Del convento a la sede, de la sede al convento.
Beato Mateo de Agrigento, obispo
franciscano. 7 de septiembre y 7 de enero (franciscanos).
Nació Mateo en Agrigento de Sicilia, sobre 1377, y fue hijo de
padres nobles y buenos cristianos, valencianos, teniendo en cuenta su apellido
paterno: Guimerá. En 1391, siendo muy joven tomó el hábito de los franciscanos
conventuales en Agrigento. Estudió en Bolonia y Barcelona, ciudad esta donde
fue ordenado sacerdote en 1400, destinándole luego a ser apóstol en Tarragona y
alrededores. En 1404 le nombran maestro de novicios del convento de Padua. En
1417 está de nuevo en zonas catalanas, donde trabó amistad personal con los
reyes de Aragón, que a su vez eran señores de su Sicilia natal, Alfonso V y
María de Castilla, que le ampararon y ayudaron siempre. Ese mismo año regresa a
Italia, para conocer personalmente a San Bernardino de Siena (20 de
mayo), el cual le admitió entre los franciscanos observantes.
Ambos serían puntales de esta reforma
de la Orden, que buscaba el regreso a la regla primitiva delSanto Patriarca
San Francisco (4 de
octubre; 17 de septiembre, impresión de las llagas, 25 de mayo, traslación de
las reliquias). Otros propulsores de la reforma serían San Juan de Capistrano(23 de
octubre) o San Jaime de
las Marcas (28 de
noviembre) Al igual que su mentor, sería devotísimo del Santísimo Nombre de Jesús (1 de enero) y además, del Dulce Nombre de María(12 de septiembre), uniéndolo
siempre al nombre de Jesús. Para su labor reformadora se haría rodear a su vez,
de personas de vidas santas, como el Beato
Arcangelo Piacentini (27
de julio) oSanta Eustoquia Calafato (20 de enero).
En 1425 fue nombrado Vicario
Provincial y desde entonces fundó varios conventos, varios en España, donde la
reforma caló muy bien. De memoria son los sendos conventos llamados “Santa
María de Jesús” de Barcelona y Valencia, o el de Nuestra Señora de los Ángeles,
en Alicante. Escribió muchos sermones basados en textos bíblicos, y algunas
obras de índole espiritual. En 1432 fue nombrado Comisario de la Provincia de
Sicilia. Entre 1427-28 fue visitador en España, bajo los auspicios de la reina
María, que le pidió predicase en sus tierras de Valencia, Barcelona, Baleares,
Gerona, Tortosa y Huesca. En todos estos sitios impulsó la devoción al Nombre
de Cristo estableciendo varias cofradías y asociaciones de caridad.
En 1442 fue elegido obispo de
Agrigento, aunque se resistió, pero el papa Eugenio IV y el rey Alfonso se lo
mandaron. Fue consagrado obispo en 1443. El episcopado fue su calvario, por
todo lo que tuvo que padecer al imponer la observancia religiosa, la
moralización del clero, desterrar la simonía, incentivar la caridad, la
decencia del culto. Además, se entregó a poner en paz a familias rivales, a
denunciar la situación de los más pobres. Ni el clero bien situado y cómodo, ni
los nobles estaban dispuestos a ser reconvenidos, por lo que enviaron a Roma un
memorial de calumnias (amigo de personas de dudosa moral, dilapidar los bienes
de la Iglesia, soberbia, relaciones con una concubina, etc.), además de
amenazas. La respuesta de Roma fue llamar a nuestro santo obispo a comparecer
para dar explicaciones, y él obedeció pacíficamente. Después de un proceso
judicial en Roma, desmontó las acusaciones, y si había “empobrecido” a la
Iglesia había sido solo para darlo todo a los pobres, como se demostró. El papa
le aplaudió, castigó a los mentirosos y le devolvió a la diócesis, donde fue
acogido con cariño por los muchos que le querían. Pero de nuevo volvieron a la
carga, por lo que Mateo aunque se defendió, no soportó las presiones, y en 1446
pidió insistentemente le dejaran abandonar la sede.
Al final se lo permitió el papa, y se
retiró a Palermo, donde pidió ser admitido en el convento Santa María de Jesús,
que había fundado. Pero los religiosos, ingratos hijos, no se lo permitieron.
Los franciscanos conventuales de la misma ciudad le acogieron entre ellos
conocedores de la valía de aquel religioso. Y allí habría quedado si no fuera
porque su provincial reprendió al guardián del convento observante,
destituyéndole y mandando a Mateo que fuera al convento Santa María de Jesús.
Allí pasó sus últimos años, predicando, entregado al apostolado como un religioso
más, sin admitir privilegios o tratos especiales. A finales de 1449,
enfermó y los religiosos le llevaron dentro de la ciudad al convento de
los padres conventuales, menos riguroso y con mejor enfermería. Allí, luego de
prepararse para el tránsito, y tras un éxtasis de amor, murió el 7 de enero de
1450. Y pasó lo siguiente: los frailes observantes y los conventuales se
enzarzaron en una pelea sobre donde sería enterrado y veneradas sus reliquias.
Los observantes tomaron el cadáver y envolviéndolo en sábanas, lo sacaron
violentamente mientras los conventuales intentaban cerrar las puertas. Pero los
otros, que eran más, lograron salir y, según las crónicas, una fuerte lluvia y
relámpagos cayó sobre los conventuales que intentaban seguir el intempestivo
cortejo fúnebre. Así que los observantes le enterraron en Santa María de Jesús.
En 1612 se trasladaron las reliquias a un nuevo sepulcro, constatando la
incorrupción del cuerpo. En 1759, ante el culto inmemorial que recibía, se
inició un proceso informativo para beatificarle, lo que ocurrió en 1767,
convalidando el culto.
Fuente:
-"Año cristiano o Ejercicios
devotos para todos los dias del año: Septiembre. P JEAN CROISSET. S.I.
Barcelona, 1863.
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