San Braulio de Zaragoza, obispo
fecha: 18 de marzo
fecha en el calendario anterior: 26 de marzo
n.: c. 585 - †: 651 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 26 de marzo
n.: c. 585 - †: 651 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Zaragoza, ciudad de la Hispania
Tarraconense, san Braulio, obispo, que, amigo íntimo de san Isidoro, colaboró
con él para restaurar la disciplina eclesiástica en toda Hispania y fue
semejante a él en elocuencia y ciencia.

Uno de los más prometedores alumnos del
colegio fundado en Sevilla por san Isidoro fue
un muchacho de noble cuna llamado Braulio, que llegó a ser un estudiante tan
sobresaliente, que Isidoro lo consideraba más como amigo que como alumno y
acostumbraba enviarle sus propios escritos para que los corrigiera y revisara.
Braulio se preparó para el sacerdocio, recibió la ordenación y en el 631,
cuando la sede en la ciudad de Zaragoza quedó vacante al morir su hermano, el
obispo Juan, los prelados de las diócesis circunvecinas se reunieron para
elegir un sucesor y su elección recayó en Braulio. Se dice que fueron ayudados
en su elección por la aparición de un globo de fuego que descansó sobre su
cabeza, mientras una voz pronunciaba estas palabras: «Este es mi siervo a quien
yo he escogido y en quien descansa mi espíritu». Como pastor, San Braulio
trabajó celosamente para enseñar y alentar a su grey y, al mismo tiempo, para
estirpar la herejía arriana que continuaba floreciendo, aún después de la
conversión del rey Recaredo. Se mantuvo en estrecho contacto con san Isidoro, a
quien ayudó en su tarea de restaurar el orden de la Iglesia y regularizar la
disciplina eclesiástica. Una pequeña parte de la correspondencia entre los
santos se ha conservado hasta nuestros días.
Tan grande era la elocuencia de san
Braulio y su poder de persuasión, que algunos de sus oyentes aseguraban haber
visto al Espíritu Santo en forma de paloma, descansar en su hombro y
comunicarle al oído la doctrina que él predicaba a la gente. Tomó parte en el
cuarto Concilio de Toledo, que fue presidido por su amigo y maestro san Isidoro
y también intervino en el quinto y el sexto. Este último concilio le encomendó
escribir una respuesta al papa Honorio I, quien había acusado a los obispos
españoles de negligencia en el cumplimiento de sus deberes. Su defensa fue
digna y convincente.
Los deberes del buen obispo no le
impidieron su constante ministerio en su iglesia catedral y en la de Nuestra
Señora del Pilar, donde pasaba muchas horas del día y de la noche en oración.
Aborrecía toda clase de lujo: sus ropas eran ásperas y sencillas, su comida
simple y su vida austera. Siendo un elocuente predicador y agudo conversador,
convencía por la fuerza de sus argumentos y su absoluta sinceridad. Su
generosidad para con los pobres fue solamente igualada por el tierno cuidado
que tenía de su rebaño. Los últimos días de su vida fueron ensombrecidos por la
pérdida gradual de la vista; prueba muy dura para cualquiera, pero en especial
para un hombre tan aficionado a los libros. Al aproximarse su fin, él se dio
cuenta y, el último día de su vida lo pasó recitando los salmos. Según una
leyenda, que sin embargo parece ser relativamente moderna, una música celestial
resonó en la cámara mortuoria y se oyó una voz que decía: «Levántate, amigo
mío, y ven conmigo». El santo, como despertando de un sueño, replicó con su
último aliento: «Voy, Señor, estoy listo».
De los escritos de san Braulio tenemos la
«Vida de San Emiliano», con un poema en su honor, cuarenta y cuatro cartas que
fueron descubiertas en León, en el siglo XVIII, y que arrojaron gran luz sobre
la España visigótica, así como un elogio de san Isidoro y un catálogo de sus
obras. Se dice que completó algunos escritos que san Isidoro dejó sin terminar
y es, casi con certeza, el autor de las Actas de los Mártires de Zaragoza. San
Braulio es el santo patrón de Aragón y uno de los más famosos santos españoles.
Ver el Acta Sanctorum, marzo, vol. II;
Florez España Sagrada, vol. XXX, p. 305 ss; Gams. Kirchengeschichte Spaniens, vol.
II, pt. 2, pp. 145-149; C. H. Lynch, St. Braulio (1938). Pero la obra indispensable es la edición
crítica de las cartas del santo por J. Madoz, publicada en Madrid en 1941. Una
biografía un poco más extensa, con detalles de la obra y bibliografía
actualizada, en Di Berardino, Patrología,
IV, BAC, 2000, pág 115-118.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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