miércoles, 12 de agosto de 2015

San Graciliano de Italia - Beato Pedro Jarrige - San Porcaro de Lérins - Santos Jacobo Do Mai Nam, Antonio Nguyen Dích y Miguel Nguyen Huy My 12082015

San Graciliano de Italia

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Santos y Graciliano Felicísima, mártires, Faleria (Italia). s. IV.



 

Beato Pedro Jarrige

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Beato Pedro Jarrige de la Morélie de Puyredon, presbítero y mártir
En una vieja nave anclada frente a Rochefort, en Francia, beato Pedro Jarrige de la Morélie de Puyredon, presbítero, que, en el furor de la persecución contra la religión, sufrió la muerte por su fe en Cristo, tras haber sido expuesto durante largo tiempo a los ardientes rayos del sol.
Pedro Jarrige de la Morélie du Pueyredon, miembro de una ilustre familia que dio varios mártires a la Iglesia, nació en Saint-Yrieix el 19 de abril de 1737, hijo del señor de Pueyredon. A los 16 años recibió la tonsura, fue nombrado canónigo de la catedral de Limoges, y llegó a la ordenación de presbítero el 16 de mayo de 1761. Para entonces había hecho ya brillantes estudios en la Universidad de Angers y había conseguido el grado de doctor en teología. El 4 de agosto de 1763 fue nombrado profesor de teología en el Colegio Real de Limoges y el 19 de enero de 1767 fue elegido deán del cabildo de Saint-Yrieix.

Al ser suprimidos los cabildos catedrales por la Revolución, él y sus compañeros de Limoges protestan, y como se niegan a prestar el juramento constitucional, son arrestados y encarcelados. De La Regle es llevado a La Forcé, donde estaría hasta su envío a Rochefort, partiendo de Limoges en el convoy que salió el 25 de febrero de 1794. Embarcado en Les Deux Associés, no soportó las duras condiciones de su detención, enfermó y murió el 12 de agosto de aquel mismo año, siendo enterrado en la isla de Aix. Todos elogiaban no solamente su cultura sino también sus virtudes.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
 
 

San Porcaro de Lérins

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Santos Porcaro y compañeros, monjes y mártires
En la isla de Lérins, en la Provenza, santos mártires Porcaro, abad, y varios monjes, que, según la tradición, murieron a manos de los sarracenos.
La famosa abadía de Lérins fue fundada a principios del siglo V en una isla de la costa de Provenza, que actualmente se llama Isla de San Honorato, frente a Cannes. En el siglo VIII, la comunidad estaba formada por más de 500 monjes, novicios, «alumnos» y familiares. Hacia el año 732, el abad Porcario recibió aviso de un ángel de que la abadía estaba amenazada por una invasión de bárbaros infieles que vendrían del otro lado del mar. La crónica medieval llama a los invasores «piratas sarracenos»; probablemente eran moros de España o del norte de África. Porcario embarcó inmediatamente a todos los alumnos que se educaban en el monasterio y a treinta y seis de los religiosos más jóvenes. Después, reunió al resto de la comunidad y la exhortó a morir valientemente por la fe de Jesucristo. Los piratas desembarcaron, atacaron la abadía, y asesinaron a todos los monjes, excepto a cuatro, a quienes se llevaron como esclavos. El Martirologio Romano menciona a San Porcario y a sus compañeros. La diócesis de Fréjus celebra su fiesta. Desde el punto de vista histórico, el relato ofrece muchas dificultades.

En Acta Sanctorum, agosto, vol. II, se hallan reunidos todos los datos de que disponemos. Desgraciadamente, se trata de datos muy posteriores. Véase B. Munke, Die vita S. Honorati, en Beihefte Zur Zeitschrieft für Romanische Philologie, n. 32 (1911), pp. 23 ss.


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



Santos Jacobo Do Mai Nam

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Santos Jacobo Do Mai Nam, Antonio Nguyen Dích y Miguel Nguyen Huy My, mártires
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonkin, santos mártires Jacobo Do Mai Nam, presbítero, Antonio Nguyen Dích, labrador, y Miguel Nguyen Huy My, médico, que en tiempo del emperador Minh Mang, por ser cristianos, fueron decapitados tras sufrir crueles torturas.
Al comienzo del verano del año 1838 se presentó en el pueblo de Ké-Vinh, en el Tonkín occidental, acompañado de una fuerte escolta militar, el mandarín Trinh-Quang-Khanh, conocido como «el carnicero de los cristianos» por su odio al cristianismo y su refinada crueldad con los cristianos. Sabía que en el pueblo había una floreciente comunidad cristiana y venía a buscar los misioneros europeos y los principales cristianos que pudiera haber en ella. Se fue primero a casa de Miguel Nguyen Huy My, prestigioso médico, al que enseguida mandó arrestar. Miguel aseguró al mandarín que no había misioneros europeos en el pueblo, pero el mandarín insistió en registrar también la casa de su suegro, Antonio Pedro Nguyen Dich, un labrador rico, igualmente cristiano, ya anciano, y resultó que en su casa se encontró al sacerdote nativo Santiago Do Mai Nam, albergado por Antonio Pedro, tal como era su costumbre alojar a los sacerdotes que visitaban el pueblo.

El mandarín condujo a los tres a Nam-Dinh y los encarceló. Luego hubieron de comparecer ante el tribunal de los mandarines, los cuales les mandaron apostatar del cristianismo, según preceptuaba la ley vigente, y en señal de ello pisotear la cruz. Los tres de forma firme y unánime se negaron. Al anciano intentaron repetidamente que al menos de forma material, es decir llevándolo por la fuerza, pisara la cruz, pero el anciano encogía las piernas para hacer ver que no quería y protestaba que el acto sacrilego no le sería imputable si se lo hacían cometer por la fuerza. Los jueces entonces ordenaron que el anciano fuera flagelado, y Miguel pidió que el castigo no se le diera a su suegro sino a él. No sirvieron las amenazas ni los tormentos. Los tres perseveraron firmes y fueron devueltos a la cárcel. Tuvieron el consuelo de que un sacerdote pudo llevarles la eucaristía. Insistieron los jueces en que apostataran, avisando que si no lo hacían se verían obligados a condenarlos a muerte, pero los tres mantuvieron su noble confesión. Entonces se dictó contra ellos la pena de muerte, y una vez confirmada, el 12 de agosto de 1838, fueron llevados al campo llamado de las Siete Yugadas y allí, mientras oraban, fueron decapitados. Fueron canonizados por el papa Juan Pablo II el 19 de junio de 1988.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




 
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