Santos Emilas y Jeremías, mártires
fecha: 15 de septiembre
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: P. Juan Croisset, SJ
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: P. Juan Croisset, SJ
Elogio: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires
Emila, diácono, y Jeremías, que fueron decapitados por su fe cristiana durante
la persecución sarracena, después de sufrir una larga y dura prisión.
refieren a este santo: Santos Rogelio y
Servideo

Entre los muchos Mártires de Jesu-Cristo
que ennoblecieron a Córdoba en tiempo en que el Rey Moro Abderramán perseguía
de muerte a los cristianos, se numeran san Emila, y Jeremías ambos naturales de
la misma ciudad, que si bien distinguidos por su calificada nobleza, lo fueron
mucho más por el generoso brío con que pelearon contra los infieles, triunfando
de ellos gloriosamente. Estudiaron los dos -segun nos dice san Eulogio,
historiador de sus Actas-, en la iglesia de San Cipriano, una de las escuelas
en que se instruían los jóvenes cristianos en letras, y en virtudes; bajo la
enseñanza de los mas hábiles preceptores; y habiendo ascendido Emila al sagrado
ministerio de Levita [diácono], siguió Jeremías en el estado secular las
funciones de su profesion. Encendiéronse ambos en vivísimos deseos de la gloria
del martirio, y como se hallaban perfectamente instruidos en el idioma
africano, y en las ridiculas supersticiones de la secta Mahometana, valiéndose
de esta pericia como de armas para conquistar el cielo, se presentaron al
Tribunal de los infieles e hicieron una confesion pública de la fe de
Jesu-Cristo; pero no satisfechos de acción tan gloriosa, comenzaron a declamar
-especialmente Emila- contra el falso profeta Mahoma en términos, que en
comparacion de los desdesprecios que de él hicieron los dos ilustres
Confesores, estimaron en poco los Agarenos todas las maledicencias que habían
dicho contra su Legislador los mártires precedentes.
No es facil poder explicar la ira que
concibieron los bárbaros, al ver la generosa libertad con que a su presencia
blasfemaban Emila y Jeremías de aquel a quien tenían por su gran Profeta: y
arrebatados de un furor extraordinario, no trataron sólo de quitar la vida a
los dos atrevidos jóvenes, sino de acabar enteramente con todos los Cristianos;
pero reflexionando, que seria consiguiente en este caso la destruccion de su
Imperio, quando tenían la experiencia, que sin afligirlos se ofrecían
voluntariamente al martirio los fieles de todos estados, sexos, y condiciones,
contenidos con este temor, descargaron su cólera contra los dos esforzados
militares de Jesu-Cristo. Quisieron primero molestarlos con las miserias, y con
los trabajos de una dura prision; pero conociendo que en lugar de abatir el
valor de los dos jóvenes, se aumentaba cada día, los mandaron degollar en el 15
de Septiembre del año 852: logrando por este medio la apetecida corona del
martirio. Estaba el Cielo sereno quando se ejecutó la sentencia: y queriendo el
Señor manifestar su indignacion por la injusticia de aquel castigo, se movió de
repente una tempestad tan furiosa de truenos formidables, y de encendidos
relámpagos, que parecía querer Dios aniquilar a Córdoba; mas no por esto
dejaron los moros de continuar en su bárbara costumbre, en fuerza de la cual
colgaron en unos palos los cuerpos de los dos insignes mártires a la vista de
la ciudad, para que sirviesen de escarmiento. Después, por orden de Abderramán,
fueron echados con los de san Rogelio, y Servideo, que padecieron en el
siguiente dia, a una ardiente hoguera, a fin de que quedasen reducidos a
cenizas: las que recogidas por los cristianos, se depositaron en lugares
sagrados, donde les tributaron la veneracion correspondiente.
Al igual que para otros santos del mismo
grupo, hemos tomado este texto del «Suplemento á la última edicion del Año
Christiano», del P. Juan Croisset, S.J. (Juan de Croiset, dice la portadilla),
en redacción correspondiente de D. Juan Julián Caparrós, tomo II, pág 205,
edición de 1797, afortunadamente puesta a disposición, en un escaneo de muy
buena calidad, por Google Libros. He corregido parte de la
gramática del texto, para evitar mayores dificultades en la lectura, sin
embargo, me ha parecido adecuado respetar algo del sabor antiguo de la
redacción, que es gran parte del atractivo de las páginas del Croisset.
La fuente única para éste, como para la inmensa mayoría de los «mártires de Córdoba», es el «Memoriale Sanctorum» de san Eulogio de Córdoba, cuyo texto puede verse, en latín, en una edición facsimilar muy legible, en el proyectoCervantes Virtual. La imagen muestra la «Urna de los mártires», en Córdoba, que encierra los huesos y cenizas de muchos de los mártires mozáraabes que celebra san Eulogio.
La fuente única para éste, como para la inmensa mayoría de los «mártires de Córdoba», es el «Memoriale Sanctorum» de san Eulogio de Córdoba, cuyo texto puede verse, en latín, en una edición facsimilar muy legible, en el proyectoCervantes Virtual. La imagen muestra la «Urna de los mártires», en Córdoba, que encierra los huesos y cenizas de muchos de los mártires mozáraabes que celebra san Eulogio.
fuente: P. Juan Croisset, SJ
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3331
Beato Rolando de Médicis, eremita
fecha: 15 de septiembre
n.: c. 1330 - †: 1386 - país: Italia
otras formas del nombre: Orlando de Medicis
canonización: Conf. Culto: Pío IX 23 sep 1853
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
n.: c. 1330 - †: 1386 - país: Italia
otras formas del nombre: Orlando de Medicis
canonización: Conf. Culto: Pío IX 23 sep 1853
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Elogio: En Busseto, en la región de Fidenza, de la Emilia, beato Rolando de
Médicis, anacoreta, que pasó una vida solitaria en los abruptos Alpes, viviendo
en gran penitencia y conversando sólo con Dios.
Patronazgos: protector contra el dolor de cabeza.

Rolando u Orlando nació hacia el 1330 en
el seno de la familia Médicis de Milán. A los 30 años y llevado del deseo de
buscar la perfección cristiana, se retiró a los bosques entre Tabiano y
Salsomaggiore, donde durante veintiséis años observó perpetuo silencio sin
permitirse hablar con nadie, ni siquiera para lo necesario. Primero vistió un
hábito negro y cuando éste se le cayó convertido en harapos se hizo un vestido
con piel de cabra que conservó hasta su muerte. Dormía al cielo raso y comía
frutos y hierbas crudas.
Tenido por loco por algunos, a veces
recibió malos tratos físicos. Dedicado a una continua contemplación, se pasaba
las horas en la más extática oración. Caído al suelo como muerto a causa de la
debilidad, fue encontrado por los criados de una señora que acudió a
socorrerlo; negó él con la cabeza se le asistiera, pero, llevado a la iglesia
junto al castillo, lo visitó el padre carmelita Domenico de Dominicis, y
entonces él rompió su silencio, le contó su propia historia y recibió de sus
manos los sacramentos. Murió veinte días más tarde, el 15 de septiembre de
1386. Fue sepultado en Busseto, en la iglesia de la Santísima Trinidad, junto a
la parroquia de San Bartolomé. Su culto comenzó enseguida tras su muerte, y
luego de un largo proceso de canonización iniciado en 1563, fue confirmado en
1853.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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