San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia
fecha: 4 de diciembre
fecha en el calendario anterior: 27 de marzo
n.: c.670 - †: c. 750 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 27 de marzo
n.: c.670 - †: c. 750 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su
santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito
contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas
imágenes, y hecho monje en la Laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso
himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día.
Patronazgos: patrono de farmacéuticos y boticarios, de los pintores de íconos y los
estudiantes de teología.
Oración: Te rogamos, Señor, que nos ayude en
todo momento la intercesión de san Juan Damasceno, para que la fe verdadera que
tan admirablemente enseñó sea siempre nuestra luz y nuestra fuerza. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

San Juan Damasceno, el primero de la larga
fila de aristotélicos cristianos, fue también uno de los dos más grandes poetas
de la Iglesia oriental, junto con san Román Méloda.
San Juan pasó su vida entera bajo el gobierno de un califa mahometano y este
hecho muestra el extraño caso de un Padre de la Iglesia cristiana, protegido de
las venganzas de un emperador, cuyas herejías podía atacar impunemente, ya que
vivía bajo el gobierno musulmán. Él y Teodoro el
Estudita fueron los principales y más fuertes defensores
del culto de las sagradas imágenes en la amarga época de la controversia
iconoclasta. Como escritor teológico y filosófico, no intentó nunca ser
original, ya que su trabajo se redujo más bien a compilar y poner en orden lo
que sus predecesores habían escrito. Aun así, en las cuestiones teológicas se
le considera como la última corte de apelación entre los griegos y, su tratado
«De la Fe Ortodoxa» es aún para las escuelas orientales, lo que la «Summa» de
santo Tomás de Aquino llegó a ser para el Occidente.
Los gobernadores musulmanes de Damasco,
donde nació san Juan, no eran injustos con sus súbditos cristianos, aunque les
exigían pagar un impuesto personal y someterse a otras humillantes condiciones1. Permitían que, tanto los cristianos como los judíos, ocuparan
puestos importantes y que, en ciertos casos, amasaran grandes fortunas. El
médico de cabecera del califa era casi siempre un judío, mientras que los
cristianos eran empleados como escribas, administradores y arquitectos. Entre
los oficiales de su corte, en 675, había un cristiano, llamado Juan, que tenía
el cargo de Jefe del departamento de Recaudación de impuestos, oficio que
parece haber llegado a ser hereditario en su familia. Ese fue el padre de
nuestro santo y el sobrenombre de «al-Mansur», que los árabes le dieron, fue
después transferido al hijo. Juan Damasceno nació alrededor del año 6902. y fue bautizado en su infancia. Respecto a su primera
educación, si hemos de creer a su biógrafo, «su padre se encargó de enseñarle
no cómo montar a caballo, ni cómo arrojar una lanza, ni cómo cazar fieras y
trocar su bondad natural en una brutal crueldad, como sucede a muchos, sino que
Juan (el padre) buscó un tutor erudito en todas las ciencias, hábil en todas
las formas del conocimiento, que produjera buenas palabras de su corazón y le
entregó a su hijo para que fuera nutrido con esta clase de alimento». Después
le pudo proporcionar otro maestro, un monje llamado Cosme, «de hermosa
apariencia, pero de alma más hermosa aún», a quien los árabes habían traído de
Sicilia entre otros cautivos. Su padre tuvo que pagar un gran precio por él y
muy merecido, ya que, si hemos de creer a nuestro cronista, sabía gramática y
lógica, tanta aritmética como Pitágoras y tanta geometría como Euclides. Le
enseñó al joven Juan todas las ciencias, pero especialmente la teología, lo
mismo que a otro joven a quien su padre parece haber adoptado, llamado también
Cosme, que llegó a ser poeta y trovador y que por fin acompañó a su hermano
adoptivo al monasterio en donde ambos se hicieron monjes. A pesar de su
formación teológica, no parece haber considerado, al principio, otra carrera
sino la de su padre, a quien sucedió en su oficio. En la corte podía llevar
libremente una vida cristiana y ahí se hizo notable por sus virtudes y
especialmente por su humildad. Sin embargo, después de desempeñar su importante
puesto por algunos años, san Juan renunció a su oficio y se fue de monje a la
«laura»3. de San Sabas, cerca de
Jerusalén.
Es aún un punto discutido si sus primeras obras contra los iconoclastas
fueron escritas mientras estaba en Damasco, pero las mejores autoridades desde
los tiempos del dominico Le Quien, que publicó sus obras en 1712, son de la
opinión de que el santo se hizo monje antes de que estallara la persecución, y
que sus tres tratados fueron compuestos en la laura de San Sabas. De cualquier
manera, Juan y Cosme se establecieron entre los hermanos y ocuparon su tiempo
libre escribiendo libros y componiendo himnos. Posiblemente se ha pensado que a
los otros monjes les agradó la presencia de tan valeroso campeón de la fe como
Juan, pero esto estaba muy lejos de ser verdad. Se decía que los recién llegados
estaban introduciendo la discordia. Ya era malo el escribir libros, pero aún
peor el componer y cantar himnos, por lo que los hermanos estaban
escandalizados. El colmo llegó cuando, a petición de un monje cuyo hermano
había muerto, Juan escribió un himno fúnebre y lo cantó con una dulce melodía
compuesta por él mismo. Su superior, un viejo monje cuya celda compartía, lo
atacó lleno de furia y lo arrojó de ahí: «¿Olvidas de esta manera tus votos?»,
exclamó el viejo, «en lugar de cubrirte de luto y llorar, te sientas lleno de
gozo y te deleitas cantando». Solamente le permitió regresar después de varios
días, bajo la condición de que recorriera los alrededores de la laura y
recogiera toda la basura con sus propias manos. San Juan obedeció sin replicar;
pero durante el sueño, Nuestra Señora se le apareció al viejo monje y le ordenó
que permitiera a su discípulo escribir tantos libros y tantas poesías como
quisiera. De ahí en adelante, san Juan pudo dedicar su tiempo al estudio y a su
trabajo literario. Añade la leyenda que fue varias veces enviado, quizás para
el bien de su alma, a vender canastas en las calles de Damasco, donde antaño
había ocupado tan alto puesto. Debe, sin embargo, confesarse, que estos
detalles, escritos por su biógrafo más de un siglo después de la muerte del
santo, son de dudosa autoridad.
Si los monjes de San Sabas no apreciaron debidamente a los dos amigos, hubo
otros fuera que sí lo hicieron. El patriarca de Jerusalén, Juan V, los conocía
muy bien por su reputación y deseó tenerlos entre su clero. Primero tomó a
Cosme y lo hizo obispo de Majuma y después ordenó de sacerdote a Juan y lo
llevó a Jerusalén. Se dice que san Cosme gobernó su grey admirablemente hasta
su muerte; pero san Juan regresó pronto a su monasterio. Revisó cuidadosamente
sus escritos y «donde quiera que se adornaran con flores retóricas o parecieran
superfluos en su estilo, los redujo prudentemente a una más austera gravedad
para que no tuvieran ningún asomo de ligereza o falta de dignidad». Sus obras
en defensa de los iconos habían sido conocidas y leídas dondequiera y le habían
merecido el odio de los emperadores que los perseguían. Sus enemigos nunca
lograron lastimarlo, porque nunca cruzó las fronteras para entrar al Imperio
Romano. El resto de su vida lo pasó escribiendo teología y poesía en san Sabas,
donde murió a una edad avanzada. Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1890.
Antiguamente se asociaba el pasaje del Evangelio que se refiere a la
milagrosa curación del hombre de la mano seca (Mc 3) con una anécdota sobre la
vida de san Juan Damasceno que en un tiempo se creyó, y que ahora es
considerada apócrifa, pero que es bueno conocer, sobre todo para interpretar
alguna iconografía: cuando el santo era todavía oficial del tesoro en Damasco,
el emperador León III, que le odiaba, pero que no podía hacer nada contra él
abiertamente, intentó perjudicarlo por medio de un engaño; falsificó una carta
y pretendió que había sido escrita a él por Juan, en la que se le informaba que
Damasco estaba débilmente defendida y en que le ofrecía su ayuda, en caso de
que decidiera atacar. León envió al califa esta carta falsificada, con una nota
al efecto, diciéndole que odiaba la traición y deseando que su amigo conociera
el comportamiento de su funcionario. El airado califa hizo cortar la mano
derecha a Juan, pero le entregó el miembro mutilado por petición del mismo. El
santo llevó la mano cortada a su cabaña particular y rezó en versos hexámetros
ante una imagen de la Madre de Dios. Por intercesión de Nuestra Señora, la mano
se unió de nuevo al brazo y fue empleada inmediatamente para escribir una
acción de gracias.
La biografía del santo, escrita en griego por Juan de Jerusalén,
aproximadamente un siglo y medio después de su muerte, es pretenciosa en su
estilo e indigna de confianza en los datos que proporciona. Posiblemente no es
más que una traducción de un original árabe (véase Analecta Bollandiana vol.
XXXIII, 1914, pp. 78-81). Fue editada por Le Quien y reimpresa en Migne (PG.,
vol. XCIV, cc. 420-490) con valiosos comentarios del editor. El breve relato de
Juan Damasceno en el Synax. Constant, (ed. Delehaye, ce. 279-280) es
probablemente más aceptable. Una completa y moderna apreciación de la obra de
este gran Doctor de la Iglesia, es la de M. Jugie en Dictionnaire de Théologie
Catholique, vol. VIII, cc. 693-751, donde se discuten en detalle sus escritos y
enseñanzas teológicas. Ver también J. Nasrallah, S. Jean de Damas, (1950).
Nota 1: lo mismo ocurría, naturalmente, en los reinos cristianos con los súbditos que no eran cristianos. Este modo de entender la tolerancia y el respeto mutuo (incomprensible para nosotros pero a su manera eficaz) rigió las relaciones civiles por siglos (n. de ETF).
Nota 2: el año de nacimiento, y en general la cronología de la vida del Damasceno es objeto de controversia, y no hay dos autores que coincidan. Lo que parece claro es que vivió largo tiempo, cerca de cien años, así que quien coloca su muerte pasado el 780, coloca su nacimiento hacia el 690, pero hay variaciones de hasta 30 años en cada una de esas fechas.
Nota 3: en la terminología monástica oriental la «laura» (del griego laura=corredor) equivale a lo que en Occidente llamamos «claustro», también utilizado metonímicamente como en «ir al claustro», es decir, tomar el hábito, «ir a la laura de [tal monasterio]» equivale a entrar como monje allí (n. de ETF).
Imagen: ícono griego del siglo XIV.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1872 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla
con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4401
Santa Bárbara, virgen y mártir
fecha: 4 de diciembre
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Conmemoración de santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y
mártir en Nicomedia.
Patronazgos: patrona de los mineros, geólogos, arquitectos, albañiles, canteros,
carpinteros, techistas, electricistas, los campesinos, carniceros, cocineros,
campaneros, sombrereos, sepultureros, artilleros, armeros, bomberos,
trabajadores de fuegos de artificio, protege contra explosiones, muerte súbita,
tormentas, especialmente eléctricas, relámpagos, fiebre, peste...
Tradiciones, refranes, devociones: Expresiones y refranes:
«Acordarse de Santa Bárbara cuando truena», se usa en relación a la persona imprevista que luego se desespera ante las situaciones conflictivas.
Otra versión: «Santa Bárbara se menta, tan sólo cuando hay tormenta»
«Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita,
con papel y agua bendita,
guárdanos el pan y el vino
y a los que van de camino.»
La expresión «Santa Bárbara bendita..!» se usa popularmente como exclamación enfática ante algo inesperado.
«Acordarse de Santa Bárbara cuando truena», se usa en relación a la persona imprevista que luego se desespera ante las situaciones conflictivas.
Otra versión: «Santa Bárbara se menta, tan sólo cuando hay tormenta»
«Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita,
con papel y agua bendita,
guárdanos el pan y el vino
y a los que van de camino.»
La expresión «Santa Bárbara bendita..!» se usa popularmente como exclamación enfática ante algo inesperado.
Ver más información en:

Existen muchas ediciones en griego y
traducciones latinas de la «Passio» de santa Bárbara; se trata, sin embargo, de
narraciones legendarias, cuyo valor histórico es muy bajo, en parte porque hay
entre ellas muchas divergencias. En algunas pasiones su martirio se coloca bajo
el reinado de Maximino el Tracio (235 - 38) o Máximo (286 a 305), en otras,
bajo el de Maximino Daia (308 -13). Tampoco hay gran acuerdo sobre el lugar de
nacimiento, ya que los relatos hablan de Antioquía, Nicomedia y, finalmente, de
un lugar llamado «Heliopolis», situado a unos 20 km de Euchaita, ciudad de Paflagonia.
En las traducciones al latín la cuestión se complica aún más, y así en algunas
de ellas Bárbara habría muerto en la Toscana; por ejemplo, en el Martirologio
de Adón leemos: «En Toscana, nacimiento [en el cielo] de santa Bárbara, virgen
y mártir, bajo el emperador Maximiano». Estamos entonces frente al caso de una
mártir cuyo culto estuvo ampliamente difundido desde la antigüedad, tanto en
Oriente como en Occidente, pero sin embargo sus datos biográficos son
escasísimos, tenemos apenas unos pocos elementos: el nombre, el origen
oriental, con toda probabilidad, Egipto, y el martirio. La leyenda, entonces,
ha enriquecido con detalles fantásticos, a veces poco realistas, la vida de la
mártir: detalles que han tenido una influencia especial sobre el culto, tanto
como sobre la iconografía.
Sin pretensión de historicidad, entonces,
pero para entender ese culto y esa iconografía, importa rescatar y transmitir
algunos trazos de esas leyendas: El padre de Bárbara, Dioscuro, hizo construir
una torre para resguardar a la bella hija, pedida en matrimonio por muchos
pretendientes. Ella, sin embargo, no tenía intención de casarse, sino de
consagrarse a Dios. Antes de entrar en la torre, no siendo aún bautizada y con
el deseo de recibir el sacramento, fue a una piscina de agua cerca de la torre
y se tiró tres veces, diciendo: «Bárbara se bautiza en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo». Por orden de su padre, la torre iba a tener dos
ventanas, pero quería Bárbara tres, en honor de la Ssma. Trinidad. Su padre,
pagano, llegó a saber de la profesión de fe cristiana de su hija, y decidió
matarla, pero ella, pasando milagrosamente entre las paredes de la torre, logró
escapar. Capturada, su padre la llevó ante el magistrado. El prefecto Marciano
trató de convencer a Bárbara de retirar su propósito de consagrarse a Dios,
pero los intentos fueron inútiles; ordenó entonces atormentarla envolviendo
todo su cuerpo en una tela áspera y gruesa, de modo que empezó a sangrar por
todas partes, pero durante la noche Bárbara tuvo una visión y fue completamente
curada. Al día siguiente, el prefecto la sometió a nuevas y más crueles
torturas: sobre su carne vuelta a sanar hizo poner planchas de hierro caliente.
Una tal Juliana, presente en el tormento, habiendo expresado sentimientos de
compasión cristiana, fue asociada al martirio: el fuego encendido a sus
costados para atormentarla, se apagó casi de inmediato. Bárbara fue paseada
desnuda por la ciudad, pero milagrosamente volvió vestida y saludable, a pesar
de la flagelación. Por último, el prefecto la condenó a la decapitación, y fue
el padre mismo quien cumplió la sentencia, pero inmediatamente después
descendió fuego del cielo y quemó al padre cruel, de quien ni siquiera quedaron
las cenizas.

El emperador Justiniano, en el siglo VI,
trasladó las reliquias de la mártir de Egipto a Constantinopla; algunos siglos
más tarde, los venecianos las llevaron a su ciudad y fueron puestas en la
iglesia de San Juan Evangelista en Torcello (1009). El culto de la mártir se
había extendido por Italia, probablemente importado durante el período
bizantino, es decir, en el siglo VI, y luego se desarrolló más durante las
Cruzadas. En Roma, de acuerdo con el testimonio de Juan el Diácono (Vita, IV,
89), a san Gregorio Magno, cuando todavía era monje, le gustaba ir a rezar al
oratorio de santa Bárbara; ese recuerdo, sin embargo, no corresponde al siglo
VII de san Gregorio Magno, sino al IX del biógrafo, en el cual se construyeron,
según puede leerse en el Liber Pontificalis (ed. L. Duchesne, II, pp. 50, 116),
oratorios en honor de santa Bárbara, en época de Esteban IV (816-17) y León IV
(847-55).
Santa Bárbara es invocada especialmente
contra la muerte súbita por alusión a la muerte del padre, y, más tarde, su
protección se extendió a todas las personas que fueron expuestas en su trabajo
al peligro de muerte inmediata, de allí la relación con las bombas y la
artillería, pero también con los carpinteros (oficio más peligroso antes que
ahora). En los navíos de guerra, el almacén de las municiones se llama «Santa
Barbara».
En la prereforma que se hizo del
Martirologio Romano, inmediatamente después del Concilio Vaticano II, hacia
1969, posiblemente por un exceso de celo historicista, el registro de la santa
se quitó -junto con muchos otros- del calendario, y se suprimió el culto. Sin
embargo en la reforma final, que vige actualmente, desde el 2001, se ha vuelto
a aceptar -al igual que a otros-; el criterio que prima no es la verosimilitud
de las leyendas sino admitir que tras ese cúmulo de narraciones fantásticas hay
trazos de una auténtica antigüedad de la veneración, que puede reconocerse como
contemporánea de la existencia del personaje. De ninguna manera la inscripción
de un santo en el Martirologio implica la convalidación de las leyendas, pero
puede aceptarse la siguiente fórmula: el santo se inscribe en el Martirologio
cuando se considera que el culto antiguo -testigo de la existencia histórica-
dio lugar a la leyenda, y se rechaza cuando es la leyenda quien creó al
personaje, como vemos en este caso a la «espectadora» Juliana, asociada a santa
Bárbara en la leyenda, pero no presente en el culto antiguo.
La siguiente rima popular alemana la
encontré en un martirologio alemán, y la reproduzco en una traducción lo más
literal posible (pero sin perder completamente la cadencia infantil) por su
interesante asociación entre el niño que pide por el padre, teniendo en cuenta
el funesto papel legendario del padre de Bárbara:
|
Querido Dios, te pido a ti
protejas a mi padre por mí;
cuando esté en el pozo profundo
no lo dejes ni por un segundo;
esté con él un ángel bueno,
que a su muerte ponga freno;
y así a casa vuelva bien,
mi padre muy querido. Amén.
protejas a mi padre por mí;
cuando esté en el pozo profundo
no lo dejes ni por un segundo;
esté con él un ángel bueno,
que a su muerte ponga freno;
y así a casa vuelva bien,
mi padre muy querido. Amén.
Santa Bárbara, de noche y de día,
cuida a mi padre que trabaja en la mina,
en cada peligro quédate a su lado,
de la muerte súbita sea salvado.
Primera parte basada, pero no literal, en
el artículo de Gian Domenico Gordini en Enciclopedia dei Santi, reproducido en
Santi e Beati. la rima tomada del Ökumenisches Heiligenlexikon.
Abel Della Costa
accedida 3012 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4402
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