sábado, 24 de octubre de 2015

San Senoco de Tours - San Martín de Vertou - San Evergislo de Colonia - San Maglorio de Dol 24102015

San Senoco de Tours

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En la región de Tours, en Neustria, san Senoco, presbítero, que construyó un monasterio en unas antiguas ruinas, y se mostró asiduo a las vigilias, a la oración y a la caridad hacia los siervos.



San Martín de Vertou

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San Martín de Vertou, diácono y abad
En el monasterio de Vertou, en el territorio de Armórica, en la Galia, san Martín, diácono y abad, al que san Félix, obispo de Nantes, envió para convertir a los paganos de la región.
Prácticamente no sabemos nada cierto sobre el santo, ya que las dos biografías que se conservan fueron escritas varios siglos después de su muerte y narran principalmente sus milagros; por otra parte, se ha confundido a san Martín de Braga, que fue obispo de Dumium en Portugal, con san Martin de Vertou, el cual vivió como ermitaño en el bosque de Dumen, de Bretaña. Nuestro santo nació en Nantes, en el seno de una familia franca. San Félix le confirió el diaconado y le envió a predicar en el Poitou. Según la leyenda, a pesar de todos sus esfuerzos, Martín sólo consiguió convertir a los dueños de la casa en que habitaba. A éstos les aconsejó que huyesen de la catástrofe que se avecinaba y él mismo abandonó la ciudad en la que había trabajado en vano. Inmediatamente después de su salida. un terremoto la destruyó y quedó cubierta por las aguas. El sitio se llama actualmente Lago de Grandlieu y la población de Herbauges, a la orilla del lago, sustituye a la que quedó sumergida. Además, hay en las cercanías un menhir o columna de piedra, ya que la esposa del dueño de la casa en que habitaba san Martín volvió los ojos hacia la ciudad y quedó convertida en estatua, leyenda que no hace sino repetir el símbolo de la mujer de Lot.

Después de su fracaso misional, san Martín se retiró a un bosque de la ribera izquierda del Sèvre, donde fundó una ermita que se transformó con el tiempo, en la abadía de Vertou. El santo evangelizó la región. Se le atribuyen varias otras fundaciones, como la del convento de las religiosas de Durieu, en el que murió. Según se dice, los monjes de Vertou robaron el cuerpo de su maestro mientras las religiosas de Durieu cantaban el oficio nocturno de los muertos, la víspera del entierro. Entre otras leyendas que se cuentan sobre san Martín de Vertou (a quien se confunde en este caso con su homónimo de Braga), se dice que un príncipe inglés tenía una hija poseída por los malos espíritus. Uno de los demonios declaró, por boca de la joven, que sólo podía ser vencido por las oraciones de un santo varón llamado Martín. Inmediatamente el príncipe envió mensajeros en todas las direcciones en busca del hombre de Dios. Finalmente, los mensajeros llegaron a Vertou y convencieron a san Martín para que les acompañase. Apenas puso el santo los pies en Inglaterra, el demonio sintió que se aproximaba y, como no quería hacerle frente, atormentó por última vez a su víctima y huyó. Naturalmente, la joven tomó el velo de manos de su salvador.

En Acta Sanctorum, oct., vol. x, los bolandistas parecen haber reunido todos los textos que existen sobre la vida y milagros de este oscuro santo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


San Evergislo de Colonia

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San Evergislo de Colonia, obispo y mártir
Cerca de Tongres, en el Brabante, de Austrasia, san Evergislo, obispo de Colonia y mártir, que en el ejercicio de su misión pastoral, mientras se dirigía a Poitiers, fue asesinado por unos malhechores.
Cuando san Severino de Colonia fue a visitar la diócesis de Tongres, en Bélgica, le presentaron a un niño que quería consagrarse al servicio divino. El santo adivinó que Evergisto (o Ebregiselo) poseía un alma escogida y tomó por su cuenta su educación. Más tarde hizo de él su archidiácono. Evergisto estaba con san Severino cuando éste tuvo la visión de la llegada del alma de san Martín al cielo. Aunque advirtió que no vio ni oyó nada; sin embargo, envió inmediatamente a un mensajero a Tours para que comprobase la muerte de san Martín. Evergisto sucedió a su maestro en el gobierno de la diócesis de Colonia. Un día, fue a visitar la iglesia de los «Santos Dorados» y saludó a los mártires con el versículo: «Exsultabunt sancti in gloria» ('Exultarán los santos en la gloria', Sal 149,5); inmediatamente, la voz de un coro invisible le respondió «Laetabuntur in cubiculis suis» ('Se alegrarán en sus tiendas', del mismo salmo). Una noche se hallaba en Tongres ocupado en el ejercicio de su ministerio pastoral y se dirigió a una iglesia de Nuestra Señora. En el camino unos bandoleros le asaltaron y le dieron muerte.

Esta es la leyenda de Colonia, tal como la recuerda el Martirologio Romano en la fecha de hoy; sin embargo, otras tradiciones señalan que san Evergisto vivió más tiempo y no murió de muerte violenta. San Gregorio de Tours cuenta que Evergisto formaba parte del grupo de obispos enviados por Childeberto II a restablecer la observancia en el convento de religiosas de Poitiers; también afirma que san Evergisto se curó de sus dolores de cabeza después de hacer oración en la iglesia de los «Santos Dorados» de Colonia.

 En Analecta Bollandiana, vol. VI (1887), pp. 193-198, así como en otras obras, se publicó una pretendida biografía de Evergisto pero ese escrito data del siglo XI y carece de valor histórico. W. Levison discute el problema en Festschrift für A. Brackman (1931), pp. 40-63; cf. Duchesne, Fastes Episicopaux, vol. III, p. 176.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Maglorio de Dol

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San Maglorio de Dol, eremita y obispo
En Bretaña Menor, san Maglorio, que, discípulo de san Iltuto, sucedió a san Sansón como obispo de Dol y después llevó vida solitaria en la isla de Serk, según cuenta la tradición.
Su vida terrena se cuenta en una obra maestra de la antigua literatura bretona, la «Vita Marglorii», escrita por un monje de la abadía de Lehon Dinan (Côtes-du-Nord), fundada por el rey bretón Nominoè, y que custodiaba, en el siglo IX, las reliquias del santo. El autor, un monje desconocido, revela en esta 'Vita' toda su gran capacidad de escritor y su profunda cultura: amaba la naturaleza, conocía el griego, le eran familiares Horacio y Ovidio, tanto como San Jerónimo, y sus libros preferidos eran La Biblia y Virgilio.

El obispo san Maglorio nació en el 535 en la diócesis de Vannes, en tiempos del papa san Agapito, bajo el imperio de Justiniano I, cuando en la Bretaña Armórica reinaba Noël II. Según la 'Vita', Maglorio era primo de san Sansón y de san Macuto, y creció, conforme a las costumbres de la época, en la escuela de san Iltudo, en su monasterio de Llantwit en Gales, junto con Sansón; después de un tiempo con su familia, siguió a su primo al monasterio de san Peirio, en una isla frente a Llantwit.

Cuando después de la muerte de san Peirio le sucedió Sansón como abad, éste ordenó diácono a su primo Maglorio, que lo acompañó cuando se adentró en la armórica bretona, predicando a lo largo de la región costera; cuando Sansón estableció algunos monasterios para sus discípulos, Maglorio pasó a ser abad de uno de ellos, vecino a Dol; luego fue presbíterio y finalmente obispo. Cercano a los 70 años sucedió a Sansón, obispo-abad como él, de una diócesis mal definida. Anciano y deseoso de vivir en soledad, Maglorio confió la diócesis al monje Budoco y se retiró a la isla de Serk, isla normanda, hoy inglesa. Pero incluso aquí Maglorio no encontró la soledad que buscaba, porque en torno a él se establecieron otros discípulos, de lo que resultó que fundó en la isla un monasterio con 62 monjes.

Sin embargo Maglorio vivió una vida de penitente, ayuno absoluto los miércoles y viernes, la comida reducida al mínimo los otros días, y sólo algunos pececillos en las grandes solemnidades para complacer a sus discípulos. Maglorio murió después de la gran carestía del 586, de la cual incluso la comunidad monástica de Serk sufrió las consecuencias, y los monjes se dispersaron de dos en dos por Irlanda y Gales. Sin embargo la datación de la muerte es incierta; el Martirologio la coloca en el 605, un par de decenios después del inicio de la carestía, así como considera que Maglorio desarrolló su obispado de Dol antes de retirarse a Serk. Esta falta de certezas se encuadran en el contexto histórico de los llamados «obispos celtas itinerantes» que entre los siglos V y VII caracterizaron la evangelización de las dos regiones costeras del Canal de la Mancha, que era atravesado continuamente por misioneros, en un cambio frecuente de métodos y hombres, que llevaban el Evangelio y fundaban iglesias y monasterios, ya fuera en la Bretaña (Francia), en Gales (Gran Bretaña), o en Irlanda; las islas normandas del Canal de la Mancha fueron lugar privilegiado de tal evangelización, y frecuente sede de eremitorios.

La Vita Maglorii y los comentarios d elos bolandistas pueden leerse en Acta Sanctorum, oct., X.
fuente: Santi e Beati

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