jueves, 8 de septiembre de 2016

San Corbiniano de Freising, obispo - San Sergio I, papa (8 de septiembre)

San Corbiniano de Freising, obispo

fecha: 8 de septiembre
n.: c. 680 - †: 725 - país: Alemania
otras formas del nombre: Korbinian
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Freising, de Baviera, san Corbiniano, que, ordenado obispo, obtuvo frutos abundantes predicando el Evangelio entre los habitantes de la región bávara.
refieren a este santo: San Gregorio II

Este apóstol de Baviera, uno de los primeros que predicó el Evangelio en aquellas regiones, nació en Chártres, cerca de Melun, en Francia. En la pila bautismal recibió el nombre de su padre: Waldegiso, pero después, su madre lo cambió por el de ella: Corbiniano. Durante catorce años, vivió como eremita en una celda que él mismo construyó junto a una capilla, en la comarca donde nació. La fama de su nombre, acrecentada por la realización de diversos milagros y la prudencia de los consejos que daba en cuestiones espirituales, le hizo célebre en varias leguas a la redonda y pudo admitir a algunas de las muchas personas que se lo solicitaban, en una comunidad religiosa bajo su gobierno. Las distracciones que le proporcionaba aquella tarea le hicieron pensar en retirarse a otro sitio donde pudiese permanecer solo e ignorado; pero antes de buscar un retiro, decidió hacer una peregrinación a Roma. Al cruzar los Alpes por el paso del Brenero, ocurrió el legendario incidente que dio al santo el emblema de un oso; porque fue un oso el que atacó la caravana y mató al caballo que cargaba los bultos. Corbiniano ordenó entonces a su criado que pusiera las riendas y el freno del caballo muerto en el hocico del oso y la carga sobre sus lomos. Así se hizo, sin que la bestia opusiera resistencia alguna, y se prosiguió la marcha hasta llegar a Roma, con el oso domesticado, pero no sin que antes, al pasar por Trento, un señor del lugar le robase su mejor caballo y sin que lo despojase del otro buen animal que le quedaba un señor de Pavía. No pasó mucho tiempo sin que los dos ladrones pagasen su culpa, porque el señor de Trento murió súbitamente y el de Pavía perdió cuarenta y dos animales de sus caballerías a causa de una epidemia de elefantiasis. El papa san Gregorio II envió a Corbiniano, quien ya para entonces debía ser obispo, a predicar en Baviera. Al llegar a su destino, el santo se puso bajo la protección del duque Grimoaldo. Luego de haber aumentado considerablemente el número de los cristianos, estableció su sede en Freising, en la Alta Baviera que, sin embargo, no llegó a ser una sede episcopal regular hasta el año de 739, cuando la ocupó san Bonifacio.
San Corbiniano descubrió que su protector, el duque Grimoaldo, no obstante proclamarse cristiano, había quebrantado las leyes de la disciplina de la Iglesia, al casarse con la viuda de su hermano, la hermosa Biltrudis. El santo obispo rompió absolutamente todas sus relaciones con el duque, hasta que consiguió la separación de los cónyuges. Pero Biltrudis no se lo perdonó y, desde aquel momento, lanzó contra el obispo, sin reparar en medios, una implacable persecución, con la esperanza de volver al lado del duque. La persecución comenzó con una campaña de acusaciones falsas (como la de extranjero pernicioso, espía, entrometido obispo inglés), destinadas a desacreditar al santo, y culminó con una conspiración en toda forma para asesinarlo. Corbiniano se refugió en Meran y ahí permaneció como desterrado voluntario en señal de protesta, hasta que el duque Grimoaldo (quien había vuelto a unirse a Biltrudis) fue muerto en una batalla y la dama fue raptada por los francos. El sucesor de Grimoaldo protegió efectivamente al obispo, quien pudo continuar, con éxito, su trabajo misionero en toda Baviera.
A su muerte, san Corbiniano fue sepultado en un monasterio que él mismo había fundado en Obermais, en la región de Meran, pero sus restos fueron trasladados a Freising, en el año de 795, por Aribo, su sucesor y su biógrafo. Aribo dice que san Corbiniano era un hombre de carácter violento, que se inflamaba con rapidez y, como un ejemplo, cita la ocasión en que cabalgaba por las calles de Freising y se cruzó con una mujer que tenía fama de ejercer la magia negra y llevaba un gran paquete de carne fresca; el obispo preguntó qué iba a hacer, y se le dijo que trataría de curar a un enfermo con sus artes. Corbiniano saltó del caballo, alcanzó a la mujer, le propinó una soberana paliza y distribuyó la carne entre los pobres.
Contamos con una excelente biografía de san Corbiniano escrita en la Edad Media por Arbeo o Aribo, que vivió poco tiempo después y fue su sucesor en la sede de Freising. Posteriormente, esa biografía fue complementada con incidentes legendarios, como el episodio del oso, por ejemplo. Bruno Krusch editó el texto original en los volúmenes cuarto y quinto de Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov.
Cuadro: Muerte de san Corbiniano, por Jan Polack, 1484/85, Alte Pinakothek, Munich.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3240




San Sergio I, papa

fecha: 8 de septiembre
†: 701 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura del papa san Sergio I, de origen sirio, que trabajó en favor de la evangelización de Sajonia y de Frisia, y buscando el arreglo de disensiones y litigios, prefirió la muerte a consentir los errores.
refieren a este santo: San Gregorio II

Durante la prolongada enfermedad del papa Conón, su archidiácono, Pascual, ofreció una enorme suma como soborno a Juan, el exarca imperial, a fin de que le asegurara su sucesión en el trono de San Pedro. En 687, cuando por fin murió Conón, el exarca cumplió su palabra, lanzó el nombramiento de Pascual y lo apoyó con un partido, la mayoría de cuyos miembros se oponían a la candidatura del arcipreste Teodoro; pero a fin de cuentas, ambos candidatos quedaron defraudados y el sacerdote Sergio fue canónicamente elegido. El exarca Juan, que viajó a Roma para cuidar sus intereses, se avino a dar su aprobación a la elección de Sergio, pero no sin antes haber recibido de éste, la misma suma de dinero que le había ofrecido Pascual. Ahí no era cuestión de simonía sino de extorsión: Sergio había sido libre y legalmente elegido y, al verse obligado a pagar, lo hizo bajo enérgicas protestas. El hombre que llegó a Papa en tan desastrosas circunstancias, era un sirio, hijo de un mercader de Antioquía y educado en Palermo.
Los primeros años de su pontificado se vieron perturbados por los trastornos que causó el Concilio in Trullo (Concilium Quinisextum) convocado en Constantinopla con el propósito de completar las actas del quinto y sexto concilios ecuménicos con algunos cánones sobre la disciplina. Estuvieron presentes doscientos obispos, todos orientales, a excepción de uno, para aprobar 102 cánones, muchos de los cuales parecían contrarios cuando no hostiles a las doctrinas y políticas de la Iglesia de Occidente. Lo malo de aquella asamblea fue que se adjudicó los derechos de aprobar los decretos, no sólo para la Iglesia de Oriente sino también para la de Occidente; en consecuencia, cuando el emperador Justiniano II envió a Roma las actas del Concilio para que las firmase el Papa, Sergio rehusó hacerlo. De modo que el emperador, en el año 693, envió a su guardia personal, con un tal Zacarías a la cabeza, para que apresara al pontífice recalcitrante y lo condujera, por la fuerza, a Constantinopla. El Papa Sergio apeló al exarca, al tiempo que los ciudadanos de Roma, reforzados por las tropas llegadas de Ravena, reunieron una fuerza considerable e hicieron una demostración muy impresionante, sobre todo para Zacarías, que se aterrorizó a tal punto, que fue a implorar protección a Sergio y corrió a esconderse bajo la cama del Papa. Este, por su parte, salió a tranquilizar al pueblo (podemos suponer que bastante divertido con la aventura), pero ninguno quiso abandonar su puesto cerca del Santo Padre, hasta que el «valeroso» soldado Zacarías abandonó su refugio y, a la cabeza de sus guardias, partió de la ciudad hacia Constantinopla. No hay duda de que el asunto hubiese acarreado graves consecuencias para el Papa Sergio, de no haber sido por el oportuno derrocamiento del emperador Justiniano II, poco tiempo después, Ni aquel Pontífice, ni otro alguno de sus sucesores, hicieron algo más por los cánones del Quinisextum, que aprobarlos tácitamente para la Iglesia de Oriente.
Durante el reinado de aquel Pontífice, llegó a Roma Cadwalla, rey de los sajones occidentales, que había «abdicado al trono para ponerse al servicio del Señor y de su reino eterno». Fue san Sergio quien lo bautizó en la vigilia de la Pascua del año 689; cinco años después, consagró obispo de Nortumbría a otro famoso inglés, san Willibrordo y lo alentó y ayudó para que llevase a cabo su misión en Frieslandia. Asimismo, fue san Sergio quien recibió a una delegación de monjes enviados por san Ceolfrido, a quienes otorgó la confirmación de privilegios en sus abadías de Wearmouth y Jarrow; en 701, escribió personalmente a san Ceolfrido para pedirle que enviase a «ese piadoso siervo de Dios, Beda, sacerdote de vuestro monasterio», a Roma, porque el Pontífice tenía necesidad del consejo de hombres sabios. San Sergio prometía que Beda sería «devuelto» en seguida, pero lo cierto es que no fue a Roma y el propio san Beda nos dice que nunca dejó su monasterio. Sergio era alumno de la Schola Cantorum romana y siempre mantuvo un interés activo en la liturgia y su música; en particular, como lo señala el Liber Pontificalis, se preocupó en dar las instrucciones para que el Agnus Dei «fuese cantado por los clérigos y el pueblo, al fraccionarse la hostia» durante la misa. También fue San Sergio quien dispuso que la Iglesia romana celebrase las cuatro fiestas de Nuestra Señora que ya se observaban en Constantinopla: la Natividad de la Virgen María, su Purificación, la Anunciación y la «Dormición».
En cuanto a su carácter personal, sólo se puede juzgar a san Sergio por sus actos públicos y las tradiciones de la Iglesia, en donde aparece -como lo ha dicho Alcuino- como un santo y dignísimo sucesor de san Pedro, notable por su piedad. Murió en el año de 701 y fue sepultado en San Pedro. Una nota que dice: «Sergii Papae Romae», bajo el día 7 de septiembre en la edición original del calendario de san Willibrordo, sirve como un terminus a quo por el cual se establece la fecha del documento y prueba que el culto por el santo comenzó inmediatamente después de la muerte del Pontífice.
El Liber Pontificalis con las notas de Duchesne y las cartas coleccionadas por Jaffé, son fuentes de información de primerísima importancia. Pero san Sergio es un personaje de la historia de la Iglesia, por lo que más bien debe buscarse su historia en la bibliografía general.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3239

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