Beata Bernardina
Jablonska, virgen y fundadora
fecha: 23 de septiembre
n.: 1878 - †: 1940 - país: Polonia
canonización: B: Juan Pablo II 6 jun 1997
hagiografía: Directorio Franciscano
n.: 1878 - †: 1940 - país: Polonia
canonización: B: Juan Pablo II 6 jun 1997
hagiografía: Directorio Franciscano
Elogio: En Cracovia, en Polonia, beata Bernardina Jablonska, virgen,
fundadora de la Congregación de la Tercera Orden Franciscana Siervas de los
Pobres, siempre solícita para con los necesitados y enfermos.
De la homilía
de Juan Pablo II en la misa de beatificación (6-VI-1997)
El
Corazón de Jesús se convirtió en fuente de fuerza para las dos mujeres que la
Iglesia eleva hoy a la gloria de los altares. Gracias a esa fuerza, alcanzaron
la cima de la santidad. María Bernardina Jablonska, hija espiritual de san
Alberto Chmielowski, colaboradora y continuadora de su obra de misericordia,
viviendo la pobreza se consagró al servicio de los más pobres. La Iglesia nos
pone hoy como ejemplo a esta religiosa piadosa, cuyo lema de vida eran las
palabras: «Dar, eternamente dar». Con su mirada fija en Cristo, lo seguía
fielmente, imitándolo en el amor. Quería escuchar toda petición de su prójimo,
enjugar toda lágrima y consolar, por lo menos con la palabra, a toda alma que
sufría. Quería ser siempre buena con todos, pero más aún con los más probados
por el destino. Solía decir: «El dolor de mi prójimo es mi dolor». Junto con
san Alberto fundó hospicios para los enfermos y para los que habían quedado sin
hogar a causa de la guerra.

Ese
amor grande y heroico maduraba en la oración y en el silencio de la cercana
ermita de Kalatówki, donde vivió durante algún tiempo. En los momentos más
difíciles de su vida, en sintonía con las recomendaciones de quien la dirigía
espiritualmente, se encomendaba al Sagrado Corazón de Jesús. A él le ofrecía
todo lo que poseía, y especialmente sus sufrimientos interiores y sus dolores
físicos. ¡Todo por amor a Cristo! Como superiora general de la congregación de
las religiosas Siervas de los Pobres de la Tercera Orden de san Francisco, las
Albertinas, daba continuamente a sus religiosas ejemplo del amor que brota de
la unión del corazón humano con el Sagrado Corazón del Salvador. El Corazón de
Jesús era su consuelo en el heroico servicio a los más necesitados.
Es
conveniente que su beatificación se realice en Zakopane, porque es una santa de
Zakopane. Aunque no nació en este lugar, aquí se desarrolló espiritualmente
para alcanzar la santidad a través de la experiencia eremítica de fray Alberto,
en los montes Kalatówki.
Queridos
hermanos y hermanas, estas dos religiosas heroicas, las beatas María Bernardina
Jablonska y María Karlowska, al realizar sus obras santas en condiciones muy
difíciles, manifestaron con plenitud la dignidad de la mujer y la grandeza de su
vocación. Manifestaron el «genio femenino», que se revela mediante una profunda
sensibilidad ante el sufrimiento humano, mediante la delicadeza, la apertura y
la disponibilidad a ayudar, y también mediante otras cualidades propias del
corazón femenino. A menudo se manifiesta sin clamor y, por eso, a voces lo
subestiman. ¡Cuánto lo necesita el mundo actual y nuestra generación! ¡Cuánta
necesidad hay de esta sensibilidad femenina en las cosas de Dios y de los
hombres, para que nuestras familias y toda la sociedad tengan afecto cordial,
benevolencia, paz y alegría! ¡Cuán necesario resulta este «genio femenino»,
para que el mundo actual aprecie el valor de la vida, de la responsabilidad y
de la fidelidad; para que conserve el respeto a la dignidad humana! En efecto,
Dios, en su designio eterno, atribuyó un lugar determinado a la mujer, creando
al ser humano «varón y mujer», a su «imagen y semejanza».
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Santa Tecla de Iconio, virgen y mártir
fecha: 23 de septiembre
†: s. inc. - país: Turquía
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. inc. - país: Turquía
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Seleucia, de Cilicia, santa
Tecla, virgen y mártir, originaria de Iconio, en Licaonia.
Tecla, la virgen a quien se refiere la
liturgia de oriente como a la "proto-mártir entre las mujeres y elevada al
nivel de los Apóstoles", fue una de las heroínas más reverenciadas en los
primeros tiempos de la Iglesia. En su Banquete de las Diez Vírgenes, San
Metodio de Olimpo nos cuenta que era una doncella muy versada en literatura y
filosofía profanas y elogia profusamente la facilidad, la fuerza, la dulzura y
la modestia de su lenguaje, puesto que había recibido sus instrucciones en las
ciencias divinas y en los Evangelios, del propio San Pablo. San Agustín, San
Epifanio, San Ambrosio y otros Padres de la Iglesia, afirman que la predicación
de San Pablo la convirtió al cristianismo y que los discursos del Apóstol
encendieron en ella el amor por la castidad. San Gregorio de Nissa dice, por su
parte, que se entregó al sacrificio de sí misma con un aniquilamiento tan
absoluto de sus sentidos, que nada parecía seguir vivo en ella, fuera de la
razón y el espíritu.
A pesar de todo lo dicho, no es de ninguna
manera una certeza que haya siquiera existido esta Santa Tecla. Pudo haber una
mujer con ese nombre a la que convirtió San Pablo y que se dedicó al servicio
de la Iglesia, pero si acaso existió, lo ignoramos todo sobre ella. Su leyenda,
muy difundida y popular, depende por entero de un romance compuesto hacia fines
del siglo segundo y al que se conoce con el nombre de Actas de Pablo y Tecla.
San Jerónimo las tacha de apócrifas, y Tertuliano asegura que fueron escritas
por un presbítero del Asia a quien las autoridades eclesiásticas depusieron de
su ministerio al comprobársele, precisamente, que había utilizado en falso el
nombre de San Pablo. No obstante esto, el libro mantuvo su popularidad en la
Iglesia, y una larga sucesión de escritores, tan famosos como los mencionados
antes, se refirieron posteriormente a diversos incidentes del argumento. Las
"Actas" refieren que San Pablo (a quien se describe como "un
hombrecillo de baja estatura, calvo, de piernas arqueadas, de constitución
vigorosa, cejas muy pobladas, nariz larga y una mirada penetrante y
atractiva") se hallaba como huésped en la casa de Onesíforo, en Iconio,
cuando su presencia, su actitud y sus palabras, impresionaron de tal manera a
la doncella Tecla que, por influencias del Apóstol decidió poner en práctica
sus enseñanzas sobre la castidad y la virginidad. En consecuencia, rompió en
seguida su compromiso para casarse con cierto joven llamado Tamiris y su
actitud produjo una gran conmoción en su hogar. Sus padres se mostraron
indignados, Tamiris trató de disuadirla con halagos, promesas y caricias; los
servidores le suplicaron con lágrimas en los ojos, sus amigos y vecinos
discutieron largamente con ella, las autoridades civiles intervinieron y los
magistrados profirieron terribles amenazas. Se recurrió, en fin, a todos los
medios posibles para que la joven actuase razonablemente, pero Tecla,
fortalecida por la gracia del Todopoderoso, resistió con entereza todos los
embates. Entonces Tamiris, el prometido desdeñado, quiso vengarse y denunció
ante los tribunales las actividades de San Pablo, que recibió el castigo de los
azotes y fue expulsado de la ciudad, bajo la acusación de inducir a las
doncellas a renunciar al matrimonio y apartar a las casadas de sus maridos. En
cuanto a Tecla, se le condenó a morir en la hoguera por su obstinación y,
cuando comenzaban a ascender las llamas para consumir el cuerpo de la virgen,
estalló una tempestad furibunda que apagó el fuego, hizo huir a todos a la
carrera y permitió que Tecla escapara para reunirse con San Pablo en Antioquía.
Hallábase la doncella en dicha ciudad cuando el siriarca Alejandro la vio
transitar por las calles y, presa del deseo, trató de raptarla. La doncella
comenzó a luchar a brazo partido con el reyezuelo para desasirse y, en el
forcejeo, le desgarró el manto, le echó por tierra la corona y a él mismo lo
derribó. El siriarca, enfurecido al verse en posición tan ridícula, como blanco
de las risas del pueblo, se fue a exigir al gobernador de Antioquía que
castigase severamente a la insolente joven. Tecla compareció ante el
gobernador, quien la condenó a ser devorada por las fieras. Durante algún
tiempo, estuvo bajo vigilancia en el palacio de cierta reina Trifaena
(personaje histórico), cuya hija, antes de morir, le había revelado su
presentimiento de adoptar a Tecla, en razón de que era una mujer virtuosa que
oraba por la salvación de la hija de la reina, "a fin de que su alma
morase en la casa de los justos."
Cuando llegó la fecha de la ejecución,
Tecla fue sacada del palacio y expuesta a las fieras en el anfiteatro, pero los
leones, en vez de atacarla, se echaron a sus pies y se los lamieron mansamente,
como si quisieran besarlos. Los cuidadores de las bestias optaron por retirar a
los leones y sacar otros animales más feroces. Mientras se practicaba el
cambio, Tecla fue conducida ante un estanque donde había lobos marinos. Cuando
los verdugos la despojaban de sus vestiduras para arrojarla a las aguas, la
doncella recordó que aún no había sido bautizada y entonces se arrojó al foso
al tiempo que decía: "En nombre de Jesucristo, yo me bautizo en mi última
hora." Los lobos marinos murieron como fulminados por un rayo y, cuando
Tecla salió del foso, aparecía en torno a ella un halo de fuego y humo que
ocultaba su desnudez a los ojos del público e impedía que se le acercaran las
fieras. El siriarca Alejandro sugirió entonces que se echaran a la arena los
toros bravos para que lucharan entre sí con la víctima atada a los cuernos de
una de las fieras. "Se hará lo que pides pero será inútil", dijo con
aire fatalista el gobernador y dio la orden. Cuando los toros se precipitaron
uno contra otro, enfurecidos, las cuerdas que ataban a Tecla se rompieron y la
joven cayó al suelo sin sufrir daño alguno, mientras los toros luchaban entre
sí, sin ocuparse de ella. En aquel momento, la reina Trifaena se desmayó y el
gobernador ordenó que se suspendiesen los juegos en la arena, en consideración
a las fuertes emociones de Trifaena, que era pariente del César. [Trifaena era prima
segunda del emperador Calígula.] Así, entre los aplausos de la multitud, Tecla
quedó en libertad. Vestida con ropas de hombre, huyó de Antioquía para reunirse
con San Pablo en la ciudad de Myra, en Licia. El apóstol le dio instrucciones
para que enseñara la palabra de Dios y así lo hizo la muchacha, que partió a
Iconio para convertir al cristianismo a su madre y otros miembros de la
familia. Después, se retiró a vivir en la soledad de una cueva, en la región de
Seleucia, donde permaneció durante setenta y dos años. La fama de los milagros
que obraba en su reclusión, llegó a oídos de los médicos griegos de las
ciudades vecinas, quienes hicieron investigaciones sobre las maravillosas
curaciones y llegaron a la conclusión de que aquella Tecla era una virgen al
servicio de la diosa Artemisa y, como tal, tenía poderes divinos para devolver
la salud a los enfermos y lisiados. Los médicos sintieron celos ante aquella
competencia y decidieron pagar a varios jovenzuelos para que se llegaran hasta
la cueva y mataran (o violentaran, según dicen otras versiones) a Tecla. Cuando
los jóvenes se presentaron para atacarla, ella estaba arrodillada, en oración
y, antes de que alguno pudiese tocarla, la roca se abrió para darle refugio,
puesto que así llegó a los brazos de su Señor. Sin embargo, otro de los relatos
dice que Tecla encontró, dentro de la roca abierta, un pasadizo por el que
logró escapar de sus perseguidores y, una vez libre, se dirigió a Roma en busca
de San Pablo, que ya para entonces había sido decapitado. Y, "tras de
permanecer en Roma una breve temporada, descansó en el sueño glorioso de la
muerte." Fue sepultada a unos dos o tres estadios de distancia de la tumba
de su maestro, San Pablo.
Es evidente que esta historia es una
fábula, por lo menos en la mayoría de sus detalles. También resulta claro que
fue escrita con la intención de exaltar la virtud de la virginidad y causar una
profunda impresión entre los lectores, en cuanto a las enseñanzas del
cristianismo sobre la castidad. Pero aun bajo este aspecto, las Actas de Pablo
y Tecla resultan un tanto extravagantes, puesto que se pone en boca de San
Pablo la enseñanza de que es muy difícil obtener la salvación sin la
virginidad. Por esta causa, ha habido comentaristas que han llegado a suponer
que las "Actas" fueron escritas bajo la influencia de los encratitas,
una secta hereje que condenaba la práctica de beber vino, de comer carne y de
contraer matrimonio. En realidad, Santa Tecla no vertió su sangre por
Jesucristo; su martirio consistió en los reproches y castigos que recibió por
parte de su prometido y de sus familiares, sus pruebas en la hoguera y ante las
fieras. Esos fueron los tres tormentos a que fue sometida, según refiere el
Rituale Romanum en las oraciones para encomendar el alma de los moribundos, con
estas palabras: "Y así como Tú liberaste a la bendita virgen y mártir
Tecla de los tres crueles tormentos, dígnate liberar el alma de éste tu siervo
y llevarlo a gozar contigo de la bienaventuranza celestial." Desde la
monumental iglesia edificada en el lugar donde se supone que estuvo la cueva
que habitó Tecla, en Meriamlik, cerca de Seleucia, se extendió el culto y la
veneración por esta santa, entre toda la cristiandad; se la conmemora en la
liturgia romana y se hace mención de su nombre en el canon de la misa
ambrosiana.
El texto griego de las Actas de Pablo y
Tecla fue editado por Tischendorf en 1851 y reeditado por Lipsius-Bonnet en
1891, en Acta Apostolorum Apocrypha, vol. I. La versión
siria fue publicada por W. Wright en 1871, y la armenia por F. C. Conybeare en
The Apology and Acts of Apollonius and other Monuments of Early Christianity
(1894). Ver también a Pirot, en
Supplément au Dictionnaire de la Bible (1926), vol. I, cc. 494-495. Sir W. M.
Ramsey, en su libro The Church in the Román Empire se adhiere al punto de vista
de que realmente existió una mujer llamada Tecla que se convirtió por las
enseñanzas del Apóstol San Pablo. En DCB., vol. IV, pp. 882-896, hay una
extensa discusión sobre las actas, lo mismo que en una traducción al inglés de
las mismas, de J. Orr, New Testament Aprocryphal Writings (1903).
Nota de ETF: aunque el martirologio actual
se propuso, además de reorganizar nuestras noticias sobre los santos, depurar
al mismo de leyendas y falsedades, de modo de que no podamos ser acusados de
propagar mentiras en nuestro beneficio, la enorme popularidad de la
"historia" de esta santa fuera estímulo para tan solo moverla hacia
el final de la lista del día, que es donde el martirologio pone aquellos santos
de fecha desconocida cuya existencia está severamente cuestionada. Nada mejor
que terminar con la reflexión que hace muy pertinentemente el santoral de
Archimadrid:
Este apócrifo recorre el mundo cristiano oriental y occidental sin que se
pueda acertar a establecer dónde está la historia y dónde la poesía o
invención, pero en cualquier caso es paradigma de la entrega a Dios y de la
fidelidad a su Palabra.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3465
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