Santa Regina, mártir
fecha: 7 de septiembre
†: s. inc. - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. inc. - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina,
mártir.
Patronazgos: patrona de los carpinteros y contra
la sarna y los picores.

No conocemos la verdadera historia de
santa Regina, a la que menciona el Martirologio Romano como una mártir en el
territorio de Autun. Las leyendas francesas nos la presentan como la hija de
Clemente, un ciudadano pagano de Alise, en Borgoña. Su madre murió al darla a
luz, y la niña fue entregada a una nodriza que era cristiana y educó a la
criatura en la fe. Cuando Clemente descubrió eso, se negó a recibir a su hija
en la casa y, por consiguiente, Regina regresó a vivir con su nodriza y se ganó
el pan en el trabajo de pastora. Su belleza atrajo las miradas del prefecto
Olybrius, quien, al saber que era de noble linaje, quiso casarse con ella.
Regina se negó a aceptarlo y no quiso atender los discursos de su padre, quien
trataba de convencerla para que se casara con un hombre tan rico. Ante la
obstinación de la muchacha, el autor de sus días decidió encerrarla en un
calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su
cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos.
Una de aquellas noches, recibió en su
calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía
que su liberación estaba próxima. Al otro día, Olybrius ordenó que fuera
torturada de nuevo y que fuera decapitada después. En el momento de la
ejecución, apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos.
Este episodio invita a la comparación con la historia de santa Margarita del
20 de julio. A pesar de que no podemos confiar en lo que pretende ser la pasión
de santa Regina, su culto tiene que haber sido antiguo, puesto que el nombre de
la santa figura en el Hieronymianum. En tiempos recientes se descubrió que hubo
una basílica dedicada a ella en Alise.
Las actas pueden verse en Acta Sanctorum
sept., vol. III. Para el tema de la basílica, ver a J. Toutain, en Bulletin
archéologique des Travaux historiques (1914), pp. 365-387. La leyenda se relata
con lujo de detalles y algunas ilustraciones en el libro de F. Gringnard, La
Vie de S. Reine d'Alise (1881).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3214
San Sozonte, mártir
fecha: 7 de septiembre
†: s. inc. - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. inc. - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Pompeyópolis, de Cilicia, san
Sozonte, mártir.

La que sigue es la leyenda de aquel joven
pastor de Cilicia que originalmente se llamó Tarasio y en el bautismo tomó el
nombre de Sozonte. Cierta vez, mientras dormía bajo un árbol, se le apareció
Nuestro Señor Jesucristo y le dijo que dejara sus rebaños y le siguiera a la
muerte. Tan pronto como Sozonte despertó, abandonó sus ovejas y se fue de prisa
a la ciudad más próxima, la de Pompeyópolis, donde se encontró con que se
celebraba un desenfrenado festival pagano. Se encaminó directamente al interior
del templo de la deidad y, con un recio golpe de su cayado, derribó la imagen
dorada. En la caída se le rompió un brazo a la estatua; Sozonte recogió los
fragmentos y los distribuyó, como limosnas, entre los pobres que presenciaban
la escena.
Por aquellos actos, no sólo fue detenido
Sozonte, sino muchas otras gentes, acusadas de complicidad. Pero el joven
pastor entró al tribunal e interpeló al magistrado para jurarle que no había
otro culpable más que él. El juez dejó ir a los demás y al pastorcillo le
ofreció el perdón y la libertad, si adoraba al dios cuya estatua había
mutilado, pero Sozonte se rió ante la idea de adorar a un dios que podía
hacerse añicos con un golpe de su cayado. Entonces se encajaron agudos clavos
en las suelas de sus sandalias, se las calzaron y así se le hizo andar por
largo tiempo. Cuando en su doloroso recorrido Sozonte pasó ante el magistrado,
se detuvo un instante, señaló sus pies bañados en sangre y le dijo: «Tengo unas
sandalias rojas más finas que las tuyas». «Eres valiente -repuso el
magistrado-. Si tocas el caramillo en honor de los dioses, te dejaré libre».
Pero, Sozonte rehusó y dijo que a menudo había tocado el caramillo para sus
ovejas y que no volvería a tocarlo más que para Dios. Por lo tanto, el
gobernador se vio obligado a condenarlo a morir en la hoguera. Se cumplió la
sentencia al amparo de las sombras de la noche. Los cristianos se acercaron al
lugar para recoger los huesos calcinados y darles honrosa sepultura.
Los dos textos escritos en griego
conservan las supuestas actas del mártir. Uno de ellos fue editado en Acta
Sanctorum, sept. vol. III, el otro en el vol. CXV del Migne, PG.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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