domingo, 12 de febrero de 2017

"Tener Fe" (Reflexión de Eduardo Jiménez Becerro)

"Tener Fe"

 
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Tener Fe"... es un don de Dios, pero que se regala a todo el mundo, tan solo hay que desearla, buscarla...perseguirla con paciencia, y al encontrarla, hay que alimentarla continuamente, pues... al tener esa Fe, y estar en el mundo, ya no seremos del mundo y los agobios, los trabajos, las tentaciones, pueden debilitar ese deseo de seguir profundizando en su conocimiento y conservarla. Lo que para algunos les sirve, puede que para otros les ayude o no, pero el camino, aun siendo el mismo (Jesucristo), cada uno lo tiene que recorrer solo, siendo lo que somos cada uno, con nuestros defectos y virtudes.
 
En este mundo, hay 2 verdades que todos conocemos:

- una es tangible, predecible y que nadie cuestiona (creyentes o no creyentes): estamos en un tiempo, un espacio, vivimos una vida pero tenemos que morir. Todos tenemos una caducidad. 
- La segunda verdad, hay que buscarla en este tiempo que tenemos, antes de que "se no eche el tiempo encima", pues no sabemos cuánto nos queda:
Unos aprovechan el tiempo para enriquecerse, para poner su corazón en los bienes de la tierra, sabiendo que éstos se acaban, que no le sacian y que siempre se quiere mas, y pensando que después vendrá la muerte y no habrá más. No quieren mas, no quieren saber más y se niegan a saber más. Ponen su previsión en la vida, en una buena jubilación y en morir lo antes posible, cuando no puedan disfrutar más o antes de que empiecen los dolores de la vejez.
 
Otros creemos, que Dios nos ha dado el don de la vida, un regalo en un tiempo y un lugar para que cumplamos nuestro proyecto de vida y amor, antes de optar a regresar a la casa del Padre, cuando nos llame.
 
El Santo Padre Francisco decía recientemente algo parecido a esto: " que nunca había visto que detrás del féretro de un funeral, fueran los camiones de la mudanza, con todos los enseres de la persona fallecida"
 
Todos tenemos al menos una oportunidad de conocer la Verdad (cuando no muchas) pero depende de cómo tengamos dispuesto el corazón en ese momento cuando Dios nos habla: Él lo hace a través de los acontecimientos que nos suceden, de lo que nos dicen otras personas, de lo que nos dice Jesucristo, día a día en La Biblia, en las misas, a través de los sacramentos etc... Hay un ejemplo muy claro que es válido incluso hoy en la actualidad: cuando Jesucristo hacía un milagro, había gente que le creía y otros no. Viendo lo mismo, escuchando lo mismo, unos creen y otros no. Depende de cómo estaba su corazón, abierto, esperanzado, buscando la verdad o saciado, cerrado, agobiado por el mundo...
 
En la libertad que Dios nos ha dado a cada uno, para hacer el bien, para hacer el mal, con nuestras capacidades repartidas según su criterio, nos da la oportunidad de conocer a Jesús, seguirle y poder optar a la vida eterna. Pero también nos permite que podamos negarnos y condenarnos para siempre. Solo aquellos que le niegan conscientemente, pecando, no arrepintiéndose, ni pidiendo su infinita misericordia, ellos mismos se condenan. Dios padre, no lo quiere, pero ellos mismos lo deciden así y Él respeta nuestra decisión. Para Dios es "mas difícil entrar en el corazón humano que resucitar un muerto", sencillamente, porque Él nos deja esa libertad para decidir, para seguirle o no seguirle, para hacer el bien o para hacer el mal.

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