Santa Silvia, madre de familia
fecha: 3 de noviembre
n.: c.520 - †: c. 592 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Catholic Encyclopedia
n.: c.520 - †: c. 592 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Catholic Encyclopedia
Elogio: En Roma, conmemoración de santa Silvia, madre del papa san Gregorio I
Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de
la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para todos los demás.
Patronazgos: protectora del buen parto.

Silvia fue la madre del papa san Gregorio
Magno, y nació alrededor del 515 (o quizás 525). Lamentablemente
no hay una «Vida de Silvia», y todo lo que hay sobre ella son unas muy escasas
noticias. Su lugar de nacimiento se ubica a veces en Sicilia, otras en Roma.
Aparentemente era de una familia distinguida como la de su marido Gordiano,
regionario romano, dueño de amplias propiedades en Sicilia. Tuvo, además de
Gregorio, un segundo hijo.
Silvia fue notable por su gran piedad, y
dió a sus hijos una excelente educación. Después de la muerte de su esposo se
dedicó por entero a la religión en una «celda, junto a la puerta del
bienaventurado Pablo» (cella nova juxta portam beati Pauli). El papa san
Gregorio tenía un retrato en mosaico de sus padres, realizado en el monasterio
de San Andrés, que es descrito minuciosamente por Juan el Diácono (PL, LXXV,
229-30). Silvia fue retratada sentada, con la cara, en la que las arrugas de la
edad no pudieron extinguir la belleza, completamente visible; los ojos grandes
y azules, y la expresión graciosa y animada.

Murió hacia el 592, y recibió culto desde
antiguo; en el siglo IX se erigió un oratorio sobre su antigua vivienda, junto
a la Basílica de San Sabas. El Papa Clemente VIII (1592 - 1605) inscribió su
nombre el 3 de Noviembre en el Martirologio Romano. Es invocada por las
embarazadas para un parto seguro.
Traducido para ETF, con escasos cambios,
de un artículo de Klemens Löffler para Catholic Encyclopedia (1912).
Lamentablemente el retrato «descrito minuciosamente por Juan el Diácono» no ha llegado a nosotros. Además de la imagen de Santa Silvia puede verse una foto del monasterio de San Sabas quue muestra de frente el oratorio de Santa Silvia.
Lamentablemente el retrato «descrito minuciosamente por Juan el Diácono» no ha llegado a nosotros. Además de la imagen de Santa Silvia puede verse una foto del monasterio de San Sabas quue muestra de frente el oratorio de Santa Silvia.
fuente: Catholic Encyclopedia
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4016
San Juanicio, monje
fecha: 3 de noviembre
fecha en el calendario anterior: 4 de noviembre
n.: c. 754 - †: c. 846 - país: Turquía
otras formas del nombre: Ioannikios el grande, Ioannikos, Joanicio
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 4 de noviembre
n.: c. 754 - †: c. 846 - país: Turquía
otras formas del nombre: Ioannikios el grande, Ioannikos, Joanicio
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el cenobio de Antidio, en
Bitinia, san Juanicio, monje, que, después de más de veinte años al servicio de
las armas, vivió solitario en varias montañas del Olimpo, y solía acompañar su
oración con estas palabras: «Dios es mi esperanza, Cristo mi refugio, el
Espíritu Santo mi protector».

San Juanicio, que había tenido una
juventud muy disoluta, alcanzó después, por la penitencia, tal grado de santidad,
que los griegos le llaman «el grande», y le veneran como a uno de sus monjes
más ilustres. Juanicio era originario de Bitinia, donde ejerció de niño el
oficio de pastor. A los diecinueve años, pasó a formar parte de la guardia
militar de Constantino Coprónimo. Se dejó llevar por la tendencia de la época
y, el futuro santo apoyó a los perseguidores de las sagradas imágenes, pero un
monje de gran santidad le apartó de los errores de su vida disoluta, y Juanicio
llevó una existencia ejemplar durante seis años. A los cuarenta de edad,
abandonó el ejército y se retiró al Monte Olimpo, en Bitinia. Allí se instruyó
en los rudimentos de la vida monástica, aprendió a leer, a rezar de memoria el
salterio y se ejercitó en los deberes de su nuevo estado. El santo llamaba a
ese proceso «la maduración del corazón». Más tarde, se retiró a la vida
eremítica y llegó a ser famoso por sus dones de profecía y milagros, así como
por su prudencia en la dirección de las almas. Por uno de sus milagros,
devolvió la libertad a cierto número de hombres que habían caído prisioneros de
los búlgaros y, con otro prodigio, expulsó a un mal espíritu que atormentaba a
san Daniel de Tasión.
San Juanicio ingresó después en el
monasterio de Eraste, cerca de Brusa, donde defendió celosamente la ortodoxia
contra el emperador León V y otros iconoclastas. Allí estuvo en estrecha
relación con los famosos santos Teodoro el
Estudita y Metodio de
Constantinopla. Este último, por consejos de san Juanicio, calmó
a aquellos de sus discípulos que se habían dejado llevar por un celo indiscreto
y exigían que se invalidasen las órdenes conferidas por los obispos
iconoclastas. Juanicio le dijo a Metodio: «Son hermanos nuestros que han caído
en el error. Trátalos como tales en tanto que persisten en sus faltas, pero
devuélveles sus antiguas dignidades cuando se arrepientan, a no ser que se
trate claramante de herejes o perseguidores». San Juanicio se encaró con gran
valentía, con el emperador Teófilo, el cual, además de prohibir las sagradas
imágenes, había decretado que no se honrase a los santos con ese nombre. San
Juanicio profetizó que Teófilo acabaría por restaurar las imágenes en las
iglesias, pero tal vaticinio no se cumplió sino hasta el reinado de Teodora, la
viuda del emperador, la cual nunca había traicionado la ortodoxia. Uno de los
discípulos que tuvo san Juanicio en su ancianidad, fue san Eutimio de
Tesalónica. Después de muchos años de conservar la reputación del más
distinguido de los ascetas y profetas de su tiempo, san Juanicio se retiró a
una ermita, donde murió el 3 de noviembre de 846. Tenía entonces noventa y dos
años y había visto triunfar por dos veces a la ortodoxia sobre la herejía
iconoclasta que él había practicado en su juventud y a la cual se había opuesto
después tan vigorosamente.
En Acta Sanctorum, nov., vol. II, los
bolandistas publicaron íntegramente dos biografías griegas muy detalladas y las
tradujeron al latín. Sus autores, Pedro y Sabas, eran dos monjes griegos que
habían sido discípulos de san Juanicio. Según parece, la biografía de Pedro es
la más antigua, pero la de Sabas está mejor escrita y es más completa, en
conjunto. Acerca de la fecha de la muerte del santo, cf, Pargoire, en Echos
d'Orient, vol. IV (1900), pp. 75-80.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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