sábado, 13 de abril de 2019

Domingo de Ramos en el Ciclo C (14.04.2019): Lucas 22,14 hasta 23,56. y “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12) ( Domingo 20º de Mateo (14.04.2019): Mateo 12,15-37)


Te llegan, así lo espero, los comentarios de dos trozos del Evangelio para la celebración del domingo de Ramos que tendrá lugar en la catolicidad de la iglesia el domingo 14 de abril de este 2019. Es decir, allí donde dos o más, como se cuenta en Mateo 18, se reúnan para seguir aprendiendo a ser 'Jesús de Nazaret'.

Seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret. Esta expresión creo haberla leído en mil y una líneas de comentarios autorizados por doctorados y másteres en ciencias de la teología, espiritualidad y afines. Seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret. Y creo que nunca se aprende del todo.

Este Jesús de Nazaret ya no está entre nosotros desde aquellos días en que las autoridades de su religión decidieron callar su voz y paralizar sus manos y pies. Lo decidieron y lo ejecutaron. Desde entonces y con su sepultamiento (fuera como se hiciera) aquel Jesús de Nazaret dejó de estar entre nosotros y en esta tierra, de la misma manera que tampoco había estado antes de su nacimiento. 
Estos datos inocentes, pero reales e históricos, forman parte de esa afirmación, en apariencia inocentemente espiritual, que estoy repitiendo: Seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret.

Ya sé que tú eres tú, personal, único, inconfundible, y yo soy otro tanto y así cada persona sea de raza o cultura que sea... Cada persona es una, irrepetible. Única. 

Seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret no es dejar de ser ni tú ni yo. Seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret es preguntarse a la vez estas dos realidades: ¿Quién soy yo y quién es Jesús de Nazaret en mí? Tan sencillo como esto. O tan complejo

Para este asunto, tenemos tú y yo una semana completa y dos comentarios del Evangelio que se pueden leer a continuación. Y también en el archivo adjunto.

Deseo seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret. ¿Quién soy yo y quién es Jesús de Nazaret en mí? Es muy probable que dentro de una semana, o dentro de un mes, o dentro de un año, o de toda una vida... me atreva a dejar escritas las historias o meditaciones que me cuenten mis neuronas... Es posible...

Domingo de Ramos en el Ciclo C (14.04.2019): Lucas 22,14 hasta 23,56.
Medito y escribo CONTIGO: ¿Se puede vivir sin Templos?,

Cuentan las tradiciones eclesiásticas que con los ‘ramos’ de este domingo se deberá elaborar la Ceniza de la inauguración de la Cuaresma del próximo año dos mil veinte. Así que conviene escoger ramos de ramas perfumadoras, digo yo. Aunque bien mirado todo va a depender de las tradiciones de la religiosidad de cada lugar.

En este domingo me atrevo a sugerir, indocumentadamente, que podría leerse el relato de Lucas 19,26-47. Aquí es donde Lucas cuenta la llamada ‘entrada de Jesús en Jerusalén’ como destino último del camino que recorrió con sus seguidoras y seguidores desde Galilea (Lc 9,51).

Seguramente que en los inicios de la eucaristía de este domingo se va a leer este relato. Y luego, ya en el tiempo de la Palabra y con toda la asamblea sentada, se proclamará por tres lectores ‘el relato de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret’, iniciado con la celebración de la última cena: “Cuando llegó la hora, se puso a la cena con los apóstoles y les dijo... Y recibiendo una copa... Luego tomó pan... Después de cenar tomó la copa... Y entre ellos hubo también un altercado a propósito de quién de ellos era el mayor...” (Lucas 14-27).

Quienes escuchen esta narración de la Pasión y Muerte de Jesús en las eucaristías de este Domingo de Ramos les quedará en la mente que, me atrevo a imaginarlo, esta cena de despedida de Jesús con sus acompañantes marca el comienzo de la muerte de Jesús. Y creo que no es del todo acertado pensarlo así. Este Evangelista comienza este relato en 22,1: “Se acercaba la fiesta de la Pascua. Los Sumos Sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacer desaparecer a Jesús, pero temían al pueblo”. ¿Por qué se nos silencia este contexto?

¿Por qué los programadores de las lecturas de la liturgia no desean que se nos proclame el texto de Lucas 22,1-13. La larga lectura de la Pasión y Muerte se alargaría tan solo un minuto más. Son muchas las secuencias de este relato en Lucas y en el resto de los Evangelios. Si así está organizada la liturgia, ¿qué se puede hacer? Muy poco, el celebrante repetirá el ritual.

Después de tantas celebraciones de esta fiesta de Ramos y de toda su Semana Santa, confieso que en cada año se me despierta una pregunta que nunca acabaré de responder en su totalidad. Y la pregunta es sencilla: ¿Por qué muere este Jesús de Nazaret? Y la respuesta es también tan sencilla como elementalmente lógica: Jesús muere porque lo matan. Él no deseó morir. Nunca y ni por ninguna razón de sentido o de peso.

¿Quién mata a este Jesús? Así es como inicia Lucas su relato de esta muerte: Los Sumos Sacerdotes deciden hacerlo, pero... ¿No anunció ya este Evangelista en 6,1-6 que los escribas y fariseos de una sinagoga en Galilea y en sábado ya deliberaron cómo acabar con él? Pero... Más. Muy anteriormente, también otro sábado y en la sinagoga de su población de Nazaret (4,16-30), sus propios paisanos decidieron despeñarlo, pero... Este Jesús de Nazaret, ¿no se condenó él mismo ante Roma proclamándose Mesías liberador del yugo esclavizador romano sobre las espaldas de cada judío?  Pero... O como afirman otras mentes inhumanas: tenía que morir para redimir el pecado de Adán, por seguir la voluntad de Dios. Pero... ¡¡¡Le mataron!!!
Carmelo Bueno Heras

Domingo 20º de Mateo (14.04.2019): Mateo 12,15-37
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12)

Cuenta el Evangelista Mateo que su Jesús de Nazaret se enteró de que ‘unos fariseos’ tramaban acabar con su vida. Por esta razón, aquel Jesús se marchó de donde estaba  hasta que alguien se le acercó no estando aún muy lejos. Este narrador Mateo no nos precisó ni espacio ni tiempo. Tan solo nos dice que todo esto tiene que ver con una sinagoga y con un sábado (ver Mt 12,1-14, que ya leímos la semana pasada). Nos detenemos ya en Mt 12,15-37.

Junto a este tiempo y espacio del sábado y de la sinagoga nuestro Evangelista  recuerda aquí la presencia activa y constante de ‘los fariseos’ (ver 12,2 y 12,14 y 12,24 y 12,38). Jesús y los fariseos son los protagonistas enfrentados según se nos escribe en este tramo importante de la vida pública de Jesús en sus años de evangelización por la región de Galilea.

Precisamente en este contexto de confrontación directa el lector se encuentra la cita de Isaías 42,1-4 en la que se le recuerda la imagen de un creyente judío en su Yavé Dios. Un creyente fiel al que nada ni nadie le hará renunciar de su tarea. El Evangelista Mateo parece estar diciéndome que este judío creyente no es otro que su Jesús, el galileo y laico (Mt 12,15-21).

Si esto lo comprendo así puedo comentar que este Jesús de Mateo es la persona que lleva en sí la plenitud del espíritu del Dios en el que cree. La tradición religiosa llamó siempre a esta persona ‘el siervo de Yavé’. Y este siervo será siempre en la iglesia, y entre otras cosas, el protagonista de la ‘semana santa’. Es la manera de ‘bautizar para siempre como Mesías’ a Jesús de Nazaret. Estaré equivocado, pero creo que Jesús nunca deseó ser este tipo de Mesías.

Y es, precisamente, este asunto del mesianismo del que se habla abiertamente en el texto de Mateo 12,22-37. Los hechos y los dichos de este galileo despertaron en las gentes de su tiempo la pregunta decisiva: “¿No será éste el hijo de David?” (12,23). Para ‘los fariseos’, en cambio, este laico de Galilea no era otra cosa que un blasfemo, hereje, o el satán y diablo que se ha cruzado en el camino de la presencia de Yavé Dios en medio de su pueblo, Israel  (12,24).

Desde este planteamiento, el Evangelista se atrevió a colocar en boca de su propio Jesús una larga meditación en la que se desautoriza toda la religión judía ya sea tanto en sus creencias como en su práctica. Era ‘su religión’, la de su infancia, la de su familia... Y la desautoriza. Este narrador está adelantando a este lugar de su Evangelio aquello que desarrollará más adelante cuando nos encontremos en Jerusalén y dentro de su Templo (Mt 23,1-39). La  expresión que leo ahora en Mt 12,34 no deja lugar alguno para la duda: “Raza de víboras, ¿cómo podéis hablar vosotros, fariseos, de cosas buenas siendo malos?”.

Permanecer en esa ‘religión judía’ es permanecer en la ceguera y la mudez. ¿No es esto ‘pecar contra el Espíritu’? (12,31-32). Creo que sí. Permanecer en la propuesta de Jesús es atreverse a ‘ver y hablar’. ¿Dónde está el milagro de este ‘ver y hablar’? El milagro está dentro de cada uno y en sus propias decisiones. El milagro estuvo en las decisiones de Jesús y así es como nos lo contó este Evangelista cuando nos sentó a todos sus lectores ante su Jesús en su discurso primero (Mt 5-7) y nos dijo: “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás”. 
Carmelo Bueno Heras 

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