San Guillermo el Grande, eremita
fecha: 10 de febrero
†: 1157 - país: Italia
otras formas del nombre: Guillermo de Maleval
canonización: C: Inocencio III 8 may 1202
hagiografía: Santi e Beati
†: 1157 - país: Italia
otras formas del nombre: Guillermo de Maleval
canonización: C: Inocencio III 8 may 1202
hagiografía: Santi e Beati
En
la gruta de Stabulum Rhodis, cerca de Grossetto, en la Toscana, san Guillermo,
eremita de Malavalle, cuya vida inspiró y dio origen a numerosas congregaciones
de eremitas.
patronazgo: patrono de los
fontaneros.

Poco
se sabe de este santo ermitaño; es cierto, sin embargo, que nació en Francia,
que fue en peregrinación -como penitente- a varios santuarios, y que, después
de regresar de Tierra Santa, se ubicó en la Toscana, en la soledad de
Malavalle, cerca de Castiglione della Pescaia, en la provincia de Grosseto,
lugar donde transcurrió en oración, silencio, ayuno y penitencia los últimos
años de su vida. No fundó una orden religiosa, ni escribió una Regla, pero
existen lo uno y lo otro por mérito de Alberto, quien se hace llamar "su
siervo". Éste tuvo al santo a su cuidado en los últimos meses y escribió
lo que pronto se denominó «Consuetudines et Regula Sancti Guillelmi»
(Costumbres y Regla de San Guillermo).
Después
de su muerte, ocurrida en 1157, su tumba fue rápidamente meta de muchos devotos
peregrinos de la Toscana, del Lacio y de la Umbría, algunos de las cuales
permanecían en Malavalle para imitar la vida eremítica y penitente de aquel que
veneraban como santo. Su culto llegó a ser aprobado por el Papa Alejandro III
entre 1174 y 1181, y recibió un nuevo impulso cuando fue confirmado por
Inocencio III en 1202.
Con
la devoción al santo ermitaño aumentaron las fundaciones de sus discípulos, que
se extendieron primero por la Toscana, después por el Lacio y la Marca de
Ancona, cruzando los Alpes con el nombre de «Orden de San Guillermo», ya en
1244. Cuando once años más tarde fueron llamados a unirse a la Orden de los
Agustinos, había un buen número de monasterios en el norte de Francia, en la
actual Bélgica, en Bohemia y en Hungría.
Traducido
para ETF del artículo del padre Bruno Silvestrini, O.S.A.
fuente: Santi e Beati
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Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
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Beato Hugo de Fosses, abad
fecha: 10 de febrero
†: c. 1163 - país: Bélgica
canonización: Conf. Culto: Pío XI 13 jul 1927
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 1163 - país: Bélgica
canonización: Conf. Culto: Pío XI 13 jul 1927
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
el monasterio premonstratense de Fosses, cerca de Namur, en Lotaringia, beato
Hugo, abad, a quien su maestro san Norberto, al ser elegido arzobispo de
Magdeburgo, le encomendó la organización de la nueva Orden, que rigió
sabiamente durante treinta y cinco años.
refieren a este santo: San Norberto de
Magdeburgo

La
orden de los Premonstratenses venera la memoria de quien fue, en el verdadero
sentido de la palabra, su segundo padre, y en vida del fundador, san Norberto,
desempeñó el cargo de abad. Hugo nació en Fosses, a unos once kilómetros de
Namour. Habiendo quedado huérfano desde muy temprana edad, se educó en una
comunidad benedictina cercana y después pasó al servicio de un devoto y celoso
prelado: Burchard, obispo de Cambrai. Fue por entonces cuando Hugo se encontró
inesperadamente con su antiguo amigo Norberto, quien había sido tan rico y
noble como él, pero que ahora se le presentaba descalzo, vestido con harapos,
como un mendigo y predicando la palabra del Evangelio de Cristo con tanto
fervor, que las multitudes le seguían entusiasmadas. Hugo quedó cautivado en
seguida y suplicó a su amigo Norberto que le admitiera en su compañía. Era el
año 1119. Ya ordenado sacerdote a los 26 años de edad, partió con Norberto para
llevar la palabra de Dios a los territorios de Hainault y Brabante. Es probable
que por entonces san Norberto no hubiese pensado en fundar una nueva orden
religiosa, pero al recibir el llamado de Bartolomé, obispo de Laon, para que
tomara a su cargo la reforma de cierta comunidad de canónigos regulares, aceptó
la tarea y, como fracasara en ella, decidió crear un monasterio en la región de
Prémontré. Sus esfuerzos se vieron coronados por el éxito; los aspirantes
llegaron en gran número, las fundaciones se multiplicaron. Hugo fue el
encargado de delinear y escribir los estatutos, porque en las prolongadas y
frecuentes ausencias de Norberto, a quien continuamente se llamaba a desempeñar
toda clase de tareas apostólicas, todo el trabajo recaía en su compañero. Por
cierto, que aquél fue un período de prueba para Hugo, puesto que aparte de su
abrumadora tarea, tuvo que librar una batalla con los poderes de las tinieblas
que, según se cuenta, aprovecharon la ausencia del fundador para apoderarse de
los espíritus de los monjes, induciéndoles a abandonar el monasterio, donde
tanto bien hacían. El beato Hugo tuvo que luchar denodadamente para detenerlos.
En
1126, san Norberto fue consagrado arzobispo de Magdeburgo y, dos años más
tarde, Hugo fue elegido por unanimidad como abad de la casa matriz y superior
general de la orden. Durante los treinta y cinco años que duró su
administración, hubo más de cien fundaciones de los «canónigos blancos», pero
ya para entonces, el beato era un anciano agotado por las austeridades y el
trabajo incesante. El 10 de febrero de 1164 entregó el alma a Dios. Sus restos
fueron sepultados en la iglesia de Prémontré, frente al altar de San Andrés, y
se dice que en 1279, cuando se exhumó el cadáver para trasladarlo a un lugar
más digno, las naves del templo se llenaron con un perfume celestial. Durante
la primera guerra mundial, la iglesia de Prémontré fue bombardeada e incendiaba
pero, al fin de la conflagración, los restos del beato fueron recuperados
intactos.
Del
escaso y fragmentario material que poseemos, es imposible obtener una idea
precisa sobre el carácter del beato Hugo, pero tenemos entendido que era un
hombre impetuoso y tenaz. En una extensa carta que le escribió san Bernardo, le
reprocha enérgicamente la amargura y la injusticia de ciertas quejas que Hugo
había hecho en un escrito. Desgraciadamente, no podremos conocer la respuesta
que el beato dio al vehemente pero caritativo llamado de san Bernardo.
La
carta de san Bernardo es la nº 253, Migne, PL., vol. CLXXXII, CC. 453-458. Las
dos recensiones de la «Vita Sti. Norberti», una de las cuales se atribuye al
propio Hugo, constituyen nuestra más auténtica fuente de información. Ver
también las modernas biografías de san Norberto, como la de G. Madelaine
(1886), la de G. van den Klsen (1890), y la de T. Kirkfleet (1916), sin olvidar
la Vie du b. Hugues de Fosses (1925). El culto al beato fue reconocido por la
Santa Sede en 1927, ver Acta Apostolicae Sedis del mismo año, pp. 316-319.
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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