jueves, 10 de noviembre de 2016

San Andrés Avellino, religioso presbítero - Beatos Juan Prassek, Hermann Lange y Eduardo Müller, presbíteros y mártires (10 de noviembre)

San Andrés Avellino, religioso presbítero

fecha: 10 de noviembre
n.: 1521 - †: 1608 - país: Italia
otras formas del nombre: Andrea Avellino, Lancelotto, Lorenzo Avellino, Andrés Avelino
canonización: 
B: Urbano VIII 1624 - C: Clemente XI 1712
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Nápoles, de la Campania, san Andrés Avellino, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, que brilló por su santidad y celo en procurar la salvación del prójimo, hizo el arduo voto de avanzar cada día en las virtudes y, cargado de méritos, con muerte santa descansó al pie del altar.
Patronazgos: protector contra la muerte súbita, el accidente cerebrovascular, la apoplejía, y para obtener la gracia de una santa muerte.
refieren a este santo: Beato Juan Marinoni

San Andrés Avelino nació en Castronuovo, pequeña población del reino de Nápoles, en 1521. Sus padres le pusieron por nombre Lancelote. El joven determinó abrazar el estado clerical, se estableció en Nápoles, y estudió derecho canónico y civil. Después de obtener el doctorado y el sacerdocio, empezó a practicar en las cortes eclesiásticas, pero su oficio le envaneció hasta el punto de llevarlo a la disipación. Una vez, después de ganar un proceso legal con una mentira, leyó por la noche en la Sagrada Escritura las siguientes palabras: «la boca mentirosa da muerte al alma» (Sab 1,11). En seguida, resolvió dejar el oficio de leyes y hacerse religioso. En ese ministerio demostró tanta prudencia y habilidad que, en 1556, el cardenal Escipión Ribiba le confió la tarea de reformar a las religiosas de San Arcangelo de Baiano. El convento tenía muy mala fama, y tanto las religiosas como ciertos hombres que acostumbraban visitarlas recibieron muy mal al santo y aun llegaron a golpearle. A pesar de que estaba pronto a dar su vida por Cristo y por las almas, sus esfuerzos resultaron infructuosos y, finalmente, hubo que suprimir el convento.
Entre tanto, el P. Avelino había determinado abrazar la vida religiosa. Así pues, ingresó en la congregación de los clérigos regulares conocidos con el nombre de Teatinos, que san Cayetano había fundado treinta años antes en Nápoles. Su maestro de novicios fue el beato Juan Marinoni. El P. Avelino, que tenía entonces treinta y cinco años, cambió su nombre de pila por el de Andrés, para manifestar el cambio que se había operado en su vida. Pasó catorce años en la casa de los teatinos de Nápoles. A causa de su bondad, su fervor y su exacta observancia, fue elegido sucesivamente maestro de novicios y superior. Uno de sus discípulos fue el P. Lorenzo Scupoli, autor del «Combate Espiritual», quien ingresó en la Congregación de los Teatinos a los cuarenta años. Muchos prelados que deseaban reformar la Iglesia en Italia, como el cardenal Pablo Aresio y san Carlos Borromeo, supieron reconocer las grandes cualidades de san Andrés Avelino, así como su celo para formar mejor al clero. En efecto, san Carlos Borromeo pidió, en 1570, al superior general de los teatinos que enviase al santo a Lombardía. Así se hizo, y bien pronto quedó fundada en Milán una casa de su congregación. Instalado en la ciudad, san Andrés llegó a ser amigo íntimo y consejero de san Carlos. Más tarde, fundó otra casa en Piacenza y, con su predicación convirtió a algunas damas nobles, indujo a otras a entrar en la vida religiosa, y «agitó la ciudad» de tal modo, que algunos se quejaron ante el duque de Parma, quien le mandó llamar. San Andrés se justificó ampliamente ante el duque, y la duquesa quedó tan impresionada, que le tomó por director espiritual. En 1582, el santo regresó a Nápoles. Con su predicación, convirtió a muchos pecadores e ilustró la inteligencia del pueblo sobre los errores del protestantismo, que empezaba ya a cundir hasta en el sur de Italia.
Se cuentan varios milagros de san Andrés. Por ejemplo, un hombre que no creía en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, fue a comulgar por respeto humano y por miedo; pero después se sacó la hostia de la boca y la envolvió en su pañuelo. ¡Cuál no sería su sorpresa al encontrar, más tarde, su pañuelo manchado de sangre! Aterrorizado y lleno de remordimientos, el hombre fue a ver a san Andrés Avelino, quien contó lo sucedido, pero se negó a revelar el nombre del culpable para que no se le persiguiese por sacrilegio. El 10 de noviembre de 1608, a los ochenta y ocho años de edad, san Andrés sufrió un ataque de apoplejía en el momento en que empezaba a celebrar la misa y falleció en la tarde de ese mismo día. Su cuerpo fue expuesto en la cripta de la iglesia de San Pablo, a donde acudieron grandes multitudes; muchos de los presentes guardaron mechones del cabello del santo como reliquias y, al arrancárselos le hicieron algunas cortaduras en la cara. A la mañana siguiente, treinta y seis horas después de la muerte de san Andrés, manó sangre de aquellas heridas. Por lo demás, como el cadáver conservaba el calor natural, hay razones para sospechar que no estaba realmente muerto. Los cirujanos hicieron varias incisiones, y la sangre brotó de nuevo durante otras treinta y seis horas. Naturalmente que se recogió con cuidado aquella sangre, que cuatro días después conmenzó a hervir. En los años siguientes, el día de la fiesta del santo, la sangre seca volvía al estado líquido, como sucede con la de san Jenaro en la misma ciudad de Nápoles. San Andrés fue canonizado en 1712. En el proceso se presentó la licuefacción de la sangre como un milagro, pero fue descartado a causa de la insuficiencia de las pruebas. Mons. Pamphili (más tarde Inocencio X) declaró que la sangre seca que había en un frasco que se le confió no se había tornado líquida.
Los bolandistas se excusan de consagrar tan poco espacio a San Andrés en Acta Sanctorum, nov., vol. IV; pero, como lo hacen notar, las numerosas biografías publicadas en los siglos XVII y XVIII han dado a conocer perfectamente al santo y no han dejado problemas que elucidar. Así pues, se limitan a presentar un resumen claro y conciso de los principales incidentes de la vida de san Andrés y una bibliografía muy completa, además de un valioso manuscrito italiano del P. Valerio Pagani, el amigo más íntimo del santo, que trata sobre todo de las relaciones de éste con los teatinos. En Analecta Bollandiana, vol. XLI (1923) , pp. 139-148, habían publicado ya antes algunos detalles muy interesantes sobre la «conversión» de san Andrés. Casi todos los datos que poseemos, proceden de los contemporáneos del santo. En 1609, el obispo del Tufo publicó una Historia della Religione dei Patri Cherici Regolari, en la que había un relato de la vida de san Andrés. En 1613, el P. Castaldo dio a la imprenta una biografía propiamente dicha. Existen también otras biografías en italiano, como las de Baggatta, Bolvito, de María, etc. Acerca del fenómeno de la licuefacción de la sangre, cf. The Month, mayo de 1926, pp. 437-443. En el Dictionnaire de Spiritualité, vol. t (1937), cc. 551-554, hay un artículo de G. de Lucca sobre los escritos ascéticos de san Andrés. Se publicaron cinco volúmenes de ellos en Nápoles, entre 1733 y 1734, pero quedan todavía algunos inéditos.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1808 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4111





Beatos Juan Prassek, Hermann Lange y Eduardo Müller, presbíteros y mártires

fecha: 10 de noviembre
†: 1943 - país: Alemania
otras formas del nombre: Mártires de Lübeck
canonización: 
B: Benedicto XVI 25 jun 2011
hagiografía: Zenit.org

Elogio: En Hamburgo, Alemania, beatos Juan Prassek, Hermann Lange y Eduardo Müller, presbíteros y mártires, juzgados por el "Tribunal del Pueblo" y condenados a morir en la guillotina.

Johannes Prassek: prisionero por decir la verdad

El día que fue ordenado sacerdote, se definió como "la persona más feliz". El padre Prassek nació hace 100 años en Hamburgo. Estudió en la universidad de los Jesuitas St. Georgen en Frankfurt. En 1935 entró al seminario mayor de Osnabrück y dos años más tarde recibió el sacramento del orden. Su primera misión fue la de vicario de Wittenburg en Meclenburgo y en 1939 pasó a ser vicario de la comunidad de Herz-Jesu en Lübeck y luego fue nombrado capellán.
Pronto se ganó el cariño de sus fieles: "Prassek atraía hacia él a las personas difíciles y extrañas, desfavorecidas y oprimidas", dice el abogado Ambrosi, postulador de la causa de beatificación de los mártires; "su pastoral lo comprometía hasta el límite de su capacidad física y psíquica". Rápidamente fue conocido por su fama de predicador: "Sus impresionantes homilías dominicales no sólo atraían a numerosos fieles, sino también a los espías de la Gestapo", reconoce el postulador. "Algunos amigos le hablaban sobre las críticas que hacía, le advertían que quizás podrían ser demasiado imprudentes contra la ideología nacional socialista pero Prassek no se dejó influenciar y pensaba que debía decir la verdad".
El padre Prassek, además de sus críticas se dedicó a estudiar polaco para ayudar a los que estaban forzados a ir a Lübeck. En 1941 conoció un joven pastor protestante con quien tuvo gran afinidad y quien le mostró su anhelo de conocer la fe católica. Sin embargo este hombre resultó ser un espía de la Gestapo y la información que consiguió fue clave para que el padre Johhanes fuese arrestado el 18 de mayo de 1942. Así, fue llevado al edificio de Burgkloster (hoy museo que lleva el mismo nombre). Esperó más de un año para ser procesado en condiciones infrahumanas de hambre y frío, que lo afectaron gravemente, pues tenía una enfermedad estomacal. Durante ese tiempo escribió numerosas cartas. "A pesar del duro período de prisión y de la perspectiva de la propia ejecución, Prassek no perdió su conciencia de fe, su cordialidad volcada a consolar a los compañeros de prisión". El día de su ejecución le permitieron escribir una carta de despedida a sus familiares, la cual fue destruida después por las duras palabras contra el régimen nacional-socialista. "La guillotina puso fin a la agonía soportada con valentía y fe", dice el postulador.

Hermann Lange, gran intelectual y mártir

"Sacerdote muy erudito e intelectual no sólo en cuestiones teológicas". Nació en 1912 en Frisia oriental. Formó parte de una asociación católica estudiantil denominada Nueva Alemania. Era un fiel seguidor del escritor Romano Guardini, cuya obra lo influenció notablemente. Estudió en 1931 en la facultad de teología en la universidad de Münster. Luego entró al seminario mayor de Osnabrück. Se ordenó sacerdote en 1938. En Junio 1939 comenzó su labor pastoral en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Lübeck.
El abogado Ambrosi destaca "sus homilías preparadas en modo absolutamente preciso". "Además el sacerdote era decidido, gentil y de sentimientos nobles, desde el punto de vista humano. Era perfectamente íntegro". Sobresalía por su gran sensibilidad, humanidad y preparación teológica. Era un gran opositor del nacional-socialismo. En ese entonces tuvo un diálogo con un joven soldado que servía a este régimen. Lange le dijo claramente que un cristiano no podía estar con los alemanes en la guerra.
Difundía sin miedo sus escritos en contra del Régimen hasta que en 1942 Lübek sufrió los primeros bombardeos y él sin importar el riesgo que corría su vida, se percató de que sus feligreses estuvieran a salvo. Fue arrestado el 16 de junio de 1942 por la Gestapo. "El segundo senado del tribunal popular lo condenó a muerte junto con otros sacerdotes por disgregación del potencial militar, por apoyo al enemigo con traición a la patria y por delitos radiofónicos", explica Ambrosi, pues en un programa de radio difundían las ideas contra el régimen.
El postulador destacó así la "compostura admirable" que tuvo el padre Lange en prisión. Compartió la celda con el pastor protestante Schwentner, a quien, según varios testigos trató "como a un hermano". Sus cartas testimonian una admirable sumisión a lo que Dios permitiera y una profundidad religiosa: "Cuando recibáis esta carta ya no estaré más en el mundo de los vivos", escribió a sus padres el día de su condena. "Hoy será el gran retorno al Reino del Padre, y luego veré a todos aquellos que estuvieron cerca a mí en la tierra", expresó.
Sobre esta carta el escritor alemán Thomas Mann (1875 - 1955), premio nobel de literatura en 1929, dijo que se trata de: "El testimonio más bello por el don de la fe cristiano-católica".

Eduard Müller y la santidad en las cosas sencillas

Del grupo de los cuarto mártires, éste fue quien tuvo una juventud más difícil. Nació en agosto de 1911 en el seno de una familia humilde. Estudió en la escuela católica de Neumünster. Era el menor de siete hijos y su padre abandonó su familia. Fue monaguillo y después carpintero. Desde pequeño mostró su deseo de ser sacerdote. Gracias al apoyo de unos bienhechores de la parroquia pudo concluir sus estudios secundarios y luego estudió teología católica en Münster. En 1940 fue ordenado sacerdote en Osnabrück. Trabajó en la parroquia del Sagrado Corazón de Lübeck.
"Su modo de ser calmado, gentil y no autoritario fue muy estimado por los testigos de aquella época", dice el abogado Ambrosi. "Particularmente célebre se convirtió su capacidad de identificación con la vida de los trabajadores, artesanos, de hecho no era difícil para él identificarse porque provenía de este ambiente al cual estuvo siempre unido". De los cuatro mártires en Lübek era el menos político. Aún así fue arrestado en julio de 1942. Después de ser condenado a muerte escribió: "Tengo la esperanza de que no seré nunca defraudado, más bien, con toda franqueza como siempre, también ahora Cristo será glorificado con mi amor, tanto en la vida como en la muerte".
Estos tres mártires fueron asesinados con un intervalo de sólo tres minutos. Supieron derramar su sangre dando sus vidas como sacrificio supremo del amor de Cristo.
Tomado, con escasos cambios, del artículo de Carmen Elena Villa para Zenit, con motivo de la beatificación. El cuarto mártir al que hace referencia el escrito no lo es en el martirologio católico, ya que se trata del pastor protestante Karl Friedrich Stellbrink, compañero de pasión de los tres beatos. En la imagen, placa conmemorativa de los mártires en la prisión de Lübeck.
fuente: Zenit.org
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4928

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