REFLEXIÓN ESPIRITUAL
De la Introducción a la vida devota, de san Francisco
de Sales: «LA DEVOCIÓN SE HA DE EJERCITAR DE DIVERSAS MANERAS»
En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas
que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los
cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un
fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación.
La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas
maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o
de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer
casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las
fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno.
Dime, te ruego, mi Filotea, si sería lógico que los
obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que
los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos
capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o
que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la
manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades
del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado
o inadmisible?
Y, con todo, esta equivocación absurda es de lo más
frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y
sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna
vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es
porque se trata de una falsa devoción.
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