La Virgen María es la "Theotokos", la madre de Jesucristo, el Hijo del Dios vivo, el Verbo encarnado. Ella concibió por el poder del Espíritu Santo y fue atendida y protegida por su esposo San Joseph, quien llevó al niño y a su madre a un lugar seguro durante la persecución de Herodes.
La tradición Católica sostiene que el nacimiento de Jesús fue también un hecho milagroso que dejó intacta la virginidad de María como un signo de pureza. Al igual que también la tradición nos indica que José y María no tuvieran relaciones después del nacimiento de Jesús.
María también es llamada Panagia, que significa: La "Toda-Santa", y esto nos indica su cercanía a Dios en su obediencia
El título "Theotokos "es una palabra griega que significa "Portador de Dios"... María es la portadora de Dios, la que trae al mundo a la segunda persona de la Santísima Trinidad
El lugar de María en la fe y la piedad católica creció inmensamente a través de los siglos, y la piedad mariana ha sido también una de las principales áreas de desarrollo de la Doctrina en la Iglesia Católica en los tiempos modernos.
Dos solemnes definiciones marianas en menos de un siglo. Dos años marianos para la Iglesia universal en una generación. Dos grandes santuarios marianos con millones de peregrinos anuales de todas partes del mundo - aprobado por la Iglesia, de nuevo en menos de un siglo. Doce encíclicas papales sobre el Rosario por cuatro soberanos pontífices. Todo esto es una indicación de lo que se ha llamado con razón "La Era de María".
En la providencia de Dios, María está destinada a ser venerada, podemos decir con seguridad, como nunca antes había sido.
1.- Háblale a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a seguir.
Confío en tu compañía y en tu Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos.
Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí según tu Palabra.
Amén
2.- Oración inicial
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
- "No tienen vino": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
- "Hágan lo que Él les diga": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
- "He aquí la esclava del Señor": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
3.- Reflexión para el día 11: El gran truco: "Bendita sea tu pureza"
"Pura lana virgen" "¡Da gusto un aire tan puro!" "Agua pura y cristalina". "Puro sabor americano"... Frases impactantes de anuncios publicitarios. El gran elogio de cualquier cosa es la pureza: no contaminado, sin adulterar, genuino, no pasado, auténtico.
Santa María qué alegría, que Tú, mi Madre, seas piropeada siempre como "Pura", por tu corazón puro, generoso, limpio, grande. Ayúdame a vivir siempre y en todo momento, la virtud de la pureza.
En las tres Avemarías de la noche te pido, de rodillas (como para suplicártelo también con mi cuerpo) el regalo de la pureza para mí y para los míos.
Con qué sencillez y alegría se expresaba aquel muchacho:
"¡Las tentaciones de pureza ya no son un problema! ¡ya tengo el truco!, acudo enseguida a la Virgen, un Bendita sea Tu Pureza y siempre venzo".
Después de tiempo luchando y siendo vencido, por fin se dio cuenta dónde tenía la verdadera fuerza para luchar: ¡En su Madre!
Perdona, Madre mía, porque muchas veces me parece que pedir ayuda es... lo de menos, lo menos importante. Lo que pienso, en el fondo, es que para vencer, para conseguir hacer algo que me cuesta, lo importante es lo que yo haga y yo consiga...
Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estoy. Gracias, Madre, porque ahora sé que lo más importante es lo que yo reciba de Ti y no lo que yo solo pueda hacer.
4.- Oración final
Amado Jesús, al igual que María, tu Santa Madre, quiero estar abierto siempre a la acción del Espíritu Santo, configurarme completamente a tu amor y tu misericordia.
Como ella, acepto también ser tu esclavo, tu siervo, atento siempre a escuchar tu Palabra y hacerla una acción de vida.
Deseo responderte siempre con generosidad y sencillez, como lo hizo María, quien supo escucharte y obedecerte desde siempre.
Y a ti, Oh María, amada universal del Verbo, la nueva Eva escogida, auxilio de los pecadores y de los que buscan tu intercesión, acógeme siempre bajo tu manto protector, soy también tu hijo y sé que te preocupas por mí.
Te ruego que poses tu mano sobre mis hombros y me guíes por el camino de tu hijo Jesús.
Como tú, quiero poder decir y sentir con toda la pasión de mi alma: "Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador".
Amén
Reflexión: Padre José Pedro Manglano | Diálogos y oraciones: Qriswell J. Quero | Publicado originalmente en: PildorasdeFe.net
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