miércoles, 11 de noviembre de 2015

Beata Alicia Kotowska - Beato Vicente Eugenio Bossilkov - Beata Vincenta María Poloni 11112015

Beata Alicia Kotowska

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Beata Alicia Kotowska, virgen y mártir
En Laski Piasnica, cerca de Wejherowo, en Polonia, beata Alicia Kotowska, virgen de la Congregación de Hermanas de la Resurrección y mártir, que fue fusilada por mantener fielmente sus creencias en Cristo.
Su nombre era María Jadwiga Kotowska. Nació en Varsovia el 20 de noviembre de 1899 en una cristiana familia de siete hijos. Se decidió primero por los estudios de medicina pero mientras los hacía maduró su vocación religiosa e ingresó en la Congregación de Hermanas de la Resurrección, en la que hizo el noviciado y profesó el año 1924, tomando el nombre de Hermana Alicia. Por indicación de la superioridad estudió primero la carrera de ciencias y luego fue enviada como profesora al Instituto de Wejherovo (1934), del que llega a ser directora al tiempo que superiora de la comunidad. Tras la ocupación alemana, al comienzo de la II Guerra Mundial, es arrestada el 24 de octubre de 1939. Junto con otros presos fue llevada al bosque de Laski Planiska y allí fue fusilada el 11 de noviembre de 1939. Ha sido beatificada con otros mártires polacos el 13 de junio de 1999 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003


Beato Vicente Eugenio Bossilkov

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Beato Vicente Eugenio Bossilkov, obispo y mártir
En Sofía, en Bulgaria, pasión del beato Vicente Eugenio Bossilkov, obispo de Nicópolis y mártir, de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, que bajo el régimen comunista, por negarse a romper la comunión con Roma, fue encarcelado, cruelmente vejado como reo de lesa majestad, condenado a la pena capital y finalmente fusilado.
«Bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo» (1 Co 10, 4). El obispo mártir Vicente Eugenio Bossilkov bebió de la roca espiritual que es Cristo. Siguiendo fielmente el carisma del fundador de su congregación, san Pablo de la Cruz, cultivó intensamente la espiritualidad de la Pasión. Además, se dedicó sin reservas al servicio pastoral de la comunidad cristiana que se le había confiado, afrontando con valentía la prueba suprema del martirio.

Monseñor Bossilkov se ha convertido así en una gloria resplandeciente de la Iglesia en su patria. Testigo intrépido de la cruz de Cristo, fue una de las numerosas víctimas que el comunismo ateo sacrificó, tanto en Bulgaria como en otros países, según su programa de aniquilación de la Iglesia. En esos tiempos de dura persecución, muchos dirigieron su mirada hacia él, y el ejemplo de su valentía les dio fuerza para permanecer fieles al Evangelio hasta el fin. En este día de fiesta para la nación búlgara, me alegra rendir homenaje a cuantos, como monseñor Bossilkov, pagaron con la vida su adhesión sin reservas a la fe recibida en el bautismo.

Monseñor Bossilkov supo unir de modo admirable a su misión de sacerdote y obispo una intensa vida espiritual y una constante atención a las exigencias de sus hermanos. Hoy se nos presenta como figura eminente de la Iglesia católica que está en Bulgaria, no sólo por su vasta cultura, sino también por su constante espíritu ecuménico y su heroica fidelidad a la Sede de Pedro.

Cuando la hostilidad del régimen comunista contra la Iglesia se hizo más fuerte y amenazadora, el beato Bossilkov quiso permanecer junto a su gente, aunque sabía que eso significaba arriesgar su vida. No tuvo miedo de afrontar la tormenta de la persecución. Cuando intuyó que se acercaba el momento de la prueba suprema, escribió al superior de su provincia religiosa: «Tengo la valentía de vivir; espero tenerla también para soportar lo peor, permaneciendo fiel a Cristo, al Papa y a la Iglesia» (Carta XIV).

Y así este obispo y mártir, que durante toda su existencia se esforzó por ser imagen fiel del buen Pastor, llegó a serlo de un modo del todo especial en el momento de su muerte, cuando unió su sangre a la del Cordero inmolado por la salvación del mundo. ¡Qué ejemplo tan luminoso para todos nosotros, llamados a testimoniar fidelidad a Cristo y a su Evangelio! ¡Qué gran motivo de aliento para cuantos padecen aún hoy injusticias y oprobios a causa de su fe! Ojalá que el ejemplo de este mártir, al que hoy contemplamos en la gloria de los beatos, infunda confianza y celo en todos los cristianos, especialmente en los de la querida nación búlgara, que ahora puede invocarlo como su protector celestial.

fuente: Vaticano


Beata Vincenta María Poloni

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Beata Vincenta María Poloni, virgen y fundadora
En Verona, de la región del Véneto, beata Vincenta María (Luisa) Poloni, virgen, fundadora, junto con el beato Carlos Steeb, del Instituto de Hermanas de la Misericordia, para ayuda de los afligidos, pobres y enfermos.
Nació en Verona el 26 de enero de 1802 y falleció el 11 de noviembre de 1855. La casa donde nació Luigia Poloni se encuentra en el número 8 de la Piazza delle Erbe, donde los padres atienden un negocio de comestibles y herboristería. Su familia, sustentada por profundos principios cristianos y tocada por muchos acontecimientos dolorosos, es para Luigia el lugar más rico de estímulos y de formación. Su inteligencia práctica y concreta, su actitud reservada y amable, cualidades que la caracterizan, facilitan su disposición al servicio serio y gratuito. Desde muy joven, se entrega a los hermanos en grave necesidad y a los numerosos sobrinos, que la ven como a una madre. Tras la muerte del padre, graves problemas económicos desequilibran a la familia. Luigia entonces desarrolla y practica cualidades de «manager», en la conducción y en lo administrativo de la familia, sin descuidar la asistencia como voluntaria, en la Institución del Asilo de ancianos de la ciudad.

El sacerdote Carlos Steeb, su director espiritual, que la aprecia mucho y confía en sus cualidades, le dice: «Hija mía, el Señor la quiere Fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible». Luigia, segura de que su camino, ya marcado por una caridad insomne, va hacia un designio que solo Dios conoce, con sencillez y confianza filial en el Padre misericordioso, contesta: «Yo soy la más incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los instrumentos más débiles para llevar a cabo sus designios: que se cumpla su voluntad». El 2 de noviembre de 1840, Luigia Poloni, avalada y acompañada por el padre Carlos Steeb, inicia el Instituto de Hermanas de la Misericordia. Su servicio humilde y precioso a las personas ancianas y a los huérfanos abandonados, encuentra su más alta expresión en el servicio de Madre y Maestra de numerosas jóvenes que, imitando su ejemplo, aprenden a donar en la humildad, sencillez y caridad su vida a Dios como hermanas de la Misericordia. Luigia Poloni, que al emitir los votos religiosos toma el nombre de hermana Vicenta María, muere el 11 de noviembre de 1855, dejando como último testamento de su afecto hacia sus hermanas una sola cosa: La caridad. Fue beatificada por SS Benedicto XVI el 21 de septiembre de 2008, en Verona (Italia).

El Instituto Hermanas de la Misericordia de Verona, fundado el 2 de noviembre de 1840 en Verona, Italia, por el beato Carlos Steeb y la beata Madre Vicenta María Poloni, tiene como carisma honrar a Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndolo corporal y espiritualmente en las personas de los pobres, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, encarcelados y abandonados, mediante sus actividades y obras en escuelas, parroquias, hospitales, asilos para ancianos, salas de primeros auxilios en barrios necesitados y cárceles.

fuente: Vaticano

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