Sobre la RELIGIÓN y la FE
El título que preside el primer comentario del Evangelio del domingo día 5 de octubre dice así: Los caminos de la Religión y de la Fe no son iguales, sino distintos. Y el título que preside el segundo comentario de este mismo día dice así: Los vendedores de todo TEMPLO suelen ser sus AUTORIDADES.
Ambos títulos son de mi propia cosecha. Seguramente que formulados así, ambos títulos estarán escritos por alguna otra persona, en esta o en otra lengua, publicados o tal vez sin publicar... No deseo investigar ni deseo decir que soy el único que piensa así. He escrito lo que me va inspirando la realidad que sigue creciendo dentro de uno y a veces se expresa así o de otra manera semejante. Trato de asumir los aciertos y equivocaciones posibles.
Sobre este asunto de la RELIGIÓN se ha escrito tanto que ni la más potente y actual IA sería capaz de almacenar, editar, discernir y, consiguientemente valorar. Hasta se habla de religión, según más de un entendido, en las mismísimas calendas de los primitivos habitantes de la región burgalesa de ATAPUERCA.
Y sobre la cuestión de la FE se puede decir otro tanto... Ambas realidades se parecen tanto, tanto y tanto..., que para muchos son las dos caras de una misma moneda.
Y creo, en mis devaneos neuronales, que se trata de dos asuntos distintos y distantes.
Dejo sobre la mesa de cada leyente presente y pensante que se detenga una o las veces que se desee sobre el texto del Evangelio de Lucas en su capítulo número 17... El texto se nos regala gratuitamente a cada uno y se nos invita a interpretarlo también a cada uno, sin miedos de ningún tipo y, ante todo, siempre muy libremente.
Estos ejercicios son invitaciones, nunca imposiciones.
Imponer e invitar es algo que viene a iluminar el 'ser de la RELIGIÓN' y 'el ser de la FE'. Imponer e invitar. Y siempre, siempre, siempre...A, de acompañar y... C, de compartir.
A continuación se encuentran estos dos comentarios del Evangelio para el día 5 de octubre.
Carmelo Bueno Heras
Comentario primero:
2025, 05 de octubre. Domingo 27º TO Ciclo C: Lucas 17,5-10. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO: Leyente presente.
Los caminos de la Religión y de la Fe no son iguales, sino distintos
En el mismo inicio del comentario, vuelvo a sugerir que se sitúe el texto de Lucas 17,5-10 en su verdadero contexto. Al leer la cita se cae en la cuenta de que 17,1-4 no se leyó el domingo pasado ni se lee en este primer domingo del mes de octubre. Esos versículos que no se leerán nunca en público recogen unas palabras que el Evangelista Lucas pone en boca de Jesús, las dijera así o no las dijera así: “Dijo a sus discípulos… Si tu hermano peca… hasta siete veces al día… le perdonarás”. Nada se dice en este texto del Evangelio, ¡¡tan explícito sobre el pecado y el perdón!!, sobre ningún sacramento, ni sacerdocio, ni confesión, ni confesionario.
Creo que conviene, y mucho, que cada lector y creyente sea consciente de estos silencios que la liturgia de la santa misa eucarística se toma respecto de la Palabra que dicen que es de ‘El Señor’. En cambio, y me parece muy oportuno, se nos propone ese relato breve de la oración en la que se pide la fe: “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. El Señor dijo: si tuvierais fe como un grano de mostaza habríais dicho a esta higuera: arráncate y plántate en el mar. Y os habría obedecido. ¿Quién de vosotros tiene un servidor…?” (Lucas 17,5-10).
Este curioso relato de la fe y la oración, según Lucas, pone fin a la segunda etapa (Lucas 13,22 a 17,10) del camino que se inicia en Galilea y lleva a Jesús y sus ‘miles y miles’ de acompañantes hasta Jerusalén. Según el Evangelista, se trata de un camino a la vez real y simbólico, literario, didáctico y teológico. ¿Se trata del camino del seguimiento? Y en Lucas este camino es muy, extensa y deliberadamente, largo, desde 9,51 hasta 19,27. ¿Dónde encontrar las claves de la fe en Jesús de Nazaret sino en esta experiencia de su seguimiento?
Esta misma cuestión de la oración y de la fe en Jesús la situó el primer Evangelista, que fue Marcos, en el corazón de la ciudad de Jerusalén que es el templo, levantado sobre el monte Moria (Marcos 11,12-26). También lo hace así Mateo en su relato (Mateo 21,18-27). En cambio, Lucas la ha situado en el corazón del camino del seguimiento.
Los tres Evangelistas constatan que la fe en Jesús llega a su plenitud cuando la higuera y el monte, donde la higuera se enraíza, quedan sumergidos y acabados en el mar. Cuando se acepta que la higuera de estos relatos es el templo de Jerusalén, se acepta que la fe en Jesús es plena, lúcida y liberadora. Por ello, cuando se abandona esta religión que es el templo y la ley y sus servidores del sacerdocio, resplandece la luz de la fe y la fuerza de la libertad que nada ni nadie podrá represar. Abandonar, entonces y ahora, esta religión es el camino de la fe.
Y acabo el comentario con este párrafo sobre la oración de la que nos hablan los tres Evangelistas. La oración y el orar, ¿no es la lectura consciente (o la contemplación crítica) que hacemos de la realidad en general de todo cuanto existe y de cualquier religión en particular?
Esta oración es para la fe de cada uno lo mismo que el respirar para seguir vivos. ¿Cuándo se aumenta la respiración? Pues igual pasa con la oración y, consecuentemente, también con la fe. ¡Qué bien y qué acertadamente lo dice la última expresión del Libro de los Salmos: ‘Todo ser que respira ALABA (presente de indicativo) a Dios’! ¿Y punto? Sí. Orar es leer y contemplar críticamente para comprender qué se nos dice y qué pasa dentro y fuera de cada uno.
Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 02.10.2016. También en Madrid, 05.10.2025.
Comentario segundo:
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 45ª (05.10.2025): Lucas 19,28-48.
Los vendedores de todo TEMPLO suelen ser sus AUTORIDADES.
He seguido con el Evangelista Lucas a su Jesús de Nazaret hasta llegar todos a Jerusalén, la capital con su Templo y su Sacerdocio. Aquí inició este narrador de la buena noticia los orígenes de su Jesús. En el Templo y con el anciano jefe de los Sacerdotes, Zacarías (1,5-25).
En este mismo Templo y ante el mismo Sacerdocio se inició, según este documentado narrador Lucas, la vida del adulto Jesús, porque fue el propio Jesús quien tomó la decisión de quedarse (¿por qué se dirá que se perdió?) en el Templo cuando tenía entonces sus doce años (2,41-52).
Este Jesús de Lucas ha venido manifestando un vivo interés por llegar de nuevo a Jerusalén. Y ahora acompañado por todos cuantos le siguen. ¿Por qué? Sólo encuentro una razón muy profunda, la que se expresa en el versículo 19,47: “Enseñaba todos los días en el Templo”. Esta enseñanza nos la va a contar el narrador desde 20,1 hasta 21,37-38. ¡Qué cuidadoso y ordenado es este contador de lo que le sucede a su Jesús de Nazaret! De esta enseñanza evangelizadora de Jesús en Jerusalén comenzaremos a hablar en el próximo comentario.
Nos toca leer, comprender y contemplar con criterio los primeros pasos de la última etapa de la vida de este laico de la Galilea del norte que es Jesús: Lucas 19,28-48. En este pórtico se confirma ya la irremediable condena a muerte de este hombre anunciada ya desde Lc 4,14-30.
Se cuenta en este texto de Lucas una especie de doble entrada. La primera en la ciudad, en Jerusalén (19,28-44). Y una segunda entrada que viene inmediatamente después, seguida y como si fuera muy natural: “Entrando en el Templo” (19,45-48). Ambas entradas están contadas en los cuatro Evangelios, pero cada narrador o reportero nos lo ha dejado escrito a su manera. No disponemos aquí de espacio para contemplar estas semejanzas y diferencias.
La entrada en Jerusalén de este Jesús de Lucas evoca dos realidades que es bueno recordar. La primera es la manifestación del poderío de las fuerzas imperiales de Roma en los programados desfiles en las ciudades importantes de su Imperio. Una de esas ciudades era Jerusalén. La segunda realidad estaba anunciada en los escritos de los últimos profetas de Israel cuando hablaban de la presencia del Mesías liberador del pueblo y de los signos que le acompañarían.
Me cautiva y atrapa en esta entrada en la ciudad la reflexión sobre Jerusalén y el significado e identidad de su nombre que Lucas pone en labios de su Jesús, que llora ante ‘la ciudad de la paz’ que no ha conseguido sentirse en paz. ¿Cómo no ver aquí la destrucción sufrida el año 70?
La entrada en el Templo es la crónica de una doble muerte anunciada: la del propio Templo y la del propio Jesús. Suena muy fuerte escribirlo o leerlo, pero el texto no deja lugar para la duda. Este Jesús de Lucas denuncia que el Templo de Jerusalén estaba convertido en una cueva de bandidos vendedores. Y ante esto toma dos decisiones: manda fuera a los vendedores y empieza a enseñar dentro del Templo un día sí y otro también.
Tú y yo podemos imaginar qué enseñaba ahí. El pueblo le escuchaba encantadísimo. En cambio, los sumos sacerdotes, escribas y ancianos (¿Los vendedores?) decidieron matarlo. Así.
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 30.09.2018. También en Madrid, 05.10.2025.
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