Santa Notburga, virgen
fecha: 14 de septiembre
n.: c. 1265 - †: 1313 - país: Austria
canonización: Conf. Culto: Pío IX 27 mar 1862
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: c. 1265 - †: 1313 - país: Austria
canonización: Conf. Culto: Pío IX 27 mar 1862
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En la localidad de Eben, en el Tirol, santa Notburga, virgen, cuya
dedicación a las labores domésticas y al servicio de Cristo en los pobres fue
ejemplo de santidad para sus compatriotas.
Patronazgos: patrona de los agricultores, las
empleadas domésticas y los pobres, de las asociaciones por la vivienda,
protectora de la paz laboral y hogareña, para pedir por un feliz parto y por
las enfermedades del ganado.

Unos catorce años antes de la muerte
de santa Zita en
la ciudad de Lucca, vino al mundo en la localidad de Rattenberg, en las
montañas del Tirol, una niña que se convertiría en la santa patrona de los
criados y servidores domésticos de toda la comarca, de la misma manera que
santa Zita lo es en una zona mucho más vasta. Aquella niña, cuyo nombre era
Notburga, fue la hija de un campesino del lugar, tan pobre, que apenas tuvo la
niña la edad necesaria, comenzó a trabajar como criada para ayudar con el
presupuesto familiar. Notburga tenía dieciocho años cuando entró al servicio
del conde Enrique de Rattenberg, como ayudante de la cocinera. En el castillo
feudal eran siempre muy abundantes los restos de las comidas que se servían en
la mesa de los señores y, a diario, Notburga los recogía y, por una puertecilla
lateral, los distribuía entre los pobres que acudían en gran número a recibir
la limosna. No contenta con esto, se privaba de sus raciones para aumentar las
porciones de los mendigos. Al morir la madre del conde, su esposa, la condesa
Ottilia, se hizo cargo del manejo de la casa y, como no aprobaba las caridades
de la ayudante de la cocinera, dio órdenes de que todas las sobras se juntaran
en los grandes cubos para alimentar a los cerdos. Durante algún tiempo,
Notburga hizo lo que se le había ordenado y no dio a los pobres más de lo que
guardaba de su propia ración, pero no tardó en tomar también algo de lo que se
destinaba a los chiqueros y, a pesar de que lo hacía con el mayor sigilo, su
ama la sorprendió y fue despedida de mala manera, entre denuestos contra la
doncella y sus mendigos. Y sucedió que, pocos días más tarde, murió la condesa
Ottilia y después de sus funerales se presentaron en el castillo los mendigos
encabezados por Notburga, las víctimas del egoísmo de la difunta señora, y con
impresionante seriedad, anunciaron al conde que el espíritu de su esposa iba a
morar en los chiqueros del castillo de Rettenberg y no descansaría en paz hasta
que se hicieran exorcismos en el lugar.
Notburga se fue a trabajar a la casa de un
granjero en Eben, y el incidente legendario que ahí le ocurrió es conocido por
todos los niños buenos del Tirol. Era un sábado por la tarde durante la época
de la cosecha, y Notburga se afanaba en la siega cuando repicaron las campanas
de la iglesia para anunciar las vísperas, es decir que ya había comenzado el
domingo. La doncella dejó de trabajar inmediatamente y se disponía a ir a la
iglesia, cuando llegó el patrón y le mandó que continuara con la faena. Pero
ella hizo ver al amo que el domingo empieza con las vísperas del sábado y
ningún buen cristiano siega en domingo; en consecuencia, ella, que era buena
cristiana, se negaba rotundamente a trabajar. El patrón, por su parte, alegó
que era necesario continuar con la siega porque hacía buen tiempo y convenía
aprovecharlo ya que, en cualquier momento, podía cambiar. «No cambiará»,
replicó Notburga con mucho aplomo. «¿Cómo puedes asegurarlo?», inquirió el
patrón. «Ni siquiera se ve la luna puesto que está cubierta por la bruma y yo
digo que va a llover». «¡No lloverá!», afirmó la muchacha. «Y si os hace falta
ver la luna para creerlo, ahí la tenéis ...». Con movimiento rápido, Notburga
arrojó la hoz a los aires y ahí se quedó suspendida, semejante a una luna en
cuarto menguante sobre el cielo del ocaso. la pequeña hoz es precisamente uno
de los atributos con los que se la representa en la iconografía.
Mientras tanto, el conde Enrique de
Rattenberg había sufrido una serie de contratiempos e infortunios a causa de
las reyertas entre el conde del Tirol y el duque de Baviera; el biógrafo de
santa Notburga, que era un escritor de mucha imaginación, asegura que el de
Rattenberg atribuía todas sus desgracias a la maldad de su difunta esposa y,
sobre todo, a la injusticia que había cometido con la pobre ayudante de la
cocinera. Al parecer, el conde creía que el espíritu de su esposa vagaba por
los chiqueros y le traía maleficios, como se lo habían vaticinado los mendigos
y, para ahuyentarlo de una vez por todas, decidió casarse por segunda vez y
llamar a Notburga para reparar el daño que se le había hecho. El conde llevó a
cabo sus proyectos y la doncella se instaló en el castillo, no como sierva sino
como ama de llaves. Durante el resto de su existencia, Notburga vivió feliz y
santamente en Rattenberg y, gracias a ella, un ejército de mendigos obtenía ahí
su diario sustento. Poco antes de morir, recomendó a su amo muy especialmente a
sus amados pobres y, como última voluntad, le pidió que colocara su cadáver en
una carreta y lo sepultara en el lugar donde los bueyes se detuviesen. Así se
hizo y, tras una larga jornada durante la cual se realizaron muchos milagros,
como cuentan las crónicas, los bueyes se detuvieron ante la puerta de la
iglesia de San Ruperto, en Eben. De acuerdo con sus deseos, Santa Notburga fue
sepultada allí. En 1862, el Papa Pío IX confirmó su culto local como patrona de
los pobres campesinos y siervos asalariados.
A pesar de que dependemos casi enteramente
de la biografía originalmente publicada en alemán por H. Guarinoni en 1646, hay
otros materiales más antiguos, según nos informa Rader en Bavaria Sancta, así
como otros investigadores. La narración de Guarinoni, traducida al latín,
aparece en Acta Sanctorum, septiembre, vol. IV, acompañada de numerosos
prolegómenos y curiosas ilustraciones sobre el culto a santa Notburga.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1964 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_3320
No hay comentarios:
Publicar un comentario