domingo, 4 de octubre de 2015

San Petronio de Bolonia - San Quintín de Tours - Santa Áurea de París - Beato Francisco Javier Seelos 04102015

San Petronio de Bolonia

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San Petronio de Bolonia, obispo
En Bolonia, de la Emilia, san Petronio, obispo, que pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal.
A principios del siglo V, el prefecto del «praetorium» de Galia se llamaba Petronio. Nuestro santo fue probablemente hijo suyo. Unas palabras de una carta de san Euquerio de Lyon parecen indicar que también san Petronio desempeñó en un momento dado un importante puesto civil, cargo que abandonó para entrar al servicio de la Iglesia. Pronto alcanzó gran fama de virtud en Italia. Se dice que en su juventud hizo un viaje a Palestina, «donde pasó mucho tiempo recogiendo datos sobre los primeros tiempos de la Iglesia». Más tarde, aprovechó esos datos en forma muy práctica, como veremos. Hacia el año 432 fue elegido obispo de Bolonia. Su primer cuidado fue reparar las iglesias, que habían sido arruinadas durante las recientes invasiones de los godos.

Se cuenta que san Petronio «construyó un monasterio al este de la ciudad, fuera de las murallas, en honor del protornártir San Esteban. Era un edificio espacioso y alto, con muchas columnas de pórfido y mármoles preciosos; en los capiteles había una serie de animales y pájaros tallados. Petronio consagró especial atención a la construcción de dicha iglesia, sobre todo a la reproducción del sepulcro del Señor, cuyas medidas señaló él mismo ... El atrio de la iglesia representaba el Gólgota, y en él se levantaba la cruz de Cristo». En realidad era un conjunto de siete iglesias, que reproducían en líneas generales los Santos Lugares de Jerusalén. San Petronio hizo de la iglesia de San Esteban la catedral de su diócesis. Sus sucesores siguieron empleándola como catedral hasta el siglo X, cuando los hunos asolaron la Emilia, el año 903, y destruyeron las iglesias construidas por San Petronio. Los edificios fueron reconstruidos varias veces en la Edad Media. En el siglo XII, la catedral de San Esteban era un sitio de peregrinación muy popular, ya que acudían a ella quienes no podían ir al Oriente. En 1141, se añadieron otras construcciones y, con tal motivo, entraron probablemente en circulación muchas reliquias falsas. Es una coincidencia sospechosa que precisamente entonces se hayan descubierto las reliquias de san Petronio. En la biografía del santo, escrita en aquella época, abundan las fábulas y sucesos absurdos y se echan de menos los datos precisos. La «Nueva Jerusalén» de Bolonia existe aún en nuestros días, aunque muy modificada, pero «todavía conserva un aire característico de extraordinaria antigüedad».

 Acta Sanctorum, oct., vol. II, carece de valor histórico, ya que data del s. XII. Lo mismo hay que decir de la biografía italiana compuesta ciento cincuenta años después. Mons. Lanzoni estudió muy a fondo la cuestión, en su monografía «S. Petronio, vescovo di Bologna nella storia e nella leggenda» (1907). Véase también Delehaye, Analecta Bollandiana, vol, XXVII (1908), pp. 104-106, quien comenta la obra que acabamos de citar. En la revista Romagna, vol. VII (1910), Mons Lanzoni siguió estudiando la cuestión y llegó a la conclusión de que es muy dudoso que san Petronío haya estado alguna vez en Palestina. Acerca de la iglesia de San Esteban, cf. G. Jeffery, The Holy Sepulchre (1919), pp. 195-211.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





San Quintín de Tours

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San Quintín de Tours, mártir
En la región de la Galia Turonense, san Quintín, mártir.
De acuerdo con una «Vita» conservada en la Biblioteca Nacional de París, escrita en el siglo XIII, Quintín, nativo de la región de París, estaba al servicio de Gontranno, noble de Turingia, dignatario en la corte de Clotario I (m. 561). Después de haber rechazado las propuestas obscenas de la esposa de su amo, Aza, esta vengativa mujer decidió deshacerse de él: le da la tarea de llevar los caballos a orillas del Indre, donde lo hizo matar y decapitar por sus cómplices. Echada la cabeza en una fuente, las aguas se convirtieron en milagrosas. La historia es muy creible en cuanto cuadra con el contexto del siglo VI, donde la lujuria y la violencia son comunes en las cortes francas. El ignoto autor concluye su relato con una diatriba violenta contra las mujeres malvadas, a fin de dar una lección moral.

De san Quintín se sabe que recibía culto el 4 de octubre en Tours ya en el siglo XI, de donde se extendió por toda la región; en la Catedral de San Esteban - de Meaux se guardan, al menos desde el siglo XIII, las reliquias de san Quintín mártir, venerado en Meaux, asesinado por tratar de guardar los mandamientos de Dios y la fidelidad a su amo. El nombre de Quintín deriva del nombre latino Quintus (quinto), muy popular entre los romanos y que originalmente significaba «el quinto hijo». No debe confundirse con otro san Quintín, mártir también aunque más famoso, cuya fiesta es el 31 de octubre y que vivió al menos dos siglos antes que éste.
fuente: Santi e Beati


Santa Áurea de París

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En París, de nuevo en la Galia, santa Áurea, abadesa, designada por san Eloy para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de san Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes.


Beato Francisco Javier Seelos

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Beato Francisco Javier Seelos, religioso presbítero
En Nueva Orleans, ciudad de Luisiana, en los Estados Unidos de Norteamérica, beato Francisco Javier Seelos, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que, oriundo de Baviera, atendió con todo celo a las necesidades de niños, jóvenes y emigrantes.
Nació el 11 de enero de 1819, en Füssen, Baviera (Alemania). Después de haber completado sus estudios de filosofía, fue admitido en el seminario, en septiembre de 1842, abrazando el carisma de la Congregación del Santísimo Redentor. Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1844 en Baltimore, y se dedicó al apostolado de los inmigrantes alemanes en los Estados Unidos. Unos meses más tarde fue transferido a Pittsburgh, Pensilvania, donde trabajaba como pastor asistente de san Juan Neumann, superior de la comunidad redentorista.

Participó de las «Misiones Parroquiales» en varios lugares, siempre distinguiéndose como un gran predicador, buen confesor y celoso pastor de los pobres y marginados. La esencia de su ministerio era enseñar el catecismo para el crecimiento de la comunidad parroquial. También se ocupó de la formación de otros Redentoristas, habiendo sido prefecto de estudios en el seminario e infundiendo en los estudiantes entusiasmo, espíritu de sacrificio y celo apostólico.

En 1860, el Obispo de Pittsburgh propone al papa Pío IX el nombre de Francisco Javier Seelos como su sucesor, pero éste escribió al Papa, pidiendo que se nombre a otro sacerdote. De 1863 a 1866 trabajó como misionero itinerante en varios estados, y cuando fue designado a la comunidad de Nueva Orleáns, permaneció allí poco tiempo porque en la atención pastoral a enfermos contrajo la fiebre amarilla, que soportó con paciencia y resignación; lo que le obligó a limitar casi toda la actividad pastoral. Murió el 4 de octubre 1867, y fue beatificado por SS Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.

De él decía el Papa en la homilía de la misa de beatificación: «Devuélveme la alegría de la salvación; afiánzame con espíritu generoso. Enseñaré a los malvados tus caminos; los pecadores volverán a ti (Sal 50, 14-15). El padre Francisco Javier Seelos, fiel al espíritu y al carisma de la congregación del Santísimo Redentor a la que pertenecía, meditaba a menudo estas palabras del salmista. Sostenido por la gracia de Dios y por una intensa vida de oración, el padre Seelos dejó su nativa Baviera y se entregó con generosidad y alegría al apostolado misionero entre las comunidades de emigrantes en Estados Unidos. En los diversos lugares en los que trabajó, el padre Francisco Javier mostró entusiasmo, espíritu de sacrificio y celo apostólico. A los marginados y a los perdidos les predicó el mensaje de Jesucristo,fuente de salvación eterna (Hb 5, 9), y en las horas que pasó en el confesonario convenció a muchos a volver a Dios. Hoy, el beato Francisco Javier Seelos invita a los miembros de la Iglesia a profundizar su unión con Cristo en los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía. Que, por su intercesión, todos los que trabajan en la viña para la salvación del pueblo de Dios se vean impulsados y fortalecidos en su tarea.»
fuente: Vaticano




 
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