San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia
fecha: 10 de mayo
n.: 1499 - †: 1569 - país: España
canonización: B: León XIII 4 abr 1894 - C: Pablo VI 1 jun 1970 - Doctor por Benedicto XVI 7 oct 2012
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1499 - †: 1569 - país: España
canonización: B: León XIII 4 abr 1894 - C: Pablo VI 1 jun 1970 - Doctor por Benedicto XVI 7 oct 2012
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: Memoria de san Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia, que
falleció en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la
región de la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado
injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más
importante de su doctrina espiritual.
Patronazgos: patrono del clero español.
refieren a este santo: San Juan de Dios
Oración: Oh Dios, que hiciste de san Juan de
Ávila un maestro ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su
celo apostólico, haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad
por el celo ejemplar de tus ministros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Uno de los más influyentes y elocuentes
jefes religiosos de la España del siglo XVI, fue san Juan de Ávila. Fue amigo
de san Ignacio de Loyola y consejero espiritual de santa Teresa, san Juan de
Dios, san Francisco de Borja, san Pedro de Alcántara y fray Luis de Granada.
Este último escribió su biografía. Juan nació en Almodóvar del Campo, en la
actual Castilla-La Mancha. Sus padres, que eran muy ricos, y le enviaron, a los
catorce años, a estudiar leyes en la Universidad de Salamanca. Pero Juan, que
no tenía gusto por esa carrera, volvió pronto a su casa, donde se entregó,
durante tres años, a la práctica de la devoción y la austeridad. Un franciscano
a quien había impresionado profundamente la piedad del joven, le aconsejó que
fuese a Alcalá a estudiar filosofía y teología. En aquella universidad, el
santo tuvo por maestro al célebre Domingo de Soto y conoció a Pedro Guerrero,
quien fue más tarde arzobispo de Granada y con quien le unió una amistad que
duró toda la vida. Los padres de Juan murieron cuando él se hallaba en Alcalá y
le dejaron una rica herencia, pero el santo distribuyó todos sus bienes entre
los pobres, inmediatamente después de su ordenación sacerdotal. Pronto dio
muestras de poseer una elocuencia extraordinaria, de suerte que, cuando pidió
permiso de partir de misionero a México, el arzobispo de Sevilla le rogó que
permaneciese en España para evangelizar a sus compatriotas. Juan trabajó
incansablemente en las misiones de Andalucía, durante nueve años. Ricos y
pobres, jóvenes y viejos, letrados e iletrados, santos y pecadores, todos
acudían a oírle. El santo convirtió a mejor vida a innumerables pecadores y,
con su dirección, ayudó a alcanzar la perfección a muchos otros. Predicaba como
si estuviese directamente inspirado por Dios, ya que la única preparación de
sus sermones consistía en las cuatro horas que consagraba diariamente a la
meditación. A un sacerdote que le preguntaba lo que debía hacer para llegar a
ser un buen predicador, Juan de Ávila respondió que el único medio era amar a
Dios con toda el alma.
Los enemigos del santo, que le odiaban por
la libertad evangélica con que denunciaba sus vicios, le acusaron ante la
Inquisición de Sevilla de predicar el rigorismo y la exclusión de los ricos del
Reino de los Cielos. Juan de Ávila fue arrestado, pero sus enemigos no pudieron
probar sus acusaciones. Cuando el santo salió de la prisión, el pueblo le
ovacionó como a un héroe. Una vez terminado su trabajo en Andalucía, Juan de
Ávila se dedicó a misionar en todas las regiones de España, particularmente en
las ciudades. Al mismo tiempo, mantenía una voluminosa correspondencia con sus
hijos espirituales y con cuantos le pedían consejo. Durante sus diecisiete
últimos años de vida, su mala salud le hizo sufrir mucho, pero soportó la
prueba sin una queja. Los más famosos de sus escritos son sus cartas y el
tratado "Audi Filia"; el santo escribió ese tratado para Doña Sancha
Carrillo, rica y hermosa joven que, bajo su dirección, había renunciado a un
brillante porvenir en el mundo y vivía en la soledad de la casa paterna,
consagrada a la oración.
Juan de Ávila fue beatificado en 1894. La
Compañía de Jesús celebra su fiesta como si se tratase de uno de sus miembros.
En realidad, como lo probó Don Vicente García, Juan de Ávila había decidido, a
los cincuenta y nueve años, ingresar en ese instituto, pero tuvo que renunciar
a ello, debido al rigorismo y la actitud extravagante del P. Bustamante, que
era entonces provincial de Andalucía. Ello no modificó en lo más mínimo la
veneración que el santo había profesado siempre a la orden y a su fundador. Un
jesuita asistió a Juan de Ávila en su lecho de muerte, y su cuerpo fue
sepultado en la iglesia de la Compañía de Jesús, en Montilla.
Fue canonizado el 31 de mayo de 1970 por SS
Pablo VI. En plena efervescencia postconciliar, y con una fuerte «crisis de
identidad» del sacerdocio católico, el Santo Padre dedica su homilía de
canonización a mostrar a la vez el contraste y las similitudes entre la época
de Juan de Ávila y la nuestra. Vale la pena leer entera la
predicación, que el sitio del Vaticano tiene almacenada también
en español. De ella extraemos algún párrafo:
«Juan es un hombre pobre y modesto, por elección propia. Ni siquiera se sostiene por la inserción en los cuadros operativos del ordenamiento canónico; no es párroco, no es religioso; es un sencillo sacerdote, de poca salud y de fortuna muy reducida tras las primeras experiencias de su ministerio: sufre pronto la prueba más amarga que puede ser infligida a un apóstol fiel y fervoroso; la de un proceso, con la consiguiente detención, bajo sospecha de herejía, como entonces era corriente. Él no tuvo siquiera la fortuna de poderse sostener abrazando un ideal grande y fascinante; quería partir como misionero hacia las tierras americanas, hacia las «Indias» occidentales, entonces recientemente descubiertas; pero no obtuvo el correspondiente permiso. Sin embargo, Juan no duda. Tiene la conciencia de su vocación. Tiene fe en su elección sacerdotal.[...]»
«Juan es un hombre pobre y modesto, por elección propia. Ni siquiera se sostiene por la inserción en los cuadros operativos del ordenamiento canónico; no es párroco, no es religioso; es un sencillo sacerdote, de poca salud y de fortuna muy reducida tras las primeras experiencias de su ministerio: sufre pronto la prueba más amarga que puede ser infligida a un apóstol fiel y fervoroso; la de un proceso, con la consiguiente detención, bajo sospecha de herejía, como entonces era corriente. Él no tuvo siquiera la fortuna de poderse sostener abrazando un ideal grande y fascinante; quería partir como misionero hacia las tierras americanas, hacia las «Indias» occidentales, entonces recientemente descubiertas; pero no obtuvo el correspondiente permiso. Sin embargo, Juan no duda. Tiene la conciencia de su vocación. Tiene fe en su elección sacerdotal.[...]»
La mejor fuente sobre el santo es el
summarium de virtutibus del proceso de beatificación. A ese documento hay que
añadir los escritos del propio Juan de Ávila y la biografía escrita por su
amigo Fray Luis de León. Cf. "Obras del B. Maestro Juan de Ávila"
(2199 páginas), Madrid, 1927. Las cartas del santo, que son una de las glorias
de la literatura española, fueron publicadas en la colección Clásicos Castellanos,
1912. El prefacio de Don V. García constituye una valiosa contribución a la
biografía de Juan de Ávila, sobre todo desde el punto de vista cronológico. La
biografía escrita por el P. degli Oddi está traducida al inglés (1898). En
1927, el P. J. M. de Buck publicó otra biografía en Lovaina. Las monjas
benedictinas de Stanbrook publicaron, en 1904, una reducida colección de cartas
del santo, con un prefacio del cardenal Gasquet. Es imposible juzgar de la
elocuencia de Juan de Ávila basándose sobre los sermones que se conservan, pues
se trata de versiones muy imperfectas, tomadas directamente por sus oyentes.
Fue elevado a Doctor de la Iglesia por SS
Benedicto XVI el 7 de octubre de 2012.
Nota de ETF: la noticia del Butler, de la
década del 50, se refería a san Juan de Ávila como beato; además de cambiar e
título, he agregado el párrafo referente a su canonización. A la bibliografía
del Butler agregaría: el «Audi, Filia», que se consigue por
internet (aunque no está completo), y en esta
dirección puede encontrarse una selección de su epistolario
espiritual (23 cartas). La «Vida del padre maestro Juan de Ávila», por Fray
Luis de Granada puede leerse completa
aquí.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_1572
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