lunes, 13 de febrero de 2017

Santos Cirilo y Metodio, misioneros - San Valentín, mártir (14 de febrero)

Santos Cirilo y Metodio, misioneros

fecha: 14 de febrero
fecha en el calendario anterior: 7 de julio
†: 869 y 885 - país: República Checa
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: Fiesta de san Cirilo, monje, y san Metodio, obispo, hermanos nacidos en Tesalónica, que enviados a Moravia por el obispo Focio de Constantinopla para predicar la fe cristiana, allí crearon signos propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados. En un posterior viaje a Roma, Cirilo, que antes se llamaba Constantino, enfermó, y habiendo profesado como monje, descansó en el Señor en este día. Metodio, constituido obispo de Sirmium por el papa Adriano II, evangelizó la región de Panonia, y en todas las dificultades que soportó fue siempre ayudado por los Pontífices Romanos; recibió finalmente el premio celestial por sus trabajos en Velherad, en Moravia, el día seis de abril.
Patronazgos: patronos de Europa, Bohemia y Moravia, Polonia, República Checa, Bulgaria, Eslovaquia y Serbia, y protectores contra las tormentas eléctricas.
Oración: Oh Dios, que iluminaste a los pueblos eslavos mediante los trabajos apostólicos de los santos hermanos Cirilo y Metodio, concédenos la gracia de aceptar tu palabra y de llegar a formar un pueblo unido en la confesión y defensa de la verdadera fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Se venera a estos dos hermanos originarios de Tesalónica como apóstoles de los eslavos del sur y padres de la literatura eslava. Cirilo, el más joven de los dos, recibió en el bautismo el nombre de Constantino y tomó el de Cirilo poco antes de su muerte, junto con el hábito de monje. Fue enviado a Constantinopla muy joven. Allí hizo sus estudios, bajo la dirección de León el Gramático y de Focio. Aunque era más versado en las ciencias profanas que en la teología, fue ordenado diácono. Probablemente, no recibió sino hasta más tarde el sacerdocio. Sucedió a Focio en su sede, y la fama de su sabiduría le ganó el título de «el filósofo». Durante algún tiempo se retiró a un monasterio, pero, el año 861, el emperador Miguel III le envió en una embajada religioso-política ante el gobernador de los kázaros, que habitaban la región entre el Dniéper y el Volga. El santo desempeñó con éxito su misión, aunque sin duda se ha exagerado mucho el número de los que convirtió a la fe. Metodio, el hermano mayor de Cirilo, había sido gobernador de una de las colonias eslavas en la provincia de Opsikion y, después, había tomado el hábito de monje. Acompañó a su hermano en la embajada ante el gobernador de los kázaros y, a su vuelta a Grecia, fue elegido abad de un importante monasterio.
El año 862, llegó a Constantinopla un embajador de Rostislavo, príncipe de Moravia, para obtener que el emperador enviase misioneros capaces de evangelizar a los eslavos en su propio idioma. Rostislavo deseaba, por otra parte, congraciarse con Bizancio para defenderse de sus poderosos vecinos, los germanos. El emperador de Oriente vio en ello la ocasión de contrarrestar la influencia del emperador de Occidente en aquellas regiones, en las que ya se habían introducido los misioneros germanos. La empresa sonreía, por lo demás, a Focio, patriarca de Constantinopla, quien escogió para la tarea a san Cirilo y san Metodio, cuya cultura y conocimiento del eslavo los hacían capaces de crear un alfabeto escrito de la lengua del país. Probablemente, los sucesores de san Cirilo inventaron, sirviéndose de las mayúsculas griegas, el alfabeto «cirílico», del que se derivan los caracteres actuales del ruso, del serbio y del búlgaro. Antiguamente se atribuía por error a san Jerónimo la creación del alfabeto «glagolítico» en que están escritos los libros litúrgicos eslavo-románicos de ciertas regiones católicas de Yugoslavia; pero dicho alfabeto fue probablemente inventado por el mismo san Cirilo, a quien, según la leyenda, Dios lo reveló directamente. Como tantos otros aspectos de la historia de san Cirilo y san Metodio, la cuestión de los alfabetos es muy oscura. La lengua sudeslava de san Cirilo y san Metodio es, hasta la fecha, el idioma litúrgico de los rusos, de los ucranios, de los serbios y de los búlgaros, tanto católicos como ortodoxos.
Los dos hermanos partieron de Constantinopla con varios compañeros el año 863. En la corte de Rostislavo fueron muy bien recibidos y emprendieron inmediatamente la tarea. Pero la posición de los misioneros era muy difícil. El empleo del idioma de la región en la predicación y la liturgia los hacía muy populares entre los habitantes; pero el clero germánico se oponía a ello, sostenido por el emperador Luis el Germánico, quien obligó a Rostislavo a prestarle juramento de fidelidad. Los misioneros bizantinos, que habían traducido al eslavo algunas perícopas de la Escritura y los himnos litúrgicos, prosiguieron con éxito la evangelización. Pero uno de los grandes obstáculos era la falta de un obispo que ordenase nuevos sacerdotes, puesto que el prelado germánico de Passau se negó a hacerlo. Entonces, san Cirilo decidió ir a Constantinopla a pedir ayuda. Llegó a Venecia acompañado por su hermano, pero había escogido el peor momento: Focio acababa de ser excomulgado y la Santa Sede miraba con desconfianza a todo el Oriente. Los misioneros fueron mal acogidos en Venecia, donde se les consideraba como protegidos del emperador de Oriente y se criticaba el empleo que hacían del eslavo en la liturgia. Según una de las fuentes, el papa san Nicolás I los llamó a Roma. En todo caso, es cierto que los misioneros fueron a la Ciudad Eterna, llevando las pretendidas reliquias de san Clemente Papa, que san Cirilo había recobrado a su paso por Crimea. El papa san Nicolás había muerto mientras tanto; pero Adriano II, su sucesor, acogió calurosamente a los portadores de un regalo tan precioso. Después de juzgar la causa de los misioneros, Adriano II determinó conferir a Cirilo y Metodio el episcopado, aprobó la ordenación sacerdotal de los eslavos convertidos, y alabó el empleo de la lengua eslava en la liturgia. No parece que san Cirilo haya sido realmente consagrado, ya que murió cuando se hallaba en Roma, el 14 de febrero del 869. Según la versión italiana de la leyenda, después de la muerte de san Cirilo, san Metodio dijo a Adriano II: «El último deseo de nuestra madre, cuando dejamos la casa paterna para ir a evangelizar el país en que hemos trabajado hasta ahora, con la gracia de Dios, fue que, al morir uno de nosotros dos, el otro se encargase de transportar su cadáver para darle sepultura en nuestro monasterio. Así pues, os ruego que me ayudéis en esta empresa». El papa estaba dispuesto a ayudar a san Metodio, pero sus consejeros le dijeron: «No conviene que dejemos salir de la ciudad el cuerpo de un hombre tan distinguido, que enriqueció nuestra ciudad con tan extraordinarias reliquias, que ganó al cristianismo naciones tan remotas y que murió entre nosotros». El papa concedió la razón a sus consejeros, y san Cirilo fue sepultado en la iglesia de San Clemente, donde se habían depositado las reliquias que él había llevado a Roma.
San Metodio se encargó de llevar adelante la empresa de evangelización. Después de recibir la consagración episcopal, volvió a su antigua misión, llevando consigo un documento en que la Santa Sede le recomendaba como hombre de «doctrina y ortodoxia perfectas». Kosel, príncipe de Panonia, pidió que se restableciese la antigua arquidiócesis de Sirmiun (actualmente Mitrovic, en Serbia); san Metodio fue nombrado arzobispo, y sus diócesis sufragáneas se extendían hasta las fronteras de Bulgaria. A pesar del apoyo y la aprobación del Sumo Pontífice, el clero germánico no cesó de poner obstáculos a la evangelización. Por otra parte, la situación política de Moravia había cambiado, ya que Svatopluk, sobrino de Rostislavo, se había aliado con Carlomán de Baviera y había expulsado a su tío. El año 870, san Metodio compareció ante un sínodo de obispos germánicos y fue encarcelado en una celda húmeda. El papa Juan VIII no consiguió que le pusiesen en libertad sino hasta dos años más tarde y juzgó prudente retirar el permiso de predicar en eslavo (que era, según la llamaba el Pontífice, «una lengua bárbara»). Sin embargo, Juan VIII tuvo cuidado de recordar a los germanos que Panonia y todas las sedes del Ilírico dependían desde antiguo de la Santa Sede.
San Metodio continuó la evangelización durante los años siguientes. Pero Svatopluk se convirtió en enemigo suyo, porque el santo le echó en cara la vida licenciosa que llevaba. Así pues, el arzobispo fue acusado ante la Santa Sede, en 878, de seguir con las celebraciones litúrgicas en la lengua eslava y de omitir, heréticamente, la mención del Hijo en el Credo. (Advirtamos que en aquella época las palabras "y del Hijo" (Filioque) no se habían introducido todavía en todas partes y, ciertamente, no en Roma). Juan VIII convocó a Metodio a la Ciudad Eterna. Metodio consiguió probar su ortodoxia y convencer al Pontífice sobre la necesidad de emplear la lengua eslava. Aunque con ciertas reservas, Juan VIII aprobó nuevamente el empleo de dicha lengua, «porque Dios, que creó los tres principales idiomas -el hebreo, el griego y el latín-, también había creado otros para su honor y gloria». Desgraciadamente, accediendo a los deseos de Svatopluk, el Papa nombró también para la sede de Nitra, que era sufragánea de Sirmiun, a un sacerdote germánico llamado Wiching, que era enemigo acérrimo de san Metodio. Ese prelado, que era muy poco escrupuloso, llegó a falsificar documentos pontificios para perseguir a san Metodio. Después de la muerte del santo, Wiching obtuvo la sede de Sirmiun, desterró a los principales partidarios de su predecesor y anuló la mayor parte de su obra.
Según la versión de Panonia, san Metodio terminó en los cuatro últimos años de su vida la traducción de la Biblia al eslavo (excepto los libros de los Macabeos) y tradujo también una colección de leyes civiles y eclesiásticas bizantinas, llamada el «Nomokanon» (es decir: compilación de leyes). Esto parece indicar que las circunstancias impedían al santo consagrarse enteramente a los asuntos misionales y episcopales, es decir, que estaba perdiendo la batalla contra la tendencia germánica. San Metodio murió probablemente en Stare Mesto (Velehrad, en la República Checa) el 6 de abril del 884, consumido por el trabajo apostólico y la oposición de los que no estaban de acuerdo con sus métodos de evangelización. La liturgia de sus funerales se celebró en griego, en eslavo y en latín. «Las gentes acudieron con antorchas encendidas. Todo el pueblo se hallaba presente: hombres y mujeres, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, viudas y huérfanos, ciudadanos y forasteros, sanos y enfermos. Porque Metodio se había hecho todo a todos para ganar a todos para el cielo».
La fiesta de los santos Cirilo y Metodio, que se había celebrado desde antiguo en la región donde trabajaron, fue extendida a toda la Iglesia de Occidente por el Papa León XIII en 1880. Por tratarse de dos orientales que trabajaron en estrecha colaboración con la Santa Sede, se los considera como patronos especiales de la unidad de la Iglesia y de las obras que se dedican a promover la unión con las Iglesias eslavas disidentes. Los católicos checos, eslavos y croatas, así como los servios y búlgaros ortodoxos, les profesan especial devoción. Los nombres de los dos santos aparecen en la preparación de la misa bizantina de rito eslavo. Juan Pablo II, con la carta apostólica «Egregiae virtutis», del 31 de diciembre de 1980, los proclamó -junto con san Benito de Nursia- patronos de Europa, y presentó sus figuras de evangelizadores por medio de la encíclica «Slavorum apostoli», de 1985.

La vida de estos dos santos está íntimamente relacionada con una larga y complicada historia de rivalidades políticas y eclesiásticas. A pesar de todos los trabajos recientes sobre los documentos contradictorios, resulta todavía imposible determinar exactamente los hechos. Las fuentes representan dos tradiciones. La tradición de Panonia comprende las biografías de Constantino (Cirilo) y Metodio (Miklosich, Die Legende von hl. Cyrillus y la Vita S. Methodii russico-slovenice et latine, Viena, 1870), y una biografía griega de San Clemente de Okhrida (Migne, P. G., vol. CXXVI, cc. 1194-1240). En la tradición italiana de la leyenda hay una vida de San Cirilo "cum translatione sancti Clementis" (Acta Sanctorum, vol. II). La "leyenda morávica" es muy posterior a las otras dos tradiciones, que datan de los siglos IX y X. Acerca de estas fuentes, véase F. Dvornik, Les Slaves, Byzance, et Rome au IXe. siécle (1926), y Les legéndes de Constantin et de Méthodes vues de Byzance (1933). Véase también J. B. Bury, History of the Eastern Román Empire (1912); A. Lapotre, Le pape Jean VIII (1895); L. K. Goetz, Geschichte der Slavenapostel K. und M. (1897); F. Grivec, Die hl. Slavenapostel K. und M. (1928); Analecta Bollandiana, vol. XLVII (1929), pp. 178-181; y Fliche y Martin, Histoire de l´Eglise, vol. VI, pp. 451-463.
Imágenes:
-Ícono ruso de los dos hermanos.
-Karel Dvorák: Cirilo y Metodio, estatua en el puente Karluv, en Praga, 1928 a 1939.
-Alfabeto glagolítico inventado por san Cirilo para fijar por escrito la lengua eslava.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_571




San Valentín, mártir

fecha: 14 de febrero
†: s. inc. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa

Elogio: En Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir.
Patronazgos: patrono de la juventud, los enamorados, los viajeros, los apicultores, para la preservación de la inocencia virginal, el compromiso, el buen matrimonio, e invocado contra los desmayos, la locura, la epilepsia y la peste.

Hay razones teóricas y prácticas que hacen muy difícil una hagiografía de san Valentín: La razón teórica es, desde luego, la escasísima certeza sobre el personaje; su existencia y culto antiguo resultan indudables, pero poco más puede agregarse. La dificultad práctica proviene de que hasta la edición anterior del Martirologio -es decir hasta hace apenas unos años- se celebraban en esta fecha dos san Valentín, uno -laico o quizás presbítero- de Roma, y el otro -obispo- de Terni, también en Italia; así que las hagiografías que pueden conseguirse, incluso de los autores que con preferencia utilizamos en El Testigo Fiel, oscilan en atribuir a uno u otro los mismos rasgos, o se van en discusiones sobre cuál de los dos será más auténtico, discusiones que han perdido ya todo su valor del momento en que el Martirologio conserva ahora uno solo. Claro que como el Martirologio no aclara si el que quedó es laico, presbítero u obispo, sino sólo que es mártir y murió en Roma (que es todo lo que sabemos de él), la diócesis de Terni sigue reivindicando a su santo mártir, mientras que los santorales de otras procedencias prefieren identificarlo con el presbítero (un obispo mártir solía dejar más rastro en la historia). La misma ambivalencia se detecta en la iconografía, que lo representa en distintas figuras, de soldado a obispo, podríamos decir. Toda esa filigrana historiográfica parece importarle poco a la devoción popular, que mientras se queja de la «comercialización» de los santos, no renuncia a considerarlo el santo de los enamorados (y ayudar a que los centros comerciales «hagan caja»), bien que recogiendo para esta tradición distintos orígenes y significados.
Veamos entonces escalonadamente tres aspectos: qué sabemos sobre san Valentín, qué afirman las leyendas tradicionales, y de dónde proviene la vinculación de esta devoción con los enamorados.

Qué sabemos sobre san Valentín

-Lo que sabemos, como he dicho, es bien poco: hubo una catacumba cristiana en la Vía Flaminia cuyos restos se atribuían a un cristiano llamado Valentín, martirizado en la persecución de Claudio el Godo, alrededor del año 269 o poco más; sobre esa catacumba, como fue práctica luego de la legalización de nuestra fe, se construyó, hacia el año 350, una basílica dedicada al santo. Podría ser que este mártir fuera el obispo de la ciudad de Interamna (actual Terni), llamado Valentín, y que haya sido llevado a Roma para su martirio en tiempos del cónsul Furio Plácido, en 273, apenas unos años después del dato que la memoria tradicional -con toda su imprecisión- conservaba. El nombre de Valentín como mártir en Roma (pero no necesariamente «de» Roma) aparece en todos los martirologios antiguos. Y aquí acaban las certezas históricas.

Qué afirman las leyendas tradicionales

-Aunque posiblemente sobre la base de la misma persona histórica, las leyendas se han desarrollado de manera separada en Roma y en Terni; fenómeno que no es nada infrecuente y que a lo largo de los siglos ha llenado de duplicaciones (o triplicaciones y más) el catálogo de santos. Las líneas principales de esas leyendas lo hacen un intrépido defensor de cristianos, ya sea visitándolos en la cárcel, ya sea arriesgando su vida para unirlos en matrimonio, aunque este desarrollo es muy posterior, y parece que sólo para racionalizar el patronazgo de los enamorados. La edición original del Butler (del siglo XVIII) nos transmite aun que «fue un santo sacerdote de Roma, quien, con san Mario y su familia, socorría a los mártires durante la persecución de Claudio II. Fue aprehendido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que todas sus promesas para hacerlo renunciar a su fe eran ineficaces, mandó que lo golpearan con mazas y después lo decapitaran», rasgos que formaban parte de la versión romana. La diócesis de Terni, por su parte se basa en que «textos del siglo VI cuentan que san Valentín, ciudadano y obispo de Terni desde el 197, resultó famoso por su santidad de vida, por su caridad y humildad, por su celo apostólico, y por los milagros que realizaba, por lo que fue invitado a Roma por un cierto Cratón, orador griego y latino, para que le curase a su hijo, enfermo desde hacía unos años». Una vez allí, hechas las curaciones y logradas las conversiones correspondientes, «fue aprisionado bajo el emperador Aureliano, y decapitado en Roma. Era el 14 de febrero del 273. Su cuerpo fue transportado a Terni, en el 58 miliario (es decir, la marca de millas) de la Vía Flaminia». La imaginación, a Dios gracias, no tiene los estrechos límites de los documentos históricos, y todo puede compaginarse con todo, el enterramiento en la Vía Flaminia con el traslado a Terni, y muchísimos detalles más, que omito para no abundar, aunque no sin advertir que la ramificación de estos «hechos» llega hasta san Cosme y san Damián, los que es decir hasta tocar los mismísimos pies de los Apóstoles.

Qué relación tiene con los enamorados

-La tercera cuestión es que ha devenido el patrono de los enamorados, y bien que lo ha hecho, ya que como todo lo débil, el amor, sobre todo juvenil, necesita de protección -y cuanto más celestial sea ese apoyo, mejor- para afianzarse y madurar. Ahora bien, como sucede muchísimas veces, es muy difícil saber por qué ha llegado a ser tal. Que se base en algún rasgo de la leyenda es poco probable, aunque ya hemos visto que hay un desarrollo más bien tardío que hace de Valentín un obispo casamentero. La explicación que parece más probable proviene del ámbito sajón: parece que hacia esta época los pájaros hacen su nido, por lo que comenzó a acostumbrarse a «pedir la mano» para la fiesta de san Valentín. La edición 1964 del Butler reproduce un delicioso epistolario que entreteje este pedido de manos con san Valentín, y que reproduciré:
Una de las más antiguas referencias a esa costumbre se encuentra en The Pasión Letters (No. 783). En febrero de 1477, Isabel Drews, quien tenía una hija casadera y deseaba unirla en matrimonio con su pariente John Paston, escribía al futuro novio:

Primo, el viernes es día de San Valentín, cuando todos los pájaros escogen pareja; si gustas venir el jueves por la noche, y preparado para quedarte hasta el lunes, confío en Dios que hablarás a mi marido, y yo rezaré para que llevemos el asunto a conclusión, porque, primo, no es sino un roble delgado el que se corta al primer golpe.

Durante el mismo mes, Margarita, la joven casadera en cuestión, dirigió la siguiente carta a John Paston:

Para ser entregado este billete a mi bien amado Señor Don Valentín John Paston.
Reverendísimo y honorable bien amado Valentín: me recomiendo a usted, de todo corazón, deseando saber de su salud, rogándole a Dios Todopoderoso que lo conserve mucho tiempo en todo bienestar según Su beneplácito y deseo de vuestro corazón.

Su carta siguiente no es tan ceremoniosa, y en el curso de la misma dice:

Si vosotros podéis estar contentos con ese bien (su pequeña dote) y mi pobre persona, yo sería la joven más feliz de la tierra; una buena, verdadera y amante Valentina, para que ya no se hable nunca más del asunto, y pueda ser su verdadero amor y compañera de lecho toda mi vida.
Otra explicación, que se reproduce en muchos webs (la recojo de corazones.org) dice que «Para abolir la costumbre pagana de que los jóvenes sacaran por suerte nombres de jovencitas, en honor de la diosa del sexo y la fertilidad llamada Februata Juno, celebrada el 15 de este mes, algunos pastores substituyeron esta costumbre, escribiendo nombres de santos. Así con el tiempo la fiesta sería cristianizada y se celebraba en vez San Valentín.» Pero parece una explicación improbable, porque la idea de un «listado de santos» es algo muy posterior a la época antigua en la que existía la fiesta de Februata Juno. Esta explicación se registra recién en el siglo XVII, cuando ya existen muy afianzados los catálogos de santos, y a la vez la fiesta de Februata Juno es apenas una nebulosa en la memoria. Aunque si de abolir se trata, escribiendo el otro día la noticia en torno a la fiesta de «Presentación del Señor» hice notar que la improbable relación que establece Beda el Venerable entre las Lupercalia romanas (fiesta de la fertilidad), y la procesión con velas que se vinculó en Roma con el 2 de febrero podía ser que se relacionara con la sustitución que hace el Papa Gelasio hacia el siglo V de las Lupercalia por una procesión de candelas, que caería hacia el 14 de febrero, y que a lo mejor desde allí podía rastrearse la relación entre la fiesta de san Valentín y la de los enamorados. Pero como puede verse, en este terreno la mayor certeza es apenas la de la conjetura.
Imágenes:
-Jacopo Bassano: San Valentín bautizando a santa Lucilla, 1575, óleo sobre tela, Museo Civico, Bassano del Grappa.
-Estampa tradicional (en la caracterización de presbítero).
-Reliquias de san Valentín, en Santa María in Cosmedin, Roma.

Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_572

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