Carlos Liviero, Beato
Obispo y Fundador, 7 de juliio
Por: . | Fuente: Vatican.va
Fundador de la Congregación
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Fundador de la Congregación
de las Pequeñas Esclavas del Sagrado Corazón
Martirologio Romano: En Fano, Italia, beato Carlos Liviero, italiano, obispo de Città di Castello y fundador de la Congregación de las Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón († 1932).
Breve Biografía
Nació en Vicenza (Italia) el 29 de mayo de 1866; era el mayor de cuatro hijos. Fue ordenado sacerdote el 20 de noviembre de 1888. Desde 1889 desempeñó su ministerio en Gallio, provincia de Vicenza y diócesis de Padua. Allí manifestó desde el inicio el celo pastoral que lo caracterizaría durante toda su vida. Veía las necesidades espirituales y materiales de sus fieles y se dedicaba sin descanso a la evangelización y a la promoción humana. Se entregó con pasión a la predicación, a la catequesis y a la administración de los sacramentos.
En Gallio, donde no existían asociaciones católicas, don Carlos trabajó por mejorar las condiciones de vida de la población mediante diversas instituciones: establecimientos para niños pobres, asilos de ancianos, cajas rurales, almacenes de cooperativas, obras parroquiales, sociedades católicas obreras y agrícolas... Formó un grupo de muchachas para animar las diversas obras, alimentando el proyecto de iniciar con ellas una nueva congregación religiosa, pero no consiguió la aprobación del obispo de la diócesis.
El 1 de julio de 1899 fue nombrado arcipreste de Agna, una zona de Padua en la que vivía gente muy pobre y explotada por latifundistas sin escrúpulos. Allí puso a disposición de los pobres todo lo que tenía. Promovió también las numerosas obras que había puesto en marcha en Gallio, así como otras obras de carácter formativo: círculo de jóvenes, asociación de madres cristianas, Tercera Orden de San Francisco, Pía sociedad de San José, Congregación del Santísimo Sacramento, Hijas de María... Así, en diez años de trabajo en Agna, obtuvo excelentes resultados en la renovación de la vida cristiana de la población.
El 6 de enero de 1910 fue nombrado obispo de Città di Castello; el 29 de junio sucesivo celebró en la catedral su primer pontifical, con ocasión del cual expuso su programa pastoral. Su primera prioridad pastoral fue el clero. Convocó inmediatamente dos tandas de ejercicios espirituales. Contaba mucho con la colaboración de sus sacerdotes. Los impulsaba continuamente a ser hombres de oración y celosos en el anuncio del Evangelio.
Prestó atención especial a la juventud, en la que veía la esperanza de una renovación de la vida cristiana. Entre los jóvenes que siguió personalmente surgieron numerosas vocaciones al sacerdocio. Sostuvo y promovió la Acción católica. Realizó cinco visitas pastorales, recorriendo incluso las parroquias más lejanas, situadas en colinas o en los montes Apeninos.
Se preocupaba mucho de que se promoviera la participación en los sacramentos, en el catecismo y en las asociaciones católicas. También cuidaba las condiciones de los templos y la dignidad del culto. Su contacto continuo con el pueblo le permitía conocer bien los peligros para la fe y las costumbres, especialmente de la juventud.
Para responder a las exigencias religiosas, culturales y sociales de sus diocesanos, puso en marcha numerosas iniciativas en varios campos: un boletín interdiocesano, una librería católica, la Escuela tipográfica del Sagrado Corazón, una escuela primaria masculina, una pensión para estudiantes, una sala de cine, el hospicio del Sagrado Corazón, y la fundación de la congregación religiosa de las Pequeñas Esclavas del Sagrado Corazón, que tuvo lugar el 9 de agosto de 1917.
Dos momentos destacados de su episcopado fueron: el congreso eucarístico diocesano de 1927, con ocasión del II centenario de la muerte de santa Verónica Giuliani; y el Sínodo diocesano de 1928, celebrado para renovar la legislación diocesana dándole un sentido más pastoral.
Murió en el hospital de Fano el 7 de julio de 1932, a consecuencia de un accidente de carretera.
Fue beatificado el 27 de mayo de 2007.
En Gallio, donde no existían asociaciones católicas, don Carlos trabajó por mejorar las condiciones de vida de la población mediante diversas instituciones: establecimientos para niños pobres, asilos de ancianos, cajas rurales, almacenes de cooperativas, obras parroquiales, sociedades católicas obreras y agrícolas... Formó un grupo de muchachas para animar las diversas obras, alimentando el proyecto de iniciar con ellas una nueva congregación religiosa, pero no consiguió la aprobación del obispo de la diócesis.
El 1 de julio de 1899 fue nombrado arcipreste de Agna, una zona de Padua en la que vivía gente muy pobre y explotada por latifundistas sin escrúpulos. Allí puso a disposición de los pobres todo lo que tenía. Promovió también las numerosas obras que había puesto en marcha en Gallio, así como otras obras de carácter formativo: círculo de jóvenes, asociación de madres cristianas, Tercera Orden de San Francisco, Pía sociedad de San José, Congregación del Santísimo Sacramento, Hijas de María... Así, en diez años de trabajo en Agna, obtuvo excelentes resultados en la renovación de la vida cristiana de la población.
El 6 de enero de 1910 fue nombrado obispo de Città di Castello; el 29 de junio sucesivo celebró en la catedral su primer pontifical, con ocasión del cual expuso su programa pastoral. Su primera prioridad pastoral fue el clero. Convocó inmediatamente dos tandas de ejercicios espirituales. Contaba mucho con la colaboración de sus sacerdotes. Los impulsaba continuamente a ser hombres de oración y celosos en el anuncio del Evangelio.
Prestó atención especial a la juventud, en la que veía la esperanza de una renovación de la vida cristiana. Entre los jóvenes que siguió personalmente surgieron numerosas vocaciones al sacerdocio. Sostuvo y promovió la Acción católica. Realizó cinco visitas pastorales, recorriendo incluso las parroquias más lejanas, situadas en colinas o en los montes Apeninos.
Se preocupaba mucho de que se promoviera la participación en los sacramentos, en el catecismo y en las asociaciones católicas. También cuidaba las condiciones de los templos y la dignidad del culto. Su contacto continuo con el pueblo le permitía conocer bien los peligros para la fe y las costumbres, especialmente de la juventud.
Para responder a las exigencias religiosas, culturales y sociales de sus diocesanos, puso en marcha numerosas iniciativas en varios campos: un boletín interdiocesano, una librería católica, la Escuela tipográfica del Sagrado Corazón, una escuela primaria masculina, una pensión para estudiantes, una sala de cine, el hospicio del Sagrado Corazón, y la fundación de la congregación religiosa de las Pequeñas Esclavas del Sagrado Corazón, que tuvo lugar el 9 de agosto de 1917.
Dos momentos destacados de su episcopado fueron: el congreso eucarístico diocesano de 1927, con ocasión del II centenario de la muerte de santa Verónica Giuliani; y el Sínodo diocesano de 1928, celebrado para renovar la legislación diocesana dándole un sentido más pastoral.
Murió en el hospital de Fano el 7 de julio de 1932, a consecuencia de un accidente de carretera.
Fue beatificado el 27 de mayo de 2007.
Reproducido con autorización de Vatican.va
Pedro To Rot, Beato
Pedro To Rot, Beato
Pedro To Rot, Beato
Mártir, Julio 7
Angel To Puia, jefe respetado y rico, vivía con su esposa, María Ja Tumul, una mujer honrada y silenciosa, en la aldea de Rakunai, en el extremo nororiental de Nueva Bretaña (hoy Papua Nueva Guinea). Hombre de gran influencia entre los suyos, la tribu Gunantuna, era considerado como padre y protector, cuyo consejo se buscaba y cuyas opiniones contaban en orden a la vida de la comunidad.
Tuvieron seis hijos. Los dos últimos murieron muy niños aún. Eran adultos conversos que formaban parte de la primera generación de católicos de la región.
Pedro era el tercero. Nació en 1912. Se hizo notar enseguida por su docilidad y obediencia, aunque estaba adornado de un carácter enérgico.
Su padre vió en él a su futuro sucesor al frente de su pueblo de Rakunai, lo que le indujo a no mimarle nunca, aconsejarle, reprenderle, incluso castigarle en los fallos, aunque fueran mínimos.
Comienza a frecuentar la escuela de la misión hacia los siete años y no falta ni un sólo día, a no ser por causa de enfermedad: Detalle significativo, tanto del cuidado de sus padres, como del pundonor del niño, en un pueblo en que no había obligación de asistencia a la escuela, y, peor aún, en una tribu que no se distinguía precisamente por su afición a las ideas y costumbres cristianas. Los niños se sentían independientes, libres; vivían con quien les apetecía, ya fuera con su padre, ya con alguno de los tíos maternos, siempre bajo el dominio consuetudinario de la madre, en una sociedad con muchos elementos de matriarcado clásico.
To Rot era inteligente, captaba enseguida los temas y acostumbraba a estar muy atento. Era el primero en responder a las cuestiones del maestro, declara uno de sus antiguos condiscípulos. Otro subraya su afición a aprenderse pasajes de la Biblia y recitarlos sin equivocaciones. Disposiciones que le valieron ser admitido a la primera Comunión en edad muy temprana.
‑ Todos conocíamos su actitud religiosa, declara el catequista To Labit, era humilde y muy devoto del Santísimo. Algunos chicos iban a la iglesia sólo a mirar a todos lados.., él, en cambio, venía porque Jesús estaba en el Sagrario.
Era un jefe nato. Sus compañeros aceptaban de buen grado su dirección en juegos y trabajos. Le obedecían y sobre todos ejercía una saludable influencia: Les apartaba a menudo de los hurtos a que tan aficionados son los niños, pidiendo a los dueños permiso para coger algunos frutos de los árboles y repartirlos entre todos. Es cierto que en más de una ocasión participó en juegos un tanto comprometidos y profirió palabras malsonantes; pero, en cuanto advertía que el asunto revestía visos de gravedad, inmediatamente se aferraba a sus principios cristianos y se alejaba.
Fué el primero en ofrecerse cuando el Misionero buscó acólitos que asistieran con regularidad a las funciones del templo. Nunca dejó de levantar su mano en gesto afirmativo cuando en la escuela se preguntaba sobre quién había hecho las oraciones de la mañana y de la noche. Y cuando se pedía una relación de las actividades del día anterior, la de To Rot comenzaba invariablemente señalando su oración de la mañana, para anotar a continuación el cumplimiento de las diferentes tareas que sus padres le habían asignado.
Nadie crea que Pedro To Rot había nacido santo. Sus travesuras merecieron en más de una ocasión la reprensión y el castigo por parte de su padre. Un día el maestro se enfadó con él y hubo de propinarle un cachete. El compañero de escuela que lo narra no recuerda el motivo. Otra vez, durante la clase de redacción, escribió en su pizarra una fogosa carta de amor adolescente y se la enseñó después de la escuela a Teresa Ja Vinevel. Esta lo comunicó a sus propios padres. To Rot lo reconoció enseguida y la borró para poder hacer las cuentas.
En el otoño de 1930 ingresa a la Escuela de Catequistas de Tililigap.
Frecuentaba con gusto la oración. Rezaba con auténtico fervor. Pasaba por la iglesia antes de ir al trabajo, también a la vuelta, y después de las comidas, y varias veces a lo largo del día, cuando las clases le dejaban algún tiempo libre. Sentía profundo amor a Jesús Sacramentado. Comulgaba diariamente, percatándose de que Jesús era la vida y fuerza de sus obreros.
En la Escuela de Catequistas había tiempos dedicados al deporte y expansión. A Pedro le gustaba. Participaba en el fútbol y en otros juegos. Rehuía, empero las discusiones que se originaban. De temperamento alegre y bromista, cuando dos compañeros se pegaban, les hablaba bromeando, a fin de hacerles reír y lograr que el enfado se fuera disipando. Si alguno le molestaban, ni siquiera pasaba por su mente la idea de resarcirse.
No fue prolongada su estancia en la Escuela. Su párroco le necesitaba y le llamó antes de terminar el tercer año. Regresó a casa para convertirse en le catequista más joven de la zona de Rakunai. Era a principios de 1933.
Sus compañeros catequistas recalcan, en sus recuerdos, la modestia y sencillez de Pedro. Se dejaba guiar en su trabajo y aceptaba con gusto los consejos de los veteranos. Bien pronto, sin embargo, hubieron de reconocer su superioridad y acatar con gusto su indiscutible liderazgo, aunque fuese el más joven de todos.
Su actitud no sufrió cambios. Continuó modesto, amable, sencillo, de suerte que logró que entre ellos no hubiera nunca disensiones, ni envidias, ni resquemores.
Con frecuencia iba, por las tardes, a visitar a su Párroco. Quería continuar su formación. Le planteaba las cuestiones a las que él no encontraba respuesta.
No le importaba sólo saber cosas: le importaba sobre todo, penetrarlas hasta el fondo, lo que no era, a la verdad, fenómeno frecuente entre los nativos.
La única fecha que, en la vida de Pedro To Rot, puede señalarse como cierta y segura, es la de su matrimonio canónico. Se casó con Paula Ja Varpit el 11 de Noviembre de 1936 en la iglesia de Rakunai. Paula había nacido el 27 de Junio de 1920 en Ramalmal; pero, a los catorce años había venido a la granja de su madre en Rakunai. Asistía a la escuela de la misión y fué así cómo se convirtió en alumna de Pedro To Rot, su futuro marido.
El matrimonio fué muy feliz, aunque, al principio tuvieran sus dificultades. Lo cuenta Paula: En lo comienzos tuvimos algunas peleas. La razón era que yo era un poco dura de mollera". Pero en situaciones de diferencia de opinión, era normalmente Pedro quien cedía primero. Hacía por su esposa cuanto estaba en su mano y acentuaba sus cuidados cuando le sobrevenía alguna ligera enfermedad.
Nació su primer hijo el 5 de Diciembre de 1939. Lo llamaron To Puya, en memoria del abuelo, ya difunto, y en el bautismo le impusieron el nombre cristiano de Andrés. Anota To Burangan, compañero de escuela de Pedro, que éste rezaba muy a menudo por su esposa y por sus hijos, especialmente por su primogénito. Le sacaba de paseo, le cuidaba, jugaba con él, de suerte que Andrés pasaba más tiempo con su padre que con su madre.
Dos años más tarde, en 1942, cuando ya la ocupación japonesa había comenzado, nació una niña, Rufina Ja Mama. No cabe duda de que la vida de Pedro To Rot como esposo y como padre fué ejemplar. Tenemos un testimonio espléndido en la declaración de su tío, el jefe Tarúe: "To Rot, afirma, era un hombre íntegramente bueno, que nunca decepcionó. Eran sus palabras tan buenas como sus hechos. Pensaba sólo en la religión. Su matrimonio fué para él sagrado y luchó contra la secularización del vínculo, defendida por otros.
Cuando prematuramente le fué arrancado a los suyos y martirizado, su esposa creyó enloquecer. Tenía, a la sazón, 25 años. A pesar de su juventud, no quería oír hablar de nuevo matrimonio: "Nunca encontraré un hombre como Pedro". Mas, a la vuelta de algunos años, presionada por los parientes y para atender al bien de sus tres hijos, tan pequeños, aceptó casarse de nuevo.
En 1942 todos los misioneros y su personal fueron detenidos por los invasores japoneses y encerrados en campos de concentración. Pedro continuó dirigiendo los fieles de su pueblo lo mejor que pudo, cuidando de los enfermos, bautizando, enseñando a los fieles y ayudando a los pobres.
Cuando los japoneses comenzaron a perder batallas en la guerra, se desquitaron reprimiendo a los locales, prohibiendo el cristianismo, presionándolos para el regresen a sus costumbres pre-cristianas, en particular a la poligamia.
Pedro se opuso a ese retroceso y en 1945 fue detenido por organizar reuniones religiosas.
El 7 de julio de 1945 murió por envenenamiento y asfixia, esto ocurrió en el campo de concentración en Rakunai.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 17 de enero de 1995.
Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Pedro, comuníquese a:
Archdiocese of Rabaul
Vunapope, P.O. Box 357
Kokopo, Enbp. Papua New Guinea

Primer Beato de Papua Nueva Guinea
Tuvieron seis hijos. Los dos últimos murieron muy niños aún. Eran adultos conversos que formaban parte de la primera generación de católicos de la región.
Pedro era el tercero. Nació en 1912. Se hizo notar enseguida por su docilidad y obediencia, aunque estaba adornado de un carácter enérgico.
Su padre vió en él a su futuro sucesor al frente de su pueblo de Rakunai, lo que le indujo a no mimarle nunca, aconsejarle, reprenderle, incluso castigarle en los fallos, aunque fueran mínimos.
Comienza a frecuentar la escuela de la misión hacia los siete años y no falta ni un sólo día, a no ser por causa de enfermedad: Detalle significativo, tanto del cuidado de sus padres, como del pundonor del niño, en un pueblo en que no había obligación de asistencia a la escuela, y, peor aún, en una tribu que no se distinguía precisamente por su afición a las ideas y costumbres cristianas. Los niños se sentían independientes, libres; vivían con quien les apetecía, ya fuera con su padre, ya con alguno de los tíos maternos, siempre bajo el dominio consuetudinario de la madre, en una sociedad con muchos elementos de matriarcado clásico.
To Rot era inteligente, captaba enseguida los temas y acostumbraba a estar muy atento. Era el primero en responder a las cuestiones del maestro, declara uno de sus antiguos condiscípulos. Otro subraya su afición a aprenderse pasajes de la Biblia y recitarlos sin equivocaciones. Disposiciones que le valieron ser admitido a la primera Comunión en edad muy temprana.
‑ Todos conocíamos su actitud religiosa, declara el catequista To Labit, era humilde y muy devoto del Santísimo. Algunos chicos iban a la iglesia sólo a mirar a todos lados.., él, en cambio, venía porque Jesús estaba en el Sagrario.
Era un jefe nato. Sus compañeros aceptaban de buen grado su dirección en juegos y trabajos. Le obedecían y sobre todos ejercía una saludable influencia: Les apartaba a menudo de los hurtos a que tan aficionados son los niños, pidiendo a los dueños permiso para coger algunos frutos de los árboles y repartirlos entre todos. Es cierto que en más de una ocasión participó en juegos un tanto comprometidos y profirió palabras malsonantes; pero, en cuanto advertía que el asunto revestía visos de gravedad, inmediatamente se aferraba a sus principios cristianos y se alejaba.
Fué el primero en ofrecerse cuando el Misionero buscó acólitos que asistieran con regularidad a las funciones del templo. Nunca dejó de levantar su mano en gesto afirmativo cuando en la escuela se preguntaba sobre quién había hecho las oraciones de la mañana y de la noche. Y cuando se pedía una relación de las actividades del día anterior, la de To Rot comenzaba invariablemente señalando su oración de la mañana, para anotar a continuación el cumplimiento de las diferentes tareas que sus padres le habían asignado.
Nadie crea que Pedro To Rot había nacido santo. Sus travesuras merecieron en más de una ocasión la reprensión y el castigo por parte de su padre. Un día el maestro se enfadó con él y hubo de propinarle un cachete. El compañero de escuela que lo narra no recuerda el motivo. Otra vez, durante la clase de redacción, escribió en su pizarra una fogosa carta de amor adolescente y se la enseñó después de la escuela a Teresa Ja Vinevel. Esta lo comunicó a sus propios padres. To Rot lo reconoció enseguida y la borró para poder hacer las cuentas.
En el otoño de 1930 ingresa a la Escuela de Catequistas de Tililigap.
Frecuentaba con gusto la oración. Rezaba con auténtico fervor. Pasaba por la iglesia antes de ir al trabajo, también a la vuelta, y después de las comidas, y varias veces a lo largo del día, cuando las clases le dejaban algún tiempo libre. Sentía profundo amor a Jesús Sacramentado. Comulgaba diariamente, percatándose de que Jesús era la vida y fuerza de sus obreros.
En la Escuela de Catequistas había tiempos dedicados al deporte y expansión. A Pedro le gustaba. Participaba en el fútbol y en otros juegos. Rehuía, empero las discusiones que se originaban. De temperamento alegre y bromista, cuando dos compañeros se pegaban, les hablaba bromeando, a fin de hacerles reír y lograr que el enfado se fuera disipando. Si alguno le molestaban, ni siquiera pasaba por su mente la idea de resarcirse.
No fue prolongada su estancia en la Escuela. Su párroco le necesitaba y le llamó antes de terminar el tercer año. Regresó a casa para convertirse en le catequista más joven de la zona de Rakunai. Era a principios de 1933.
Sus compañeros catequistas recalcan, en sus recuerdos, la modestia y sencillez de Pedro. Se dejaba guiar en su trabajo y aceptaba con gusto los consejos de los veteranos. Bien pronto, sin embargo, hubieron de reconocer su superioridad y acatar con gusto su indiscutible liderazgo, aunque fuese el más joven de todos.
Su actitud no sufrió cambios. Continuó modesto, amable, sencillo, de suerte que logró que entre ellos no hubiera nunca disensiones, ni envidias, ni resquemores.
Con frecuencia iba, por las tardes, a visitar a su Párroco. Quería continuar su formación. Le planteaba las cuestiones a las que él no encontraba respuesta.
No le importaba sólo saber cosas: le importaba sobre todo, penetrarlas hasta el fondo, lo que no era, a la verdad, fenómeno frecuente entre los nativos.
La única fecha que, en la vida de Pedro To Rot, puede señalarse como cierta y segura, es la de su matrimonio canónico. Se casó con Paula Ja Varpit el 11 de Noviembre de 1936 en la iglesia de Rakunai. Paula había nacido el 27 de Junio de 1920 en Ramalmal; pero, a los catorce años había venido a la granja de su madre en Rakunai. Asistía a la escuela de la misión y fué así cómo se convirtió en alumna de Pedro To Rot, su futuro marido.
El matrimonio fué muy feliz, aunque, al principio tuvieran sus dificultades. Lo cuenta Paula: En lo comienzos tuvimos algunas peleas. La razón era que yo era un poco dura de mollera". Pero en situaciones de diferencia de opinión, era normalmente Pedro quien cedía primero. Hacía por su esposa cuanto estaba en su mano y acentuaba sus cuidados cuando le sobrevenía alguna ligera enfermedad.
Nació su primer hijo el 5 de Diciembre de 1939. Lo llamaron To Puya, en memoria del abuelo, ya difunto, y en el bautismo le impusieron el nombre cristiano de Andrés. Anota To Burangan, compañero de escuela de Pedro, que éste rezaba muy a menudo por su esposa y por sus hijos, especialmente por su primogénito. Le sacaba de paseo, le cuidaba, jugaba con él, de suerte que Andrés pasaba más tiempo con su padre que con su madre.
Dos años más tarde, en 1942, cuando ya la ocupación japonesa había comenzado, nació una niña, Rufina Ja Mama. No cabe duda de que la vida de Pedro To Rot como esposo y como padre fué ejemplar. Tenemos un testimonio espléndido en la declaración de su tío, el jefe Tarúe: "To Rot, afirma, era un hombre íntegramente bueno, que nunca decepcionó. Eran sus palabras tan buenas como sus hechos. Pensaba sólo en la religión. Su matrimonio fué para él sagrado y luchó contra la secularización del vínculo, defendida por otros.
Cuando prematuramente le fué arrancado a los suyos y martirizado, su esposa creyó enloquecer. Tenía, a la sazón, 25 años. A pesar de su juventud, no quería oír hablar de nuevo matrimonio: "Nunca encontraré un hombre como Pedro". Mas, a la vuelta de algunos años, presionada por los parientes y para atender al bien de sus tres hijos, tan pequeños, aceptó casarse de nuevo.
En 1942 todos los misioneros y su personal fueron detenidos por los invasores japoneses y encerrados en campos de concentración. Pedro continuó dirigiendo los fieles de su pueblo lo mejor que pudo, cuidando de los enfermos, bautizando, enseñando a los fieles y ayudando a los pobres.
Cuando los japoneses comenzaron a perder batallas en la guerra, se desquitaron reprimiendo a los locales, prohibiendo el cristianismo, presionándolos para el regresen a sus costumbres pre-cristianas, en particular a la poligamia.
Pedro se opuso a ese retroceso y en 1945 fue detenido por organizar reuniones religiosas.
El 7 de julio de 1945 murió por envenenamiento y asfixia, esto ocurrió en el campo de concentración en Rakunai.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 17 de enero de 1995.
Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Pedro, comuníquese a:
Archdiocese of Rabaul
Vunapope, P.O. Box 357
Kokopo, Enbp. Papua New Guinea
Fuentes de Información:
www.mscperu.org
saints.sqpn.com
www.mscperu.org
saints.sqpn.com
José María Gambaro, Santo
José María Gambaro, Santo
José María Gambaro, Santo
Presbítero y Mártir, 7 de julio
Por: . | Fuente: Franciscanos.net
Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Heu-Chow-Fou, en la provincia de Hunan, en China, santos Antonino Fantosati, obispo, y José María Gambaro, presbítero de la Orden de los Menores, que durante la persecución promovida por el movimiento de los Yihetuan, al acercarse a la costa para prestar ayuda a los fieles cristianos, fueron lapidados (1900).
Etimológicamente: José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Nació en Galliate, provincia de Novara, el 7 de agosto de 1869. A los trece años entró en el colegio seráfico y el 20 de septiembre de 1886 recibió el hábito religioso de los Hermanos Menores con el nombre de José María.
Activo y circunspecto, entusiasta y prudente, fue estimado y apreciado por los superiores, que lo escogieron desde clérigo teólogo como asistente de los hermanos jóvenes de Ornavasso. La elección fue sabia, pues su natural perspicacia, unida a una ejemplaridad y afabilidad que conquistaba, produjo frutos copiosos en aquellos jóvenes que se preparaban al sacerdocio y a la vida religiosa franciscana. Apenas ordenado sacerdote (marzo 13 de 1892) José fue nombrado rector del colegio de Ornavasso. Pero un año después, según su deseo, se le permitió ir como misionero: abandonó a Italia en 1896 y al llegar a China fue destinado a Hu‑nan meridional.
Esta nueva experiencia se le manifestó de inmediato en su áspera dificultad: los usos y costumbres tan diversas no fueron tan difíciles de asimilar como la lengua. El Vicario apostólico Fantosati, considerando las óptimas cualidades de Gambaro, lo destinó al seminario de Schen‑fan‑tan; los tres jóvenes seminaristas estaban entusiasmados con él, lo admiraban y lo seguían: por tres años fue rector y profesor. Luego, al faltar el misionero en la importante cristiandad de Yent‑chou, José María fue encargado de sustituirlo. Supo hacer frente a la vida misionera activa, y sus inevitables pruebas, con serena fortaleza y con absoluto abandono en las manos del Señor.
En Pentecostés de 1900 fue llamado a Lei‑yang por Mons. Fantosati; terminado el trabajo, después de pocos días, ambos se dirigieron a San‑mu‑tchao para reconstruir la capilla destruida por los paganos: en esta localidad se abatió sobre ellos la persecución. Estalló de improviso el 4 de julio de 1900 en la ciudad de Heng‑tche‑fu, residencia del Vicario Apostólico. Apenas llegaron las primeras tristes noticias, ambos se apresuraron a regresar a la sede; en vano los cristianos insistieron para que buscaran un refugio seguro; ambos declararon abiertamente que, a cualquier costo, su puesto era junto a las ovejas en peligro. Se embarcaron hacia Heng‑tche‑fu: el viaje duró tres días, pero su presencia ya había sido advertida y fueron esperados por una turba fanática y enfurecida. Al bajar a la orilla fueron inmediatamente rodeados y asesinados a golpes de bastón y de lanzas. Alguien refirió que el P. José María, ya agonizante, tuvo la fuerza de pronunciar sus últimas palabras sobre la tierra: Jesús, ten piedad y sálvanos. Era el 7 de julio de 1900. Tenía 31 años de edad, catorce de religioso, ocho de sacerdocio y cuatro de vida misionera.
Fue canonizado, por S.S. Juan Pablo II, el 1 de octubre de 2000, como parte de los 120 mártires católicos en China.
Por: . | Fuente: Franciscanos.net

Presbitero Franciscano y Mártir
Etimológicamente: José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Activo y circunspecto, entusiasta y prudente, fue estimado y apreciado por los superiores, que lo escogieron desde clérigo teólogo como asistente de los hermanos jóvenes de Ornavasso. La elección fue sabia, pues su natural perspicacia, unida a una ejemplaridad y afabilidad que conquistaba, produjo frutos copiosos en aquellos jóvenes que se preparaban al sacerdocio y a la vida religiosa franciscana. Apenas ordenado sacerdote (marzo 13 de 1892) José fue nombrado rector del colegio de Ornavasso. Pero un año después, según su deseo, se le permitió ir como misionero: abandonó a Italia en 1896 y al llegar a China fue destinado a Hu‑nan meridional.
Esta nueva experiencia se le manifestó de inmediato en su áspera dificultad: los usos y costumbres tan diversas no fueron tan difíciles de asimilar como la lengua. El Vicario apostólico Fantosati, considerando las óptimas cualidades de Gambaro, lo destinó al seminario de Schen‑fan‑tan; los tres jóvenes seminaristas estaban entusiasmados con él, lo admiraban y lo seguían: por tres años fue rector y profesor. Luego, al faltar el misionero en la importante cristiandad de Yent‑chou, José María fue encargado de sustituirlo. Supo hacer frente a la vida misionera activa, y sus inevitables pruebas, con serena fortaleza y con absoluto abandono en las manos del Señor.
En Pentecostés de 1900 fue llamado a Lei‑yang por Mons. Fantosati; terminado el trabajo, después de pocos días, ambos se dirigieron a San‑mu‑tchao para reconstruir la capilla destruida por los paganos: en esta localidad se abatió sobre ellos la persecución. Estalló de improviso el 4 de julio de 1900 en la ciudad de Heng‑tche‑fu, residencia del Vicario Apostólico. Apenas llegaron las primeras tristes noticias, ambos se apresuraron a regresar a la sede; en vano los cristianos insistieron para que buscaran un refugio seguro; ambos declararon abiertamente que, a cualquier costo, su puesto era junto a las ovejas en peligro. Se embarcaron hacia Heng‑tche‑fu: el viaje duró tres días, pero su presencia ya había sido advertida y fueron esperados por una turba fanática y enfurecida. Al bajar a la orilla fueron inmediatamente rodeados y asesinados a golpes de bastón y de lanzas. Alguien refirió que el P. José María, ya agonizante, tuvo la fuerza de pronunciar sus últimas palabras sobre la tierra: Jesús, ten piedad y sálvanos. Era el 7 de julio de 1900. Tenía 31 años de edad, catorce de religioso, ocho de sacerdocio y cuatro de vida misionera.
Fue canonizado, por S.S. Juan Pablo II, el 1 de octubre de 2000, como parte de los 120 mártires católicos en China.
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