fuerza la idea de retomar las tierras que
siempre fueron suyas.
Se
creó un conflicto peligroso entre los nuevos propietarios que mostraban su
documentación de compra y los indígenas que argumentaban ser los dueños
originales de aquellas tierras.
Hubo
varios enfrentamientos. Especialmente Mato Grosso del Sur fue escenario de
varias muertes. A finales de agosto de 2015, Semião Fernandes Vilhalva, de 24
años, fue bárbaramente ejecutado con un tiro en la cabeza.
En
2013, Ambrósio Vilhalba, de 52 años fue asesinado a puñaladas cerca de
Dourados.
En
2001 ocurrió algo más grave. El cacique Nísio Gomes de 59 años fue cercado y
eliminado por hombres armados al mando de hacendados.
Lo
que sucedió en Caarapó es la continuación de los enfrentamientos por tierras
que el Gobierno tarda en delimitar. Apenas un tercio de las tierras están
delimitadas, otro tercio se encuentran en estudio y el último tercio ni
siquiera ha entrado en la agenda todavía.
Pero
la decisión de los indígenas es clara: «Nuestro futuro depende de nuestro
territorio, de nuestra tierra. Pretendemos hacer cada vez más “retomadas”
porque estamos cansados de la demora del gobierno brasilero en delimitar
nuestra tierra. Tomamos una posición y decidimos que esa era nuestra única
salida», dice Gomes, el líder indígena del área donde está la hacienda Yvu.
Hay
una cuestión mal planteada por parte del gobierno que hace compleja la
delimitación y es fuente de conflictos permanentes. Por legislación, los
indígenas no integrados son considerados como relativamente incapaces (artículo
8º del Estatuto del Indio). Ellos no tienen derecho de propiedad privada sobre
las tierras delimitadas, consideradas colectivas y tuteladas por la FUNAI.
Además la Constitución prohíbe la comercialización de estas tierras (art. 231,
§4º), considerándolos menores de edad.
Si
tuvieran ese derecho, podrían tener otra relación con los latifundistas que,
sabiendo que los indígenas no son propietarios, invaden sus tierras para la
plantación de soja o la cría de ganado. Más prudente sería considerarlos
adultos y entregar títulos de propiedad privada de la tierra a la que los
pueblos indígenas tienen derecho y dejarlos organizarse en las formas de
producción que les son peculiares e incorporando las formas modernas.
Esta
ausencia de una solución definitiva para esos pueblos originarios, genera en
ellos inmenso sufrimiento, inseguridad y hasta desesperación. Hay un número
significativo de suicidios. El organismo de la Iglesia católica que trabaja la
cuestión indígena, el CIMI, computó en la última estadística de 2014 un
suicidio cada tres días. La mortalidad infantil es altísima. En 2014, 785 niños
menores de 5 años murieron por enfermedades evitables. Esto ocurre
especialmente entre los xavantes de Mato Grosso.
Esto
nos recuerda la denuncia hecha por algunos obispos misioneros que publicaron un
impresionante documento: “y-juca-pirama. El indio: aquel que debe morir”.
Guarda permanente actualidad y traduce la situación actual de los pueblos
originarios de nuestro país.
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