miércoles, 8 de julio de 2015

Beato Pedro Vigne - Santa Glicería - San Pancracio de Taormina - San Quiliano de Würzburg 08072015


Beato Pedro Vigne

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día



 Nació el 20 de agosto de 1670 en Privas, Francia. Su padre regentaba un comercio textil y los tres hermanos que sobrevivieron, de los cinco nacidos en el hogar, no tuvieron excesivos problemas económicos porque se vivía holgadamente. Sus progenitores le proporcionaron una buena educación. Era un muchacho tan despierto que a sus 11 años el párroco le encomendó tareas de cierta responsabilidad en la parroquia de Santo Tomás; actuaba como testigo firmando actas parroquiales de bautismo, matrimonio y sepultura. En su entorno imperaba el calvinismo y en este ambiente enrarecido por los conflictos que generaban creencias dispares, se sintió llamado a seguir a Cristo en el transcurso de una Eucaristía. Toda su vida tuvo como eje central la adoración al Santísimo Sacramento. En 1690 ingresó en el seminario de Viviers y cuatro años más tarde fue ordenado sacerdote por el prelado de la diócesis. Luego, se trasladó a Saint-Agrève en calidad de coadjutor. Su ministerio estuvo marcado por la reflexión sobre la Palabra de Dios y su devoción a la Sagrada Eucaristía, pilar de su vida sacerdotal e influjo para ejercitar la caridad sin desmayo. Volcado por completo en la misión, afable y cercano, fácilmente se compenetraba con las gentes sencillas. Conocedor de sus carencias, las fortalecía en la fe y conseguía que se involucraran en la defensa de la unidad de la Iglesia. También él iba discerniendo los pasos que debía dar.
Se sentía impulsado a la vida misionera. Los pobres, en particular los campesinos, eran sus predilectos. Por esa razón, en 1700 abandonó Saint-Agrève y se vinculó a la Congregación de la Misión, ya que su carisma estaba orientado a las «misiones populares», y ello le permitiría estar en contacto con este colectivo. Profesó en 1702 y fue destinado a Valfleury. Una de sus tareas consistió en atender a los peregrinos que acudían al santuario de la Virgen au Genêt d’Or. En la Congregación aprendió el método seguido por san Vicente de Paúl, que él mismo encarnó y difundió durante seis años de evangelización por los confines de Lyon llegando hasta Béziers. Internamente libraba una lucha difícil de apreciar por los demás; no estaba convencido del camino emprendido. Su experiencia apostólica con la gente del campo corroboró lo que venía intuyendo, que esa era la vía que debía seguir. De modo que, tras dos intensos años dedicados a la misión y a una seria reflexión para dilucidar la voluntad divina, en 1706 dejó a los lazaristas. Nunca se apagó su sed de llevar la Palabra de Dios por los pueblos. No se cansaba de repetir que había que acudir a ella: «Es necesario alimentarse de la Palabra de Dios, y así alimentar e instruir a los otros». «Quien comete el mal es porque no conoce a Dios. ¿Quién osaría no obedecerlo, no amarle, si lo conociera verdaderamente? ¿Quién osaría ofenderlo? Cuando se tiene el hábito de meditar su amor, se tiene también la certeza de esperar todo de su misericordia».
Con la debida autorización eclesial, continuó predicando por diversos lugares.Administraba los sacramentos, enseñaba a los niños, y prodigaba toda clase de atenciones de forma incansable. Suplicaba fervorosamente: «Señor, que ame con amor verdadero lo que es y concierne el bien de mi prójimo. Haz que te rece por él y que, por Ti, busque siempre serle útil...». Su firme convicción era: «Nuestra parte solo debe ser paciencia y dulce caridad, que es un medio admirable para ganar a los más endurecidos». Se congregaban en derredor suyo multitudes que, a su pesar, premiaban su celo apostólico. Su amor a Cristo hacía años que le había predispuesto a asumir cualquier sacrificio. También la Virgen María fue su baluarte. En 1712 su ardor misionero le llevó a Boucieu-le-Roi. Esta localidad, en la que se afincó definitivamente, fue su cuartel general. De allí partía para evangelizar los pueblos y regiones vecinas. La Eucaristía y la Pasión marcaban su vida, alumbraban su labor y le ayudaban a posarse en el corazón de los incrédulos. En Boucieu-le-Roi, ayudado por los fieles del entorno, erigió un monumental Vía Crucis. Ingeniosamente aprovechó la escarpada orografía del terreno dándole realce con sus 39 estaciones; una espléndida catequesis que se iniciaba con lo acontecido en el Jueves Santo y culminaba con Pentecostés. Él mismo encabezaba las constantes visitas de peregrinos acompañándoles en su reflexión y oración. Además, un grupo de mujeres, instadas por él, le ayudaron en esta tarea apostólica. Así surgió su fundación: la Congregación del Santísimo Sacramento.
El 30 de noviembre de 1715 hizo entrega a las primeras religiosas de los distintivos de la orden, el hábito y la cruz. «El libro más bello. Jesucristo que sufre y muere en la cruz por nosotros» era el objeto de sus meditaciones. «¿Buscas la humildad? ¡Id a la Cruz!, ¿buscas la pureza? ¡Id a la Cruz!, ¿buscas la esperanza?, ¿eres atraído del orgullo? ¡mira el crucifijo!…». Éstas, y otras muchas, eran las grandes lecciones que ofrecía. En su formación inculcaba a sus hijas el amor a la Eucaristía instruyéndoles para que supiesen educar a niños y a jóvenes; escribía sus reglas y les proporcionaba otros tratados de espiritualidad de su autoría. Sin abandonar la misión popular, creó nuevas escuelas y un espacio para las maestras, denominado «regentas», en el que podían compartir sus intereses. Pero su búsqueda personal no tenía fin, y terminó vinculándose a la fundación de Sacerdotes del Santísimo Sacramento. Un día, siendo ya septuagenario, cuando predicaba en Rencurel se sintió indispuesto por tantas fatigas. Y mientras oraba acompañado de un sacerdote y dos religiosas de la Orden fundada por él, que acudieron de inmediato a su lecho de muerte, expiró el 8 de julio de 1740. Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 2004.



Santa Glicería

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día


Santa Gliceria, mártir
Las «Actas» griegas, único documento que poseemos sobre esta santa, son desgraciadamente muy poco fidedignas. Lo único que podemos afirmar es que santa Gliceria fue una virgen cristiana que sufrió el martirio en Heraclea Póntica (en la actual Turquía), a fines del siglo II.

La leyenda presenta los rasgos característicos de ese tipo de fábulas: según ella, Gliceria era hija de un senador romano que vivía en Trajanópolis de Tracia. La santa confesó abiertamente la fe ante el prefecto Sabino, quien ordenó a los soldados que la llevasen a ofrecer sacrificios en el templo de Júpiter. En vez de obedecer, Gliceria derribó la estatua de oro del dios y la hizo pedazos. Los verdugos la colgaron por los cabellos y la azotaron con varillas de acero, pero no consiguieron hacerle daño alguno. Entonces la encarcelaron y la privaron de todo alimento, pero un ángel le llevaba diariamente la comida. La santa fue arrojada en un horno, pero las llamas se apagaron al punto. Finalmente, los verdugos le arrancaron los cabellos y la echaron a las fieras, pero Gliceria murió antes de que éstas la tocasen.

En Heraclea se erigió una espléndida iglesia en su honor. Delehaye hace notar que está perfectamente probado que en Heraclea se tributaba culto a la santa desde muy antiguo. El emperador Mauricio visitó su santuario en 591 y Heraclio en 610; además, las actas de los cuarenta Mártires de Heraclea, afirman que el sepulcro de santa Gliceria era un centro de devoción.

Ver Acta Sanctorum, mayo, vol. III y Delehaye, Origines du Culte des Martyrs (pp. 244-245). Cf. Byzantinische Zeitschrift, vol. VI, (1897), pp. 96-99.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Pancracio de Taormina

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día


San Pancracio de Taormina, obispo y mártir
En Taormina, en Sicilia, san Pancracio, mártir, que al parecer fue el primer obispo de esta Iglesia.
No existe ningún documento fidedigno acerca de la vida y muerte de este san Pancracio; mucho menos conocido que su homónimo romano, pero muy venerado en Sicilia.

Según la leyenda, san Pancracio nació en Antioquía y fue convertido y bautizado junto con sus padres por san Pedro. El mismo san Pedro le mandó a evangelizar Sicilia y le consagró primer obispo de Taormina. Ahí predicó san Pancracio, destruyó los ídolos y, con su elocuencia y milagros, convirtió al prefecto de la ciudad, llamado Bonifacio, quien le ayudó a construir una iglesia. Después de haber bautizado a muchos neófitos, fue asesinado a pedradas por unos bandoleros que bajaron de la montaña y le capturaron por sorpresa.

En la antigüedad no era raro que las iglesias locales, sobre la base de algún mártir que había vivido o dado su testimonio realmente en el lugar, proyectaran la historia hacia el pasado, sobre todo en busca de una fundación apostólica. El Martirologio Romano cataloga a san Pancracio como de fecha desconocida, pero al ubicarlo entre san Procopio (siglo IV) y san Auspicio (siglo V), expresa su convicción de que esa vida debe haberse desarrollado en algún momento de esos siglos. En todo caso el culto de san Pancracio parece ser muy antiguo; el Hieronymianum le menciona dos veces, y su fiesta aparece mencionada en el calendario marmóreo napolitano.

En Georgia se conservaba la tradición de que fue discípulo de San Pedro. Ver Acta Sanctomm, nov., vol. II, pte. 2, p. 359. El texto griego del penegírico de Teófanes puede verse en Migne, PG., vol. CXXXII, ce. 989 ss. Imagen: altar de san Pancracio, en la iglesia titular de Taormina.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Quiliano de Würzburg

image Saber más cosas a propósito de los Santos del día


San Quiliano de Würzburg, obispo y mártir
En Herbipoli (Würzburg), ciudad de Austrasia, san Quiliano, obispo y mártir, natural de Irlanda, desde donde viajó a esta región para predicar el Evangelio, y en la cual fue martirizado por velar diligentemente para que se observase en ella la vida cristiana.
Quiliano era un monje irlandés. En el año 686, antes o después de recibir la consagración episcopal, partió a Roma con once compañeros, y el papa Conón (686-687) le encargó predicar el Evangelio en Franconia (Baden y Baviera). El santo, asistido por el sacerdote Coimano y el diácono Totnano, convirtió y bautizó a numerosos paganos en Würzburg. Entre dichos convertidos figuraba el duque de la ciudad, Gosberto.

Una biografía medieval narra en la forma siguiente el martirio de san Quiliano: El duque había contraído matrimonio con Geilana, la viuda de su hermano. San Quiliano le indicó que tal matrimonio era inválido, y el duque prometió separarse de Geilana; pero ésta, enfurecida, aprovechó la ausencia de su esposo, quien había partido a una campaña militar, para que sus esbirros decapitaran a los tres prisioneros. Consta con certeza que Quiliano, Coimano y Totnano evangelizaron realmente la Franconia y la Turingia oriental y que fueron mártires; pero hay razones para dudar sobre la autenticidad de la leyenda que acabamos de relatar. Algunos autores atribuyen el asesinato a Gosberto y tal versión no es inverosímil, ya que, dadas las circunstancias y la época, es probable que Gosberto y Geilana hayan tratado de suprimir, de común acuerdo, a aquellos misioneros que predicaban una doctrina tan exigente en cuestiones de moral.

El culto de San Quiliano existió en Irlanda, así como en las diócesis de Würzburg, Viena y algunas otras. En Acta Sanctorum, julio, vol. II, hay dos biografías medievales de san Quiliano. Véase también Gougaud, Gaelic Pioneers of Christianity, pp. 140-141, y Les saints irlandais hors d´lrlande, pp. 125-129. Las obras más recientes se hallan citadas en Analecta Bollandiana, vol. LXXI (1953), pp. 450-463. En la imaginería, muy abundante, ya sea solo o acompañado de Coiman y Totnan, lleva siempre una espada dorada en la mano.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

No hay comentarios:

Publicar un comentario