PERDER LA
CARRERA
Regresemos a
esa maravillosa frase del Evangelio de perdernos para encontrarnos. Se
encuentra en la mayoría de la literatura religiosa y en toda la literatura
espiritual y mística.
¿Cómo hace uno
para perderse? ¿Alguna vez trató usted de perder algo? Correcto, cuanto más
esfuerzo se haga, más difícil es. Las cosas se pierden cuando no se hace
esfuerzo. Usted pierde algo cuando no está consciente, Bien, ¿cómo hace uno
para morirse? Estamos hablando de la muerte, no del suicidio. No nos dice que
nos matemos, nos dice que muramos. Causarnos dolor, causarnos sufrimiento sería
contraproducente. Uno nunca está tan lleno de sí mismo como cuando tiene dolor.
Nunca está tan centrado en sí mismo como cuando está deprimido. Nunca está tan
dispuesto a olvidarse de sí mismo como cuando está feliz. La felicidad lo
libera de sí mismo.
Son el
sufrimiento y el dolor y la tristeza y la depresión lo que lo ata a uno a sí
mismo. Observe cuán consciente está usted de su muela cuando le duele. Cuando
no tiene dolor de muela, ni siquiera se da cuenta que tiene muelas, ni de que
tiene cabeza, cuando no le duele la cabeza. Pero es muy diferente cuando tiene
un terrible dolor de cabeza.
De manera que
es erróneo, es falso, pensar que la manera de liberarse de uno mismo es
causarse dolor, ser abnegado, mortificarse, como estas cosas se entendían
tradicionalmente. Negarse, morir, perderse, es comprenderse a sí mismo,
comprender su verdadera naturaleza. Cuando uno haga eso, desaparecerá; se
desvanecerá. Imagínense ustedes que alguien llega un día a mi alcoba. Yo le
digo:
- Entre. ¿Quién
es usted?
Y él contesta:
- Yo soy
Napoleón
Y yo le digo
- ¡No me diga
que usted es...el Napoleón...!
Y él responde:
Precisamente:
Bonaparte, el emperador de Francia
- ¡No me diga!-
Exclamo mientras pienso: "Hay que tratar a éste con cuidado - Siéntese, Su
majestad.
- Bien, me
dicen que usted es un buen director espiritual. Tengo un problema espiritual.
Estoy intranquilo, me cuesta trabajo confiar en Dios. Mire usted: Yo tengo mis tropas
en Rusia, y por las noches no puedo dormir pensando cómo resultará todo.
- Bien, Su
Majestad - le respondo -, ciertamente podría aconsejarle algo. Le sugiero que
lea el capítulo 6 de Mateo: "Mirad los lirios del campo... ellos no
trabajan ni hilan".
En este momento
me pregunto quién está más loco si ese hombre o yo. Pero le sigo la corriente
al loco. Eso es lo que hace el gurú sabio con usted al principio. Le sigue la
corriente; toma en serio sus problemas. Le secará una o dos lágrimas. Usted
está loco, pero todavía no lo sabe. Pronto llegará el momento en que el gurú le
quite el piso y le diga: "Olvídese, usted no es Napoleón". En esos
famosos diálogos de Santa Catalina de Siena, se dice que Dios le dijo: "Yo
soy el que es; tú eres la que no es". ¿Han sentido alguna vez su no-ser?
En el Oriente tenemos una imagen para esto. Es la imagen del danzarín y la
danza. Se ve a Dios como el danzarín y a la creación como la danza de Dios. No
es como si Dios fuera el danzarín grande, y usted fuera el danzarín pequeño.
Ah, no. Usted no es un danzarín. Usted es la danza. ¿Alguna vez sintió eso? De
manera que cuando el hombre recupera sus facultades mentales y se da cuenta de
que no es Napoleón, no deja de existir. Sigue existiendo, pero de pronto se da
cuenta de que es algo diferente de lo que él pensaba que era.
Perderse es
darse cuenta de repente de que uno es algo diferente de lo que pensaba que era.
Usted creía que estaba en el centro; Ahora se percibe como un satélite. Usted
pensaba que era un danzarín; ahora se siente como una danza. Estas no son sólo
analogías, imágenes, de manera que no las tome literalmente. Apenas le dan una
pista, un indicio; son sólo señales, no lo olvide. De manera que usted no puede
pedirles demasiado. No las tome demasiado literalmente.
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