viernes, 7 de agosto de 2015

San Donaciano de Châlons - San Victricio de Rouen - Beato Jordán Forzaté - San Alberto degli Abbati 07082015

San Donaciano de Châlons

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En Châlons, en la Galia Bélgica, san Donaciano, obispo.



San Victricio de Rouen

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San Victricio de Rouen, obispo
En Rouen, también en la Galia, san Victricio, obispo, que, todavía soldado, en tiempo del emperador Juliano abandonó el ejército para seguir a Cristo, por lo cual fue sometido, por orden del tribuno, a muchas torturas y condenado a muerte. Logró, no obstante, alcanzar la libertad y, tras ser consagrado obispo, llevó a la fe cristiana a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.
Entre los grandes obispos de la Iglesia occidental en el siglo IV, se distinguieron tres prelados de las Galias: san Hilario de Poitierssan Martín de Tours y san Victricio de Rouen. Este último tiene menor fama porque poseemos menos datos acerca de él, en tanto que existen numerosos documentos sobre la vida de los otros dos. Probablemente nació no lejos de Scheldt hacia el año 330. Su padre, o uno de sus próximos ancestros, había sido soldado de la legión romana llamada «Victrix». Nada sabemos acerca de sus primeros años, pero sí que a los diecisiete ingresó en el ejército, y poco después se convirtió al cristianismo. En aquella época, la Iglesia no había decidido todavía la legitimidad de la carrera militar y no faltaban hombres buenos y sabios que pensaban que un cristiano no tenía derecho a abrazar la carrera de las armas. Así pues, san Victricio las depuso durante un desfile militar y renunció a la carrera (cf. san Martín de Tours, quien se vio en las mismas circunstancias). Como su período de servicio no había terminado, el tribuno consideró el gesto de Victricio como una falta de disciplina y le mandó azotar. Como permaneció inconmovible durante el castigo, el tribuno apeló al «comes» (conde), quien le condenó a muerte por deserción. San Paulino de Nola afirma en una de sus cartas que una intervención milagrosa del cielo impidió la ejecución de la sentencia. En todo caso, Victricio y otros soldados cristianos fueron dados de baja del ejército y se los puso en libertad.

A este acontecimiento sigue una laguna en nuestro conocimiento de la vida del santo. Cuando volvemos a encontrarle, era ya obispo de Rouen. Debió ser elegido hacia el año 386. En su diócesis había aún muchos gentiles. El obispo trabajó celosamente por su conversión e introdujo en Rouen la vida monástica, que todavía no estaba muy organizada por aquella época en las Galias. Los monjes y monjas de san Victricio eran un «grupo de ascetas, enflaquecidos por la penitencia» y un «coro de vírgenes, cuya vida es a los ojos de Dios todavía más espléndida de lo que parece ruda a los ojos del mundo». San Ambrosio regaló a san Victricio muchas reliquias de santos que el pueblo de Rouen recibió en solemne procesión, para depositarlas en un santuario. A propósito de la traslación de esas reliquias, san Victricio predicó o escribió su tratado «Sobre la alabanza de los santos», que es a la vez un panegírico y una tesis sobre su culto. Desde el punto de vista literario, dicho tratado es particularmente interesante para el estudio del «cursus» rítmico. El santo obispo fundó varias parroquias rurales, que en aquella época eran casi una novedad. Sin embargo, la conversión de los campesinos paganos fue muy lenta y duró todavía dos siglos. San Victricio predicó en el Artois, en el occidente de Flandes, en Hainault y en Brabante. Pero lo más importante de su obra fue la fundación de centros monásticos, que los bárbaros destruyeron en las invasiones del siglo V. La fama de la prudencia y santidad de san Victricio llegó hasta Inglaterra y, el año 396, el santo fue a ese país, a petición de algunos prelados, para zanjar las diferencias que existían entre ellos. Ignoramos sobre qué versaban tales diferencias; lo cierto es que según su propia expresión, san Victricio «hizo todo lo que pudo, aunque no tal vez todo lo que de él se esperaba ... Inspiré a los sabios el amor de la paz, lo enseñé a quienes eran capaces de comprenderlo, lo expliqué a los ignorantes y lo expuse a los obstinados, con insistencia oportuna e importuna ...»

Hacia el fin de su vida, san Victricio fue acusado de herejía, e hizo un viaje a Roma para defenderse. Consiguió sin dificultad probar su inocencia y recibió del Papa san Inocencio I, el año 404, una famosa carta decretal sobre cuestiones disciplinarias; en ella hablaba el Pontífice de la costumbre de que los obispos refiriesen a la Santa Sede las causas más importantes. No sabemos con exactitud en qué año murió san Victricio.

Dada la importancia del papel que desempeñó San Victricio en la historia, es curioso que tengamos tan pocos datos acerca de él. Nuestra información se reduce prácticamente a los datos que se encuentran en las cartas 18 y 37 de san Paulino de Nola. El sermón o tratado sobre el culto a lso santos fue encontrado en el siglo XVIII. Véase Patrología, Di Berardino, BAC 1981, pág 670-71.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



Beato Jordán Forzaté

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Beato Jordán Forzaté, abad
En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, que fue fundador de monasterios en Padua y, no habiendo podido evitar, pese a sus esfuerzos, la ruina de su patria, fuera de ella se durmió devotamente en el Señor, dejando un insigne ejemplo de honestidad, integridad de costumbres y sabiduría.
En el seno de la noble familia Forzaté Transelgardi nace Jordán, en Padua, el año 1158. Su ida al monasterio de San Benito en las afueras de la ciudad no fue movida por la vocación religiosa sino porque, huyendo del pavoroso incendio que destruyó más de media ciudad, se refugió en él. Pero una vez allí, el joven, que tenía en ese momento 15 años, encontró sumamente atractiva la vida religiosa. Profesó en el monasterio y en él siguió como monje muchos años, hasta que sus buenas cualidades le trajeron el ser nombrado prior del mismo.

Como tal reconstruyó el monasterio haciendo un doble edificio, uno para monjes y otro para monjas, divididos entre sí por un alto muro. Otros monasterios similares se harían por toda la diócesis paduana. No tuvo inconveniente en participar en la vida ciudadana como incansable fomentador de la paz, y por ello aceptó el ser consejero del municipio, alcanzando un gran prestigio y respeto social. Procuró evitar la caída de Padua en manos de Ezzelino Romano, y cuando el 25 de febrero de 1237 la ciudad fue efectivamente ocupada por el tirano, Jordán dejó la ciudad y se retiró al castillo paterno de Montemerlo.

Su prestigio dentro de la Iglesia fue también grande y los papas Inocencio III y Gregorio IX le confiaron delicadas misiones. Tras la muerte en Padua de san Antonio, Jordán intervino activamente en su proceso de canonización. Apresado y conducido ante Ezzelino, éste lo acusó de procurar su caída y lo mandó a prisión al castillo de san Zenón, sin que la intervención del obispo y del clero de Padua fuera suficiente para liberarlo. Dos años más tarde, el emperador Federico II quiso verlo y fue encomendado al patriarca de Aquileya, de cuyas manos huyó al monasterio cisterciense La Celestia, de Venecia, donde moriría el 7 de agosto de 1248, sin haber podido volver a Padua. Sus virtudes religiosas y sus insignes dotes están atestiguadas por todos sus contemporáneos. Llevado su cuerpo a Venecia, fue enterrado en la iglesia de San Benito y tenido venerado enseguida como santo. El papa Clemente XIV confirmo el culto el 6 de septiembre de 1769.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003



San Alberto degli Abbati

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San Alberto degli Abbati, religioso presbítero
En Mesina, de Sicilia, san Alberto degli Abbati, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que convirtió a muchos judíos a la fe en Cristo y proveyó de víveres a su ciudad sitiada.
Alberto de Trapani, llamado también Alberto de Sicilia, nació en la población siciliana de Trapani. Se dice que sus padres, Benito Adalberti y Juana de Palizze, no habían tenido hijos en muchos años de matrimonio y prometieron que, si el cielo les concedía uno, le consagrarían a Nuestra Señora del Carmen. Como quiera que haya sido, el joven Alberto ingresó en el Carmelo. Después de su ordenación, fue enviado al convento de Messina, donde predicó con gran éxito, sobre todo entre los judíos. A las mortificaciones de regla, añadía muchas austeridades voluntarias, entre otras, la de rezar todas las noches antes de acostarse, de rodillas ante un crucifijo, el salterio entero. Por desgracia, la biografía del santo data de mucho después de su muerte, y contiene detalles dudosos que le quitan crédito. Por ejemplo, su biógrafo cuenta que el santo hizó una peregrinación a Tierra Santa, donde los milagros que realizó le hicieron famoso; sin embargo, está probado que no hubo tal peregrinación.

El biógrafo de san Alberto cuenta que, cuando el rey de Nápoles puso sitio a Messina, los habitantes estaban a punto de morir de hambre y, por otra parte, Federico III de Sicilia concibió la idea de poner fuego a la ciudad para evitar que cayese en manos del enemigo. Entonces, los habitantes acudieron a san Alberto, y atribuyeron a su intercesión la llegada de varios navíos cargados de víveres que habían logrado romper el sitio. San Alberto pasó los últimos años de su vida en una ermita de las cercanías de Messina. Trescientos años después, cuando santa María Magdalena de Pazzi se sintió tentada a abandonar la comunidad carmelita de Florencia y retornar al mundo, imploró la intercesión de san Alberto en el cielo: el santo la libró de esa tentación y se le apareció para confirmarla en su buen propósito. San Alberto no ha sido nunca canonizado formalmente, pero su culto fue aprobado en 1476.

Todas las biografías puede verse en Analecta Bollandiana, vol. XVII (1898), pp. 317 ss. Dicha biografía data de principios del siglo XV.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




 
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