REFLEXIÓN ESPIRITUAL
De la carta de san Clemente primero, papa, a los
Corintios
POR LA FE, DIOS JUSTIFICÓ A TODOS DESDE EL PRINCIPIO
POR LA FE, DIOS JUSTIFICÓ A TODOS DESDE EL PRINCIPIO
Procuremos hacernos dignos de la bendición divina y
veamos cuales son los caminos que nos conducen a ella. Consideremos aquellas
cosas que sucedieron en el principio. ¿Cómo obtuvo nuestro padre Abrahán la
bendición? ¿No fue acaso porque practicó la justicia y la verdad por medio de
la fe? Isaac, sabiendo lo que le esperaba, se ofreció confiada y
voluntariamente al sacrificio. Jacob, en el tiempo de su desgracia, marchó de
su tierra, a causa de su hermano, y llegó a casa de Labán, poniéndose a su
servicio; y se le dio el cetro de las doce tribus de Israel.
El que considere con cuidado cada una de estas cosas
comprenderá la magnitud de los dones concedidos por Dios. De Jacob, en efecto,
descienden todos los sacerdotes y levitas que servían en el altar de Dios; de
él desciende Jesús, según la carne; de él, a través de la tribu de Judá,
descienden reyes, príncipes y jefes. [...]
Vemos, pues, cómo todos éstos alcanzaron gloria y
grandeza no por sí mismos ni por sus obras ni por sus buenas acciones, sino por
beneplácito divino. También nosotros, llamados por su beneplácito en Cristo
Jesús, somos justificados no por nosotros mismos ni por nuestra sabiduría o
inteligencia ni por nuestra piedad ni por las obras que hayamos practicado con
santidad de corazón, sino por la fe, por la cual Dios todopoderoso justificó a
todos desde el principio [...].
¿Qué haremos, pues, hermanos? ¿Cesaremos en nuestras
buenas obras y dejaremos de lado la caridad? No permita Dios tal cosa en
nosotros, antes bien, con diligencia y fervor de espíritu, apresurémonos a
practicar toda clase de obras buenas.
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