Evangelio del día: Jesús salva, sana, cura, consuela. Es el gran
médico de almas
Evangelio del día. AUDIO. Lucas 4,38-44 - XXII semana tiempo
ordinario: Jesús, imponiendo las manos sobre todos los enfermos, los sanaba
Evangelio del día: Lucas 4,38-44
Evangelio del día: (Jesús
sana y expulsa demonios): "En aquel tiempo, cuando Jesús salió de la
sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y
le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a
la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a
servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas
dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos,
los curaba. De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de
Dios!" Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían
que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto.
La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para
que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras
ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he
sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea" Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Jesús, una vez entrado en la casa de Simón Pedro, ve que su
suegra está en cama con la fiebre; inmediatamente le toma la mano, la cura y la
hace levantar.
Luego del ocaso, cuando terminado el sábado la gente puede salir
y llevarle a los enfermos, sana a una multitud de personas afectadas por
enfermedades de todo tipo: físicas, psíquicas y espirituales.
Jesús, ha venido al mundo para anunciar y salvar a cada hombre y
a todos los hombres muestra una particular predilección por aquellos que están
heridos en el cuerpo y en el espíritu: los pobres, los pecadores, lo
endemoniados, enfermos y marginados, revelándose médico de almas y cuerpo, buen
Samaritano del hombre". Es el verdadero Salvador: Jesús salva, Jesús cura,
Jesús sana.
Tal realidad de la curación de los enfermos por parte de Cristo
nos invita a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad.
[...] Jesús, enviando en misión a sus discípulos, les confiere un
doble mandato: anunciar el Evangelio de la salvación y curar a los enfermos (cfr.
Mt 10,7-8). Fiel a esta enseñanza, la Iglesia siempre ha considerado la
asistencia a los enfermos parte integrante de su misión.
"Los pobres y los enfermos estarán siempre con
ustedes", enseña Jesús, (cfr. Mt 26,11) y la
Iglesia continuamente los encuentra por su camino, considerando a las personas
enfermas como un camino privilegiado para encontrar a Cristo, para acogerlo y
para servirlo. Curar a un enfermo, acogerlo, servirlo, es servir a Cristo: el
enfermo es la carne de Cristo.
[...] Cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz de la Palabra
de Dios y la fuerza de la gracia a aquellos que sufren y a cuantos los asisten,
familiares, médicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo se cumpla cada
vez con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico, con
ternura.
Recemos a
María, "Salud de los enfermos", para que toda persona
en la enfermedad pueda experimentar, gracias a la atención de quien le está
cerca, la potencia del amor de Dios y la consolación de su ternura materna.
(Reflexión antes del rezo del Ángelus, 08 de febrero de 2015)
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