San Marcelo, mártir
fecha: 4 de septiembre
†: s. III-IV - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. III-IV - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Châlons-sur-Saone, en la Galia Lugdunense, san Marcelo, mártir.
refieren a este santo: San Valeriano

La matanza de los mártires de Lyon,
con el obispo san Potino a la cabeza, tuvo lugar durante la persecución de
Marco Aurelio, en el año 177. Fue entonces cuando Marcelo, un sacerdote,
recibió un aviso del cielo, como dice su «passio», y consiguió escapar a la
muerte y refugiarse en Châlons-sur-Saone. Allí recibió hospedaje por parte de
un pagano, pero, en cuanto Marcelo vio que su benefactor quemaba incienso ante
las imágenes de Marte, Mercurio y Minerva, se propuso demostrarle su error y,
tras una serie de pláticas, le convirtió al cristianismo.
Cierto día, Marcelo emprendió un viaje
hacia el norte y en el camino se encontró con la comitiva del gobernador
Prisco, quien le invitó a un banquete en su casa. Marcelo aceptó el convite y
se trasladó a la casa del gobernador; pero al caer en la cuenta de que Prisco y
sus invitados se disponían a realizar algunos ritos religiosos paganos, se
disculpó de tomar parte en la celebración, porque él era cristiano. Semejante
declaración causó estupor entre los presentes que, indignados, se precipitaron
sobre el sacerdote para matarle ahí mismo, mediante el feroz procedimiento de
atarle a dos troncos de árboles jóvenes doblados y mantenidos en tensión para
que, al soltarlos, desmembraran al mártir. El gobernador ordenó a Marcelo que
hiciese un acto de adoración ante una estatua de Saturno y como el sacerdote se
negó rotundamente, Prisco mandó que le mataran sin recurrir al procedimiento de
los arbolillos jóvenes, porque era demasiado rápido. En consecuencia, se
llevaron a Marcelo a las orillas del río Saóne, lo enterraron hasta el pecho en
la tierra apretada y ahí le dejaron, inmovilizado y abandonado a su suerte. A
los tres días, murió de hambre y sed.
Es difícil definir hasta dónde se puede
tener confianza a las dos series de actas (impresas en Acta Sanctorum, sep.,
vol. II) que relatan el martirio de san Marcelo. En el siglo dieciocho, los
bolandistas se inclinaban a defender esas actas de las críticas lanzadas por
Tillemont. En la segunda serie, vinculado al de Marcelo se encuentra el nombre
de san valeriano, mártir también, que el Martirologio inscribe el 15 de
septiembre; y una inscripción en la iglesia de Bagnols (Gard) reúne dos
porciones de reliquias de los dos santos. Es indudable que el culto de san
Marcelo es muy antiguo, y san Gregorio de Tours lo atestigua en forma
indirecta. Sin embargo, la cuestión de la fecha no es tan cierta como lo es la
antigüedad del culto, y aunque la Passio lo ubica en la época de lso mártires
de Lyon, parece que podría ser en el siglo siguiente, o aun el IV.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3181
San Bonifacio I, papa
fecha: 4 de septiembre
†: 422 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 422 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Roma, en el cementerio de Máximo,
en vía Salaria Nueva, sepultura de san Bonifacio I, papa, que trabajó por
solucionar muchas controversias sobre disciplina eclesiástica.

En la hagiografía es ya una frase hecha
decir que un santo elevado a la sede episcopal, la acepta de mala gana; por
regla general la mayoría debe haber aceptado esos cargos con poca voluntad.
Pero en el caso de Bonifacio I es absolutamente cierto que no quería aceptar el
cargo, ya que era un hombre anciano y sabía que, al ocupar la Silla de San
Pedro, tendría que hacer frente a un temible rival: el antipapa Eulalio. El
mismo día o tal vez el día anterior al de la elección de Bonifacio como papa,
un grupo de diáconos se apoderó de la basílica de Letrán y ahí eligió papa a
Eulalio, que contaba con muchos partidarios. El caos que aquellos hechos
provocaron duró quince semanas, y fue necesaria la intervención del emperador
Honorio para que Bonifacio pudiese tomar posesión de su Sede.
El Pontífice mezclaba a su carácter
bondadoso y tranquilo una extraordinaria energía para gobernar; resistió con
especial firmeza la alianza del emperador oriental con la sede de
Constantinopla, así como en otras cuestiones de jurisdicción. Pero, al mismo
tiempo que reiteraba que «el bendito Apóstol Pedro había recibido por la
palabra de Nuestro Señor, el encargo de velar por toda la Iglesia», tuvo buen
cuidado de vindicar los derechos de los obispos contra las usurpaciones de los
vicarios papales. San Bonifacio apoyó decididamente a san Agustín en
su lucha de oposición al pelagianismo y, cuando algunos miembros de esta
doctrina le enviaron cartas con acusaciones contra sus oponentes, se las envió
a san Agustín a manera de información. Como una muestra de su respeto y su
gratitud, San Agustín dedicó al papa Bonifacio I la obra que escribió para
responder a las críticas y envió el primer ejemplar a Roma por conducto de san
Alipio.
San Bonifacio I murió en el año 422, tras
de haber sido papa durante cuatro años escasos. Fue sepultado en el cementerio
de Máximo sobre la nueva Via Salaria, cerca de la capilla que él mismo
construyó sobre la tumba de santa Felicitas, por la que tenía gran veneración.
Nuestras fuentes de información más
directas fueron el Líber Pontificalis con las notas de Duchesne, vol. I, pp.
217-229 y las cartas coleccionadas por Jaffé Kaltenbrunner, vol. I, pp. 52-54.
Ver también el Acta Sanctorum sep. vol. II, DTC., vol. II, cc. 988-989, sin
omitir la bibliografía; y a Grisar, en History of Rome and the Papacy pp. 219,
226, 466, 471
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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