domingo, 23 de noviembre de 2014

El valor de la realidad (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello

El valor de la realidad
Jesús enseña lo que es la vida y, por ella, cómo es el Padre, su Creador. ¿Qué colegios conocemos nosotros que usen como texto al hombre, la comu­nicación, el respeto y cómo es la vida y cómo se debe respetar a los hijos y prepararlos para que sean felices? Co­menzamos con unos medios para lle­gar a un fin, pero en seguida olvidamos el fin para quedarnos enredados en los medios; al final hacemos un fin de los medios. Absolutizamos el medio.
La espiritualidad -como la flor-, ha de mostrar simbólicamente la reali­dad, cuidando que no nos quedemos en los símbolos y matemos al Mesías. El símbolo no es lo sagrado -como no es sagrada la flor-, lo sagrado es la realidad que descubre. Es el perro el que mueve la cola, no podemos que­darnos fijados en la cola creyendo que es ésta la que mueve al perro.
Dios no se encuentra en el templo, sino en la vida. La oración se hace para que tengas cada vez más conciencia de ti. La religión puede ser de gran ayuda mientras no la hagas más importante que Jesucristo. "Al leer mi poesía de Dios, no te dejes llevar por la idolatría", dice Tagore. Por esa idolatría la gente sigue crucificando al Mesías. Dios es el Misterio.
Cuando el hombre se hace religioso es capaz de cometer las mayores cruel­dades por defender un concepto de ver­dad creyendo que cumple la voluntad de Dios. El comunista adoctrinado se molesta mucho cuando se critica al co­munismo. Los religiosos adoctrinados también se molestan cuando se critica la religión. Ellos se creen no sólo los poseedores de la verdad, sino los ven­gadores y justicieros de quien no la cumple. Se sienten los guardianes de Dios, sus abogados, y en nombre de esa fanática creencia, hay que reconocer las enormes crueldades que se producen aun en los conventos. Se hace de for­ma inconsciente, creyendo que es un servicio a Dios.
Es preciso que despertemos a esta realidad de que la religión no existe -y puede ser muy dañina- si en ella no está la realidad, la vida. Porque sólo la vida y la realidad nos mues­tran la verdad.
También Pablo fue cruel inconscien­temente, por fanatismo, creyendo que hacía un servicio a Dios. Era su pro­gramación la que lo guiaba, y ponía todo su entusiasmo y su fuerza en ello. Pero él fue golpeado y despertado por la realidad que lo tiró del caballo y le dio la luz. Es la realidad la que nos tie­ne que despertar. Si hay tanta crueldad en el mundo es porque nos falta sensi­bilidad para despertar a la verdad. Caer­nos del caballo del poder y la violen­cia para dar de cara contra el suelo de la realidad y despertarnos a la luz de la verdad.


No renuncies a nada, pero no te apegues a nada.

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