Beatos
Constantino Carbonell Sempere, Pedro Gelabert Amer y Raimundo Grimaltós
Monllor, religiosos mártires 
can.: B: Juan Pablo II 11 mar 2001
país: España - †: 1936
país: España - †: 1936
En la localidad de
Tavernes de Valldigna, en la región de Valencia, en España, beatos mártires
Constantino Carbonell Sempere, presbítero, Pedro Gelabert Amer y Raimundo
Grimaltós Monllor, religiosos, de la Orden de la Compañía de Jesús, que
sufrieron el martirio durante la persecución contra la fe.
233 Mártires de la
persecución religiosa en Valencia (1936)
El 11 de marzo de 2001 SS Juan Pablo II beatificó a 233 mártires
de la Guerra Civil Española, que tienen en común, además, que fueron ejecutados
en la región de Valencia, España, o por proceder de esa región su causa de
beatificación fue cursada en este grupo.
En este grupo:
El
nombre del beato José Aparicio Sanz encabeza la lista de 233 mártires
pertenecientes a distintos subgrupos que dieron testimonio cruento de su fe en
Valencia, España, en el contexto histórico de la Guerra Civil española. Cada
uno de ellos está inscripto en la fecha de su martirio, pero puesto que fueron
beatificados todos juntos por SS Juan Pablo II el mismo día, 11 de marzo de
2001, reseñamos aquí con la información del sitio del Vaticano, al par que en
cada fecha correspondiente se podrá encontrar -en la medida en que la
consigamos- la información individual.

Durante
el primer semestre de 1936, después del triunfo del Frente Popular, formado por
socialistas, comunistas y otros grupos radicales, se produjeron atentados a la
religión más graves que los que se venían produciendo desde el inicio de la
Segunda República, con nuevos incendios de templos, derribos de cruces,
expulsiones de párrocos, prohibición de entierros y procesiones, etc., y
amenazas de mayores violencias.
Éstas
se desataron, con verdadero furor, después del 18 de julio de 1936 (formal
inicio de la guerra civil). España volvió a ser tierra de mártires desde esa
fecha hasta el 1 de abril de 1939, pues en la zona republicana se desencadenó
la mayor persecución religiosa conocida en la historia desde los tiempos del
Imperio Romano, superior incluso a la de la Revolución Francesa. Fue un trienio
trágico y glorioso a la vez, el de 1936 a 1939. Al finalizar la persecución, el
número de mártires ascendía a casi diez mil: 13 Obispos; 4.184 Sacerdotes
diocesanos y seminaristas, 2.365 Religiosos, 283 Religiosas y varios miles de
seglares, de ambos sexos, militantes de Acción Católica y de otras asociaciones
apostólicas, cuyo número definitivo todavía no es posible precisar.
El
testimonio más elocuente de esta persecución lo dio Manuel de Irujo, ministro
del Gobierno republicano, que en una reunión del mismo celebrada en Valencia
-entonces capital de la República-, a principios de 1937, presentó el siguiente
Memorándum:
«La
situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el
territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente: a) Todos los altares,
imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido
destruidos, los más con vilipendio. b) Todas las iglesias se han cerrado al
culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido. e) Una gran parte
de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron. d) Los
parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias,
candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aún han aprovechado para
la guerra o para fines industriales sus materiales. e) En las iglesias han sido
instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles,
refugios y otros modos de ocupación diversos. f) Todos los conventos han sido
desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios,
objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados,
ocupados y derruidos. g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos
a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien
amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha
dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona
y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles
sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso. h) Se ha
llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y Objetos de
culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior
de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio
y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se
relaciona o lo recuerde.»
Y el
cardenal arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal y Barraquer (1868-1943), que
se hallaba refugiado en Italia y fue invitado por el Gobierno republicano en
1938 para que regresara a su diócesis, dijo:
«¿Cómo
puedo yo dignamente aceptar tal invitación, cuando en las cárceles continúan
sacerdotes y religiosos muy celosos y también seglares detenidos y condenados,
como me informan, por haber practicado actos de su ministerio, o de caridad y
beneficencia, sin haberse entrometido en lo más mínimo en partidos políticos,
de conformidad a las normas que les habían dado?». Y añadía: «Los fieles todos, y en particular
los sacerdotes y religiosos, saben perfectamente los asesinatos de que fueron
víctimas muchos de sus hermanos, los incendios y profanaciones de templos y
cosas sagradas, la incautación por el Estado de todos los bienes eclesiásticos
y no les consta que hasta el presente la Iglesia haya recibido de parte del
Gobierno reparación alguna, ni siquiera una excusa o protesta.»
A los
sacerdotes, religiosos y seglares que entregaron sus vidas por Dios el pueblo
comenzó a llamarles mártires porque no tuvieron ninguna implicación política ni
hicieron la guerra contra nadie. Por ello, no se les puede considerar caídos en
acciones bélicas, ni víctimas de la represión ideológica, que se dio en las dos
zonas, sino mártires de la fe. Los mártires que hoy beatifica el Santo Padre
demuestran la unidad y diversidad eclesial y esta celebración resulta
pastoralmente significativa, porque ve unidos en un único rito a muchos
mártires de una misma archidiócesis y tiene las siguientes características:
-la
representatividad eclesial del grupo de mártires,pues hay sacerdotes,
religiosos y seglares, que son expresión de los numerosos carismas y familias
de vida consagrada;
-la
representatividad de la Iglesia en España, porque este grupo representa 37
diócesis. Todos ellos se encontraban en Valencia desarrollando sus respectivos
ministerios y actividades apostólicas y algunos de ellos han sido unidos en el
proceso por competencia, en base a la normativa canónica vigente;
-el
elevado número de sacerdotes seculares y de seglares, pues es la primera vez
que son beatificados 40 miembros de los presbíteros diocesanos de Valencia (37)
y Zaragoza (3), así como 22 mujeres y 20 hombres y jóvenes, miembros de la
entonces floreciente Acción Católica Española y de otras asociaciones de
apostolado seglar, de todas las edades, profesiones y estado social;
-el
actual contexto pastoral favorable, que ha despertado interés en las diócesis
españolas hacia esta página gloriosa de la reciente historia. Ésta había
quedado un tanto olvidada, pero testimonia la fe y la fidelidad de la Iglesia
en España y, más en concreto, en Valencia que tuvo sus orígenes a principios
del siglo IV en el martirio del diácono Vicente. El desarrollo de los procesos,
las correspondientes catequesis y la "fama martyrii" han llevado a
las comunidades cristianas a un mayor interés y devoción hacia los mártires.
Por
ello, la beatificación de todos ellos juntos es sumamente oportuna y es de
desear que susciten una vida cristiana más intensa, un mayor fervor espiritual
y un renovado interés por mantener viva la memoria de estos gloriosos testigos
de la Fe.
La página del sitio del Vaticano de donde lo hemos tomado contiene más
información, así como la lista de los 233 beatificados, y bibliografía
pertinente sobre el tema. También puede leerse la homilía de SS Juan Pablo II en la misa de beatificación, en la
Plaza de San Pedro.
La imagen que acompàña la sección de los 233 mártires es un detalle del sepulcro de mármol del siglo IV tradicionalmente asignado a san Vicente mártir, que se encunetra en el Museo de San Pío V de la ciudad de Valencia; esta imagen se utilizó como símbolo gráfico para los actos de la beatificación.
La imagen que acompàña la sección de los 233 mártires es un detalle del sepulcro de mármol del siglo IV tradicionalmente asignado a san Vicente mártir, que se encunetra en el Museo de San Pío V de la ciudad de Valencia; esta imagen se utilizó como símbolo gráfico para los actos de la beatificación.
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