San Teodoro Estudita, abad y confesor
fecha: 11 de noviembre
n.: 759 - †: 826 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 759 - †: 826 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Constantinopla, san Teodoro Estudita, abad, que hizo de su
monasterio una escuela de sabios, santos y mártires, que murieron víctimas de
las persecuciones promovidas por los iconoclastas. Fue tres veces expulsado al
destierro, tuvo entrañable veneración por las tradiciones de los padres de la
Iglesia y escribió tratados famosos sobre la fe católica, en los que exponía la
doctrina cristiana.
refieren a este santo: San José de
Tesalónica, San Juan
Damasceno, San Juan de
Afusia, San Juanicio, San Metodio de
Constantinopla, San Miguel de
Sinnada, San Nicetas, San Nicolás
Estudita, San Platón

El abad del monasterio de Simbóleon en el
Monte Olimpo, en Bitinia, San Platón,
tenía un cuñado cuyos tres hijos fueron a establecerse en sus posesiones de
Sakkoudion, cerca del Monte Olimpo, para llevar allí vida eremítica. El más
fervoroso de los tres hermanos era el mayor de ellos, Teodoro, quien iba
cumplir veintidós años. Los jóvenes persuadieron a san Platón para que
renunciase al gobierno de su abadía y se encargase de gobernar a los ermitaños
de Sakkoudion. Más tarde, san Teodoro fue enviado a Constantinopla para recibir
la ordenación sacerdotal. El joven hizo tales progresos en la virtud y el
saber, que su tío Platón le confió la dirección de la comunidad con el
consentimiento unánime.
El joven emperador Constantino IV se
divorció de su esposa y se casó con Teódota, que era pariente de san Platón y
san Teodoro. Ambos protestaron contra ese abuso. Constantino, que deseaba
ganarse a Teodoro, le hizo promesas y trató especialmente bien a sus parientes.
Como no obtuvo ningún resultado, Constantino fue entonces a los baños de Brusa,
cerca Sakkoudion, con la esperanza de que san Teodoro fuese a hacerle una
visita de cumplimiento; pero ni el abad, ni ninguno de sus monjes se
presentaron a recibirle. El emperador regresó furioso a su palacio e
inmediatamente envió un pelotón de soldados con órdenes de desterrar a Teodoro
y a los demás seguidores. Todos fueron enviados a Tesalónica, donde se publicó
un edicto que prohibía a los habitantes darles asilo y ayudarlos, de suerte que
ni los monjes de la región se atrevieron a tenderles la mano. San Platón, ya
muy anciano, fue encerrado en una celda en Constantinopla. San Teodoro le
escribió desde Tesalónica un relato del viaje, en el que le contaba las
vicisitudes por las que habían atravesado él y sus compañeros y expresaba su
admiración por su antiguo maestro. El exilio sólo duró algunos meses. La forma
en que terminó, es un ejemplo característico de la ambición brutal que reinaba
allí en aquélla época. En efecto, el año 797, Irene, la madre del emperador,
destronó a su hijo y mandó sacarle los ojos. Irene, que reinó seis años, llamó
del destierro a Teodoro y sus compañeros. El santo regresó a Sakkoudion y
reorganizó el monasterio, pero el año 799, como el monasterio era una presa
fácil para los árabes, los monjes se refugiaron dentro de las murallas de la
ciudad. Entonces, se confió a san Teodoro la dirección del célebre monasterio
de Studios, que el cónsul Studius había construido el año 463, en un viaje que
hizo de Roma a Constantinopla. Constantino Coprónimo había expulsado a los
monjes, de suerte que cuando llegó san Teodoro apenas había una docena. Bajo su
gobierno, el monasterio llegó a tener un millar de habitantes, entre monjes y
criados. En materia de legislación monástica, Teodoro fue quien más contribuyó
a desarrollar la tradición procedente de san Basilio. San Atanasio el
Lauriota aplicó la legislación de san Teodoro en el Monte
Athos, y de allí se extendió a Rusia, Bulgaria y Servia, donde todavía es la
base de la vida monástica. San Teodoro fomentó los estudios y las artes; la
escuela de caligrafía que fundó fue famosa durante largo tiempo. Los escritos
del santo constituyen una serie de sermones, instrucciones, himnos litúrgicos y
tratados de ascética monástica, en los que se muestra muy moderado, si se le
compara con otros orientales. El santo dijo en cierta ocasión a un ermitaño:
«No practiquéis la austeridad para satisfacer vuestro amor propio. Comed pan,
bebed alguna vez, usad zapatos en invierno y comed carne cuanto os haga falta».
Teodoro gobernó apaciblemente el monasterio durante ocho años, en medio del
remolino de la política imperial, hasta que volvió a surgir la cuestión del
adulterio de Constantino:
El emperador Nicéforo I eligió al futuro san Nicéforo,
que era entonces laico, para ocupar la sede patriarcal de Constantinopla. Como
san Nicéforo no había recibido las órdenes, san Teodoro, san Platón y otros
monjes se opusieron al nombramiento. El emperador los tuvo presos durante
veinticuatro días, al cabo de los cuales, a instancias de Nicéforo y de un
reducido grupo de obispos, restituyó la jurisdicción al sacerdote José, que
había sido degradado por haber bendecido el matrimonio de Constantino IV con
Teódota. San Teodoro y otros se negaron a mantener la comunión con José y a
aceptar la decisión de que el matrimonio había sido válido. Así pues, san
Teodoro, san Platón y José (que era hermano de san Teodoro y arzobispo de
Tesalónica), fueron aprisionados en la Isla de la Princesa. Teodoro explicó el
asunto por carta al Papa, y san León III le
contestó alabando su prudencia y su constancia. Los enemigos de Teodoro habían
hecho correr en Roma el rumor de que este había caído en la herejía y estaba
despechado por no haber sido nombrado patriarca, de suerte que san León III
prefirió abstenerse de un juicio definitivo. Los monjes estuditas fueron
dispersados en diferentes monasterios y muy maltratados. El destierro de san
Teodoro y sus compañeros duró dos años, hasta la muerte del emperador Nicéforo,
ocurrida el año 811.
Teodoro y el patriarca Nicéforo se
reconciliaron, ya que su actitud en el doloroso problema de la veneración de
las imágenes era idéntica. San Teodoro negó abiertamente que el emperador
tuviera derecho a inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos y el Domingo de
Ramos, cuando san Nicéforo había sido ya expulsado, ordenó a sus monjes que
saliesen a la calle en solemne procesión con las sagradas imágenes, cantando un
himno que comienza así: «Reverenciamos tu sagrada imagen, bendito santo». Desde
ese momento, san Teodoro se convirtió en el jefe del movimiento ortodoxo. Como
continuase en la defensa del culto a las imágenes, el emperador le desterró a
Misia, desde donde continuó exhortando a los fieles por cartas de las que se
conservan algunas. Cuando se descubrió su correspondencia, el emperador le
desterró a Bonita, en la Anatolia, y mandó decir al carcelero, Nicetas, que
flagelase a su víctima. Aquél vio conmovido la alegría con que san Teodoro se
despojaba de su túnica y ofrecía al látigo su cuerpo consumido por los ayunos
y, lleno de compasión, hizo salir de la mazmorra a todos los presentes, colocó
una zalea de borrego sobre el lecho del santo y descargó sobre ella los golpes
para que los oyesen los que se hallaban afuera. Finalmente, Nicetas se rasguñó
los brazos para manchar con su sangre el látigo y salió a mostrarlo a los
otros. San Teodoro pudo escribir más cartas a los fieles, a los patriarcas y
una al Papa Pascual, a quien decía: «Escucha, obispo apostólico, pastor que
Dios ha puesto para guiar el rebaño de Jesucristo: tú has recibido las llaves
del Reino de los Cielos, tú eres la piedra sobre la que ha sido edificada la
Iglesia, tú eres Pedro, puesto que ocupas su sede. Ven en ayuda nuestra». El
Pontifice escribió a Constantinopla algunas cartas, que resultaron
infructuosas. Entonces, san Teodoro le escribió para agradecerle con estas
palabras: «Tú has sido desde el principio la fuente pura de la ortodoxia, tú
eres el puerto seguro de la Iglesia universal, su amparo contra las acometidas
de los herejes y la ciudad de refugio que Dios nos ha dado».
San Teodoro y su fiel discípulo Nicolás,
estuvieron presos en Bonita durante tres años. Sus sufrimientos eran
indecibles: en el invierno, el frío era muy intenso; en el verano, se ahogaban
de calor y padecían hambre y sed, pues los guardias sólo les echaban por una
claraboya un trozo de pan cada tercer día. San Teodoro afirma que muchas veces
creyó morir de hambre y añade: «Pero Dios es todavía demasiado misericordioso
con nosotros». Probablemente hubiesen muerto de hambre, si un oficial de la
corte que visitó la cárcel por casualidad, no hubiese ordenado que se les diese
bien de comer. El emperador interceptó una carta en la que el santo exhortaba a
los fieles a desafiar a la infame secta de los iconoclastas, ordenó al prefecto
del Oriente que castigase al autor. El prefecto no se dejó ganar por la
compasión -como el carcelero Nicetas- y mandó azotar al monje Nicolás, a quien Teodoro
había dictado la carta, y a éste le condenó a sufrir cien azotes. Después de la
tortura, los verdugos dejaron al santo tirado en el suelo durante largo tiempo,
expuesto a los rigores del frío de febrero. San Teodoro no pudo comer ni dormir
durante muchos días y, si escapó con vida, fue gracias a Nicolás que olvidó sus
propios sufrimientos, le alimentó gota a gota con una cucharita y le vendó sus
heridas, no sin antes cortarle los trozos de carne infectada en las llagas. San
Teodoro sufrió lo indecible durante tres meses. Antes de que estuviese
totalmente restablecido, se presentó un oficial imperial con el encargado de
conducirle a Esmirna, junto con Nicolás. Durante el día caminaban a marchas
forzadas y, por la noche, se los encadenaba.
El arzobispo de Esmirna, que era un
iconoclasta furibundo, mandó vigilar estrechamente al santo y llegó a decirle
que iba a pedir que el emperador le mandase decapitar o, por lo menos, cortarle
la lengua. Pero la persecución terminó el año 820 con el asesinato de quien la
había provocado. El sucesor de León, Miguel el Tartamudo, fingió al principio
suma moderación y levantó las sentencias de destierro. San Teodoro el Estudita
regresó al cabo de siete años de prisión y escribió una carta de agradecimiento
al emperador, exhortándole a permanecer unido a Roma -la primera de las
Iglesias- y a permitir el culto de las imágenes. Pero Miguel se negó a permitir
el culto de las imágenes y a devolver sus cargos al patriarca, al abad de
Studios y a todos los prelados ortodoxos que no estuviesen de acuerdo con esa
medida. San Teodoro, después de hacer vanos intentos por convencer al
emperador, partió de Constantinopla (en realidad era una forma de destierro) e
hizo un recorrido por los monasterios de Bitinia para alentar y reconfortar a
sus partidarios, «El invierno ha pasado ya -les decía-, pero aún no ha llegado
la primavera. El cielo se despeja, hay buenas esperanzas. El fuego está ya
apagado, pero las cenizas humean todavía». La influencia de san Teodoro llegó a
ser tan grande, que los monjes en general y los estuditas en particular se
convirtieron en el baluarte de la ortodoxia. Algunos de los discípulos del
santo fueron a reunirse con él en el monasterio de la península de Akrita. A
principios de noviembre de 826 san Teodoro enfermó allí. Al cuarto día de su
enfermedad, pudo ir hasta la iglesia a celebrar el santo sacrificio, pero el
mal fue en aumento, y el santo dictó a su secretario sus últimas instrucciones.
Dios le llamó a Sí el siguiente domingo 11 de noviembre. Sus restos fueron
transportados al monasterio de Studios dieciocho años más tarde.
En el Oriente hay gran veneración por san
Teodoro el Estudita. El santo merece elogio como legislador monástico, como
defensor de la suprema autoridad de Roma y como valiente propugnador del culto
de las imágenes, por el que sufrió. San Teodoro hizo la guerra a los
iconoclastas por motivos teológicos, no porque considerara las imágenes como un
adorno esencial de las iglesias, ya que desaprobaba absolutamente la
representación pictórica de los vicios, de las virtudes y otros «excesos
injustificados de la fantasía religiosa». Por otra parte, no creía que la
devoción a las imágenes fuese absolutamente necesaria (él mismo parece haberla
practicado muy poco), sino sólo una ayuda para los «hermanos más débiles». En
sus instrucciones sobre la oración habla de la unión de la mente y el corazón
con Dios sin la ayuda exterior de las imágenes. Pero comprendía claramente que
negar la validez del culto a las imágenes, equivalía a negar la validez de ciertos
principios teológicos esenciales. Se conservan muchos escritos de san Teodoro,
entre los que hay cartas, tratados sobre la vida monástica y el culto de las
imágenes, sermones y cierto número de himnos. Dichos escritos reflejan su
integridad y desapego del mundo, que rayan en ese puritanismo que caracterizó a
muchos de sus discípulos y que en algunos de sus sucesores llegó a extremos que
turbaron la paz de la Iglesia.
En Migne PG., vol. XCIX, hay dos
biografías de san Teodoro y otros documentos relerentes a él, así como sus
escritos. Su vida estuvo tan íntimamente relacionada con las controversias de
la época que, para comprenderla, hay que referirse a las obras de historia
general de Iglesia. Véase Pargoire, L'Eglise Byzantine de 527 a 874 (1923); Hefele-Leclercq,
Histoire des Concites, particularmente lib. 18, vol. III, pte. 2; Mons.
Mann, Lives of the Popes vol. II, pp. 795-858; y Bréhier, La Querelle des
lmages (1904). Entre las obras más directamente relacionadas con San Teodoro,
mencionaremos a J. Hausherr, St Théodore.,. d'apres ses catécheses (1926), en
la colección Orientalia Christiana, n. 22; Alice Gardner Teodore of Studium
(1905); H. Martin, St Théodore (1906); Dobschütz, Methodius una Studiten, en
Byzantinische Zeitschrilt, vol. XVIII (1909), pp. 41-105..
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1065 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4119
San Bartolomé de Grottaferrata, abad
fecha: 11 de noviembre
n.: c. 980 - †: 1065 - país: Italia
otras formas del nombre: Bartolomé el joven, Bartolomé de Rossano
canonización: pre-congregación
n.: c. 980 - †: 1065 - país: Italia
otras formas del nombre: Bartolomé el joven, Bartolomé de Rossano
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert
Thurston, SIElogio: En el monasterio de Grottaferrata, en las cercanías de Frascati,
próximo a Roma, san Bartolomé, abad, que, nacido en Calabria, fue al encuentro
de san Nilo, cuya vida y costumbres dejó por escrito, y al lado del cual estuvo
hasta su muerte en el cenobio tusculano que había fundado bajo la disciplina
ascética de los orientales, obra que él continuó convirtiéndola en una escuela
de ciencias y de arte.
refieren a este santo: San Nilo el
Joven

El fundador de la abadía griega de
Grottaferrata de Toscana, San Nilo,
murió el año 1004. Después de él, se sucedieron rápidamente en el cargo, Pablo,
Cirilo y Bartolomé. Los tres habían sido discípulos de san Nilo. Se considera a
san Bartolomé como segundo fundador del monasterio, porque san Nilo y sus
primeros dos sucesores sólo alcanzaron a limpiar el terreno y a empezar a
construir, en tanto que Bartolomé terminó el monasterio y lo dejó firmemente
organizado. Los sarracenos habían invadido Sicilia y el sur de Italia y habían
arrojado de allí a los monjes. San Bartolomé hizo de su monasterio un centro de
cultura y de copia de manuscritos. Él mismo era muy hábil en el arte de la
caligrafía, y compuso cierto número de himnos litúrgicos.
Un canon del oficio litúrgico de san
Bartolomé, dice así: «Cuando viste al Romano Pontífice destronado, supiste,
padre, persuadirle a que renunciase a la tiara y acabase felizmente sus días en
un monasterio». Estas palabras constituyen una alusión a la tradición de
Grottaferrata, tal vez verdadera, acerca de los últimos años de Benedicto IX,
cuyo abuelo, el conde Gregorio de Tusculum, había regalado las tierras en que
se construyó el monasterio. Benedicto IX, en su turbulento y escandaloso
pontificado de doce años, renunció a la tiara a cambio de cierta suma de dinero
y trató después de apoderarse nuevamente de ella; pero en 1048, fue expulsado
de Roma y se dirigió a Grottaferrata lleno de remordimientos. San Bartolomé se
mostró muy categórico: puesto que con su conducta se había hecho indigno del
pontificado y aun del sacerdocio, debía renunciar definitivamente a la tiara y
pasar el resto de su vida haciendo penitencia (hay que notar que Benedicto no
tenía entonces más que treinta y seis años). Bajo la influencia del abad, los
remordimientos de Benedicto se transformaron, poco a poco, en arrepentimiento
sincero, de suerte que se quedó en Grottaferrata y murió allí. Este relato del
papel que desempeñó san Bartolomé en la vida de Benedicto IX, se encuentra en
la biografía del santo, escrita probablemente por su tercer sucesor, el abad
Lucas I. En la abadía hay otros documentos que apoyan el relato, pero, al
parecer, Benedicto retenía el título de Papa en 1055, año de su muerte.
El gobierno vigoroso de san Bartolomé
elevó su monasterio a una altura que le permitió desempeñar un papel de
importancia en la historia de los Estados Pontificios en la Edad Media; pero
ello fue la causa de la decadencia religiosa del monasterio, que continuó hasta
su restauración en el siglo XIX.
En Migne, PG., vol. CXXVII cc. 476-516,
hay dos textos griegos sobre San Bartolomé. En la la biblioteca de
Grottaferrata se conservan todavía algunos de los manuscritos copiados por el
santo; en la iglesia abacial hay un antiguo mosaico en el que están
representados san Nilo y san Bartolomé. Mons. Mann, Lives of the Popes, vol. v,
p. 292, estudia el punto de la renuncia de Benedicto IX. F. Halkin, en Analecta
Bollandiana, vol. LXI (1943), pp. 202-210; dicho autor hace notar que uno de
los dos textos griegos arriba citados, el Encomium, se refiere a otro san
Bartolomé.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4120
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