sábado, 20 de mayo de 2017

Beata María Crescencia Pérez - Beato Anton Durcovici (20 de mayo)

Beata María Crescencia Pérez

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Maria Crescencia Perez
El 17 de Agosto de 1897, nacía en San Martín, Provincia de Buenos Aires, María Angélica Pérez: 34 años más tarde moría en Vallenar (Chile), un viernes 20 de Mayo la Hermana María Crescencia Pérez.
Entre la aurora y el ocaso, una existencia enteramente vivida ¨en el nombre Del Señor. María Angélica vino al mundo de unos padres profundamente enraizados en la fe, llenos de confianza en la Voluntad de Dios, humanamente íntegros. En ese ambiente familiar de coherencia espiritual y humana, María Angélica fue bendecida por Dios con cualidades excepcionales y con ella fue bendecido el Instituto del Huerto y la Iglesia a la que durante 14 años sirvió.
En el año 1917 hizo su profesión religiosa inundada de paz interior. Esa paz estuvo precedida por sufrimientos diversos como la pobreza familiar y la muerte de su padre que se produjo el mismo día en que ella hizo su profesión religiosa. Aceptó esa muerte con generosidad y dolor contenido. Al consagrarse a Dios nació muy pronto un amor especial a la oración y una extraordinaria capacidad de sufrir. En su apostolado los más beneficiados fueron los enfermos y los pobres, podemos decir que vivió una auténtica vocación: los pobres. A los enfermos les enseñó que en el sufrimiento se esconde una fuerza especial que los acerca a Cristo. Hizo propias las esperanzas, las angustias y las tristezas de las personas que trataban con ella. El supremo mandamiento del Señor ¨Amaos los unos a los otros¨ había arraigado profundamente en ella durante los años de su consagración, vividos en fidelidad al carisma de la congregación. La devoción mariana resplandeció de un modo elocuente en su vida.
Amó y veneró a la Virgen con afecto filial. A ella recurrió en todo momento, especialmente en las situaciones de dificultad y prueba.
Sus fatigas y sufrimientos tuvieron como único objeto trasmitir el gran tesoro de la fe en Jesucristo, único Salvador del mundo.
En su incansable actividad a pesar de su corta vida, sembró una semilla que poco después de su muerte dio abundante fruto.
El amor a Jesús, a María del Huerto, a su Iglesia y al Padre fundador de su Instituto, San Antonio María Gianelli la fueron transformando y así abrazada y consumida por ese fuego interior entregó su vida a Dios. En el umbral del tercer milenio, el testimonio de santidad sencilla y cotidiana de María Crescencia, puede ayudar a muchos a ser como ella.




Beato Anton Durcovici

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Beatificado Mons. Anton Durcovici, el obispo martir torturado y asesinado por el comunismo en Rumanía


Miles de fieles de Rumania se reunieron el 17 de mayo en Lasi para asistir a la beatificación del obispo mártir Anton Durcovici. Según calculan los organizadores, más de 20.000 personas estuvieron presentes en el estadio Emil Alexandrescu. Entre los participantes había unos 2.000 obispos, sacerdotes y religiosos, así como muchos grupos organizados por las parroquias católicas. La Santa Misa fue presidida por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.



Anton Durcovici nace en Bad-Deutsch-Altenburg (Austria) el 1888, su padre Franz Durcowitsch, era croata y murió por la tisis en 1893; su madre María Mittermaier parte con sus dos hijos (Franz y Anton) a Rumania, donde vivía su tía, primero en Iasi (Moldavia), y luego en la calle Isvor (Bucarest); en sus estudios en el liceo católico de San Andrés (1898-1905) de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, la italiana Sor Tecla, de las Hermanas de Mary Ward, le daba comida siendo Durcovici monaguillo de la capilla.

El padre Lucio Fetz, capellán de las Hermanas y secretario del arzobispo Raymund Netzhammer, le descubre su vocación y lo anima a ingresar al seminario; Durcovici terminó los estudios en el liceo San José, también de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

De 1905 a 1910 estudió en Roma filosofía en la Pontificia Universidad Santo Tomás, y teología en el Colegio de Propaganda Fide y Derecho Canónico en la facultad del Seminario Romano; se ordena sacerdote en la Basílica San Juan de Letrán en 1910, regresa a Rumania y lo hacen canónigo del Capítulo de la Catedral de San José (Bucarest) y Prelado.

Durante la II Guerra Mundial en 1916 Rumania le declara la guerra a Austria y Durcovici fue deportado al puerto Galaţi (Moldavia) por ser austriaco, bajo trabajo forzado, y donde contrajo el tifus que lo afectará el resto de su vida; el arzobispo Netzhammer intervino ante el rey Fernando de Rumania para liberarlo con los otros sacerdotes austriacos y alemanes.

Cuando regresó de la prisión, Durcovici se ocupó de las parroquias abandonadas de Târgovişte y Giurgiu (donde convierte al ruso Iván de Krassovski), y dicta clases de religión en San Andrés; en 1924 Netzhammer fue reemplazado por Alejandro Cisar, que era obispo de Iasi. Desde 1924 Durcovici fue director y luego rector del Seminario de Bucarest hasta 1948; siendo profesor, proponía como modelos sobre todo a tres santos, Alfonso María de Ligorio por la vida interior, Tomás de Aquino por el estudio de la fe, e Ignacio de Loyola por la organización de vida.

Devoto del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María, fue director espiritual de la Congregación Mariana, la Asociación de San Vicente, la Tercera Orden Franciscana, la Asociación de Madres Cristianas, etc. Apoyaba las revistas católicas Cranicul y luego Farul Nou («nuevo faro»); era hombre de profunda oración, disciplina e inteligencia, silencioso, de integridad moral y de ánimo severo. Confesaba los sábados por la tarde y domingos por la mañana en alemán, rumano, italiano, francés, húngaro e inglés.

Pío XII nombra Obispo a Durcovici en 1947, pero por obstáculos estatales el Nuncio Apostólico Patrick O‘Hara lo consagra el 5 de abril de 1948 en Bucarest, y el 14 de abril toma posesión de la Catedral de la Asunción de la Santísima Virgen María de Iasi. La región de Iasi en 1944 tenía unos 140.000 católicos entre cuatro millones de rumanos (el 3,5% de la población), había 46 sacerdotes seculares y 52 sacerdotes religiosos, ninguna comunidad religiosa femenina, y 105 parroquias. Durcovici recorrió todas las parroquias consagrando las iglesias al Inmaculado Corazón de María.

Desde 1948 Rumania estuvo bajo la dictadura del partido socialista hasta 1989, procurando eliminar todas las confesiones religiosas del país. Ese tiempo es llamado el «de la Iglesia del silencio»; el gobierno pretendía separar la Iglesia rumana de la obediencia de Roma, y los obispos Durcovici y Marton Aron fueron los principales opositores al gobierno ateo; tres sacerdotes traidores engañaron al arzobispo Cisar para que presentara peticiones de pensión a los comunistas, por lo cual la Santa Sede lo removió del cargo y Durcovici fue designado Administrador Apostólico de la Arquidiócesis el 14 de abril de 1948.

El 3 de agosto de 1948 el gobierno comunista cierra todas las instituciones católicas, seminarios, escuelas, hospitales y hospicios. En octubre de 1948 la Iglesia Greco-Católica fue disuelta y sus bienes pasaron a la Iglesia Ortodoxa Rumana; todos los obispos greco-católicos (como Ioan Ploscaru e Ioan Suciu) y un buen número de sacerdotes fueron encarcelados. En 1949 le llega el turno a la Iglesia Católica de rito latino: fueron arrestados los obispos Marton Aron, Anton Durcovici, Augustin Pacha y Scheffler; luego fueron arrestados el obispo Joseph Schubert (nuevo Administrador Apostólico), el Vicario Mons. Johannes Baltheiser, y Mons. Mathias Pozar, párroco de Todebald de Graz.

Anton Durcovici fue arrestado por agentes de la «Securitate» (policía comunista) el 26 de junio de 1949 en la vía que de Bucarest conduce a la parroquia Popeşti-Leordeni, tras celebrar el sacramento de la Confirmación; fue llevado a la prisión de Sighetu Marmaţiei. Tras numerosas torturas y humillaciones para que renunciara a la fe, Durcovici se sintió moribundo y a través de una cerradura pidió a otro prisionero, el padre Rafael Friedrich, que le diera la absolución; murió de hambre el 10 de diciembre de 1951 y su cuerpo fue visto por el obispo greco-católico Ioan Ploscaru, también prisionero, a quien ordenaron limpiar la celda.

La Securitate sepultó el cadáver de Durcovici en el cementerio ruteno, sin nombre en su lápida; también sepultaron a los obispos greco-católicos Traian Frenţiu, Ion Suciu y T. Laurian Chinezu; hoy el cementerio está nivelado y destinado a la agricultura, por eso no se hallaron los restos de los obispos. Años después fueron liberados Friedrich y Ploscaru.

Tras la muerte de Anton Durcovici la diócesis de Iasi tuvo sede vacante hasta la caída del régimen comunista de Ceauşescu (1990), cuando asumió Petru Gherghel y se reinició el proceso de recolección de testimonios del mártir Durcovici; al Concilio Vaticano II (1962-1965) ningún obispo rumano pudo asistir (uno de rito latino, cinco de rito bizantino, dos de ellos encarcelados). Tras la caída del comunismo la fe católica ha renacido.

El 11 de junio de 1999 se cerró la fase diocesana para la beatificación de Durcovici y el proceso fue enviado a la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano. En 2006 la diócesis de Iasi tenía 255.798 católicos (5,4%), 248 sacerdotes seculares, 116 sacerdotes religiosos, 325 religiosos, 463 religiosas y 130 parroquias.

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