can.: pre-congregación
país: Turquía - †: s. IV
país: Turquía - †: s. IV
Conmemoración de los
santos mártires Basa y sus tres hijos, Teognis, Agapio y Pistio, de quienes se
dice que Basa, la madre, sufrió el martirio en la isla de Alonia, y los hijos
en Edesa.
San Sidonio Apolinar, obispo
fecha: 21 de agosto
n.: c. 432 - †: c. 479 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 432 - †: c. 479 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Auvernia, en Aquitania, san Sidonio
Apolinar, que era prefecto de la ciudad de Roma cuando fue ordenado obispo de
Auvernia, y muy bien formado en lo divino y lo humano, dueño asimismo de gran
fortaleza cristiana, se enfrentó a la ferocidad de los bárbaros como padre de
la Iglesia y doctor insigne.
refieren a este santo: San Eufrasio de
Auvernia, San Euquerio de
Lyon, San Fausto de
Riez, San Lupo de
Troyes, San Mamerto de
Vienne, San Paciente de
Lyon, San Remigio de
Reims

Gayo Solio Apolinar Sidonio, soldado,
poeta, hombre de Estado, caballero de la corte y obispo, nació en Lyon hacia el
año 430. Pertenecía a una de las más nobles familias de la Galia. Su padre y su
abuelo, ambos llamados Apolinar, habían sido prefectos del pretorio. Sidonio
tuvo los mejores maestros de artes y ciencias y llegó a ser uno de los más
célebres poetas y oradores de su tiempo. Sus cartas muestran que fue siempre
muy devoto, extraordinariamente afectuoso, bondadoso y compasivo. Por otra
parte, no era un censor exagerado, ya que no levantó la voz contra las
iniquidades de su época, en tanto que Salviano escribía páginas incendiarias
contra la corrupción de la Galia.
San Sidonio contrajo matrimonio con
Papianila, de la que tuvo un hijo y tres hijas. Papianila era hija de Avito,
quien ascendió al trono imperial romano el año 455. Sidonio escribió un
panegírico en honor de su suegro, quien se lo agradeció poniendo su estatua
entre las de los poetas en el Foro de Trajano. Avito, de quien lo menos que se puede
decir es que era un hombre débil, hubo de renunciar a la corona imperial a los
diez meses de reinado y murió en el camino a Auvernia. Su sucesor, Mayoriano,
tomó la ciudad de Lyon y amenazó a los habitantes de la región. Sidonio salió
entonces de la oscuridad para escribir un panegírico en su honor. El nuevo
emperador fue asesinado el año 461 por Ricimero el Godo, quien cedió la corona
imperial a Severo. Ese cambio obligó a Sidonio a abandonar la corte y retirarse
a Auvernia. A los cuatro años de reinado, Severo fue envenenado por Ricimero.
Antemio fue elegido emperador el año 467. San Sidonio hizo un viaje a Roma para
arreglar ciertos asuntos de su provincia. Deseoso del restablecimiento del
Imperio, escribió otro brillante panegírico. Los débiles emperadores de aquella
época eran muy sensibles a las alabanzas y por lo tanto, Sidonio fue nombrado
prefecto de la ciudad. Pero Antemio no correspondió a las esperanzas del santo.
Como la vida se le hiciese difícil en Roma, Sidonio retornó a la Galia, donde tenía
a su esposa y su familia y donde se hallaban sus posesiones.
Poco después, la Iglesia llamó a Sidonio a
su servicio. La diócesis de Arvenum, que desde entonces empezó a llamarse de
Clermont en Auvernia, quedó vacante, y el pueblo y los prelados de la región
eligieron obispo a san Sidonio. En efecto, además de sus cualidades de carácter
y de inteligencia, el santo era el hombre mejor preparado para sostener el
poder galo-romano contra los visigodos. Sidonio trató de hurtar el cuerpo a la
elección, alegando su incapacidad, pero finalmente debió ceder. Desde ese
instante, renunció a la poesía ligera, que hasta entonces había sido su gran
entretenimiento, y se consagró totalmente a los estudios propios de su estado.
Aun en su estado laico conocía ya un poco de teología, de suerte que pronto se
convirtió en una autoridad, y los obispos iban a consultarle. Pero el santo era
más bien reservado y, no queriendo tomar una decisión en las dificultades de
otros, solía aconsejarles que acudiesen a personas de mayor autoridad, alegando
que no podía constituirse en maestro de aquellos de cuyo consejo estaba el
mismo tan necesitado. San Lupo de
Troyes, quien siempre le profesó gran cariño y admiración, le
escribió una carta con motivo de su elevación al episcopado, en la que le decía
entre otras cosas: «En adelante no debéis mostrar el elevado cargo que ocupáis
por el aparato exterior, sino por la profunda humildad de corazón. Habéis sido
elevado por encima de los demás; pero debéis consideraros como el último de los
cristianos e inferior a todos. Aprestáos a besar los pies de aquellos a quienes
antiguamente habrías considerado indignos de sentarse a vuestra mesa. Sed en
adelante el siervo de todos».
San Sidonio siguió los consejos: comía
frugalmente, ayunaba cada tercer día y, por más que era de constitución
delicada, practicaba en exceso la penitencia. Consideraba como su principal
deber instruir, alentar y socorrer a los pobres. En una época de carestía,
mantuvo de sus rentas, con la ayuda de su cuñado Ecdicio, a más de cuatro mil
borgoñones y forasteros a quienes la miseria había obligado a emigrar de sus
tierras. Cuando pasó la época de carestía, tomó las medidas necesarias para que
pudiesen volver a su lugar de origen. Alcanzó tal reputación que, cuando la
sede metropolitana de Bourges quedó vacante el año 472, los prelados ahí
reunidos dejaron en sus manos la elección del nuevo obispo, y san Sidonio
escogió a Simplicio. Acostumbraba decir que el obispo debía hacer por humildad
lo que el monje y el penitente hacían por profesión. A este propósito citaba el
caso de Máximo, obispo de Toulouse, a quien había conocido cuando era un rico
caballero. Al ser nombrado obispo, Máximo cambió totalmente: sus vestidos, su
actitud y su conversación denotaban la piedad y la modestia; tenía los cabellos
cortos y la barba larga; en su casa no había más que toscas sillas, cortinas
corrientes, una mesa sin mantel y se comía con más frecuencia legumbres que
carne. El rey visigodo, Enrico, que dominaba ya las provincias del sur de
Francia, amenazó sitiar Clermont, y el santo obispo exhortó al pueblo a
enfrentársele. El mismo nombró a su cuñado jefe de la defensa e instituyó una
serie de procesiones de rogativas para implorar la misericordia de Dios. A
pesar de todo, Clermont cayó el año 474. La actitud anterior de san Sidonio le
exponía a las represalias del enemigo y fue efectivamente desterrado, durante
algún tiempo, a una fortaleza de las cercanías de Carcasona. Tenía por vecinas
a dos mujeres de mal carácter, las cuales hacían tanto ruido, que el santo no
podía dormir ni leer y solía decir: «¡Jamás he visto a dos parlanchinas más
revoltosas, inquietas y exageradas!» Cuando volvió a su diócesis, siguió
protegiendo y ayudando a su grey, a pesar de la molesta oposición de los godos.
Murió el año 479, o tal vez diez años más tarde.
San Sidonio Apolinar fue uno de los
principales escritores de los comienzos de la segunda era de la literatura
cristiana y el último de los autores de la escuela galo-romana. Sus poemas son
redundantes y pesados. En cambio, sus cartas son un testimonio histórico sobre
la vida de los caballeros del sur de Galia en la época de la desintegración del
Imperio, que gustaban del deporte, de la literatura y las bellas artes y su
cristianismo era un tanto superficial, pero sincero. En sus años de
gentilhombre en Auvernia, el santo compartía con sus iguales las diversiones
físicas e intelectuales, administraba sus posesiones, se preocupaba por el
bienestar material y moral de sus esclavos y por la educación de sus propios
hijos. Así, por ejemplo, en una carta aconseja a su hijo que se guarde de las
malas lenguas, afirma que ha prohibido a los de su casa el teatro y ha
declinadlo una invitación a pescar porque su hija Severiana estaba resfriada. A
primera vista, puede sorprendernos encontrar el nombre de Sidonio Apolinar en
el Martirologio Romano; pero, según la explicación del P. M. Van Custem, «es
uno de tantos obispos que alcanzaron el honor de los altares simplemente porque
no dejaron mal recuerdo y porque su nombre figuraba en la conmemoración anual
de la Depositio Episcoporum».
Casi todos los datos que poseemos sobre
san Sidonio se derivan de sus cartas y de sus escritos. El mejor texto es el de
Monumenta Germaniae Historica, Auctores Antiquissimi, vol. VIII. Paul Allard
publicó una excelente biografía en la colección Les Saints (1910). También es
digna de mención la biografía escrita por el P. Chaix en dos volúmenes (1866).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1147 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2975
No hay comentarios:
Publicar un comentario